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Lost on you


Esta historia podría comenzar con una clásica noche fría de noviembre, una neblina penumbral, en una ciudad elegante y desolada, sintiendo el misterio asomarse en cada palabra, sin embargo, deberé adelantar la narración a un momento más exacto de la historia, un momento crucial que dará apertura a un sinfín de tragedias; desde ahora advierto que este cuento no asegura ser comedia romántica, más bien es una historia de un vampiro, un humano y un amor condenado. El primer personaje que deberían conocer es Hiro Hamada, un hombre esbelto y alto de aparentes 27 años de edad, de cabello azabache y con un corte bien entallado, salvo un par de mechones que caían por su frente; sus orejas ligeramente puntiagudas sobresalían al costado de su rostro, de piel pálida con tonalidades lilas, carecía por completo de carmín, un hombre que más parecía un muerto viviente; lucía prendas elegantes, un traje de gala negro con un corseé en morado y una camisa de botones negra, un par de pantalones del mismo color del saco y unos zapatos de charol. Entre esos labios delgados sobresalían unos colmillos blancos y afilados, cualquiera podía sentir un profundo terror al verle llegar, sin embargo, su mirada era gentil, aunque seria y fría, podía sentirse la gentileza que el monstruo ocultaba, solo con observar esos hermosos ojos verde limón.

Todo un personaje salido de cuentos clásicos sobre seres sobrenaturales y tan terribles como la oscuridad misma; como antes había mencionado, aparentaba 27 años de edad, sin embargo, su existencia en la tierra podía calcularse de al menos 227 años, quizás para un humano resultaba mucho tiempo, pero él era uno de los seres más jóvenes de su especie. Para completar la tan pintoresca facha de "conde Drácula", Hiro era dueño de una mansión y unas cuantas hectáreas de terreno y parte de un bosque; todo un hombre poderoso reservado en las sombras, por si fuera poco, era dueño de una empresa de talentos, curioso trabajo para alguien que no puede ser registrado por ninguna cámara. Dicha mansión se situaba al sur de Irlanda, en una Isla donde el sol rara vez hacía presencia, por lo que le permitía rondar a plena luz del día sin problema alguno; eso no significaba que el lugar donde trabajaba estuviera en la misma ciudad, su hogar se movía de una manera peculiar y en cada sitio tenía una cochera designada para moverse en auto como los mortales.

Al ser dueño de tan amplio terreno, Hiro había optado por ofrecerlo como asilo para seres que lo necesitaran, debido a la creciente evolución del poder tecnológico del humano, muchos seres mágicos perdían sus casas, o eran cruelmente perseguidos; no era un comportamiento común entre los vampiros ser tan cordiales con otras criaturas, esa era la cualidad de Hiro, el único fragmento de su humanidad que luchaba por no olvidar; pese que carecía de sentido del humor y solía dar algo de miedo, muchas criaturas le tenían un gran aprecio. Había terminado su rutina laboral en la oficina, al ser el dueño, de vez en cuando se daba sus escapadas más temprano de lo normal, total, no había nada por qué preocuparse.

Al llegar a su hogar fue directo a visitar a sus inquilinos, quienes habían creado pequeños pueblos dependiendo de su especie; todos le saludaban con un amigable "buenas tardes, señor Hamada", no faltaban algunas miradas curiosas de los nuevos y algunos temerosos que se escondían donde pudieran. Había gnomos, duendes, hadas, kappas, algunas quimeras, unicornios, incluso un pequeño pueblo de elfos se había instalado en la parte del bosque que le pertenecía al vampiro; realmente tenía un santuario. Pero no todo era color de rosa, se había ganado cierta fama entre los vampiros, le tenían etiquetado como el más débil de todos por no matar a todos esos seres, simplemente celos de aquellos que de verdad son débiles; a Hiro no le preocupaba en lo más mínimo saber en qué posición le tenían, poco le importaba formar parte del círculo de los de su especie, él no estaba en la tierra para satisfacer al clan, él tenía otros planes aún más importantes. Retomando su paseo por su terreno, para cerciorarse que cada criatura se encontrara a gusto, también para conocer a los nuevos que llegan a pedir posada. Dentro de su hogar la situación era distinta, una casa generosamente grande, había tantas habitaciones como para albergar a la mayoría de sus inquilinos, compartiendo cuarto claro está; aunque claro, lo había ofrecido, ellos se negaron alegando respetar el espacio del vampiro. El aroma a piedra húmeda y madera combinado con un ligero aroma a lavanda, era notable en cada rincón de la casa, podía ser una combinación inusual pero agradable. Claro que cada mañana había otro delicioso aroma que reinaba en la parte baja del hogar y era ese delicioso y hogareño aroma a café recién hecho, pero eso lo dejaremos para otro momento. Casi todo en esa casa era perfecto, salvo un pequeño detalle; al ser una casa enorme las ventanas debían sería proporcionales en cantidad y tamaño, por lo que para un vampiro no sentaba nada bien. Así que Hiro, al hacerse cargo de dicha "mansión", mandó colocar cortinas suficientemente grandes y gruesas como para dejarlo en completa oscuridad. De esta forma su hogar sería acogedor para él.

Un joven de piel castaña, cabellos despeinados de color chocolate, prendas color negro con una chaqueta de cuero, le recibía con gran euforia. —Llegaste temprano, apenas iba a ir a buscar la cena—. El joven comentó mientras seguía al mayor al segundo piso.

—Me aburría en esa oficina, siento que me muero ahí dentro—. Hiro entró a su habitación, su cama era enorme y llena de almohadas, las sábanas de profundo color morado estaban desacomodadas con encajes dorados y rojos y había varias botellas de vino sobre la chimenea.

—¿Qué tu no ya estás muerto? —. El joven castaño frunció el ceño e inclinó ligeramente su cabeza.

—Es una expresión... Marco, ¿Por qué nunca entiendes el sarcasmo? —. Entró a su armario para buscar algunas prendas más cómodas.

—Is ini ixprision... claro que lo entiendo, pero tu humor tan vampírico me confunde... entonces, ¿me acompañas a cazar o te pegan? —

. —Estaba pensando en salir, quiero ir al bar...—. Poco a poco se fue desvistiendo, tomó una camisa de botones de color sepia, unos pantalones grises oscuro y unos zapatos negros mate.

—Pero no has bebido sangre... ¿estás seguro?... recuerda cómo te pones con las multitudes—. Marco se sentó sobre la cama mientras miraba a su alrededor un tanto curioso, eran raros los momentos que él podía entrar a la habitación del vampiro.

—Estaré bien... solo quiero pasar esta noche solo con alcohol—.

—Hiro, ¿no lo haces por eso?... ya pasaron 76 años... —.

—Así pasen 200 años, yo seguiré celebrándolo—. Tomó su chaqueta negra de cuero y salió de la habitación sin decir nada más.

—Pero ir a beber no es una manera de celebrar una muerte...carajo... este idiota es capaz de acabarse el alcohol del bar... o de matar a alguien... mejor te sigo—.

—Marco, no... quiero estar solo... ve a buscar la cena y ... a presentarte ante la aldea de elfos, ellos están algo inquietos por que rondas por sus casas—.

—¿Qué?... oye no es mi culpa que mi rastro para llegar a la casa pase justamente por donde ellos viven, que ellos se acostumbren a mi—. El joven castaño se cruzó de brazos mientras fruncía el ceño.

—No lo compliques, los cazadores destruyeron su pueblo... solo se un buen perrito, ¿sí? —.

—Lo haré, pero ya no me llames así—.

—okay okay... te veo al rato—. Y así, el vampiro se dirigió a la puerta de entrada, donde tenía una especie de botón con una rueda con varias secciones pintadas de distintos colores; por si se lo preguntaban, si, es un aparato parecido al que tenía el castillo de Howl, Hiro tenía cierta habilidad para volver real todo aquel aparato que provenía de sus libros, tal parecía que hacer que su casa se conectara a diferentes lugares en el mundo era una idea maravillosa para poder viajar sin mover un solo dedo, así mismo el bar al que iría se encontraba en un pueblo costero en Vizcaya, su sitio favorito.

Tomó su paraguas y salió de su casa para así cruzar el portal, instantáneamente estaba en una casa en Vizcaya, el sol estaba por ocultarse, pero los pocos rayos de sol aun podían quemar su piel. Caminó hacia una pequeña cochera que tenía a un costado de su casa, abrió la puerta y entró, ahí le esperaba un auto modesto de una marca conocida (y algo lujosa), negro en su totalidad, hasta las ventanas del mismo, completamente cubiertas de una mica oscura para impedir el paso del sol, el digno auto de un vampiro. El joven dio un ligero suspiro, abrió la puerta del auto y entró; se quedó un momento así, mirando hacia el frente, dejándose perder entre la nada de su memoria, rebuscando una vez más el motivo de su escapada. Podía notarse el cansancio, se lo que sea por que estuviese pasando, parecía que tenía mucho tiempo pasando por lo mismo, algo que le castigaba y le seguía sin importar cuanto luchara; así que ahora solo parecía que se disponía a ceder a esa tristeza.

Encendió el auto y se puso en marcha, el bar al que iría se encontraba a solo media hora, en el mero centro de un pueblo costero, un sitio al que solo podía visitar de noche, el sol en esos lugares era tan mortal y radiante; encendió la radio para despejarse un momento y concentrarse en el camino ya que la música solía ayudarle a concentrarse, un gusto adquirido hacía años atrás y que ahora se daba el lujo de disfrutar. Pasada esa media hora de viaje, el joven por fin llegó a su destino, un bar que se encontraba entre varios edificios un tanto antiguos; todos con ese tan hermoso y característico estilo rústico europeo. Cerca de ahí había una posada, un museo y una bellísima iglesia de piedra. Aparcó su auto en el estacionamiento de al lado y sin más ni más, entró al local; dentro la situación era un poco distinta, el sitio estaba iluminado por pequeños candiles con velas para dar un estilo más antiguo; salvo en el área del servicio y en el pequeño escenario improvisado de al fondo, esos sitios tenían decoraciones con algunas luces para decoración; la barra era de madera de roble antiguo que podía notarse a simple vista, ya que tenía incontables marcas y raspones que le brindaban un especia de personalidad única. Simplemente al entrar el aroma a madera vieja y a leña quemada se impregnaba en tu piel, un verdadero deleite, si eres amante de lo antiguo; algo que Hiro amaba de ese lugar, un sitio tranquilo, acogedor y vintage.

Saludó al bartender del lugar; un señor de unos 45 años, de complexión alta y un tanto robusta, de ese tipo de cuerpo con cierto trabajo y cuidado, de espaldas anchas, brazos grandes, cintura ancha y un abdomen no muy formado pero firme; el señor era realmente simpático, aunque de carácter fuerte, gustaba de dejar largo su cabello rojizo, al igual que su barba. Lucía una camisa de botones un tanto apretada, las mangas dobladas al nivel de los codos, un pantalón de mezclilla desgastado y un delantal al nivel de la cintura. Sus ojos azules eran ocultos por un par de anteojos den forma de media luna.

—¡Hiro!, Pero ¡qué gran y agradable milagro es veros aquí! —. Exclamó el señor y dueño del local, con una voz tan grabe y jovial.

—Muy buenas noches Señor Álvaro, ya sabe, vengo a mi cita anual—. El joven contestó con una sonrisa sutil y tranquila.

—Cada año vienes y no me das ni una sola pista de tu motivo para ahogar tus penas—. Se cruzó de brazos mientras elevaba una ceja.

—Hay cosas que a veces es mejor no soltarlas al viento—. Las palabras audaces de Hiro causaron que el bartender soltara una risa.

—Muchacho, ya sé que no soy nadie para dar consejos y menos a alguien que me dobla la edad, pero... tenéis una vida larga, sería mejor buscar algo nuevo que solo venir a velar por algo del pasado, sea lo que sea... no es bueno ahogarse en alcohol—. El señor Álvaro tenía toda una vida conociendo al joven vampiro, por lo que le tenía gran aprecio, a pesar de no saber mucho del pasado de Hiro.

Hiro esbozó una sutil sonrisa, asintió un par de veces con la cabeza, mantenía su mirada en la del señor. —Tu consejo es bueno, aunque irónico, pero lo tomaré en cuenta... esto me comienza a cansar—.

—Me alegra escucharlo muchacho, aun así, sea lo que decidáis hacer, no dejes de visitarnos, ya sabes que a mi esposa le encanta prepararte de su estofado especial—.

—Juro que vendré más seguido, acabo de arreglar unas cosas en mi casa, así que podre andar por aquí en las noches, por ahora me iré a sentar a mi mesa de siempre... llévame una copa de vino, por favor—. Hiro dejó sobre la barra diez billetes de doscientos.

—Hey, te he dicho que no necesitas pagar—.

—No molestes y acepta mi dinero—.

El joven caminó directo hacia el fondo del local, a una mesa que se encontraba bajo unas escaleras, la luz del lugar llegaba poco, pero le brindaba una vista completa del sitio. Eso hacía cada año, sentarse a beber y ver como convivían los humanos ahí lejos del trabajo o de cualquier otra responsabilidad, solo personas tomando un tiempo para ellos y sus problemas. Uno de los meseros del lugar se acercó un tanto temeroso a la mesa del vampiro, ese muchacho no tenía idea que frente al estaba sentado un ser peligroso y poderoso, pero la simple presencia le inquietaba mucho, así que solo dejó la botella, una copa y se retiró rápido.

https://youtu.be/TBz_mMeSR7Y

La música en el bar comenzó a escucharse, un grupo de personas tocaban un par de gaitas, panderos, algún violín y guitarra; los músicos eran amigos y familiares del dueño del local, por lo que el ambiente se sentía más ameno y familiar; eso era lo que caracterizaba ese bar y que llamaba la atención de los turistas y la misma gente del lugar. Y era esa una de las razones por las que Hiro iba cada año, toda esa experiencia le traía memorias de sucesos pasados que podían ser alegres pero que ahora dolían.

La gente comenzó a bailar, todos estaban conviviendo entre sí, disfrutando de cada momento en ese sitio, incluso el dueño había sacado a su esposa a bailar, la gente que no bailaba seguía el ritmo de la música con aplausos y ligeros golpes con los pies; hacía creer que cada noche en el bar era igual, pero solo los viernes y sábados se ofrecía un evento especial y ameno para todo aquel que quisiera despejarse de su día a día. Un evento que se había vuelto tradición desde el padre del dueño había heredado del local y que de manera "extraña" había tomado tal decisión. Situación que siempre coincidía con el día que Hiro llegaría a beber.

Pasadas las horas, el reloj marcaba cuarto para las diez de la noche e Hiro estaba por terminar su primera botella, compartía alguna que otra conversación con la esposa del señor Álvaro, o salían un momento a fumar para luego volver a su mesa. Esta última vez fue tomado de sorpresa por alguien aparentemente extraño, que al momento de el sentarse, le cubrió los ojos. Hiro soltó un suspiro pesado, ¿Quién sería lo demasiado idiota como para atreverse a tocarlo?, pensó mientras recorría cien números en su mente para no perder la cordura. Pero al momento que ese extraño habló, el vampiro sintió un escalofrío, su cuerpo se estremeció terriblemente, sintió como si su pesadilla se volviera realidad.

—Te apuesto quinientos a que no sabes quién soy—. Era una voz grave y vivaz, armoniosa de nacimiento y con un toque de elegancia y acento latino.

—Mejor te apuesto mil a que tú no sabes quién soy yo—. Muy apenas y pudo contestar con cierta naturalidad y seriedad.

—Ay no.... Yo...—. El joven al escuchar la voz sintió como la pena y el calor se le subía a la cabeza. —Perdóname, creo que te confundí con alguien.... Ay no, que pena...—. De un brinco se separó de Hiro, le miraba con gran asombro y vergüenza. Era un joven de apenas unos 24 años de edad.

—Descuida, tengo una cara común—. Esbozó una sonrisa sutil, en su interior había un caos completo; sentimientos encontrados clamando lanzarse a abrazarlo, besarlo; y otros ordenando compostura total. Daba gracias al universo que se había vuelto excelente para disimularlo, o eso creía, ya que se quedó un momento en silencio, contemplando el hermoso rostro del joven.

El momento se sintió un tanto incómodo, así que el joven moreno respondió con una sonrisa realmente apenado. —Yo creo que mejor me voy... una vez más, perdón por esto—. Bajó su mirada y lentamente se retiró hacia una mesa que se encontraba cerca de la puerta, se le veía ansioso, mirando constantemente hacia la misma; ¿sería posible que estuviera esperando a alguien especial?

Si que Hiro tenía una buena vista de aquel joven, de momentos se le quedaba viendo con gran interés, y es que no era para menos, si se trataba de la razón por la que este día era especial; no era difícil de reconocerlo, solo con verlo pudo sentir de nuevo ese "click" que había sentido la primera vez que lo había visto, de eso hacía casi 214 años (si que los tenía contados). Aunque no se hacía de ilusiones, había una muy alta probabilidad que ese muchacho no lo recordará en lo más mínimo, así que era preferibles solo quedarse a la distancia; Hiro comenzaba a pensar que sería una mejor idea no volver a encontrarse con el y dejarlo seguir con su vida mortal.

Esos pocos minutos de espera se habían vuelto una hora, no cabía duda que a ese joven lo dejaron plantado; el joven castaño soltó un suspiro pesado, le dio el ultimo trago a su bebida y dejó un par de billetes como propina sobre la mesa. La tristeza y la decepción se notaba en su rostro, no había nada más horrible que te deje plantado quien te gusta; quizás y era la persona incorrecta para él. Tomó su chaqueta y caminó hacia la salida, pero se detuvo en el umbral de la puerta, algo en el le pedía detenerse y voltear; así que obedeció, recorrió con su mirada el bar como si buscara algo, pero sin saber que buscaba; hasta que se encontró con el joven asiático, tan tranquilo y solitario, bebiendo su vino con gran tranquilidad, ese joven a quien había confundido por su acompañante. Sentía la vergüenza de haber sido plantado y de su torpeza a su llegada, pero tampoco quería pasar la noche solo, no tenía a nadie, ni un amigo con quien ir a lanzar mierda y media sobre su cita fallida; llorar solo en su habitación tampoco era opción, y su representante no era muy amigable con él. Con un suspiro profundo tomó el aire y el valor necesario para caminar hacia la mesa del asiático, total, ya había pasado vergüenzas.

—¿Me puedo sentar? —. Preguntó de forma baja y tranquila.

—¿disculpa? —. De nuevo Hiro había entrado en pánico, quedarse apartado tal parece que no había dado frutos.

—Es que... mi cita me dejó plantado y no quiero pasar esta noche solo... tu pareces un chico muy agradable—. El joven castaño se quedó un momento de pie, con miedo a volver a ser rechazado. —¿Te puedo acompañar esta noche? —.

Hiro sintió como un flechazo en su corazón, simplemente no podía decirle que no a ese hombre, en cada vida siempre ha sido tan respetuoso y gentil. —Oh, está bien, toma asiento—. Mantenía su mirada en el rostro del menor. —¿Tomas vino? —.

—No, gracias... no soy muy fan del vino, me gusta más la cerveza—. Esbozó una sonrisa sutil.

—Entonces déjame invitarte una cerveza—. Hiro alzó sutilmente para llamar a uno de los meseros.

—¡No, no, no, no, no! No tienes que invitarme una cerveza—. El latino negó con la cabeza, notoriamente apenado.

—Claro que sí, tómalo como una forma de romper el hielo—. Volteó a ver al mesero, que era uno de los hijos del dueño. —Manolo, tráele una bohemia fría, ya le pagué a tu papá por adelantado—. Le habló bajo, casi como un susurro. El joven mesero se retiró esbozando una sonrisa burlona, mientras se comunicaba con la vista al vampiro, se intercambiaron un diálogo corto: "¿Es su novio?" "No, calla y trae la cerveza", o algo por el estilo.

—Soy Miguel, por cierto—. El latino alzó su mano hacia el asiático mientras esbozaba una sonrisa amplia.

—Hiro, es un placer Miguel—. El asiático correspondió al saludo, se limitó a solo sacudir ligero la mano ajena. "No es verdad, de nuevo tiene su nombre" pensó con gran asombro.

—Y dígame, ¿Qué hace aquí sentado a oscuras y lejos de todo? —.

El joven Manolo se acercó a la mesa, dejando una botella de cerveza. Miguel la tomó con asombro, se trataba de su cerveza favorita; estaba acostumbrado a que los extranjeros que solía conocer en sus viajes le invitaran una corona o Tecate, por ser, según ellos las más populares fuera de México, y lo eran, pero al latino no le gustaba su sabor. Era realmente sorprendente (y algo escalofriante) que ese asiático fuese el primero en ofrecerle una distinta y además su favorita.

—Es entretenido—.

—¿Entretenido? ¿Cómo es que parecer un fantasma acosador en las sombras es entretenido? —.

—No soy un fantasma acosador... Solo que trabajo con muchas personas, a veces es abrumador verlos tan sistemáticos, cuadrados y fríos... al venir aquí y alejarme... puedo tener una perspectiva agradable de la gente—. Esbozó una sutil sonrisa, le dio un trago a su copa mientras miraba el lugar.

Miguel quedó un momento en silencio, esas habían sido las palabras más agradables que jamás había escuchado.

—Por ejemplo, esa pareja de ancianos, vienen sin falta cada semana, desde hacía 50 años... nunca vi a una pareja tan enamorada como ellos... la señora tiene alzhéimer ya comienza a olvidarlo, pero cuando viene aquí con su esposo, ella puede recordar lo mucho que lo ama... es impresionante como la base de sus memorias está aquí, historias así solo las notas cuando te detienes y observas desde otro ángulo—.

El latino no tenía las palabras suficientes para demostrar su asombro; claro que estaba compartiendo una bebida con un extraño, pero algo había en el y en como se expresaba que simplemente le atraía; su cita fallida podía irse mucho a la Patagonia.

—Miguel, dime... la persona con quien te ibas a encontrar... ¿es tu amigo o pareja? —.

—...supongo que es más bien un quedante... o lo era... no se... es la segunda vez que me deja así y sin respuesta... bueno es complicado... no es un mal chico, quizás el tuvo un contratiempo—.

—Entiendo... entonces viven cerca—.

—jajaja no, para nada... vengo desde México, a una presentación en el teatro de la ciudad... se suponía que el vendría a pasar los días conmigo, aquí nos encontraríamos para luego irnos juntos...—. Miguel bajó la mirada mientras jugaba con su botella.

—Pienso que alguien que deja solo a un chico agradable, no merece el tiempo y cariño de uno... El tiempo de vida de el humano es corta como para gastarlo en alguien así... bueno es lo que pienso—. Hiro se encogió de brazos, tomó su copa y se terminó el vino que había en ella.

Miguel suspiró de forma sutil, le dio un gran trago a su cerveza y se puso de pie de un golpe. —No necesito esta tristeza, al mal tiempo buena cara—. Esbozó una amplia sonrisa para esconder esas ganas que tenía de llorar. —¿Quieres ir a caminar con un extraño?... eso sonó raro jajajaja—.

—uh... ¿okay?... ¿A dónde quieres ir? —.

—¡No se!, por ahí, vamos a perdernos—.

(Lovewave - 그 밤 (The Night)

https://youtu.be/fWJ7SjQV8sg

—oye, ¿no crees que es algo impulsivo? ¿qué tal si yo soy un asesino serial? —. Hiro se levantó un tanto dudoso y siguió al joven latino.

—mmmm No tengo nada que perder y no creo que seas un asesino serial, puedes parecer Victor Van Dort y dar algo de miedo como los cuentos de lovecraft, pero no creo que seas mala persona—.

—¿Pero como puedes estar tan seguro? —.

—mmm no se... me agradas... ¿A ver, y tu porque no tienes miedo? Que tal que el asesino aquí soy yo, ¿no tendrías miedo? —.

—La verdad, estoy muy seguro que tu no eres un asesino serial y si lo fueras, creo eso no me importa—.

—Entonces es un paco, de asesino serial a otro, tu no me matas y yo no te mato—. Miguel contesto con sarcasmo mientras caminaba por la calle.

Hiro se sentía un poco abrumado, había olvidado cuan activo podía ser el momento estando con él; toda esa energía a desborde era algo que era especial de su alma. Aunque no se sentía del todo feliz, ¿conocen esa sensación que da cuando vuelves a ver a un ex que aun quieres pero que ahora te has resignado a dejar ir, y que de un momento a otro ha vuelto?, bueno, esa sensación es la misma que Hiro estaba experimentando, claro que Miguel no se trataba de un ex, no al menos en la situación que se encontraba, el no lo recordaba.

—Miguel, no se... ya es algo tarde y debo volver...—. Hiro guardó sus manos en sus bolsillos, y desvió su mirada, evitando ver al latino.

—Por favor, solo una vuelta a la plaza... es más, luego me voy directo a la posada donde me hospedo... no quiero pasar la noche solo—. Miguel no solía ser muy amigable con los extraños, pero Hiro le llenaba de un sentimiento muy agradable, como si se tratara de su familia y aunque se sintiera solo, quería llenarse un poco más de esa agradable sensación, para no llorar por alguien que no le era sincero.

Hiro se quedó un momento en silencio, suspiró de forma pesada y esbozó una sutil sonrisa; total, esta podría ser la última vez que ambos se vieran. —Está bien, pero solo una vuelta—

Al otro lado de la calle se encontraba dicha plaza, y hasta el otro lado se podía ver la posada a la que Miguel se refería. Ambos cruzaron la calle y caminaron a paso lento entre el camino de piedra, siendo alumbrados por las lámparas amarillentas del lugar; en el centro de la plaza se encontraba una pequeña fuente de piedra, que no estaba encendida, por lo que el agua que aun tenía, parecía un tanto turbia; el toque perfecto para que el paseo no fuese romántico.

Sin embargo, la charla entre ambos fue de lo más amena, Miguel habló un poco de su vida y de como había llegado a ser cantante, así como de lo difícil que había sido lograrlo. Hiro por su parte se limitó ha hablar de su vida, había preferido solo escuchar al latino y que no supiera mucho de él; así solo se alejarían. A pesar de la barrera que el vampiro estaba creando, no podía negar que se sentía dichoso de estar de nuevo a su lado, era como sentirse de nuevo humano, y pretendía dejarlo como un recuerdo agradable; este sería el momento de seguir el con su propia vida, ignorando la existencia de Miguel, sus reencarnaciones y su cruel unión.

El paseo había llegado a su fin, ambos se dirigieron directo a la posada; Hiro se detuvo en la entrada y Miguel le siguió, ambos se quedaron frente uno del otro. Miguel odió con todo su corazón que ese agradable momento tuviera que terminar, pero se limitó a esbozar una amplia sonrisa, mientras que Hiro solo le observaba con esa mirada seria y tranquila.

—Bueno... creo que es todo... gracias por pasar conmigo este rato—. Comentó Miguel con una amplia sonrisa. —Espero poder verte pronto... si vas mañana al evento, te daré un pase VIP—.

—Claro, intentaré ir—. Por supuesto que no haría el mínimo intento para asistir, pero esbozó una sonrisa sutil. —Es mejor que me vaya, hasta luego... y suerte—. Extendió su diestra para así despedirse del latino.

—Ah, si...—. Miguel correspondió y esbozó una amplia sonrisa. —Te veré pronto—.

Ambos se separaron y Hiro cruzó la calle para así ir de regreso al bar, donde había estacionado su auto. No había llegado ni a la mitad de la plaza cuando escuchó la voz del latino llamándole, así que se detuvo.

—Hiro, oye... ten—. Miguel le entregó un trozo de papel doblado. —Es mi número, así podrás contactarme—. Le miró con una amplia sonrisa. —Bueno ahora si te dejo ir jajaja, nos vemos—. Volvió a cruzar la calle y se fue directo a la posada.

Al ver que Miguel se había regresado, Hiro frunció el ceño de manera sutil, se dio la media vuelta y caminó a paso rápido hacia su auto, guardó el pequeño papel en su bolsillo. Se sentía terrible de haber cambiado el curso normal de su unión, pero de la última vez que lo había visto, tuvo un mal momento y no quería repetirlo, su corazón no podría con más. Por fin llegó a su auto y se puso en marcha hacia su hogar, en el camino se maldecía mil veces haber cortado con ese encuentro.

https://youtu.be/wDjeBNv6ip0

Encendió la radio para intentar distraerse, grabe error, la primera canción que tenía era "lost on you", la carretera se hizo aun más larga, la noche cada vez más densa y los pensamientos y sentimientos más confusos.

[When you get older, plainer, saner
When you remember all the danger we came from]

Tomó el papel de sus bolsillos, lo extendió en su palma y poco a poco dejó que éste se quemara, hasta consumirse por completo.

[Burning like embers, falling, tender
Long before the days of no surrender
Years ago, and well you know]

—Lo siento... es mejor no llamarte...—.

[Smoke them if you got them
Because it's going down
All I ever wanted was you]

Siguió su camino por la carretera hasta su casa, se sentía tan mal por esta decisión; pero también se convencía que era la mejor para ambos. Pudo ver la silueta de su hogar entre la niebla de la noche, dejó su auto aparcado cerca de la puerta, poco le importó guardarlo en el garaje; entró a paso rápido a su hogar, cerró la puerta con un portazo y solo se dejó caer al suelo, llevó sus manos a su rostro, se sentía tan abrumado, y eso era por dos razones, necesitaba beber sangre, aun amaba a Miguel.

[I'll never get to heaven
Because I don't know how

Let's raise a glass or two
To all the things I lost on you]

Al escuchar el azote de la puerta, Marco salió de la cocina a paso rápido, temía que alguien pudiera haberse metido y debía proteger el lugar, sin embargo, el alivio llegó a el cuando vio que Hiro era quien estaba en la puerta. El lobo se encontraba con un delantal blanco completamente cubierto de sangre, al igual que sus manos y algunas manchas en su ropa y rostro. Al ver al vampiro sentado en el suelo se preocupó y con algo de miedo se acercó a el; Hiro podía ser muy temperamental e impredecible.

[Tell me, are they lost on you?
Just that you could cut me loose]

—Hiro... ¿Estás bien? —.

—Lo volví a ver...—. La voz del mayor se escuchaba desanimaba y un poco quebrada.

—Pero... el murió hace 76 años... no es posible... Hiro, puede que solo te hayas confundido—.

[After everything I've lost on you
Is that lost on you?]

—Yo no puedo confundirme con el... siempre se cuando vuelve—. La voz del mayor sonaba un tanto molesta.

—Vamos, es normal confundirse... mira, hoy me pasó, cuando fui a buscar la cena, creí haberme encontrado con pie grande... pero no, solo era un oso lleno de lodo, fue muy gracioso—. Marco se limpio la sangre de sus manos con el delantal.

[Is that lost on you?
Baby, is that lost on you?]

—¡NO ESTOY CONFUNDIDO! ¡¡ERA MIGUEL, EL MISMO DEL QUE SIEMPRE HABLO!! No me vengas con sermones estúpidos... se lo que vi—. El vampiro se levantó, se quitó su chaqueta y la dejó sobre el perchero de la entrada.

[Is that lost on you?...]

Marco se quedó un momento sorprendido de la reacción del mayor, estaba realmente molesto, pero el joven lobo no entendía bien porque, quería saber que le sucedía y si dejaba que el se fuera a encerrar, sería posible que perdería la oportunidad. Así que se retiró el delantal, lo juntó en una bola de tela ensangrentada y se la lanzó al mayor.

—¿Qué demonios te pasa? —. Hiro volteó molestó mientras se quitaba el delantal de la cabeza.

—¿A mí?... ¿Qué te pasa a ti?... no soy tu puto perro como para que me trates así... o bueno si lo soy... ¡Pero no te voy a aguantar tus malditos arranques de vampiro emo! Al menos explícame que pasa, yo no tengo 200 años de vida—. Por lo general Marco no temía enfrentarlo, aunque por dentro se estuviera muriendo de miedo (obvias razones, el ser capaz de igualar la fuera del vampiro era el hombre lobo, pero eso significaría: duelo a muerte con cuchillos).

Hiro bajó la mirada, Marco tenía razón, jamás le había explicado la situación que había entre Hiro y ese joven; suspiró de forma pesada, bajó sus hombros, dejando la tensión a un lado, volteó a ver al joven lobo.

(la canción se puede dejar como fondo de aquí al final)

—¿Ya tienes mi cena lista? —. Esa cuestión fue la indirecta perfecta para que ambos se sentaran a conversar.

Marco esbozó una sonrisa amplia y caminó de vuelta a la cocina. —No encontré venados cerca, pero los elfos me regalaron un par de conejos... tenías razón, ellos son muy agradables—. Acerco un par de botellas de vidrio con el líquido carmesí dentro, tomó una copa y se la entregó al mayor.

—Y tu quejándote de ellos...— Hiro se sirvió en su copa hasta llenarla al tope.

Marco sacó un plato donde tenía su cena, la carne de conejo partida en trozos pequeños. —Bien, cuéntame que demonios con el y tu—. Se sentó en una de las sillas de la mesa que tenían en la cocina, mientras que Hiro se encontraba recargado en la barra.

El mayor le dio un trago a su bebida, suspiró y comenzó con su relato.

—Éramos dos personas que se amaban, pero que le habían causado daño a las personas incorrectas, no hechizaron para así vivir una especie de bucle... al inicio ambos debíamos morir y reencarnar para encontrarnos, sufrir juntos y volver a morir... pero eso implicaba que jamás recordáramos quienes fuimos y antes de que todos esto pasara... el y yo éramos muy felices... así que yo busqué una manera de jamás morir, así siempre podría buscarlo... pero con el paso del tiempo me he cansado de esto, aun lo amo... pero resulta que verlo morir y volver solo me hace miserable....—.

—Entonces... ¿ahora no vas a estar con el? —.

—No, mi plan es solo alejarme y tratar de olvidarlo... con suerte y esto termine en algún momento—.

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Así terminamos con este capítulo, un vampiro rendido, un joven esperando volver a ver al hombre que le hace sentir especial. Aunque la situación no se resuelve solo con ignorarlo, su amor es su propia maldición.


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Hola Hola!!!!

Soy Yong Elli o solo Elli

Bienvenidos a esta nueva historia!!!
Espero les guste, estuve trabajando en esta hermosura por un tiempo, tenía muchas ganas de hacer algo más sobre vampiros y esas cosas hahahha 
Esperen pronto el siguiente capítulo~

Aquí les dejo algunos dibujos del diseño de Hiro y Miguel~

Muchas gracias por leerlo~

Bye byeeee~

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