XIV.
Poco a poco el miedo se iba apoderando del rey Edmund, el sólo pensar en que la joven podría morir en un intento por protegerlos le causaba escalofríos, su estómago se revolvía y su mandíbula se tensaba.
Un quejido por parte de la joven fue suficiente para que el azabache regresara a la realidad y se diera cuenta de que su agarre se hacía cada vez más fuerte.
-Lo siento- dijo el rey y la soltó, pero no detuvo su andar.
T/N lo siguió hasta la playa y allí fue cuando Edmund no se contuvo más.
-Es que no puedo creerlo ¡¿Por qué me ocultas algo tan importante como tu posible muerte?! – el grito del rey hizo que los tres hombres que cuidaban los botes dejaran de reír y pusieran atención a los dos jóvenes.
La pelinegra al percatarse de eso le hizo una seña al rey con la cabeza para que se calmara.
-Regresemos al barco Ed- dijo mientras lo tomaba del brazo y lo guiaba hacia los botes. -Vamos cariño-. El azabache no dijo más, ayudó a T/N a subir a un bote y comenzó a remar hacia el navío.
Ninguno de los dos habló durante el trayecto, pero el corazón de T/N se encogió al ver que el rey trataba de ocultar sus ganas de llorar. Al llegar al barco Edmund ayudó a la pelinegra a subir para luego encontrarse con dos marineros que hacían guardia.
-Utilicen el bote para llegar a la playa, allí los espera un banquete para que recuperen fuerzas- habló el rey.
-Si majestad- los hombres de inmediato obedecieron al joven. T/N les dio una pequeña sonrisa a lo que ellos correspondieron.
Cuando por fin quedaron solos la pelinegra comenzó a caminar hacia el camarote, pero se detuvo al no escuchar los pasos del rey. Miró hacia atrás y extendió su mano para que él la tomara, con un leve apretón reanudó su caminar.
Edmund fue quien entró de último y cerró la puerta.
- "Iban a saberlo después de todo"- el rey se acercó peligrosamente a T/N. -Pues bien, ahora lo sé.
Un silencio incómodo inundó la habitación.
-Yo no quería que te enteraras de esa forma Ed.
- ¿Y cuándo pensabas decirme?
Ella no contestó y eso hizo que la paciencia del justo se acabara.
- ¡¿Cuándo?! – ella se sobresaltó y tomó valor para mirarlo a los ojos. Sintió una opresión en el pecho al ver que los ojos del rey estaban cristalizados. La culpa comenzó a invadirla, si tan sólo ella hubiera tenido las agallas para decirle la verdad desde un principio, no estarían en esta situación tan tensa. -Dime ¿Ibas a esperar a que estuvieras agonizando para decirme la verdad? – preguntó un poco más calmado.
-De verdad lo siento, no tuve el valor para decirte... Tenía miedo del como reaccionarías.
Él soltó una risa sarcástica y despeinó su cabello con frustración. Se alejó un poco para respirar profundo varias veces mientras ella lo observaba en silencio.
-Es que... - se acercó de nuevo a ella. -He soñado toda mi vida con tenerte a mi lado e imaginar que te puedo perder en un segundo, me causa náuseas.
Ella tomó su rostro entre sus manos y juntó sus frentes.
-Solamente si es necesario tendré que irme Edmund- él la miró asustado. -Debo protegerlos, es la razón de que haya venido a Narnia.
-No quiero perderte.
-No lo harás- aseguró ella.
El silencio volvió a invadir la habitación.
-Estaré siempre contigo mi rey- susurró la joven. El corazón de Edmund se oprimió al sentir que la joven se despedía. Dejó esos pensamientos de lado y la besó.
Los brazos de T/N se engancharon el rededor de su cuello para acercarlo más a ella, luego de unos segundos y de forma lenta el rey rompió el beso.
-No es mala idea dejarte encerrada en la habitación hasta que la batalla termine- dijo y T/N rodo los ojos con fastidio.
-Si, no creo que Lucy y Caspian estén de acuerdo- dijo ella con una pequeña sonrisa. -Sé que estarás ahí cuando te necesite.
Él asintió y acarició una de las mejillas de la joven.
(...)
La respiración del rey era pausada y tranquila mientras que con su mano acariciaba el cabello de su novia, quien estaba recostada sobre su pecho. T/N hacia figuras abstractas sobre el pecho del azabache y sus ojos comenzaban a cerrarse por el sueño que la invadía, pero todo rastro de cansancio desapareció cuando Edmund la tomó de la mano y la acercó a sus labios para depositar varios besos en ella. Sus ojos se conectaron y ella le sonrió para luego abalanzarse sobre él y besarlo.
Sus labios danzaban sobre un ritmo pasional y sus lenguas se rozaban por momentos, llevaban rato besándose de esa forma hasta que T/N se separó un poco del rey para poder acomodarse a horcadas sobre él. Edmund la recibió más que gustoso y la apretó hacia él, tanto que ni siquiera una pequeña brisa podría pasar entre ellos.
Las manos de Edmund se posicionaron en las caderas de la joven y la obligó a frotarse contra él, ambos soltaron suspiros y jadeos por el placer que estaban sintiendo. T/N mordió su labio inferior al sentir a Edmund sobre su cuello, un jadeo escapó de sus labios cuando los besos húmedos de su novio comenzaron a bajar hasta llegar a sus pechos. Ella buscó el borde de la camisa del rey y la sacó del pantalón para poder adentrar sus manos y acariciar el abdomen del azabache, sonrió victoriosa al sentir como la piel del rey se erizaba ante su tacto.
La ropa desapareció por completo y las manos de Edmund recorrían cada parte de T/N con delicadeza, era como si tuviera miedo de lastimarla y al mismo tiempo quisiera darle todo el placer y el amor del mundo. Ella seguía frotándose contra él mientras besaba el cuello del azabache y jugaba con su cabello.
En un movimiento ágil Edmund se colocó arriba de T/N, juntó sus frentes y unieron sus labios.
-Te adoro tanto- dijo el rey entre besos. Ella se separó un tanto agitada y sonrió. -Adoro tantas cosas de ti mi reina.
-Dímelo, quiero saber...
-Adoro saber que eres mía y que lo confirmes en cada caricia y beso que compartimos- susurró en su oído mientras se acomodaba en sus piernas. Con su miembro comenzó a rozar la entrada de la joven para torturarla un poco.
-Edmund- gimió y sus manos se aferraron a la espalda del rey. -Por favor...
-Adoro saber que soy el único que puede llenarte en cuerpo y alma- volvió a susurrar y la piel de la joven se erizó por completo, sus piernas abrazaron la cintura del rey y de sus labios salió un gemido cuando él entro por completo; embriagándolo en placer.
(...)
Al salir el sol la tripulación regresó al navío para emprender el viaje hacia su nuevo destino, la Isla Negra.
El barco seguía su curso mientras que el niño dragón apareció volando sobre el barco y se acercó a una de las barandillas.
-Eustace por favor, ten mucho cuidado y no te alejes del navío ¿de acuerdo? -dijo T/N mientras estiraba su mano para poder acariciar el hocico de aquella bestia.
-Creo que te preocupas mucho por él cariño- dijo Edmund mientras la abrazaba por detrás. -Es un enorme dragón escupe fuego, tiene más ventaja que todos aquí.
"Sólo está celoso por que te preocupas más por mi"
La joven soltó una carcajada al escuchar las palabras del niño en su cabeza. Edmund frunció el ceño confundido, pero no dijo nada.
-Sólo ten cuidado ¿sí?
El niño hizo un gesto de afirmación y siguió volando cerca del barco.
La pequeña Pevensie y el rey décimo se acercaron a la pareja.
-Es hora- anunció el telmarino. -Debemos alistarnos para lo que viene.
Todo el cuerpo de Edmund se tensó mientras que T/N se separaba de él para poder ir con la reina.
- ¿T/N? -la joven detuvo su andar al escuchar que el telmarino la llamaba. Tres pares de ojos se posaron en ella. Seguramente estando en Inglaterra le estaría dando un ataque de pánico por el cómo la veían, pero ahora, todo era diferente, Narnia la había cambiado por completo; aquella tierra mágica era parte de ella ahora.
Adivinando las palabras del rey telmarino, alzo su barbilla y con seguridad dijo:
-Cuando llegue el momento sabré que hacer; sólo, no interfieran en lo que me corresponde ¿de acuerdo? Debo protegerlos a toda costa- Edmund sintió que su estómago se revolvía, pero aun así le sonrió orgulloso.
La reina y la pelinegra caminaron hacia el camarote.
-Fue muy valiente lo que dijiste- habló la reina mientras sacaba una espada del armario y se la entregaba a su amiga. Ella le agradeció con una sonrisa y apretó la empuñadura del arma para tratar de calmar sus nervios.
Mientras tanto en otra habitación los reyes se colocaban sus armaduras en silencio, Caspian al notar que Edmund luchaba con ponerse el guardabrazo se acercó para ayudarlo.
Una vez listos, el rey de antaño se disponía a salir del camarote, pero se detuvo al escuchar la voz del telmarino.
-Usa esto Edmund- al voltearse se encontró con la espada de su hermano, Caspian se la extendía con sus dos manos para que la tomara. -Peter estaría orgulloso al ver que la llevas tú.
Con una sonrisa de nostalgia el rey tomó la espada que le pertenecía a su hermano, desenvainó el arma y recitó su grabado.
-Cuando Aslan descubre sus dientes, el invierno se encuentra con su muerte...
Caspian sonrió.
-Cuando sacude su melena volveremos a tener primavera- dijo una voz y ambos jóvenes miraron hacia la puerta, allí se encontraba T/N con una pequeña sonrisa.
-Todos nos esperan en cubierta- anunció Lucy. El rey Edmund pidió a su amigo y hermana que se adelantaran para quedarse un momento a solas con su novia.
Edmund tomó la mano de la joven y la acercó a él para unirlos en un tierno beso. La joven repartió varias caricias en la mejilla del rey.
-Estaremos bien ¿sí? -dijo ella cuando se separaron. Él no dijo nada y sólo asintió.
Tomados de la mano, ambos salieron del camarote y subieron las pequeñas escaleras que daban a cubierta, allí se encontraba toda la tripulación armada y los faroles habían sido encendidos, faltaban unos pocos metros para que el Viajero del Alba se adentrara en aquel oscuro lugar. Caspian y Lucy les sonrieron al verlos. El telmarino subió dos escalones para que todos lo miraran.
-Este es el principio del fin- comenzó el rey telmarino. -No importa lo que pase allí adentro, cada uno de ustedes tendrá su recompensa, cada uno de ustedes se a ganado su lugar en el Viajero del Alba. Juntos hemos llegado hasta aquí, juntos lucharemos y venceremos. No seremos presa del miedo, hoy, amigos míos, salvaremos almas; salvaremos a Narnia.
Todos contenían la respiración por la emoción que transmitían las palabras del rey telmarino.
-Y ahora, en nombre de Aslan ¡Adelante! -gritó Caspian. Los marineros gritaron con optimismo ante el discurso del castaño.
Nadie supo cuánto tiempo pasó, pero al adentrarse a la isla, la oscuridad los recibió de inmediato. Apenas podían ver a sus alrededores y todo era gracias a los faroles. Llegó un punto en el que todos comenzaban a tiritar por el frío que se sentía.
Edmund apretó la mano de su novia al ver que la niebla verde se deslizaba hacia al barco.
Aquella espesa niebla comenzaba a jugar con la mente de cada uno de los tripulantes y a lo lejos se escuchaba como una voz susurraba cosas inaudibles.
- ¡Edmund! -el rey miró a un costado encontrándose con la silueta de aquella bruja. -Ven conmigo, no tiene caso que trates de luchar, al final fallarás. -La mandíbula del rey se tensó y miró con enojo aquella figura. -No tiene caso y lo sabes. Al final, tu hermana y tu patética novia... morirán.
-Lárgate, tu estas muerta- dijo con furia. La bruja soltó una risa burlona.
-Yo jamás voy a morir, siempre estaré viva en tu mente... Jamás te desharás de mí, niño tonto.
- ¡Lárgate!
- ¡Edmund! – el azabache salió de su ensoñación al escuchar la voz de su hermana. - ¿Estás bien? – Lucy lo miraba con preocupación.
-Si- respondió con simpleza mientras trataba de regular su respiración. Miró a su alrededor confundido al notar que su novia no se encontraba junto a él. Lucy entendió su gesto y le hizo una seña.
T/N se encontraba de rodillas frente a Gael tratando de tranquilizar a la niña.
Repentinamente se escuchó un grito.
Todos apuntaron sus espadas y arcos en direcciones diferentes, el grito seguía siendo constante y al agudizar el oído pudieron descifrar el mensaje.
- ¡Misericordia! ¡Misericordia!
- ¿Quién anda ahí? – gritó de vuelta Caspian.
- ¡Misericordia! ¡Súbanme a bordo! ¡Sáquenme de esta horrible tierra!
Edmund tomó su linterna y alumbró el lugar para poder ver de dónde provenían los gritos. En eso, la luz descubrió a un hombre de aspecto espantoso, su condición física no era la mejor, su rostro delgado y demacrado, sus cabellos blancos y grises caían y terminaban en su cadera, su ropa se encontraba mojada y rota, pero lo que más llamó la atención de todos fue que en sus ojos se reflejaba un pánico mortal. Sus manos se aferraban a una espada y la movía como si de una bandera se tratara.
- ¡Caspian! – llamó Edmund. -Mira su espada.
El telmarino hizo caso al rey justo y se fijo en que aquel anciano portaba una de las espadas narnianas. La última espada.
-Es lord Rhoop- dijo con euforia. - ¡Lord Rhoop! -gritó hacia el anciano. - ¡Sea bienvenido al Viajero del Alba!
El anciano lanzó un grito lleno de alegría.
-Hay que traerlo a bordo- dijo Edmund. No hubo necesidad de que la tripulación se moviera, pues el niño dragón lo había tomado entre sus garras para luego llevarlo a cubierta. Al soltarlo sobre la madera el anciano se levantó y comenzó a gritar.
- ¡Escapemos! Rápido, den la vuelta. ¡Remen! Remen con todas sus fuerzas, tenemos que alejarnos de esa maldita cosa.
Todos compartieron una mirada llena de preocupación.
-Tenemos la espada Drinian, salgamos de aquí.
El capitán asintió y comenzó a gritar órdenes, a lo que la tripulación se movió de inmediato para salir de la isla. Se avisó a los remeros para que doblaran el esfuerzo y así aumentar la velocidad, pero parecía que la isla les estaba dando una mala jugada.
-Drinian- llamó Caspian y el capitán se acercó a él. -Ya llevamos bastante tiempo intentando salir de la isla ¿no crees? Siento que no hemos avanzado.
Drinian sintió un frío recorrerle la espalda.
- ¡Nunca saldremos de esta isla! – gritó aterrorizado el lord. - ¡Nunca, nunca!
La pelinegra compartió una mirada con el rey de antaño.
-Aslan, por favor- susurró Lucy.
- ¡Rápido, remen más rápido! -gritaba el anciano. -Debemos salir de aquí antes sepa sus miedos.
- ¿A qué se refiere lord Rhoop? – preguntó Caspian mientras se acercaba al anciano.
-La isla, ella puede tomar la forma de sus peores pesadillas.
Un trueno resonó sobre todo el lugar y una fuerte brisa comenzó a soplar.
-No piensen en eso, por favor... -suplicó el lord.
Los ojos de Lucy cayeron de inmediato en su hermano, quién le susurraba unas palabras a T/N. La preocupación en la reina creció cuando el rostro de la pelinegra reflejaba terror.
A toda prisa se acercó a la pareja.
-Edmund- su hermano se disculpó con la mirada.
-De verdad lo siento.
Los narnianos temblaron nerviosos.
-Yo no quería, de verdad, no fue... lo siento- el azabache se paseaba con desesperación por la barandilla mientras que con la mirada buscaba algo.
-Cariño- la voz de T/N lo hizo detener su andar. Ella se acercó y tomó su rostro entre sus manos.
El rey negó frenéticamente mientras sus ojos se cristalizaban.
-No quiero perderte- susurró con miedo.
Un rugido de parte de Eustace hizo que la atención de los marineros se concentrara en las olas, que ahora se movían de forma violenta y comenzaban a mecer de más el barco.
-Tiene que ser una broma- dijo Drinian. Caspian lo miró con reproche por su imprudencia, pero en el fondo le daba la razón. A lo lejos se podía apreciar como algo se deslizaba con destreza dentro del agua y se acercaba al barco con rapidez.
El barco recibió un fuerte golpe del lado de estribor, haciendo que todos cayeran al suelo. Apenas se estaban estabilizando cuando otro golpe azotó el navío.
-Tripliquen la velocidad marinos- gritó el capitán- Debemos escapar.
- ¿Qué es eso? -preguntó Caspian al ver como una criatura gigante se deslizaba debajo barco.
Absolutamente todos estaban del lado de estribor mirando hacia el mar. La pequeña Gael se alejó de la barandilla con sigilo hasta llegar al otro lado del barco para poder ponerse a salvo.
Lucy y T/N al notar la ausencia de la pequeña giraron y su miedo se incrementó al ver como una criatura gigante salía del agua para poder atacar a la pequeña.
- ¡Gael! / ¡No! – gritaron las dos al mismo tiempo, haciendo que toda la tripulación mirara en dirección a babor. T/N reaccionó ante el peligro y corrió hacia la niña, la tomó del brazo y la jaló hacia ella para abrazarla de forma protectora.
Por instinto, la pelinegra alzó su mano y cerró los ojos esperando el ataque de aquella criatura, pero este nunca llegó. Con algo de duda abrió sus ojos y se encontró con que su mano se encontraba iluminada, pues de ella salía una luz dorada.
Todos se encontraba boquiabiertos con lo que veían y aquella bestia terminó por ser una serpiente marina.
La serpiente trataba de acercarse a la tripulación para atacar, pero algo lo impedía. Era como si existiera una barrera invisible que protegía el barco.
Edmund entre confusión y alegría exclamó: - ¡Es el poder de la sangre dorada!
-Lo que sea que estés haciendo T/N, no te detengas- gritó Caspian. Lucy aprovechó para tomar a la niña y llevarla hacia el camarote para ponerla a salvo.
La serpiente al notar que no podía atacar en la superficie se sumergió y comenzó a golpear el barco. T/N tuvo que sostenerse del mástil para no caer y desproteger el barco.
La criatura marina salió de nuevo a la superficie y golpeó el lado de babor con más fuerza haciendo que todos, incluida la pelinegra, cayeran.
- ¿Estás bien? – dijo Edmund mientras ayudaba a su novia a ponerse de pie. Ella asintió.
La criatura de nuevo iba a atacar, pero el niño dragón se interpuso aferrándose a la boca de la serpiente y encajando sus garras en ella. La bestia gritó de dolor cuando el pequeño Reepicheep encajó la espada en ella, se sacudió tan fuerte que el pequeño roedor salió disparado hacia el barco.
-No te sueltes amigo- gritó el ratón y se aferró a la jareta cuando la serpiente de nuevo golpeó el barco junto con el cuerpo del dragón. El movimiento hizo que T/N se tambaleara y se alejara un poco de Edmund.
La serpiente se sacudió de nuevo logrando que Eustace se soltara y golpeara el barco de forma violenta, este se inclinó demasiado por el peso del niño dragón que T/N no pudo mantener el equilibrio y cayó al agua.
- ¡T/N! – gritó el rey telmarino.
De inmediato Caspian, Edmund y Drinian corrieron a estribor para buscar a la joven en las aguas.
Eustace se estabilizó y escupió fuego hacia la serpiente para distraerla. La criatura chilló de dolor.
Fue demasiado el esfuerzo que hizo la pelinegra para salir a la superficie, ya que con el movimiento brusco del agua se había alejado bastante del barco y era muy difícil mantenerse.
El niño dragón ubicó a la joven y la tomó entre sus garras para sacarla del agua.
- ¡No la sueltes Eustace! -gritó el roedor. La tripulación mantenía su atención en el dragón y en la serpiente que aún chillaba con fuego en el hocico, esta se sumergió por un momento.
-Gracias Eustace- dijo la joven en un momento de tranquilidad, pero todo eso acabó cuando la serpiente salió a la superficie y tomó el cuerpo del dragón en su boca para sumergirlo.
- ¡No! – gritó Edmund aterrorizado por lo que acababa de ver. Su novia era arrastrada junto con su primo al fondo del océano y todo era su culpa, si él no hubiera pensado en esa horrible criatura, seguramente estarían ya en la mesa de Aslan rompiendo el hechizo.
La serpiente de nuevo salió a la superficie y en un rápido movimiento Eustace lanzó a T/N hacia el barco en un intento de ponerla a salvo.
El cuerpo de la joven impactó contra el suelo de la cubierta. De inmediato un fauno se acercó a ella para ayudarla, la joven tosía y respiraba con dificultad, aún desorientada y adolorida le agradeció al narniano.
Edmund la tomó en sus brazos y le agradeció al fauno. T/N se quejó del dolor y ya con su respiración normalizada llevó su mano hacia su frente. Por sus dedos corrió líquido dorado. Ya estando de pie y con ayuda de Edmund se acercó a la barandilla para ubicar al dragón, este era sumergido de nuevo al océano, no pasó mucho tiempo para que la serpiente saliera a la superficie y lo lanzara hacia una roca que sobresalía del agua.
La joven volvió a alzar su mano para proteger al niño de la serpiente. Eustace al darse cuenta de su ventaja escupió fuego hacia la serpiente, esta vez había dañado más a la criatura marina, tanto así que se volvió a sumergir para poder recuperarse. El anciano dentro de su temor lanzó su espada hacia la criatura equivocada.
-Lárgate de aquí bestia inmunda- gritó y la espada se encajó en el hombro izquierdo del dragón.
- ¡No! – gritó T/N y sus ojos se cristalizaron.
El niño dragón soltó un gruñido de dolor y voló lejos del barco ignorando las suplicas de Lucy para que no se fuera. Una furia comenzó a crecer dentro de la pelinegra y sin medir sus acciones se acercó al lord.
- ¿Qué demonios le pasa? El dragón es uno de los nuestros, él estaba defendiéndonos idiota – el grito de la joven impactó a todos. Ella nunca había actuado de esa manera ante ellos.
Avergonzado, el lord no supo que decir, estaba tan encerrado en su miedo que no supo diferenciar entre la bestia que los quería dañar.
-Será mejor que no interfiera más mi lord- dijo Caspian y el anciano asintió.
- ¡Atención! Remen a doble tiempo – gritó el capitán. Toda la tripulación se movió enseguida, tomando sus puestos y sus armas.
-Aslan, por favor, ayúdanos- habló Lucy en voz baja. T/N miró a la reina y le regaló una sonrisa para luego correr hacia la popa.
Al llegar a su destino, la joven pudo notar que la serpiente los seguía a una velocidad increíble, tomó fuerte la barandilla al sentir un pinchazo en su cabeza, cerró los ojos y esperó un poco para que el dolor pasase. Su estómago se revolvió al ver que la serpiente se enredaba alrededor del barco para poder destruirlo. Mareada bajó hacia la cubierta y alzó sus manos para evitar que la serpiente apretara el navío. Todos la miraron sorprendidos y agradecidos.
Caspian que se encontraba en el timón miró que delante de ellos había varias rocas sobresalientes del agua.
-Edmund- gritó para llamar la atención del justo. -Tenemos que embestirla, la aplastaré en las rocas.
-De acuerdo, yo la mantendré en la proa- gritó de vuelta.
- ¿Estás loco? – gritó T/N cuando Edmund paso a su lado. Ella había escuchado perfectamente el plan de los reyes. -No puedes arriesgarte de esa manera.
-Es la única forma de vencerla- gritó de vuelta. Tragó duro al ver que los ojos de la joven se llenaban de lágrimas. -Estaremos bien ¿recuerdas?
Ella asintió y dejó escapar un sollozo. Edmund la abrazó.
-Lamento interrumpir tan bello momento, pero no tenemos tiempo- gritó Caspian. Con una última mirada Edmund corrió hacia la proa para llamar la atención de la serpiente. Él comenzó esto y él lo terminaría.
La serpiente que aún tenía movilidad en su cabeza se abalanzó hacia la pelinegra. T/N no tuvo mas remedio que lanzarse al suelo y rodar lejos para evitar el ataque de la criatura. Aquel animal tomó ventaja y comenzó a estrujar el barco para partirlo por la mitad. Todos los narnianos corrían de un lado a otro para evitar a la criatura, pero por el movimiento del barco caían al suelo.
Lucy apareció con el arco y las flechas de la reina Susan y Edmund había logrado llegar a la boca del dragón que adornaba el barco. Tomó su linterna y la encendió, logrando llamar la atención de la bestia.
-Trata de matarme ¡Ven! – pidió el rey mientras alzaba la espada de Peter y movía la linterna de un lado a otro. - ¡Ataca!
La serpiente se abalanzó hacia él logrando destruir la cabeza del dragón.
- ¡Edmund! / ¡No! -gritaron Lucy y Caspian al mismo tiempo.
Un suspiro de alivio salió de la pelinegra al ver que su novio se asomaba sano y salvo, no lo pensó y corrió hacia la proa.
Cada vez se acercaban más a las rocas, sólo una distracción más y acabarían con ella.
Edmund logró subir a la cabeza del dragón y siguió llamando la atención de la serpiente.
-Todavía estoy aquí- volvió a gritar el rey.
El animal volvió a atacar, pero se topó con una barrera de nuevo. Edmund miró confundido a la criatura y miró hacia atrás encontrándose con T/N, quien lo protegía de la bestia marina.
Una flecha se incrustó en el ojo izquierdo de la serpiente haciendo que se alejara por completo del rey. La reina Lucy había dado en el blanco justo a tiempo.
T/N se acercó a Edmund y lo abrazó.
- ¿Qué rayos estás haciendo? – Edmund tomó por los brazos a la joven y la sacudió un poco.
-Tú que crees... ¡Cuidado! – gritó y empujó al rey para que el cuerpo de la serpiente no impactara con él ya que por fin habían logrado el plan de Caspian, aunque ella no había tenido la misma suerte, la boca de la serpiente había impactado contra ella y la lanzó lejos. Edmund vio como T/N había rodado unos metros lejos de él, adolorido comenzó a arrastrarse hacia ella, pero unos brazos lo rodearon y lo ayudaron a levantarse. Lucy y Caspian estaban a su lado sosteniéndolo.
Un chillido hizo que miraran hacia arriba encontrándose con la serpiente y parecía estar muy molesta. La criatura comenzó a moverse de forma extraña y a soltar chillidos espeluznantes, de un momento a otro la serpiente se había abierto y ahora mostraba un sinfín de tentáculos. Maldad era lo único que se observaba en los ojos de aquella cosa, con rapidez la serpiente se abalanzó hacia los reyes.
Los tres fruncieron el ceño al no sentir llegar el ataque de la bestia.
Era como si la serpiente luchara contra algo invisible, pues soltaba chillidos y se retorcía con brusquedad. Un pequeño grito de esfuerzo los sacó de su burbuja y sus ojos viajaron hacia su lado derecho.
Allí tirada en el suelo, se encontraba T/N, sus manos y sus brazos eran iluminados por una luz brillante, ella estaba luchando contra la serpiente para protegerlos. Lucy soltó un grito de terror al notar que su amiga tenía graves heridas y es que uno de los colmillos de la serpiente estaba incrustado en el brazo de la joven.
T/N abrió la boca, pero no emitió ningún sonido, su garganta ardía y deseaba poder sacar todo el dolor y ardor que sentía en ese momento. Sus fuerzas se acababan y sabía que en algún momento perdería el conocimiento, se obligó a si misma a sentarse y a dar un último esfuerzo. Con todas sus fuerzas logró arrancar uno de los tentáculos de la serpiente y esta se alejó de inmediato.
Los reyes corrieron de inmediato hacia la pelinegra para auxiliarla, Edmund la recostó sobre sus piernas y depositó varios besos en la frente de su novia.
-Te estás arriesgando mucho- reprochó el telmarino.
-Es mi deber ¿recuerdas? – apenas y podía hablar. Su respiración comenzó a acelerarse y varios sollozos salían de su boca. -Tienen que sacarlo- dijo refiriéndose al colmillo.
Los reyes se miraron entre sí.
-Me está lastimando, por favor, sáquenlo.
Caspian tragó con dificultad y con un movimiento rápido sacó el colmillo, logrando que la joven gritara de dolor y comenzara a llorar.
Estando en su mano, el colmillo comenzó a desvanecerse. Los ojos del telmarino se abrieron con esperanza.
- ¡Podemos vencerla!
(...)
El pequeño Scrubb abrió los ojos de golpe y un tanto asustado miró a su alrededor para saber en qué lugar se encontraba. Se miró a si mismo y sonrió al darse cuenta de que ya no era más un dragón, volvía a ser un niño.
Un pequeño destello llamó su atención. Con cuidado se levantó y caminó hacia el objeto que brillaba con intensidad. Entre sus manos se encontraba la ultima espada de los siete lores.
Observó de nuevo sus alrededores y cuando sus ojos cayeron en lo que buscaba, supo lo que debía hacer.
(...)
Aquella criatura monstruosa tiraba del palo mayor para lograr darle vuelta al barco.
-Debemos hacer que se acerque- dijo Edmund mientras miraba a la serpiente. Compartió una mirada con Caspian y el telmarino asintió.
- ¡Traigan los arpones! – gritó Caspian.
-Todos a la cubierta principal- gritó el capitán para luego tomar un arma y dirigirse hacia la tripulación.
Edmund miró a su hermana.
-Cuídala Lucy- la reina recibió en sus brazos a su amiga.
Los jóvenes no esperaron más y corrieron, Caspian hacia los narnianos y Edmund corrió hacia la jareta y comenzó a subirla con dificultad.
(...)
De un salto, Eustace logó pasar un cerco de piedra y corrió hacia la mesa de Aslan.
Se encontraba muy cerca cuando bruma verde salió de la nada y comenzó a atacarlo. Como podía el niño se defendía con la espada.
- ¡Déjame! -gritaba el rubio mientras seguía luchando y avanzando de a poco.
(...)
Caspian junto con la tripulación apuntaba a la serpiente con los arpones.
- ¿Listos? – gritó el rey y todos asintieron. El telmarino dio una última mirada hacia la reina y ella asintió. - ¡Ahora!
Siguiendo las indicaciones del rey, los narnianos lanzaron sus armas hacia la criatura. Chillidos de dolor resonaron cuando las puntas se encajaron en su cuerpo.
- ¡Tiren! – gritó el capitán. Con todas sus fuerzas jalaron las cuerdas y lograron que el cuerpo de la serpiente se acercara lo necesario para acabar con ella.
Con la respiración agitada Edmund había llegado por fin a la cofa, el cuerpo de la serpiente chocó con el mástil e hizo que el rey de antaño perdiera el equilibrio por un momento, pero a tiempo se sostuvo de las cuerdas que iban y venían.
(...)
El estado de la pelinegra no era muy bueno, había perdido sangre, gracias a los golpes que había recibido se encontraba muy débil y ni hablar de los pinchazos que sentía en su cabeza. Con gran esfuerzo abrió sus ojos y fue consciente del peligro en el que se encontraban. Trató de moverse, pero sólo consiguió lastimarse más. Un jadeo de dolor salió de su boca haciendo que la reina le prestara atención.
-Tranquila, pronto acabará- dijo la reina en un intento de calmarse a ella y a su amiga.
Ambas observaron que Edmund se encontraba en lo más alto del barco listo para atacar, pero... algo no estaba bien. La mirada del rey parecía perdida en la nada. Algo estaba distrayéndolo de su objetivo.
(...)
Caspian gritaba con desesperación el nombre de Edmund.
- ¡No te distraigas Ed! ¡Mátala ya!
Sus intentos por hacer reaccionar al rey eran en vano.
La criatura marina logró desestabilizar a los narnianos sacudiéndose de un lado a otro. Varios marinos salieron volando y chocaron con el suelo. Estaban perdiendo el control sobre la bestia.
(...)
Al ver el peligro en el que se encontraba Edmund, la joven ignoró todo el dolor y trató de levantarse.
-No ¿Qué estas haciendo? – la reina la tomó de los hombros para evitar que la joven se siguiera moviendo.
-Tengo que ayudarlo – dijo e hizo una mueca de dolor.
El poder de la joven comenzó a emanar de ella, alumbrado sus manos, brazos y ahora su pecho.
La reina se separó un poco de T/N asombrada.
(...)
El rubio cayó al suelo, pero no se rindió. Como pudo logró ponerse de pie e hizo un movimiento con la espada para quitarse por unos momentos la niebla de encima. De las siete espadas comenzó a emanar una luz. No esperó más y se abalanzó hacia la mesa para colocar la séptima y última espada Narniana.
Un fuerte rayo de luz blanca salió disparado hacia el cielo.
Eustace sonrió orgulloso y asombrado al ver que había terminado con el hechizo.
(...)
De inmediato la espada de Edmund se iluminó sacándolo de su ensoñación. La luz azul se mezclaba con una luz dorada.
Confundido miró hacia abajo y se encontró con los ojos de su hermana y su novia.
- ¡Mátala! – el grito de Caspian lo hizo reaccionar y se acercó a la orilla de la cofa para alzar la espada hacia la serpiente.
La bestia no esperó más y se abalanzó hacia el rey, quien en un movimiento perfecto clavó la espada en la cabeza de la serpiente, varios rayos cayeron sobre ella haciendo que se sumergiera en el agua y se desvaneciera de forma lenta.
De entre las nubes negras comenzaron a filtrarse varios rayos de sol.
-El hechizo se disuelve- anunció Lucy con alegría.
Caspian se acercó corriendo a las dos chicas y con cuidado tomó a la pelinegra en sus brazos para ayudarla a levantarse. La joven hizo una mueca de dolor y soltó un quejido.
-Lo siento- el castaño se disculpó y T/N le regaló una pequeña sonrisa.
- ¡Lo logramos! – celebró la reina y recibió a su hermano en un abrazo. Al separarse ambos Pevensie miraron al telmarino y a la pelinegra. -Traeré mi poción.
La reina corrió hacia los camarotes en busca del frasco.
-Majestad- los tres jóvenes miraron al capitán. -Necesito que me acompañe a recibir a los nuevos tripulantes- refiriéndose a las personas que habían sido ofrecidas a la niebla verde.
-Enseguida voy Drinian- contestó Caspian. Edmund recibió en sus brazos a su novia con mucho cuidado. Cuando el telmarino se alejó el rey de antaño la envolvió en un abrazo.
-Estás aquí- susurró la joven y varias lágrimas rodaron por sus mejillas. Edmund se separó un poco de ella y con delicadeza acarició el labio inferior de la chica, en donde tenía una pequeña cortada.
-No vas a deshacerte tan fácil de mi- bromeó un poco y ambos soltaron una pequeña risa. Con su mano alzó un poco el mentón de la joven para poder unir sus labios.
Los narnianos que se encontraban a su alrededor celebraron entre gritos y aplausos, haciendo que la pareja rompiera su beso y sonrieran un tanto sonrojados.
(...)
Dos gotas de poción de la reina Lucy bastaron para que las heridas y el dolor desaparecieran por completo del cuerpo de la joven. Todos los narnianos celebraran la victoria mientras ayudaban a poner en orden el barco.
El roedor se acercó velozmente hacia donde se encontraban los reyes y la joven.
- ¡Majestades! – gritó con entusiasmo. – Adivinen a quien encontramos en el agua...
Los cuatro jóvenes se miraron entre sí. En el rostro de Lucy y T/N apareció una sonrisa al ver como un fauno ayudaba a un niño de tez blanca y cabellos rubios. Este le agradeció al fauno con una sonrisa cuando se encontró a bordo del barco.
- ¡Eustace! – el grito de ambas chicas hizo que el niño mirara hacia su dirección. T/N se acercó a él y lo abrazó. Un poco cohibido el rubio le devolvió el gesto.
-Fuiste muy valiente Eustace, estoy muy orgullosa de ti- le dijo la joven al pequeño. De inmediato el rostro del niño se tornaba rojo.
-Aprendí la lección- dijo el niño y les sonrió a sus primos, quienes se acercaban junto al telmarino.
-Es bueno verte de nuevo amigo- dijo Caspian y posó su mano sobre el hombro del pequeño. -Fuiste de gran ayuda.
-Es verdad Eustace- apoyó Lucy con una sonrisa.
T/N golpeó levemente a su novio en el estómago y el rey la miró confundido. Con la mirada ella le decía que le diera unas pequeñas palabras al niño.
-Buen trabajo primo- dijo el rey y Eustace asintió en agradecimiento. -Y por favor, ya no te alejes.
Todos soltaron pequeñas carcajadas.
(...)
El sol se encontraba en su punto más alto cuando uno de los marinos advirtió que a lo lejos se podía observar un manto blanco sobre las aguas.
- ¿Qué creen que sea? – preguntó la reina Lucy. Los reyes, Drinian y T/N se encontraban en el timón del barco.
-La nación de Aslan tal vez... - dijo la pelinegra encogiéndose de hombros. Los ojos de Caspian cayeron en ella.
-Tenemos que ir- dijo la reina con una gran sonrisa.
-Mandaré a que preparen un bote mi señora- el capitán se alejo para hablar con uno de los marineros.
-Lu... -Edmund miró con tristeza a su hermana. La sonrisa de la reina se desvaneció.
(...)
Lirios. Lirios en flor era lo que cubría el agua. Era lo que daba la ilusión de ser un manto.
Edmund y Caspian remaban para poder llevarlos a su destino, mientras tanto Lucy, Eustace y T/N admiraban aquella hermosa flora marina. Sin duda no eran como los lirios de su mundo, pero eran igual de hermosos.
Los lirios no parecían tener fin; aun así, siguieron adelante.
Treinta minutos fue lo que calculó la pelinegra que tardaron en llegar a una pequeña isla. Esta era muy diferente a todas las que habían visitado durante el viaje.
Frente a ellos se alzaba una gran ola, de unos diez metros de altitud. Bajaron del bote y sorprendidos por lo que veían esperaron unos segundos para poder avanzar.
Con forme avanzaban sobre la arena Eustace pudo observar que dos sombras iban por detrás de ellos. Frunció el ceño y detuvo su paso para poder mirar hacia atrás. Sus ojos se abrieron y una sonrisa se instaló en sus labios.
- ¡Oigan! Chicos deténganse...
Los cuatro jóvenes se detuvieron extrañados y miraron hacia Eustace.
- ¡Aslan! – llamó la reina con emoción. Caspian y Edmund sonrieron también al verlo, pero la mirada de la pelinegra caía en otro punto, un nudo en su garganta se formó y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Los Pevensie la miraron.
Ella no esperó más y comenzó a correr hacia el hombre que acompañaba al gran león.
- ¡Papá! – gritó entre llanto. Aquel hombre la recibió en sus brazos y la estrujo hacia él. Padre e hija lloraban de la emoción y se aferraban el uno al otro.
Los demás miraban la escena enternecidos.
Al separarse el hombre secó las lágrimas de las mejillas de su hija.
-Mi pequeña, estoy tan orgulloso de ti. Fuiste muy valiente- dijo y ella le sonrió sonrojada.
-Es verdad – habló Aslan y la pelinegra lo miró un tanto impresionada. -Gracias a ti nuestros reyes están con vida. Los has cuidado muy bien T/N te estoy eternamente agradecido.
El león hizo una pequeña reverencia hacia la joven. Los reyes y el pequeño rubio se acercaron.
- ¿Tu nación está detrás de estas aguas? -preguntó Caspian. El león asintió.
-Detrás de estas aguas, cruzando un río, está mi país.
- ¿Piensas ir? – preguntó Edmund. Caspian dirigió su mirada hacia la gran ola y después miró a Aslan.
-No- dijo en susurro. -Soy un rey y estaría faltando a mi palabra. Prometí cuidar Narnia, cuidar todo aquello que se me fue arrebatado por años y devuelto en su segunda visita.
-Y le prometiste a la hija de Ramandu que regresarías- dijo Lucy con una sonrisa pícara. Caspian se sonrojó.
- ¿Eso hiciste? – preguntó la pelinegra con una gran sonrisa. El castaño asintió y sonrió un tanto tímido.
-Niños... -todos miraron a Aslan. -La misión ha finalizado.
El ambiente se tornó triste.
-Pero eso significa que...
-Querido Caspian- dijo Lucy. -Sabías que tendríamos que regresar a nuestro mundo tarde o temprano- la voz de la reina tembló. El telmarino asintió.
-Pero es demasiado pronto.
-Te sentirás mejor cuando regreses a la Isla de Ramandu- dijo Aslan y le sonrió, el castaño contuvo sus lágrimas.
-Llegó la hora- anunció el padre de la pelinegra. Ella lo miró con miedo.
- ¿Ya no te volveré a ver? -preguntó con tristeza.
-Mi niña, yo siempre estaré a tu lado ¿de acuerdo? – la joven se volvió a aferrar a su padre y soltó nuevas lágrimas. Al separarse miraron a los Pevensie, Lucy acariciaba la melena del león.
-Por favor, Aslan. Antes de que nos vayamos, ¿podrías decirnos cuando regresaremos?
De inmediato Edmund colocó su mano sobre el hombro de su hermana para llamar su atención.
-Lucy... no regresaremos.
En la voz del rey se notaba el dolor.
-Tiene razón tu hermano Lucy- dijo el león. -Ambos han crecido como Susan y Peter, es hora de que se acerquen más a su mundo.
-No te veremos más ¿verdad?
-Lo harán querida mía- aseguró el felino.
- ¿Estás en nuestro mundo? -preguntó Eustace. Aslan asintió.
-Allí tengo otro nombre. Tiene que aprender a conocerme por ese nombre. Ese fue el motivo por el que vinieron a Narnia, para que, al conocerme aquí durante un tiempo, me puedan reconocer mejor allí.
- ¿Volveré? – quiso saber Eustace.
-Narnia podría necesitarlos algún día- respondió mirando al pequeño rubio y a la pelinegra. Una sonrisa se asomó en el rostro de ambos.
Sin decir más el león abrió la puerta hacia el mundo de los Pevensie.
Entre abrazos y lágrimas se despidieron y comenzaron a caminar hacia el portal que yacía en la gran ola.
-Rey Edmund- todos miraron al padre de T/N. -Por favor, protégela, ella es mi mayor tesoro.
Edmund asintió y entrelazo su mano con la de la pelinegra. Ella depositó un beso en la mejilla del rey y con un ademán se despidió mientras entraban al portal.
(...)
Ahora se encontraban de vuelta en el dormitorio de Lucy en Cambridge.
Los Pevensie compartieron miradas con su primo. Al parecer todo seguía normal, Eustace sonrió con nostalgia y se levantó para tomar el cuadro que los había llevado a ese maravilloso mundo y lo colocó en su lugar. Ahora esa pintura tenía mucho más valor para él.
Y entonces la voz de su primo lo sacó de sus pensamientos.
-No está aquí Lucy...
Su ceño se frunció y miró a su alrededor.
- ¿En dónde está T/N? -preguntó Eustace.
Lucy negó sin saber que responder y miró a su hermano con preocupación.
Entonces, un recuerdo golpeó al rey.
"-Mentí.
El rey frunció el ceño y la joven se animó a mirarlo a los ojos.
-Si recuerdo como llegue a Narnia.
-Y entonces... me fijé que en su mano derecha llevaba un martillo, se acercó a mí con la intención de golpearme la cabeza. Si yo muero, el resto de la fortuna de mi padre pasaría a manos de ella.
-Logró darme un golpe con la cara del martillo en el pómulo.
-Tropecé con algo y caí al agua, traté de salir por aire, pero era como si una fuerza mayor me jalara e hiciera que me hundiera más.
-Cuando por fin pude salir a la superficie a tomar aire, ya estaba aquí en Narnia."
- ¡¿Edmund?! – su hermana y su primo lo miraron impacientes.
-Maldición, tengo que llegar a ella- dijo desesperado y salió corriendo de la habitación seguido de Eustace y Lucy mientras lo llamaban.
Corrieron varios metros hasta que llegaron a una de las calles más finas del lugar, Edmund iba más adelantado, mientras que Eustace y Lucy hacían un esfuerzo por mantener el paso del azabache.
Su corazón latía rápido y no era por el esfuerzo físico, tenía miedo; miedo de no llegar a tiempo.
Sintió un poco de alivio cuando divisó la elegante casa de la pelinegra.
- ¡Edmund! – se detuvo de golpe haciendo que su hermana y primo chocaran con su espalda. -Ya no corras por favor- suplicó la castaña mientras trataba de recuperar el aire.
Entonces los tres miraron preocupados el panorama que tenían en frente.
Un vehículo de policía estacionado frente a la casa de T/N al igual que uno de bomberos.
Comenzaron a acercarse cuando pudieron observar que una gran cantidad de agua salía de la casa, algunos vecinos hablaban con los policías
- ¡Suéltenme! ¡No saben con quién están tratando! ¡Quiten sus asquerosas manos de encima! – los chicos miraron hacia la entrada de la casa y allí, siendo llevada por dos policías, salía la madrastra de T/N, su cabello se encontraba desordenado y su maquillaje estaba corrido, su ropa no se encontraba en sus mejores condiciones y no traía zapatos. - ¡Esa maldita chiquilla no se puede quedar con todo! -gritaba y se movía de un lado a otro para zafarse del agarre de los policías, pero sólo consiguió que la esposaran y la llevaran a un vehículo de policía que transportaba a los prisioneros.
Edmund corrió hacia T/N, quien también salía de la casa escoltada por un hombre que llevaba puesto un uniforme militar. El azabache lo reconoció de inmediato como el hombre que acompañaba a T/N el día que se iba a inscribir al ejército.
- ¡T/N! – la pelinegra sonrió al verlo y también corrió hacia él para abrazarlo. – Cariño ¿estás bien?
Ella lo miró con los ojos cristalizados y asintió para volver a abrazar al azabache. Un carraspeo hizo que se separaran, ella sonrió apenada y Edmund se tensó un poco.
- ¿Qué crees que haces jovencito?
-Tío basta, él es mi novio.
El militar abrió los ojos de la sorpresa.
- ¿Tu novio? – el ceño del hombre se frunció. El azabache aclaró su garganta y extendió su mano.
-Edmund Pevensie, señor.
Los ojos de aquel hombre no podían estar mas abiertos.
- ¿Edmund Pevensie? – T/N soltó una pequeña risa y asintió, Edmund la miraba confundido. - ¿El rey Edmund? – de inmediato los ojos de Edmund cayeron en el militar.
-No estoy entendiendo nada ¿tu padre tenía un hermano? – la pelinegra volvió a sonreír.
-El coronel Ignazio era el mejor amigo de mi papá y también es narniano Ed.
El trataba de emitir palabra, pero no podía por la confusión y la sorpresa. El coronel y T/N rieron un poco.
-Más adelante tendremos tiempo para aclarar las cosas jovencito, tengo asuntos pendientes que hacer, debemos llevar a cabo un juicio en contra de esa loca.
Los jóvenes asintieron y miraron al coronel alejarse de ellos.
Lucy y Eustace se acercaron y abrazaron a la pelinegra.
-Hola chicos- dijo la joven cuando se separaron. Eustace miró como el vehículo de policía se alejaba.
- ¿Qué pasará con ella? -preguntó el niño. La joven se encogió de hombros.
-Realmente no me importa.
-Lo que si importa es que estas sana y salva- dijo Edmund mientras tomaba ambas manos de la joven y depositaba varios besos sobre ellas. T/N le sonrió y se acercó para darle un beso, cuando iba a separarse, él la tomó de la nuca para profundizar más el beso. Cuando se separaron juntaron sus frentes.
-Te amo mi reina.
T/N se separó un poco para mirarlo a los ojos y sonreírle.
-Yo también te amo mi rey.
- FIN -
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro