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37

Sus pies avanzaban casi por inercia, la resequedad en su boca era molesta, casi tanto como el aroma a alcantarillado que las bodegas dentro del aparcamiento desprendían.

Luka lo obligó a ingresar a una de ellas, dejando caer su cuerpo en una silla.

Sus piernas yacían débiles debido a las tediosas y largas horas que permanecieron dobladas en el maletero del automóvil, y su cabeza dolía demasiado como para centrarse en otra cosa que no fuera el martirio por el que pasaba.

— ¿Qué es lo que quieres? — Cuestionó mientras el de mechas ataba sus manos con cierta rudeza. Era en esos momentos en donde Adrien se arrepentía de no haber tomado aquellas clases de defensa personal en las que tanto Gabriel como Nathalie habían insistido. —. Si es dinero te daré lo que quieras, Luka... tan solo aléjate de Marinette y de mi.

Luka suspiró y ejerció más presión sobre las débiles muñecas del rubio. —. ¿Aún no lo captas? Lo último que quiero es alejarme de ella. — Dijo, con la voz dotada de una firmeza impresionante.

— ¿Es por ella qué haces esta estupidez?

— ¿Estupidez? ¿Realmente piensas que esto es una estupidez? — Lo rodeó para poder mirarlo a los ojos, esos endemoniados verdes que habían cautivado a la chica de sus sueños, mismos que en ese momento lo fulminaban con el mismo odio que Marinette le otorgaba últimamente y entonces se percató de que no era más que una de las tantas manías que Adrien le había contagiado. —. Ella y yo estábamos bien antes de que llegaras tú.

— Pues discúlpame. — Mencionó el rubio entre dientes. —. Tampoco fue mi intención quitarte a tu... ¿No novia? — Una mueca de desagrado apareció en los labios del pelinegro. —. Porque, por lo que sé, jamás tuviste ni una sola oportunidad con ella, incluso en esos años cuando yo aún no aparecía en tu camino.

— Cállate. — Ordenó, retirando el arma de sus pantalones, aún sin apuntarle al muchacho.

Adrien palideció y por un mísero segundo se rindió ante la posibilidad de salir con vida de aquel cuarto.

— Tu no sabes Adrien, no tienes idea por todas las mierdas que Marinette y yo hemos tenido que pasar. — El rubio permaneció en silencio, furioso por su impotencia ante la situación. —. Y siempre, maldita sea... ¡Siempre hay alguien que quiere separarme de ella! — Revolvió su propio cabello, observando al suelo y expresando junto a una mueca su disgusto ante aquel recuerdo del pasado que en ese instante se hacía presente en su cabeza. —. Incluso... su madre.

— ¿Su madre? — Se atrevió a cuestionar Adrien.

— Esa anciana tenia los días contados desde el primer momento en el que me quiso alejar de su hija. Y así como tú, no demoré ni un par de días en hacerla desaparecer.

— ¿La...? ¿La asesinaste? ¿Asesinaste a la madre de Marinette?

El cuerpo de Couffaine se paralizó. "Asesinar" era una palabra increíblemente fuerte, una que nunca había usado para referirse aquel fatídico incidente en su vida, sin embargo, no por eso errónea.

Volteó hacia el rubio cambiando su expresión a una repleta de ira al ver el pavor de Adrien, observándolo como si fuera un monstruo. Y apenas pudo soportar la idea de los ojos de Marinette viéndolo de la misma forma.

— Tenía diecisiete años y se acercaba el cumpleaños número doce de Marinette. — Comenzó, adentrándose en sus pensamientos más oscuros, buscando quizás en Adrien consuelo ante aquella fechoría que había llevado a cabo, y a pesar de que sabía que no lo encontraría, al menos sacaba algo de peso de sus hombros revelárselo por fin a alguien luego de tantos años. —. Le enseñé un vestido que había comprado para Marinette, uno pequeño y blanco. Uno con el que siempre había querido verla. —. Se pasó la mano por el cabello, hartándose al ver la expresión asqueada de Adrien, pues era la misma que le había dedicado Sabine en ese entonces. —. Ella me dijo que era una niña, que Marinette no usaría ese tipo de cosas... y eso me enfureció. — Para entonces los azules de Luka yacían únicamente en el suelo. —. Pero entonces Sabine halló una de las cartas que le escribí a Marinette... y luego otra, y otra hasta que tuvo la desfachatez de prohibirme ver a su hija.

— Tenía doce años, Luka... tú diecisiete. — Susurró su contrario temeroso. —. ¿Estabas enamorado de Marinette en ese entonces? ¿Crees que algo así es normal?

— Es increíble... es casi lo mismo que me dijo ella... ¿Y sabes cómo acabo? — Se relamió y Adrien decidió guardar silencio, no se atrevía a pronunciar en voz alta lo que probablemente sería su futuro en los próximos minutos. —. Acabó en el Sena, porque eso es lo que pasa cuando alguien intenta meterse en lo que tenemos con Marinette. Sabine lo supo y ahora lo sabrás tú.

La ira comenzó a avanzar por las venas de Adrien, la ira y la adrenalina que toda la situación le provocaba. No podía irse allí, no de esa forma, no dejando al amor de su vida en las manos de un psicopata como lo era el hombre que sujetaba aquella arma con firmeza frente a él. —. ¿Qué es lo que tienes con Marinette exactamente? Porque podría jurar que no eras más que un estorbo en su vida.

— No lo entenderías. — Soltó. — No sabes el tipo de conexión que Marinette y yo tenemos. — Sonrió con sorna. — Es algo que incluso va por sobre ti, Adrien... ¿Por qué crees que te abandono en la fiesta? — Dijo, y los verdes del joven se agrandaron dado al coraje que para entonces, comenzó a crecer en su interior. —. ¿Con quien crees que estaba mientras tú la buscabas como el perrito faldero que eres?

— La violaste... — Lo que comenzó como un murmuró acabó por ser un grito. —. ¡Dejaste a Marinette en el hospital hijo de puta!

— ¡Cállate! — Amenazó el mayor, tentando el arma hacia él.

— Eres una persona tan egoísta, Luka... — Le interrumpió Adrien, esta vez con sus verdes perdidos en algún punto en el suelo. —. ¿Alguna vez te has preguntado si en realidad Marinette quiere estar contigo? ¿Este es el tipo de amor que quieres darle? — Luka Mantuvo su odio en el muchacho, mismo que percibió en cada palabra que salía de la boca del mismo, presionándose para no jalar del gatillo cuanto antes.  —. Estoy seguro que la mayoría de los recuerdos que ella tiene junto a ti son dolorosos, no quiero que cuando ella piense en el amor piense también en el dolor, no... — Adrien cerró los ojos y sonrió por lo que quizás sería la última vez en su vida. —. No sabes cuanto me esforcé para que lograra quererme y lo arruiné, eché todo a perder entre ambos por no querer oírla, por dejar que los fantasmas del pasado me atormentaran... pero tú también lo arruinaste todo, y lo has venido haciendo desde que la conociste. Así que te lo voy a pedir una última vez, Luka... Acaba conmigo si quieres, mátame, esconde mi cuerpo, no me interesa... pero por favor, por favor... aléjate de Marinette.

Las facciones del de mechones se mantuvieron fijas, como si incluso estuviera considerando la petición de Adrien, como si las palabras que acababa de oír tuvieran algún sentido para él y el rubio vio una pizca de esperanza en aquel infierno, esperanza que logró conservar hasta verlo sonreír divertido.

— Adrien... aún no lo entiendes, no puedo alejarme de ella. — Murmuró, avanzando de una vez por todas, dejando el arma pegada a su frente. —. Va a ser rápido... — Susurró, sintiendo como la adrenalina comenzaba a correr por sus venas.

Adrien cerró los ojos, dejándose vencer de una vez por todas, maldiciéndose por no ser capaz de salir de allí, orando porque Marinette se encontrara lejos de ese lugar, tan lejos como para que Luka jamás pudiera hallarla y entre el inevitable temblor de su cuerpo, se despidió de ella en voz baja.

— ¿Luka? — Oyó. —. ¿Adrien? — le siguió y por un segundo creyó que su mente estaba jugando con él, eso hasta que abrió los ojos, viendo a Luka ocultar el arma tras su espalda con una rapidez implacable y los azules de Marinette aterrados tras la puerta recién abierta de la bodega donde se hallaban. —. ¿Por qué...? — No acabó la frase, sus ojos se fueron directamente a Luka, buscando las respuestas que probablemente aún no hacían sentido en su cabeza.

— M-Marinette... — Pronunció el pelinegro, con los nervios comiendolo desde dentro mientras Adrien permanecía en silencio, demasiado aterrado de que aquel loco con un arma y Marinette se encontraran en el mismo lugar, temiendo decir algo que provocara la ira del hombre y acabara por salirse de control.

— ¿Ibas a matarle? — Se atrevió a preguntar, siendo tan directa como siempre.

Luka suspiró, dejó caer la vista al suelo y pisó con fuerza antes de bufar. —. Marinette, no tenías que saber esto... tú... yo... — No pudo completar la frase, mostrando sus manos en en el aire, enfatizando el hecho de que ya no empuñaba un arma en un intento por darle seguridad a la chica frente a él. —. Intentaba hacer algo por nosotros, Mari... algo por ti...

La azabache observó el magullado rostro de Adrien,  y la tristeza se desbordó de parte de ambas direcciones. —. Perdóname, Mari. — Adrien dijo, soltando lo que hacía tanto tiempo le debía a la chica, casi a modo de despedida, de redención.

Ella suspiró, volviendo sus azules a Couffaine y se esforzó en sonreírle. —. Ven aquí, Luka. — Dijo, ofreciéndole un abrazo con los ojos llorosos al perpetrador de todas y cada uno de sus traumas, hecho que remeció a Adrien.

— Mari... — Susurró el rubio, presenciando incrédulo la pretenciosa sonrisa que Luka se atrevió a darle antes de ir a los brazos de la chica y envolverla en estos.

— Te prometo que todo va a estar bien... — Le susurró Couffaine al oído, disfrutando al sentir los delgados brazos del amor de su vida envolver su cintura con fuerza. Una reconfortante fuerza.

— Mataste a mi mamá. — Murmuró la chica.

— ¿Que-?

Empujó con fuerza al hombre, logrando quitarle el arma desde su pantalón, alejándose unos pasos para obtener una mejor visión del sorprendido rostro de Luka. —. ¡Mataste a mi mamá! — Gritó esta vez.

— ¿O-Oíste?

— Mataste a mi mamá, me violaste, secuestraste a Adrien y quién sabe qué otras mierdas has hecho Luka... — Apretó los dientes y casi sin previo aviso el mar de lágrimas cubrió su vista. —. No tienes ni la menor idea de cómo te odio en este momento. — Sus manos temblaban, el hecho de que tuviera la certeza de saber cómo manipular un arma no la calmaba en lo más mínimo, pues de alguna u otra forma, aquella era primera vez en su vida que se había visto envuelta en una situación igual.

— E-el arma está cargada, Mari... ten cuidado... — La voz temblorosa de Adrien se hizo presente entre el silencio.

— Lo sé. — mencionó ella, depositando sus ojos sobre él durante un mínimo segundo.

— Marinette, tienes que llamar a la policía, por favor... vete...

— Quiero matarlo, Adrien... — Murmuró tediosas palabras ahogadas, palabras que llegaron hasta lo profundo del corazón de Luka. Era un monstruo ante los ojos de la chica que amaba, se había convertido en lo que había evitado por tantos años.

Tragó pesado, dando un paso hacia ella. — Marinette, tranquilízate por favor, esto lo hice por ambos, lo hice para...

— ¡No hay excusas maldita sea! — Reafirmó su agarre, apuntándole con mucha más firmeza. —. Ibas a matar a Adrien. — Murmuró en un hilo de voz.

— Tienes que entender que es la única forma de... — Dio un paso y retrocedió el mismo apenas la luz de las patrullas se asomó por la puerta que daba al aparcamiento. —. Mierda...

Marinette volteó por un segundo, viendo a los policías y detectives avanzar hacia el lugar de donde provenían los gritos. —. Maldición Alya... — Murmuró, consciente de que sólo su amiga era capaz de hacer caso omiso a sus indicaciones de no enviar a la policia.

— ¡Señorita Dupain, baje el arma! — Se oyó a lo lejos, pero Marinette apenas reaccionó a la orden del oficial. —. ¡Señorita debe bajar el arma! Si no lo hace nos veremos obligados a usar la fuerza. — Está vez el hombre se encontraba mucho más cerca, a unos metros de ella a través de la puerta y al girar su cabeza pudo ver por el rabillo del ojo que sostenía un arma que no logró identificar.

— Mari... Marinette, Mírame por favor... — Pidió el rubio y entonces aquellos cristalinos ojos tan llenos de ira como de miedo fueron a dar con Adrien. —. No lo hagas, no vale la pena.

— Te hizo daño... te trajo hasta aquí porque quería matarte y nadie me asegura que no intentará lo mismo luego.

— Marinette, por favor. — Intento decir Luka, lamentando todas y cada una de las lágrimas que caían desde los ojos de la chica, repasando con los propios el lugar en busca de alguna salida que lo librara de aquel martirio que era tener la furiosa mirada de Marinette sobre él. —. Daño es lo último que quiero hacerte, dame el arma para que...

— ¡Cállate! — Gritó nuevamente y oyó a su espalda como los oficiales reafirmaban las armas que en esos instantes debían tener contra su espalda, como intentaban calmarla, como Adrien intentaba calmarla, con aquellos bonitos verdes llorosos, con su bronceada piel magullada, siendo consciente de que todas y cada una de las penurias por las que recientemente había pasado el rubio, no habían sido culpa de nadie más que de ella.

Apretó la mandíbula, hartándose de la indecisión que rondaba en su cabeza.

Quería acabar con Luka, quería dispararle y verlo desangrarse como el lo había hecho con su madre, como había estado a punto de hacer con Adrien.

Jamás en su vida había sentido tanto odio por un ser humano.

Sacudió su cabeza, decidida a acabar con la vida del hombre, con los rastros del arrepentimiento sofocándola, junto a sus latidos desbocados y el sudor frío recorriendo su cuerpo.

Presionó el gatillo con una lentitud tortuosa y lo último que oyó fue a Adrien gritar su nombre mientras una corriente eléctrica recorría su cuerpo entero y luego de unas cuentas contracciones, todo se fue a negro.

Luka fue testigo de cómo el débil cuerpo de la joven colapsó dada la descarga eléctrica, como algunos oficiales entraban al lugar sin dejar de apuntarle y lo esposaban sin darle la más mínima posibilidad de hacer absolutamente nada.

Desataron a Adrien y a diferencia de lo que creía Couffaine, la prioridad del rubio fue arrodillarse en el suelo junto a la chica inconsciente, pasando totalmente del hombre que le había tenido encerrado las últimas horas, dedicándole una mirada furtiva que para los ojos de todos significaba un "me encargaré de ti después".

La última vez que vio el rostro de Marinette en mucho tiempo, fue mientras la ingresaban a una ambulancia, aún dormida, sin signos graves, junto a Adrien sujetando su mano con fuerza mientras un médico se encargaba de hacerle una que otra pregunta acerca de su estado.

Luka nunca había visto la verdad tan clara, así como jamás se había sentido tan frustrado, rindiéndose ante la oportunidad de recuperar aquello que jamás fue suyo.

POR FIN OMG YA QUEDA POCO! ¿Qué les pareció? ¿Me extrañaron? Siento los errores desde ya 😭 intentaré actualizar la semana que viene <3

Btw, tengo Instagram de dibujos por si quieren ir a ver qué acontece 🤪 pueden encontrarme como: @joo_bugss

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