Augusto.

La noche da miedo, hay tantas personas que hacen el mal solo por el gusto de hacerlo. He visto a hombres abusando a las chicas en situación de calle. Es triste. Debo cuidar a Roger, es el único que me queda. Esta vez yo vigilaré. Miro de un lado a otro, mis oídos están alerta y esta vez, la noche pasa tranquilamente frente a mí.

—Me hubieras despertado—  Dice Roger con voz somnolienta
—No te preocupes. Ahorita despierto con un baño— Digo mientras me encojo de hombros para quitarle importancia.

Nos ponemos de pie y sonríe. Guardamos las cosas en nuestros costales y comenzamos a caminar mientras el sol nos calienta poco a poco

—Sabes que nos odian en ese lugar, solo espero que no llamen a
la policia—  En su voz noto la preocupación.

Caminamos hasta que llegamos a un restaurante de lujo. Se llama "Estrellas" tiene una decoración en el techo que simula las estrellas, incluso se ven desde afuera. Nos acercamos a la entrada en donde hay un señor que asigna las mesas

—Señor ¿Nos regala un taco por favor?

—No pueden estar aquí, retírese.

—Solo queremos aun que sea un vaso de agua— Dice Roger actuando como si tuviera sed. Niega con la cabeza y vemos como se mete. Nos quitamos los costales rápidamente y los ponemos junto a los arbustos del pequeño jardín que rodea al restaurante.
El encargado sale con una manguera, con la que supongo que riega las flores y nos comienza a mojar mientras Roger y yo estiramos las manos para que se nos vaya la mugre, rapidamente y con discreción nos frotamos el rostro para quitar la mugre de ahí también. El agua helada nos saca un suspiro de frio pero cuando no tienes oportunidad de bañarte diario, te acostumbras al agua fría.

—¡¿Oiga como se atreve?!— Escucho una voz y el agua se detiene. Me quedo como estatua al ver a aquella mujer, la de los ojos de terciopelo. Esta indignada y yo siento tanta vergüenza de que me vea así. No hago mas que agachar el rostro de vergüenza.