UNO
Un deseo
TAEHYUNG
El sol salía opaco por el horizonte, cubriéndolo unas nubes grises que brillaban con su tenue resplandor. Una brisa fría recorría las calles y pequeñas y diminutas escarchas descendían del cielo anunciando la llegada del invierno.
Mi ropa estaba mojada y fría, mientras mi cuerpo ardía por la fiebre. Me dolían los músculos y la garganta, todo mi ser temblaba. Unos fuertes golpes a la puerta de mi casa retumbaban en mi cabeza. A duras penas me pude levantar del suelo y dirigirme hasta la sala, sentía que caminaba arrastrando los pies y mis ganas de hacer algo estaban por el subsuelo. Pero finalmente pude abrir la puerta.
—Taehyung, recién vi las noticias, ¿cómo estás? —mi padre entró apresurado— Vine pensando que habías cometido alguna estupidez, me cansé de tocar el timbre y como no respondías comencé a darle patadas a la puerta para derrumbarla.
—¿Pateaste mi puerta? Mi audición debe estar afectada por la fiebre —dije pensativo.
—¿Fiebre? —se acercó a mí y tocó mi frente con una mano— Hijo por Dios si estás ardiendo. ¿Y por qué tienes la ropa mojada? ¿Te mojaste con la lluvia de anoche? —preguntó tocando el pullover que llevaba puesto y el pantalón—. ¿Hijo qué hiciste?
—Yo... —un nudo se me atoró en la garganta al recordar aquella carta y sentí que el aire me faltaba— Jungkook, él...
—Lo siento mucho hijo —mi padre me abrazó—. Yo no sabía que pasaría esto, si no, no hubiese dejado que él te donara la córnea de sus ojos.
—¿Qué? —me separé de él como mis fuerzas me lo permitieron— ¿Qué dijiste? No. No por favor. —La voz se me quebró—. Dime que tú no hiciste semejante cosa —negué una y otra vez con la cabeza—. Dime que tú no sabías nada, que no estuviste de acuerdo con eso...
—Pero yo no sabía que se quitaría la vida.
«¿Qué dijo?».
—¿Cómo iba a saber que Jungkook saltaría de esa azotea? El cargo de conciencia me está haciendo estragos ahora mismo.
Mis piernas perdieron las fuerzas y me hinqué en el frío suelo. Una fuerte opresión en el pecho me hizo doblarme y una punzada de dolor me quitó la respiración. Me privé.
Quería llorar, gritar, moverme; pero no podía. Me faltaba el aire, el habla y la fuerza siquiera para hacer algo. La vaga idea de que moriría ahí mismo surcó mi mente, hasta que mi padre me dio unas palmadas en la espalda y sentí como el alma me volvía al cuerpo. Mi respirar se volvió agitado y por fin pude gritar.
Grité. Grité otra vez. Y volví a gritar. Y un par de veces más grité con furia, llanto, impotencia, desesperación y culpa.
«Oh Jungkook, si esta vida injusta me diera un deseo; con toda mi alma, desearía, volverte a conocer».
Y la vela de mi conciencia, se apagó después de pedirle un deseo a Dios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro