Daniela.

Mi mamá me mira con decepción
y luego me muestra una sonrisa, como si hubiese tenido alguna idea cruel en mi contra.

—Bien, como insistes en que ya eres adulta y puedes tomar tus propias decisiones... No vivirás en mi casa, ni tampoco en ninguno de los departamentos —Dice como una condena. Bueno, no es tan malo como yo creí. Arrugo mi frente y asiento con la cabeza.

—Bien —Digo despreocupada. Lo que hace que mi mamá muestre una expresión de sorpresa.

—No, Daniela no dejaré que te hagan esto...

—Es mi decisión Augusto —Le digo a Augusto sin vacilar.

Creo que se le olvidó a mi mdare que al trabajar para ella, obviamente me paga y parte de ese dinero lo tengo ahorrado en mi cuenta de banco. Las otras tarjetas están a nombre de mis padres, lo cual se que me las quitarán.

—Tampoco pagaré la media beca de la escuela de pintura —Dice mi papá. Me suelto del abrazo de Augusto para pararme frente a mi papá. Se que mi expresión le muestra confusión. Pues amo la pintura, el arte y quiere quitarme eso.

—Estoy a dos meses de terminarla ¿Echaras ese dinero que invertiste a la basura? —Mi voz suena casi como un susurro, pues no me imagino vivir sin pintar.

—Si te vas a independizar lo harás bien, paga tu la beca, si es que quieres seguir estudiando pintura —Le mando una mirada de decepsion a mi papá. Es increíble que quieran comprarme.

—Señor no haga eso, me iré, no me volverán a ver. Pero no tiene que hacer eso —Escucho a Augusto, su voz suena suplicante. Súplica por mi. Jalo aire y aprieto mis puños.

—No Augusto. ¿Quieren quitarme la pintura? Háganlo, yo se que puedo pagarla —Digo con un poco de pesar. Pues no solo es por Augusto, sino por mi libertad. No me imagino una vida donde controlan absolutamente todo, eso no es vivir.

—¡Tampoco trabajarás más en la empresa! —Grita mi mamá fastidiada, en un intento de convencerme. Abro los ojos como platos y niego con la cabeza mientras bufo con una sonrisa. Realmente estoy sorprendida.

—No puedes hacerlo, tenemos un contrato y no puedes despedirme por razones personales, si lo haces te demandaré —Digo molesta, en serio estamos cruzando los límites. No parecemos una familia.

—¿Demandaras a tu propia
madre? —Pregunta mi mamá con la mano en su pecho —En el contrato eres mi jefa, no mi madre. —Espeto con rabia esta última palabra.

—Daniela, esto ya es demasiado. Es tu familia, estas dejando todo —Dice Augusto mientras me toma por la muñeca para que lo mire, lo cual hago

—No, no van a a obligarme...

—Si realmente te importa mi hija, vas a desaparecer de su vida. Se que sabes lo que es no tener nada ¿Quieres eso para ella? —Aprovecha mi papá para meterme culpa a Augusto. Augusto lo mira y niega con la cabeza.

—No, no quiero eso para ti... Tienes familia, un techo, empleo y una carrera... No puedo hacerte
esto —Dice Augusto. Lo miro con los ojos llenos de lágrimas y de confusión y Augusto se inclina para darme un beso en la frente. Cierro los ojos al sentir sus labios en mi frente, es un beso triste. Hace un esfuerzo para separarse y veo como se da la vuelta para irse.

—Lo siento —Le dice a mis padres antes de emprender su camino hacia la puerta. Aún que sólo nos hemos besado una vez, la idea de dejar de verlo es insoportable. Porque no solo se habrá ido él, sino que también mi libertad.