Me Gustas.
Daniela.
Ya no quiero ser esa chica tímida que me domina cuando estoy con Augusto. Solo debo decirle que me gusta. No se, tal vez yo también le guste ¿O no?
Pero es que ayer el no quería venir ¿Quizás quería alejarse de mi? Eso es probable, tal vez quiera que deje de buscarlo.
No, mejor no diré nada.
Estas dudas simplemente me hacían sentir más nerviosas, mi corazón palpitaba cada vez más fuerte, hasta podría jurar que Augusto podría escucharlo latir con fuerza.
<<Vamos, no seas cobarde, son solo dos palabras y ya, dos palabras y ya>>
Suspiro para amarme de valor mientras siento como su brazo no deja de abrazarme y entonces se lo digo.
-Me gustas Augusto -Digo con rapidez. Listo, ya esta hecho. Se lo dije así, sin más. Aprieto mis labios sin dejar de esconder mi rostro en su pecho.
-Daniela yo...
Escuche que tocan el timbre del departamento interrumpiendo a Augusto.
<<Salvada por la campana>> Me separó de el rápidamente y salgo de la cama descalza sin voltear a mirarlo. Camino con torpeza hacia la sala y corro para abrir la puerta.
-Buenos días ¿Daniela? -Pregunta el chico mientras me muestra la pizza.
-si -Digo agitada ya que me sofoque por lo rápido que salí a abrir la puerta. Saco mi dinero y una vez que le pago, me entrega la pizza.
-Gracias, buen día -Digo mientras cierro la puerta con mi mano libre. Cuando volteo hacia la sala, veo a Augusto parado sin dejar de mirarme. Tiene mis pantuflas en sus manos. Entonces comienza a caminar hacia mi y cuando quedamos frente a frente se pone de cuclillas.
-Has olvidado tus pantuflas -Dice mientras las pone frente a mis pies.
<<Es inevitable creer que es lindo>> Con cuidado me pongo mis pantuflas mientras se vuelve a poner de pie
-Gracias... Ven, comamos en la
sala -Digo mientras coloco la pizza sobre la mesa y me siento en el sillón. Noto que su expresión esta llena de confusión, pero aún así, se sienta en el sillón qué está frente a mi.
-También me gustas Daniela, solo que... No estas a mi alcance -Dice de repente. Sus palabras me toman por sorpresa, tanto que me quedo a medias, ya que estaba abriendo la caja de la pizza. Dejo caer la tapa de la pizza nuevamente y levanto mi rostro para mirarlo a los ojos. Es extraño, quedarnos un momento mirándonos a los ojos.
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