PHANTOM: Talking Dreams🎐
“La lluvia insatisfactoria con estos
pensamientos sin rumbo,
Tambaleándome cada vez más, mientras
veo esa Luna opaca
Con esa voz balanceándose de un lado a
otro, te conozco
Existo como si fuera un sueño, romperé
lo agradable y dejaré ir ese latido
tembloroso”
Yuusei Boushi, Eve
🎐🎐🎐
Lluvia, un suspiro contenido bajo la silenciosa lluvia. Un pecado sin nombre se enciende ¿Nos volveremos a ver alguna vez?
🎐🎐🎐
Corre el siglo trece en Avarga, ciudad destinada a convertirse en la capital del Imperio Mongol dentro de unas décadas. Los rumores del inicio de la colonización habían atravesado de un extremo al otro la península cuando los más valientes se animaban a apuntarse en las caravanas que traerían la abundancia y una paz que costaría igual proporción de sangre.
Min Yoon Gi, un chico de apenas siete años, era una de las víctimas de aquella cosecha que debería presentarse ante el Gran Khan y convertirse en el aliento de la guerra.
—Da un paso al frente…
Le exigió una voz femenina y el chico tragó duro. Aun con la incapacidad de entender de qué iba todo aquel acuerdo donde su madre había entregado al primogénito para salvar a cinco hermanos menores, sabía que algo estaba mal. Matsu, la alta hechicera del Khan sonrió enternecida antes de atraerle por el fino mentón.
—¿Es cierto que este chico es el heredero del Emperador de Jade? Dime niño… ¿tu madre es Li Han Jin?
El pequeño solo pudo asentir cuando una extraña fuerza parecía obligarlo a callar. Los ojos multicolores de la hechicera experimentaron una especie de mutación para blanquear por completo, produciendo un sonido estrangulado que rápidamente inundó la estancia llena de niños y sirvientes.
Yoongi observó todo el trance con una tranquilidad que para otro ser habría sido inadmisible. Habían pasado trece años desde esa noche donde fuera prácticamente ofrecido a las filas del Imperio y ahora regresaba a la capital como un verdadero dios.
—¡Abran paso gente, el General Min ha vuelta a casa!
Seguía siendo joven pero los años habían trabajado sobre su figura para esculpir a un hombre que compartía las agraciadas facciones heredadas de su madre y una cabellera color púrpura que se perdía más allá de su cintura.
Alrededor de cien pequeños dragones componían el tatuaje en su espalda, como prueba de las vidas que había cobrado su espada. La elegida del silencio, como solían apodar a aquella katana ganada solo a los doce años en la contienda contra las fuerzas bárbaras que se negaban a ceder al dominio del Imperio Mongol.
Yoongi había experimentado demasiado para ambientar sus ojos de un verde del mismo color del Jade del que procedían sus antepasados.
—Esta noche habrá fiesta en el palacio imperial, han contratado a un grupo de artistas de la Península ¿No fue de allí donde Matsu te reclutó?
Matsu, aquella mujer que parecía ser inmune al paso del tiempo se había convertido en su maestra en muchos aspectos. Desde lecciones de combate hasta iniciarlo en el turbulento terreno de las relaciones carnales. Yoongi solo podía sonreír con amargura al recordar cómo había pasado de ser un juguete en sus manos para convertirse en quien dictaba las reglas.
Dudaba que ella pudiera sentir algo auténtico por alguna persona. Dudaba muchas veces que ella fuera siquiera considerada humana. Pero se había convertido en una especie de costumbre visitarla cuando pasaba la caravana de los conquistadores por la ciudad.
—Le daré tus saludos Kim. Pareciera que estás más animado por verla que yo.
Kim Namjoon un joven de solo dieciocho años se contrajo sobre la montura de su caballo al escuchar aquello. Matsu le ponía los pelos de punta tal como si continuara siendo ese niño aterrado que trajeran portando grilletes en un tiempo tan duro y frío como la conquista de la Península y la ascensión del segundo Khan.
Dando por zanjada la conversación, Yoongi y los demás guerreros que el pueblo no se cansaba de agasajar continuaron su camino rumbo al palacio imperial, dejando atrás aquellas chozas que aún se perdían en la miseria o en la vulgaridad de algunas casas donde terminaban los jóvenes sin esperanzas ni recursos como el pequeño Park Jimin.
Había arribado a la mayoría de edad, pero sus formas infantiles lo hacían casi irrelevante independientemente de haber sido criado en una casa de citas. Su madre lo había concebido por error, o eso se había encargado de repetirle antes de morir presa de algún extraño mal que ni los hechiceros más competentes se atrevieron a intervenir.
En la completa miseria, solo y dependiendo de un trabajo como encargado de limpiar el desastre que dejaban aquellos cerdos, en parte agradecía ser invisible.
—¿Lo escuchaste cierto? Han regresado los guerreros de la colonización… Uhhh, que envidia para los que puedan asistir a la fiesta de palacio…
Kim Taehyung farfullaba detrás del más bajo produciendo un molesto sonido de sus zapatos de paja contra el piso entablado del roído tatami. Jimin ya no podía soportar esa cantaleta donde su vecino y compañero de trabajo desde el último mes exponía las hazañas de aquellos seres que consideraba despreciables.
Siendo su padre uno de los tantos convocados a la guerra y él mismo el producto de una aventura con una prostituta, lo único que sentía por los esbirros del Khan era repulsión. La melena larga y grisácea de Jimin se agitó antes de tomar a Taehyung por los hombros y zarandearlo para así conseguir que dejara de divagar.
—Sabes perfectamente que lo último que quiero escuchar es algo de esos hombres. Me es suficiente con ser un doncel rechazado que sobrevive a duras penas. No me lo compliques con tus sueños de grandeza, Tae.
La aspereza en el tono del chico le causó desazón y el castaño se vio obligado a terminar sus labores en la habitación en absoluto silencio.
—Media ración de arroz y un durazno.
—Pero eso…
—Es suficiente.
Interrumpió Jimin antes de recoger su pago por limpiar las habitaciones y de paso tirar de un irreverente Taehyung que nunca recordaba su posición.
—Eres increíble. En lugar de estar rumiando tu miseria deberías animarte y acompañarme esta noche. Con un poco de maquillaje y un buen baño serías… Ah ya me callo. Buenas noches, Minmin.
Concluyó Taehyung siendo consciente que su amigo le reprendería si intentaba animarlo otra vez. Los jóvenes vivían en extremos opuestos de la ciudadela que rodeaba a Avarga. Taehyung con su madre y sus hermanos.
Una mujer que pasaba los cuarenta años y que tenía una progenie de quince hijos, de los que el castaño era el segundo más joven. Jimin vivía solo en una casucha aledaña al bosque que servía de protección a la ciudad. Sus únicos acompañantes eran la naturaleza y su amiga la soledad.
—Es un día menos, puedo soportarlo.
Sonrió al contemplar el descenso del sol sobre aquellos parajes, como si la despedida de la estrella más brillante del universo fuera la señal para librarle de una preocupación mayor.
A la edad de cinco años el chico había sido atacado por una extraña enfermedad que lo sumía a un estuporoso sueño en el que solo era capaz de balbucear incoherencias. Su madre no podía prestarle mucha atención, teniendo en cuenta el trabajo que desempeñaba, pero fue tanta su preocupación que fue llevado ante Matsu, la alta hechicera del Imperio.
La bruja tardó dos días en decidirse. Según ella Jimin estaba maldito y destinado a perecer. Pero ya habían pasado once años y nada de eso había sucedido. Lo único que notaba era que no envejecía como los demás y que las voces de sus sueños se habían aletargado durante el día, pero en la noche… ah…las noches para Park Jimin eran otro universo.
Uno en el que prefería internase en las aguas del lago que comunicaba el bosque con la montaña y perderse en los sueños de todos los que dormían en la ciudad. No lo supo hasta mucho tiempo después.
No lo hubiera descubierto si su curiosidad no le hubiera impelido aprender a leer y escribir por sugerencia de uno de los clientes que tuviera su madre antes de fallecer.
Podía ser un doncel inútil y ridículamente pobre, pero el pequeño Park Jimin estaba conectado con una deidad más antigua que el mundo.
🎐🎐🎐
¿Crees en los sueños destinados? Cuentéamelo todo, me alimentaré de tus sueños, como esa llama que no se extingue jamás. Solo los que sueñan pueden escucharme. Pues yo soy el amo y señor de ese reino.
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Nuevamente, como una especie de ritual, después de haber almacenado el arroz y consumido el durazno, Park Jimin se deshizo de sus pobres ropas para zambullirse en las aguas del lago y emerger como la criatura divina de los imposibles ojos azules del otro lado de la montaña, ambientando un hermoso espectáculo entre las flores de loto que custodiaban la veta de diamantes más grande del continente.
A solo unos kilómetros de aquella encrucijada que la naturaleza tanto se esforzaba por ocultar, la música del gayageum llenaba la coordinada danza de alrededor de una docena de mujeres y donceles destinados al entretenimiento del Emperador y los conquistadores. Dentro de aquel grupo destacaba un hombre que se sentía hastiado por la rutina.
Min Yoon Gi pidió permiso para retirarse a sus aposentos y todos comenzaron a elucubrar alguna historia pasada de tono que lo relacionaba con Matsu u otra cortesana que hubiera mirado más de una vez en la calurosa noche.
Sin embargo, el guerrero de las cien mil batallas estaba perdido en sus propios pensamientos. Al menos desde hace dos meses había comenzado a prestar mayor atención a una de sus ensoñaciones.
Algo que podría ser tomado como tonto para alguien tan pragmático. Pero cada vez le aterraba más el hecho de no poder conciliar el sueño sin ver escenarios donde terminaba asesinando a una figura sin nombre o siendo atravesado por las fauces de un monstruo de cabellos plateados y ojos azules. Se sentía asfixiado por sus propias pesadillas.
Al punto de emprender una caminata sin rumbo. Más allá de los límites del palacio, el bosque se abría exuberante para un extraño. No supo cuándo dejó de encontrar el reflejo de la Luna a través de los tupidos árboles antes de que todo le pareciera confuso.
Una extraña paz, únicamente interrumpida por los ruidos de la naturaleza le concedía un verdadero descanso. Sus ojos se ampliaron con satisfacción al encontrar el reflejo plateado del agua de cierta laguna que Matsu solía mencionar en las historias destinadas a aterrorizar a sus nuevos pupilos.
Las aguas de Avarga albergaban a un demonio aterrador que se alimentaba de las almas de los humanos a través de sus pensamientos. Este ser devoraba todo a su paso, pero si encontraba un alma en particular en la que imprimirse podía, incluso, adquirir una forma humana hasta cierto punto deslumbrante.
—Cuentos de niños, mi señora.
Sonrió al recordar las palabras de la hechicera y sin prisa alguna se fue deshaciendo de su hanbok y las armas que solía ocultar en regiones como la cintura y los tobillos. La Luna insinuándose detrás de las hojas de los alerces resplandecía sobre la firme anatomía del guerrero antes de que el sonido de un chapoteo se confundiera con el canto de cigarras y otros insectos.
La cabellera color púrpura de Yoongi flotaba en algún punto por encima de la inmersión, mientras se animaba a nadar en círculos.
La frialdad del agua logró impregnarse en sus músculos y una sonrisa satisfecha se esparció en su rostro antes de intentar una exploración más profunda, como si de alguna manera sospechara que debajo de la superficie cristalina del lago existía una nueva posibilidad esperando por ser conquistada.
Seducido por esa idea, nadó un poco más hasta que la presión fue evidente. Su cuerpo era demasiado robusto para flanquear la especie de abertura que se prometía luminosa del otro lado del agua, pero eso no lo iba a detener. Luchando por una bocanada de aire, regresó a donde descansaban sus prendas y se armó con una daga.
Debía imponerse un trabajo continuo para mover la especie de pared natural que le impedía saciar su curiosidad. Sus esfuerzos fueron recompensados cuando emergió del otro lado del estanque, para quedarse prendado de un mundo totalmente irreal dentro de la montaña.
La Luna brillaba a través del agujero en la cumbre de lo que fuera el antiguo volcán de Avarga, creando un halo que se reflejaba en infinidad de pequeños cristales que deberían ser gemas. Una veta de piedras preciosas y si el Khan se enteraba de la existencia de semejante tesoro lo más probable es que mandara a derruir lo que con tanto esmero había creado la naturaleza.
Entre la codicia y el asombro Yoongi seguía debatiéndose cuando un sonido inesperado llamó su atención. Tomando la precaución de nadar debajo de la gran piedra que había forzado para hacerse presente en la gruta trató de camuflajearse. Fue solo un pequeño movimiento hacia delante antes de ver lo que muchos llamarían ilusión.
Solo a unos metros de distancia, remojando sus delicados pies en las aguas cristalinas mientras le cantaba a las estrellas, la criatura más hermosa y frágil que había presenciado en su existencia, estaba allí componiendo melodiosos sonidos que se le hacían vagamente familiares.
Solo podía verle los pies y la cabellera pálida pegada a la piel, pero era evidente que no llevaba ningún otro tejido. Yoongi tenía tanta curiosidad que olvidó no haber sido discreto y la daga en una de sus manos resbaló para producir un ruido peculiar que llamó la atención del ser que espiaba.
La acústica en la cueva era impresionante y el chapoteo que siguió a su error salió amplificado para finalmente darse por vencido. Par de ojos azules le enfrentaron mientras intentaba conservar la estancia de pie sobre la resbaladiza roca.
Por un momento pensó que estaba soñando. Había especulado sobre la posibilidad de que se tratara de alguna especie de ninfa en base a su conocimiento sobre las leyendas que rodeaban el lago de Avarga, pero aquel chico tan pálido como una aparición y con una curiosa marca en su vientre no parecía estar sorprendido.
—Es increíble cómo no se detienen. Dime, conquistador del Khan, cuánto tiempo demorarás para confiarle la ubicación de esta veta al resto de su bandada de buitres ¿A cuántos más silenciará su asquerosa espada para complacer a un demente?
Su voz seguía siendo armónica, como una dulce canción, aun cuando las palabras fueran puntiagudas. Yoongi lo único que podía pensar era en el espectáculo hermoso que era aquel chico. En su mente nunca apareció el Khan, el ejército o Matsu, sin embargo…
—No tendré otro remedio. Esta noche no puedo permitirme errores y usted nunca debió llegar aquí. Es Luna llena.
Pronunció aquel ser y Yoongi seguía demasiado encandilado como para creer en la leyenda del espíritu que supuestamente moraba en el lago. Fue tarde cuando el chico comenzó a acercarse y el agua a su alrededor adquirió una tonalidad casi dorada.
Con lentitud se dio cuenta que él empuñaba la misma daga que había perdido y que quizás terminara con su vida de la forma más ridícula, cuando lo único a lo que podía atinar era a vencer el deseo de tocar su etérea piel. Jimin no estaba presente mientras el ladrón de las pesadillas se acercaba a Yoongi con otras intenciones.
Quizás el humano que aun latía bajo su fina piel fue más fuerte o quizás fue el deseo de encontrarle una explicación a lo desconocido, pero el General de los Conquistadores del Imperio Mongol usó sus habilidades para tirar de una de las sensibles muñecas del chico y arrastrarlo a lo profundo de la oquedad por la que había encontrado la veta.
Jimin se defendió lo mejor que pudo, mientras sentía las grandes manos rodear su cintura e inmovilizarle contra la fría piedra. Fue un pestañeo ligero y la intensidad de sus orbes azules remitió para dejar ver al chico asustado que se encontraba preso entre el cuerpo fornido del General y la milenaria pared de la montaña.
—Eres… eres tan hermoso… Un sueño hecho realidad. Mi sueño más oculto…
Aun bajo el influjo del espíritu que habitaba en Jimin, Yoongi era manipulado como todos aquellos tontos que en alguna ocasión tenían la mala suerte de encontrar a una de las criaturas que los hechiceros más repudiaban.
Los que se alimentaban de pensamientos y almas, esos eran los más temidos bajo la palabra phantom. Jimin parpadeó antes de ladear la cabeza, esquivando el intento del hombre por encontrarse con sus labios.
—No soy hermoso cuando puedo ser su peor ensoñación ¿Quieres morir esta noche, insensato mortal…?
Yoongi no contestó, cuando delineaba con sus labios la curvatura del virginal cuello y Jimin sintió su sangre agitarse en cada una de sus venas.
—Te estoy advirtiendo, no estoy interesado en…
No pudo articular más nada porque la codiciosa boca del General estaba sobre la suya. Sus ojos se ampliaron al descubrir que sus dos mitades parecían librar una guerra inconexa. Su alma de mortal pedía que se detuviera, su imagen espiritual que siguiera atrayendo al General hacia una trampa donde sería consumido por la versión más repulsiva del espíritu de las pesadillas.
Jimin debía retirarse antes que el daño fuera irreversible. A pesar de todo aquel hombre seguía siendo humano, y no tenía nada que ver con su pasado conflictivo en cuanto a los herederos del Khan. Usando su cuerpo como palanca logró desequilibrar a Yoongi hasta hacerlo caer.
Nunca pensó en verse arrastrado por la misma corriente y ambos fueron prácticamente expulsados de la veta para encontrarse sin aliento sobre las aguas apacibles del lago. Solo allí, delante de la luz de la Luna, Yoongi fue consciente de lo que acababa de suceder.
Jimin por su parte volvía a ser completamente humano, completamente indefenso y vulnerable, tal como su cuerpo, que temblaba producto al frío de la noche y la vergüenza.
—Yo… ¡Espera!
Yoongi no creyó que aquel chico fuera tan rápido. No cuando se perdía entre los matorrales intentando escapar de una pregunta que no estaba dispuesto a completar. Lágrimas corrían por sus mejillas. Lágrimas sin razón alguna y cuando un brazo se extendió para rodear su cintura, el grito quedó amortiguado por el firme pecho del General.
—Déjeme por favor, se lo suplico, por favor perdóneme…
Consiguió articular cuando era evidente que se había cruzado con quien no debía, pero Yoongi a pesar de admitir que había sido arrastrado por el espíritu del bosque no podía dejar de examinarlo con la mirada.
Ojos de un hermoso azul grisáceo, labios plenos y mejillas un poco vacuas pero igual de altivas. Era un doncel hermoso, era una incógnita con el rostro que solía encontrar en sueños y él la debía descifrar.
—No voy hacerte daño, solo mírate, estás temblando…
—Pero yo…
Yoongi negó antes de abrazarlo más. Jimin se negaba pero llegó un momento en el que tuvo que asir sus manos a la abundante melena del General. Sus dedos se quedaron allí, percibiendo la textura delicada del cabello mojado y la calidez de su piel a pesar de estar expuesto a las inclemencias de una noche en el bosque.
Cuando logró calmarse un poco se dio cuenta que había estado aspirando el aroma de aquel hombre y un furioso sonrojo le volvió a enmarcar el rostro.
—Soy Min Yoon Gi, uno de los conquistadores del Khan…
Escuchó la voz calma y profunda cerca de su oído izquierdo y volvió a temblar. Yoongi aprovechó para tomar una pequeña distancia aunque lo continuaba sosteniendo firmemente por la cintura. Tenía la idea de que si lo dejaba sobre sus propios pies el joven se iría de bruces producto de la agitación en su pecho.
Con paciencia le recolocó los mechones de cabello grisáceo que ya estaban secos debido el influjo de la brisa en el bosque. Jimin lo observó. Sus pequeñas manos temblaron al delinearle el rostro y con pesar tuvo que admitir que era hermoso y fuerte. Una cualidad que le hubiera gustado tener.
—Sé quién es usted y no deberíamos estar así. Usted merece lo mejor y yo…yo casi…
—Me atrevo a decir que tú eres eso que tanto merezco…
La afirmación lo hizo agitarse. Intentando buscar una respuesta, recibió los labios de aquel hombre, esta vez se dejó convencer. Con torpeza terminó alzándose sobre las puntas de sus pies para descansar sobre los del General.
Yoongi lo abrazó aún más fuerte mientras lo guiaba en un beso lento destinado a conquistarlo, tal como solía hacer con el filo de su espada.
—Dime tu nombre…
Logró cuestionar casi sin aliento y Jimin le respondió en un suspiro privado antes de anclarse a su cuello y besarlo por iniciativa propia.
Park Jimin
Se grabaría esa denominación a fuego en su cerebro y en su alma cuando meses después la noticia de que el General Min de la Dinastía Mongol acababa de contraer matrimonio con el doncel más vapuleado de Avarga corría de boca en boca.
Extrañamente Matsu aprobó las nupcias y Yoongi alardeó orgulloso porque su chico esperaba un bebé. Jimin por su parte, seguía invadiendo los sueños de las almas que habitaban la ciudadela cada noche pero en lugar de alimentar al espíritu con que estaba enlazado, había encontrado la manera de consolar y sanar las representaciones que solía corromper, absorbiendo aquellos pensamientos oscuros y de paso controlando la agitación que turbaba a Yoongi.
—¿Lo has visto otra vez? El monstruo del cabello blanco y los cien ojos azules…
Desde lo alto de su residencia en Avarga, el ahora señor Min Jimin se acariciaba el prominente vientre por encima de la seda de su hanbok. Yoongi estaba un poco más abajo en la cama que compartían. Admirando con esperanza cómo el fruto de su amor por el de cabellos grises crecía con dignidad y fortaleza.
—El sueño sigue siendo el mismo, pero ahora te veo a ti ¿Qué significa?
Una mano perezosa fue camino a los labios de Jimin. Él sonrió antes de besar cada nudillo de su esposo y encontrar su mirada esmeralda para responder.
—Significa que pronto llegará la desgracia para el Khan y todos sus seguidores. Los espíritus de la montaña se están reuniendo. Seré convocado pronto, mi General.
Concluyó recostándose en su pecho para escuchar los latidos momentáneamente asincrónicos de Yoongi. El General Min sabía que uno de los inconvenientes de haberse emparejado con él podía incluir una despedida forzada.
—Pero puedes estar tranquilo, tendré a nuestro hijo y luego te seguiré a la guerra. Estaremos juntos, aun a través de nuestros sueños. Tú y yo hemos sido uno desde el inicio.
Aquella resolución solo lo impulsaba a tomar su decisión con mayor seguridad. Dos meses después, Jimin daba a luz un hermoso niño nombrado Jungkook. Su predicción había sido correcta y las hostilidades entre los reinos que componían el Imperio estallaron para que la declaración de guerra fuera oficial.
Cumpliría su promesa convirtiéndose en la mano derecha de su esposo en el campo de batalla, cuando en las noches se dedicaba amarlo en la privacidad de su tienda en el campamento.
—Hoy fue demasiado duro. Estoy tan lejos de mi hábitat natural que no puedo terminar de curarte. Lo único que sigue a mi disposición son remedios comunes preparados con la flor de loto.
—Lo sé.
Yoongi le acarició la mejilla antes de sonreír. Jimin era tan terco que no se daba cuenta en algunas ocasiones que su amor era suficiente para él.
—Estaré bien, no te preocupes. Jungkook y tú son la prioridad.
Jimin resopló antes de colocar el último vendaje alrededor del abdomen del General. Yoongi había recibido una herida casi mortal con tal de protegerlos. Llevar a un niño de tres años al campo de batalla podía ser considerado una locura pero Jungkook parecía a gusto en aquel escenario. Como si las habilidades innatas de sus padres le fueran confiadas a él a través de su sangre.
—Kookie fue el más apasionado. Solo mira cómo duerme.
Yoongi alargó una de sus manos para acariciar el cabello negro de su hijo. El pequeño dormitaba del otro lado del camastro que los tres compartían. Jimin apretó los labios antes de atreverse a formular su última preocupación.
—Yoongi, no sé si lo hayas notado pero estoy esperando otra vez y… tuve ese sueño en el que…
Las palabras se quedaron a medio camino cuando las lágrimas le sorprendieron. El General aun intentaba consolarlo murmurando una promesa que no podría cumplir. Los sueños de Jimin, sus precisos sueños y el destino del espíritu que solía morar en la montaña de Avarga conducían a un único camino.
Uno que terminaría con la vida de ambos guerreros y dejaría un estigma aun más profundo sobre su descendencia.
¿Escuchas mi voz? A través de este velo impredecible sonrío hacia ti esperando por un futuro aún más resplandeciente. Soy ese fantasma acreedor de tus pensamientos: Vive en mentiras y muere en sueños.
🎐🎐🎐
“¿Qué tipo de sueños quieres crear?
No puedo evitar morderme los labios
No muestres tus lágrimas que van
cayendo por todas partes
No muestres tu debilidad
Siempre quise decir la verdad
Pero solo había que darle los toques finales
Cautivado por este espejismo
Contigo todo es brillante
Tenemos un hermoso futuro por delante."
Yuusei Boushi, Eve
🎐🎐🎐
Lluvia, otra vez vuelve a llover y han pasado algunos siglos. Un joven despistado acaba de llegar a la gran ciudad. Su nombre es Min Yoon Gi y desciende de la realeza, o eso le han hecho creer mientras confunde una vez más la dirección de la casa de su mejor amigo. He aquí el inconveniente de conocerse por Internet.
—Maldito seas Kim Namjoon, cuando te atrape sabrás lo que…
—¿Necesitas ayuda?
Una voz lo interrumpe y por alguna razón cree que le ha escuchado antes. El muchacho de cabello rojo y ojos azules que ha salido a su encuentro se apresura a compartir la seguridad de su sombrilla.
Le parece tan extraño que esta persona esté en medio de la llovizna sin prestar atención a ese hecho que no puede evitar una mueca desaprobadora que luce igual de atractiva en el rostro de Park Jimin.
Yoongi ve otra cosa mientras se acerca. A diferencia de Park, él sí cree en lo que le grita su agitado corazón. Yoongi ve a su destino y una sonrisa cómplice ilumina sus facciones antes de comprobar que todavía se puede creer en los sueños.
🎐🎐🎐
Enamorado, en un mundo desconocido
para todos
Hacia la historia de ese día que
deseamos
Yuusei Boushi, Eve
THE END
PHANTOM
2023.12.22-2023.12.24
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