Soprendido
Augusto.
Coloco mi mano en la perilla de la puerta, diciéndome a mi mismo que es lo mejor, al menos para ella y con eso estoy satisfecho.
Me alivia saber que al menos pude besarla una vez. Que no soy del todo... ¿Como se dice? Inperceptible.
Una mano me toma de la muñeca, causando qué salga de mis pensamientos. Volteo y una descarga eléctrica recorre mi cuerpo. Mis ojos se encuentran con unos ojos llorosos, pero llenos de firmeza y una sonrisa que alivia cualquier tormenta en mi alma.
—Dije que no... Incluso si me dejas, renunciare a todo. —Dice Daniela sin Soltar mi muñeca. Abro mis ojos como platos, estoy tan confundido. ¿En serio dejará todo por mi? ¿Qué le hace pensar que vale la pena? Se aferra como si yo valíera algo.
—Daniela, piensa bien las cosas —Le digo, más bien le suplico. Pues ella no tiene necesidad de carecer de nada.
—¡Has perdido la cabeza Daniela! —Grita su papá con el rostro rojo de rabia. Daniela dirige su mirada a su mamá, decidida a no soltarme.
—Despideme entonces mamá, pero si vamos a hacer esto, lo haremos bien... Mañana iré a la oficina y vas a despedirme, con todo y mi liquidación... Porque fui de mucho a porte en tu empresa, es lo menos que puedes hacer —Daniela es impresionante. Aún siento que no es real todo esto. Esta loca, pero en cierta parte logro entenderla un poco. Pues a pesar de que yo nunca he tenido nada, me rehusaria igual a perderla.
La mamá de Daniela me mira, lo hace con tanta repugnancia, pero el señor, el mira a Daniela fijamente. En sus ojos puedo ver la tristeza y la decepción.
—Sacare mis cosas de su casa y necesitaré qué Augusto me
ayude —Dice para luego mirarme.
No importa cuanto sonría, no puede ocultarme el dolor que siente.
—Después no quiero que vengas a pedir perdón, porque no te lo daremos —La amenaza su mamá mientras la señala con el dedo. Veo como salen furiosos del departamento y cuando la puerta se cierra, Daniela se lanza hacia mi para abrazarme. Correspondo su abrazo, a pesar de que es más baja qué yo, me inclino un poco para poder darle consuelo.
—¿Qué estás haciendo mujer? Has perdido la cabeza —Digo casi como un susurro, ya que puedo sentir su cuerpo sollozando. Pero ella solo se aferra a mi cuello.
—No sabes como son... Siempre me cantan todo, hasta el hecho de haber nacido... Siento que quieren quebrantarme para que haga lo que ellos quieran siempre. —Dice mientras me suelta y se limpia las lágrimas con el antebrazo.
—Augus... Se que ya estaban planeando qué me case con alguien. No soy más que una especie de marketing.
O algo para unir sus empresas con otras —Dice mientras yo coloco mi mano en sus mejillas y limpio sus lágrimas.
—¿Y que haremos ahora? —Pregunto preocupado pues no quiero que pase la noche en la calle.
—No te preocupes por eso, tengo dinero, podemos rentar algún departamento —Hace una pausa, como si se quedará pensando y luego una sonrisa aparece en su rostro
—Vamos a vivir juntos —Dice con algo de timidez. Mientras que yo la miro soprendido.
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