Daniela.

—Pues para mí son hermosos.

Sonrió mientras arrugó la nariz como muestra de agradecimiento

—¿Porqué le pusiste Lola?

Trato de cambiar el tema, pues ya no se dónde esconder la cara de la pena que siento

—por la canción. La de Lola Café Quijano.

Frunzo el ceño, ya que nunca la he escuchado

—no la conozco.

Digo miéntras saco mi celular para buscarla

—¿Quien la canta?

—Cafe Quijano.

Asiento con la cabeza mientras tecleo el nombre. El mesero llega con nuestra orden y veo que Augusto le dice gracias

—es está ¿Cierto?.

Digo miéntras la pongo. Augusto asiente con la cabeza. Me quedo escuchándola con atención.  El ritmo se escucha genial. Me gusta.

—Es buena. Definitivamente la guardare en mi celular.

Me olvidé por completo de la comida. Pero me imagino que Augusto tiene hambre

—Come.

Le pido mientras guardo mi celular y tomo mis cubiertos

—am, déjame lavarme las manos ¿donde esta el baño?

Pero me quedo pensando en sí dejarlo ir solo, ya que la verdad puede que si no lo ven conmigo lo quieran correr del establecimiento. Me levanto y le hago una seña para que me siga.
Camina detrás de mí y cuando llegamos noto como mira asombrado el baño

—¿esto es un baño?

—si.

Se queda dudoso de entrar, mirando todos los detalles con asombro

—¿quieres que entre contigo?

Bromeo y abre los ojos con asombro. Mientras yo suelto una carcajada. Esboza una pequeña sonrisa y por fin decide entrar. Me quedo esperando en la puerta, para que no le sigan nada cuando salga, después de unos minutos, sale. Se ve tan despistado, que cuando me mira pega un brinco. Se ve tan tierno

—No te vi.

Le muestro una sonrisa y noto que las manchas que habían en su rostro ya no están.

—vamos.

Digo mientras engancho mi brazo en el suyo. Noto como me mira sorprendido. Mientras yo siento la fortaleza de su brazo y la calidez de su piel. Una calidez que se impregna en mi inferior.