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X.

- ¿Crees que los nobles hayan venido hasta aquí? – cuestionó Lucy al joven telmarino.

-Tal vez...

Los cuatro jóvenes observaban la cueva mientras se adentraban en ella, el clima era fresco y la claridad del día inundaba el lugar. Caminaron un poco más hasta que el rey Edmund divisó un arroyo a unos cuantos metros de donde se encontraban, con precaución caminaron hacia este. El agua era cristalina y se podían observar que varias rocas descansaban en el fondo, entre ellas una estatua de un hombre en cuclillas resaltaba.

- ¿Qué es eso? – Caspian se acercó de más a la orilla, pero T/N lo tomó del brazo para que retrocediera pues ese lugar no le daba buena espina. Edmund los observaba con cierto enojo y sus celos comenzaron a florecer.

Lucy se removió incómoda al sentir que el ambiente se tornaba tenso.

-Miren, una espada Narniana- dijo la pelinegra al notar el arma se encontraba cerca de la estatua. -También hay un escudo... Es un lord- dijo asombrada al darse cuenta de que aquel hombre había caído al agua, en su mente las piezas del rompecabezas se unieron y pudo adivinar la tentación de aquel arroyo.

- ¿No creerás que...? -Caspian se acercó más a la pelinegra bajo la penetrante mirada de Edmund. Ella asintió sin apartar su mirada del arroyo.

-Ya lo creo. El agua convierte las cosas en oro, el escudo es de oro y ese pobre hombre del fondo... pues, también es de oro.

-Su espada no se convirtió en oro; sigue intacta- dijo Lucy y todos la miraron. -Eso quiere decir que la magia las protege.

-Podemos usar la espada de Edmund para recuperarla-dijo el telmarino y el rey de antaño procedió a desenvainar su espada. Con mucho cuidado y con Caspian sosteniéndolo del brazo, Edmund logró sacar la segunda espada.

La pequeña Pevensie le dio una mirada rápida a la pelinegra para darle a entender que tenían que salir de allí cuanto antes.

-Bien, es hor...

-Quien poseyera este arroyo- comenzó Caspian mientras Edmund miraba el agua dejándose llevar por la ambición. -No tardaría en convertirse en el ser mas rico de todo el mundo. Así que reclamo esta isla como propiedad de Narnia y recibirá el nombre de Isla del Agua de Oro. Nadie de nosotros podrá revelar el secreto de estas aguas o recibirá un castigo.

De inmediato los ojos de Edmund cayeron en Caspian como dos cuchillos afilados.

- ¿Con quién crees que estás hablando? -se acercó amenazante a Caspian. -No soy tu súbdito, es más, debería ser al contrario ¿sabes? Yo soy uno de los cuatro antiguos soberanos de Narnia, me debes respeto telmarino- dijo Edmund escupiendo su última palabra con desprecio.

-Con que esas tenemos rey Edmund- respondió con sarcasmo Caspian. -Te lo tenías bien guardado ¿no? Querías retarme, dudas de mi liderazgo.

Edmund soltó una risa sarcástica.

-Tu dudas de ti mismo.

-Eres un niño Pevensie.

-Y tú un maldito cobarde nada más- respondió Edmund. Lucy trató de detener a su hermano tomándolo del brazo y tirando de él, pero el azabache consiguió zafarse para volver a amenazar al joven telmarino.

-Chicos ya basta- dijo la valiente, pero fue ignorada por ambos.

-Ya me cansé de siempre ser el segundo, primero fue Peter y ahora eres tú- la mandíbula de Caspian se tensaba y su mirada se llenaba de odio al igual que la del azabache. -Sabes que soy más valiente que tú, yo debería tener la espada de Peter, yo merezco un reino propio, yo tendría que se el rey.

-Puedes tener todo eso Edmund, pero nunca tendrás a una mujer que te honre y que te ame, nunca la tendrás a ella como tu reina- dijo Caspian con burla refiriéndose a la pelinegra. Sabía que tocar esa herida enfurecería al rey mucho más.

T/N pudo ver como la mirada de Edmund se oscurecía por el odio y la ira, de inmediato se acercó al azabache sin saber lo que le esperaba.

-Y supones que ella estaría mejor a tu lado- dijo Edmund apretando los puños. Caspian sonrió engreído.

-Sé que estará mejor a mi lado, ella será mi reina.

La pelinegra los miró indignada a ambos.

-Maldición, no soy un objeto.

-Eso pasará solamente si yo estoy muerto- declaró el rey de antaño mientras su mano iba a la empuñadura de su espada.

-Ella ya no te quiere- se burló Caspian.

-Caspian ya cállate- gritó la pelinegra mientras se aferraba al brazo del justo. -Edmund eso no es verdad.

El rey de antaño estaba tan sumergido en su enojo que ignoró por completo las palabras de su novia.

-Porque crees que sólo me confió a mí su secreto ¿eh? Eso que tanto anhelas saber y solo yo atesoro.

-Caspian ya basta. Edmund no hagas caso a sus palabras, esta cueva está jugando con sus mentes, por favor... vámonos.

La mirada furiosa del justo cayó ahora en la pelinegra.

-Caspian tiene razón, tu maldito secreto se lo confiaste a él y no a mí que soy tu novio ¿Por qué debería creerte ahora?

La joven se vio acorralada por la intensa mirada del rey.

- ¡Dime! -gritó Edmund.

- ¡Porque te amo! – gritó de regreso. -Por eso debes creerme Edmund, te amo.

- ¡Mientes!

Los ojos de la reina se abrieron con asombro y los de la pelinegra comenzaron a llenarse de lágrimas mientras sentía una opresión en el pecho.

-Eres un imbécil- habló Caspian y todas las miradas se posaron en él.

-Caspian... - T/N lo llamó suplicante para que ya no siguieran con la pelea, pero fue en vano. Hasta ahora, la chica no había sido consciente de que su mano ya no se aferraba a Edmund.

-Si te crees tan valiente y merecedor de un reino, pruébalo- retó el telmarino.

No hubo necesidad de seguir hablando, pues el rey de antaño alzó su espada para atacar al joven telmarino que por sus buenos reflejos logró esquivar el filo del arma. Un par de choques resonaron por toda la cueva junto con los llamados de la reina Lucy en un fallido intento por detenerlos.

Guiada por la desesperación, T/N se acercó a Edmund y lo volvió a tomar del brazo para alejarlo de Caspian. Ahora, la pelinegra y el justo forcejeaban por la espada sin darse cuenta de que se encontraban muy a la orilla del arroyo.

-Detente ya por favor- pedía la joven con lágrimas en los ojos. -Este lugar esta maldito Edmund...

- ¡Déjame en paz! -gritó el joven Pevensie y de un empujón logró alejarse de la chica para poder reanudar su pelea con el telmarino.

Ambos reyes volvieron a alzar sus espadas, pero estas jamás se tocaron.

- ¡No! – el grito de la reina Lucy los sacó del trance en el que se encontraban, pero ya era demasiado tarde. Lucy, Caspian y Edmund vieron como T/N caía el agua que convertía todo en oro sólido.

(...)

Burbujas y más burbujas.

Eso era lo único que T/N miraba a su alrededor. Cuando estas se dispersaron se dio cuenta que estaba dentro del arroyo, cerró los ojos con fuerza esperando a ser convertida en oro, pero nada sucedió.

A lo lejos escuchó como una voz susurraba su nombre.

Nunca había escuchado una voz tan grave y que transmitiera tanta paz.

Abrió los ojos y miró hacia la superficie.

Los rayos del sol atravesaban el agua con facilidad y una silueta se dibujo en la orilla del arroyo.

-No tengas miedo pequeña, eres más fuerte de lo que crees.

"Debes proteger a los reyes, incluso si eso significa tu muerte, debes protegerlos hasta el último momento. Tu poder los ayudará a acabar con el hechizo de la bruma verde."

Las palabras del mago Coriakin la golpearon, volvió a sentir miedo, pero esta vez no se dejó dominar.

-No te defraudaré Aslan- habló la joven debajo del agua y se sorprendió, pues su voz se había escuchado muy clara y no se estaba ahogando.

-Regresa con tus amigos hija mía.

(...)

Todo resentimiento y enojo fue remplazado por miedo.

El corazón del rey Edmund estaba a mil por hora y sus manos comenzaban a temblar, había sido un estúpido, un completo idiota.

Caspian trató de meter las manos al agua con tal de sacar a la joven de allí, pero Lucy lo detuvo y lo miró con tristeza.

-Chicos... -el llamado de Edmund los hizo mirar hacia el agua, que se movía de forma extraña. Como cuando algo busca salir de ella o más bien, alguien.

Los reyes dieron un paso atrás del susto cuando la pelinegra salió a la superficie y dio una gran bocanada de aire. Con torpeza nadó a la orilla y logró salir del arroyo intacta.

- ¿Cómo es que...?

-La sangre dorada la protege, ese es su poder- Lucy calló ante la respuesta de su hermano.

Los jóvenes esperaron a que la respiración de la pelinegra se calmara.

- ¿Qué pasó allí abajo?

- ¿Por qué tardaste tanto en salir a la superficie?

Pasaron unos segundos en silencio.

-Debemos salir de aquí ahora- dijo T/N sin responder las preguntas de los reyes. Los Pevensie y Caspian compartieron miradas y asintieron, iban a respetar el silencio de la joven.

Los primeros en obedecer fueron Lucy y Caspian. El justo se quedó esperando a que la joven se pusiera de pie y caminara hacia la salida, antes de tomar la cuerda para salir Edmund la miró y su corazón se encogió al ver lágrimas rodando por las mejillas de su novia.

-T/N, en verdad lo siento- dijo con verdadero arrepentimiento.

-Sal de aquí Edmund, este lugar está maldito.

El rey no dijo nada más y subió. La pelinegra soltó un sollozo, sabía que lo que había pasado era obra de la bruma verde, pero de igual forma le dolía, dolía la montaña rusa de emociones en la que se encontraba. 

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