Augusto:

Tiemblo de frío, de miedo y de tristeza. De cómo no pude hacer nada, de como no se puede hacer nada ¿Eso somos? ¿Nada?

De nuevo tendrán que llevarse un cuerpo abandonado y a tirarlo, para que quede registrado como una persona más sin familia.

Lloro desconsoladamente mientras escondo mi rostro entre mis brazos y mis rodillas tratando de buscar paz en Lola. Se que ese es el destino que me espera. De repente el sonido de un claxon me saca de mis pensamientos, levanto la cara y unas luces amarillas de un auto, me alumbran pero segundos después de que levanto el rostro, se apagan. Siento como mi corazón se agita de miedo. Pues ya llegó mi turno. Veo como se abre la puerta del conductor y cierro los ojos para dar mi última oración.

Escucho unos tacones acercándose hacia mi, cada vez más cerca. No sé que harán conmigo, tampoco entiendo por qué

—Augusto, sube al auto, estas mojado.

Escucho una voz conocida, levanto el rostro y la veo, es Daniela.

—¿Que hace aquí?

—el cielo se está cayendo, vine a buscarte para llevarte a un lugar donde pasaras la noche cómodo.

Dice casi gritando ya que la lluvia golpea ruidosamente contra el pavimento.
Niego con la cabeza

—¿Estás bien?.

—Daniela, le quiero... Te quiero pedir un favor.

Ella frunce un poco el ceño y se agacha para quedar a mi altura dejando su paraguas en el suelo

—por favor cuida a Lola... No sé si pueda cuidarla, se que me depara el futuro y no quiero arrastrarla conmigo.

Cuando digo esto, las lágrimas comienzan a salir mientras reprimo un sollozo

—¿Que pasa? Cuéntame, sube al auto, podemos platicarlo con calma...

—Le pido que se vaya a su casa, este lugar es peligroso.

La interrumpo pero niega con la cabeza, me limpio el rostro con el antebrazo y con una mirada suplicante le pido

—por favor vete, llévate a Lola, no quiero que les pase algo.

—si no quieres que me pase algo, entonces sube al auto conmigo, por favor o si no, no me iré.

La miro sin comprender a los ojos, pero veo la firmeza en ellos, así que accedo, contal de que salga de aquí. Asiento con la cabeza y nos ponemos de pie, ella toma la transportadora y yo el paraguas para cubrirla hasta que se suba al auto. Una vez que sube al auto, abre la puerta del copiloto y a pesar de la vergüenza que me da mojar su asiento, me meto con Lola a ese auto lujoso.
No entiendo porqué se porta tan atenta conmigo.