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21

El cuarto de baño estuvo en silencio durante unos segundos, los necesarios para que Marinette se percatara de cuán jodida estaba.

— ¡¿Qué tu padre quiere qué cosa?! — Exclamó al encontrarse totalmente sorprendida.

— Lo que oíste — Contestó frustrado y algo intimidado por el repentino cambio en el tono de voz. — Qui-quizás quiere fortalecer lazos entre sus trabajadores o algo así.

Marinette permaneció con su semblante pensativo, tocando por mera costumbre la parte en donde estaría el bolsillo trasero de su pantalón, buscando su móvil y encontrándose eventualmente con la piel desnuda de sus nalgas.

¿Le habría mandado un mensaje? ¿Siquiera llamado? ¿Por qué Gabriel no le había consultado antes? ¿Qué era lo que se traía entre manos esta vez? — Hijo de puta. — Pensó mientras la imagen del de canas pasaba por su cabeza.

— ¿En persona? — Volvió a preguntar, inconsciente de su extraño actuar.

— Sí, al parecer ella también estará presente como diseñadora en el estreno de la nueva línea. — Suspiró resignado. — Papá dará una fiesta luego del espectáculo y supongo que es allí donde nos conoceremos.

— Y-ya veo... — Masculló por lo bajo y el rubio elevó una ceja curioso.

— ¿Sucede algo? — Inquirió buscando su mirada.

— ¿Qué? ¡C-claro que no! — Dijo sonriente, agitando su mano en el aire.

— Hmmm... — Los dedos del chico rascaron su mentón insatisfecho. — Yo creo que sí.

— Te equivocas. — Volvió a insistir ella.

— Será que... ¿Estás celosa? — Las mejillas de la chica se encendieron por completo ante el mero hecho de creer que Adrien la había descubierto. — ¡Lo sabía! ¡Estás celosa! — Exclamó efusivo, confundiendo las señales y la azabache por fin pudo respirar tranquila.

— Sí... tal vez esté un poco celosa. — Aceptó siguiéndole el juego en lo que parecía ser su vía de escape. — Y es que últimamente ha sido tan buena contigo, quizás es porque le gustas. — Agregó con un puchero inocente, colgándose de su cuello mimosa. — Digo, mírate. ¿Quién podría resistirse?

Una peculiar carcajada salió desde la boca de su contrario. — Imposible e incluso si así fuera, yo no tendría ojos para alguien que no fueras tú. — Comentó acercándola desde la cintura. — Además, estoy seguro de que detrás de esa computadora hay una anciana decrépita que solo busca dominar el mundo. — Bromeó antes de plantar un beso en sus suaves labios.

Lo de dominar el mundo, pues ¿por qué no? — Se encogió de hombros divertida. — tienes razón, no tengo de qué preocuparme, ¿verdad?

— Así es... — Dijo con sus frentes juntas, retirando de a poco su prenda superior.

— ¿Aún te desagrada? — Preguntó Marinette en un tono bastante natural forcejeando con la tela.

— ¿Quién? ¿Ladybug? — asintió algo temerosa, recorriendo el torso desnudo del chico. — No es que no me agrade... quiero decir, al principio la detestaba pero ahora... — tragó grueso de tan solo recordar lo intimidante que aquella robótica voz solía ser. — Creo que le temo.

La chica parpadeó perpleja un par de veces, analizando las inesperadas palabras de su contrario. — ¡¿Le temes?! — Adrien asintió con una avergonzada sonrisa en su rostro. — ¡¿a Ladybug?!

— S-sí... — La azabache retuvo lo más que pudo la carcajada en su garganta, sin embargo luego de unos cuantos segundos se le hizo imposible.

— Adrien, es solo una chica. — Dijo respirando ya con normalidad.

— Una chica que actúa como si fuera la verdadera heredera de Gabriel's — Cerró sus ojos pesaroso. — Y quizás lo sea. — soltó un largo suspiro para luego encender la pantalla de su móvil nuevamente. — Papá parece tener más confianza en ella que en su propio hijo, no me sorprendería si en el testamento estuviera su nombre en vez del mío.

Marinette sintió su inseguridad y la culpabilidad la invadió.

Ciertamente como Ladybug solía ser arrogante y exigente. Pero ese era su trabajo, demostrar que tenía la fuerza y disciplina para dirigir una empresa de la magnitud de Gabriel's.

El cuerpo desnudo de la muchacha volvió a rodearlo, pegando su perfecta anatomía a Adrien, intentando consolarlo en algo que ella misma había desatado y a pesar de la comprometedora situación en la que se encontraban, para el rubio no había un mejor medicina que el cariño de la chica. — Lo harás genial. — Él solo cerró los ojos apoyándose contra la muralla. — Cambia esa cara... — Pidió acunando su rostro.

Adrien anhelaba destacar, quería que su padre se fijara en él. Pero al parecer, aquella chica le llevaba la delantera por mucho.

Marinette desabrochó su pantalón lentamente, pensando en todas las cosas que se estaría evitando si tan solo optara por la verdad.

Sin embargo y muy a su pesar ya era tarde, la mentira había sido prolongada demasiado tiempo como para soltar algo tan fuerte de golpe.

Acarició su abdomen con sus uñas, procurando rozar con cuidado la bronceada piel.

— Lo siento... es solo que me frustra. — Dijo, intentando ignorar como cada célula de su piel reaccionaba a las caricias contrarias.

— Tranquilo. — Besó su cuello en un intento por desviar su atención, el cual resultó de maravilla. — Escucha, vamos a entrar a la tina y a relajarnos, ¿entendido?

— Está bien... — Se aproximó a su rostro y lo besó con dulzor. — te amo. — Susurró antes de reclamarla por completo.

Cada vez que Adrien pronunciaba esas palabras, Marinette podía sentir como su corazón crecía un poco más y en un intento por demostrar lo mismo intensificó el contacto. — Vamos a la tina. — Dijo volteando una vez separados.

Su anatomía ya había comenzado a reaccionar a los azules que lo observaban como si fuera único y el hecho de que se dirigiera hasta la bañera mientras movía provocativa su trasero, no podía significar otra cosa más que un baño placentero.

Sigiloso, tomó el cepillo de dientes eléctrico que había comprado tan sólo un día atrás con un objetivo en especial. La noche anterior lo había dejado justo junto al de Marinette, llevándose una hermosa postal de ambos objetos juntos, reclamando de a poco su lugar.

Salió de sus bóxers, entrando a la tina apresurado. No era que realmente el frío le molestara o algo por el estilo, más bien el agua se veía demasiado apetitosa, eso y el desnudo cuerpo de la joven invitándolo a unirse.

La tina era bastante grande, apartada del resto del baño por una gran separación de vidrio. Poseía bordes amplios y un espacio extra justo al final.

Se encontraba junto a una gran ducha, cuya regadera era mucho más grande que cualquiera que hubiese visto antes.

Marinette tenía una vida lujosa, mucho más lujosa que él y no le molestaba en lo más mínimo. Quería formar parte de esos lujos y darle absolutamente todo lo que pudiera pedirle.

Tal y como ella le indicó, se recostó sobre sus pechos, deleitándose con la suavidad de ellos.

La azabache dejó caer un poco de su shampoo en los rubios rizos y su propia cabellera, esforzándose por desaparecer aquella angustia que momentos atrás había experimentado.

Masajeó el cuero cabelludo del rubio y luego descendió hasta los fuertes hombros.

Llevo un poco de espuma a sus pectorales y abdominales, acercando las manos hasta su miembro sin llegar a tocarlo. — Eres increíble. — Susurró en su oído con una voz dulce. — Quiero que te sientas seguro. No eres cualquier chico, eres Adrien Agreste. — roció un poco de agua sobre su cabeza, retirando el shampoo con ese aroma tan característico a miel. — El único e inigualable Adrien Agreste. — Finalizó besando la humedad de su cabello.

— Cuando me dices estas cosas, siento que no podría seguir sin ti. — Se sinceró acariciando los suaves muslos de la chica. — Y... quizás no puedo.

— Adrien... — Sonrió conmovida con sus mejillas acentuando el carmín. — No digas tonterías.

— No lo hago, realmente me tienes perdido. — Ladeó un poco su rostro besando uno de sus pechos. — Amo lo segura que eres, tan valiente, tan compleja y simple al mismo tiempo. — Atrapó una de sus manos uniéndola con la propia. — Jamás había conocido a alguien como tú. — Cerró sus ojos cuando las uñas de la chica arañaron su hombro en una caricia increíblemente placentera.

— Me tienes en un pedestal muy alto, ¿No? — Sonrió y luego bajó su rostro para depositar un suave beso sobre su mejilla.

— Estoy luchando por alcanzarte.

— No lo hagas, eres perfecto así. — Se abrazó a él presionando su mejilla contra los dorados cabellos. — Tan inocente, lo nervioso que te pones por unos simples coqueteos... me encanta.

Estás tratándome como un niño. — Exclamó con la temperatura de su cuerpo elevándose. — Además, Eso es por que eres demasiado atrevida. — Cada palabra que salía de su boca de pronto parecía una provocación así como cada afirmación por parte de la chica lo excitaba.

— ¿Acaso te molesta? — Preguntó acariciando el torso del Agreste.

— Me encanta. — Dijo sonriente. — No sabes como. — Volteó quedándose arrodillado sobre ella para observar directamente a sus ojos, los amaba, su color, su forma, todo en aquella chica era un regalo de Dios. — Quédate conmigo Marinette, por siempre. — Y ante esa frase, el rubio fue el principal testigo de como las pupilas se dilataban entre el azul.

— S-siempre es un tiempo algo largo, ¿No crees? —Y fue aquel leve titubeo lo que dejó entrever a Adrien que por fin había tomado una pequeña ventaja y en un arranque pasional decidió besarla con fuerza, arrastrando un suspiro entrecortando en el camino.

De pronto la azabache se sentía demasiado embriagada, el tacto de aquel ángel era tan exquisito como tibio, logrando que su cuerpo se derretía ante él.

— Si aún conservara el anillo de mi madre, créeme que ya lo abría puesto en tu dedo. — Murmuró contra su piel cuando decidió abalanzarse sobre su cuello.

Ella lo atrajo aún más, aferrándose a los rizos dorados que, húmedos, repartían cosquillas sobre su piel. Dejó que aquellas caricias desaparecieran el nido que se había formado en su garganta, concentrándose en disfrutar del hombre que tan seguro la sujetaba entre sus brazos.

Se odiaba, estaba frustrada consigo misma por no poder llevar una relación con el único pretendiente que valía la pena, con el único chico que hacía de sus sentimientos un desastre.

Habían tantas cosas de por medio, tantas mentiras, tantos engaños y en su interior sabía que los mismos terminarían destruyendo aquella efímera fantasía que tanto color daba a su vida.

— Adrien... — Jadeó cuando el pulgar del muchacho rozó su pezón y él, ante aquella reacción se aventuró a jugar con la totalidad de sus pechos.

— Hasta que consiga uno, por favor acepta ser mi novia. — Suplicó desesperado.

— Estás adelantando las cosas. — Exclamó con la tristeza presente en su mirar.

— No me importa. — Negó rápidamente. — Me vuelves loco. ¿Oíste?

— Y tú a mi. — Volvieron a besarse desesperados. Marinette buscaba consuelo en él, consuelo de algo invisible para los verdes del chico.

— Sé mi novia. — Insistió, obligándola a dejar su cuello al descubierto mientras él lo lamía, tal y como sabía que le gustaba.

— Ya basta, deja de hablar

— Entonces acepta. — Bajó una mano hasta su miembro, conduciendo la punta directo a la entrada de la chica que instintivamente intentaba separar aún más las piernas.

— Creo que... alguien se ha vuelto más atrevido. — Señaló, dos de sus dedos viajaron hasta sus labios para separarlos y dejar expuesto aquel punto tan sensible en ella, llevando a Adrien a estimularlo junto a su glande. — ¿Podrías darme... tiempo? — Preguntó suspirando sofocada.

— ¿Más aún? — aquella voz se había vuelto ronca, adornando el silencio del baño con jadeos momentáneos que solo lograban elevar la temperatura de ambos.

— Necesito pensarlo. — Dijo ella, pero en realidad sólo contaba los minutos para que todo acabara.

— No seguiré hasta que aceptes. — sentenció para luego detener cualquier caricia, volviendo a su rostro con un semblante que parecía enfadado. Pero Marinette sabía que el deseo había llegado para quedarse y ni siquiera alguien como Adrien podía tener tal control de sus impulsos.

— No hay problema, no es como si no pudiera hacerlo sola. — Le mostró dos de sus dedos y con una sonrisa los lamió. Acto seguido, condujo su mano hasta su intimidad ante la atónita mirada de Adrien, acariciandose ella misma mientras que su otra mano amasaba uno de us pechos.

— ¡Agh! ¡Está bien! — Exclamó siendo aquella imagen imposible de aguantar. — Quiero... quiero hacerlo.

— Imbécil... — Murmuró sonriente lanzando algo de agua a su rostro. — No vuelvas a negarme el sexo. — Reprendió mientras ella misma conducía el miembro del chico hasta su entrada, tanteando su piel expuesta.

— C-Claro... jamás... oh Mari...— Jadeó y por inercia movió sus caderas, deslizando su falo por la palma de Marinette, alcanzando a penetrarla solo un poco. — ¡E- espera! — Pidió algo exaltado cuando recordó su idea inicial.

— ¿Sí? — Preguntó algo exaltada.

— Estaba preguntándome... — Carraspeó inseguro, sus ojos intercalaban entre los azules de Marinette y su cuerpo desnudo. — Quería saber si... — Fue cuando ella le dio el impulso suficiente al tomar sus manos y acariciar sus nudillos.

— Confía en mi, Adrien — Pidió anhelando conocer la interrogante.

— ¿Puedo besarte? — Soltó con el rostro enrojecido. — Muero por hacerlo.

— ¿Qué clase de pregunta es esa? — Rió la chica. — No necesitas permiso para...

Las palabras se quedaron en su garganta cuando Adrien completó la frase. — Allí abajo. — Sus ojos se abrieron impresionados y sumamente ansiosos.

— Tampoco necesitas permiso para eso. — Marinette sonrió maliciosa yAdrien la elevó sobre el borde de la tina. Sintió un escalofrío cuando su trasero chocó contra la fría superficie y aquello la hizo lanzar un jadeo.

— Eres preciosa. — Murmuró besando la cara interna de sus muslos, quedándose arrodillado frente a ella.

Marinette se abrió de piernas allí mismo, no le importaba, la sola pregunta de Adrien la había excitado de sobremanera y con todo el jugueteo previo se sentía lista para cualquier cosa, anhelando pasar directo a la acción. — ¿Sabes cómo hacerlo? — Preguntó jugando con sus pechos mientras Adrien la observaba desde abajo.

— Creo que no... — Reveló avergonzado. — Pero supongo que puedo improvisar... — Agregó rápidamente con su voz temblorosa.

Depositó sus labios en vientre de la chica, acariciando con decoro. Cada centímetro de piel era extremadamente preciado para él y Marinette podía sentir ese cariño, aquel al que cada vez se volvía más adicta.

Parecía que sus muslos temblaban ante los roce y caricias. Adrien amó la suave y blanca piel de sus piernas, acercándose de a poco hasta la zona que más deseaba probar, comenzando a repartir pequeños y certeros besos por su monte de Venus, a la vez que los ojos de Marinette no se perdían ni un solo segundo de la acción.

No podía negarlo, le encantaba tenerlo allí, frente a ella haciendo un máximo esfuerzo por dotarla de placer. Sin embargo, al mismo tiempo le resultaba extremadamente tierno.

Ella necesitaba que dejara esa faceta de lado, iba sacar a la bestia de la que había sido testigo mientras hacían el amor.

— Adrien... — Jadeó llevando una de sus manos hasta su intimidad, separando ella misma sus labios y dejando la vulva expuesta. — Bésame, y-ya no aguanto. — Pidió con su respiración descontrolada y de inmediato aquellos verdes se oscurecieron levemente producto del placer, las fuertes manos del chico se afirmaron con mucha más fuerza a la blanca piel y reprimió un gruñido de satisfacción cuando el calor de Marinette chocó contra sus labios.

— Quiero que me digas si estoy haciendo algo mal. — Susurró antes reemplazar a los dedos de la chica y encargarse el mismo de sujetar sus pliegues, contemplando su flor a la perfección. — No finjas.

— Tran-tranquilo... — Jadeó al sentir la tibia respiración del muchacho. — Solo hazlo.

Adrien dirigió tortuosa y lentamente la lengua a su entrada, hurgando curioso en busca de placer, comenzando a lamer desde abajo hacia su punto de mayor placer. — ¿T- te gusta? — Habló al percibir cuan muda estaba Marinette y ella respondió únicamente asintiendo con rapidez.

— Tócate. — Le exigió mientras mordía su labio, ahogando los sonidos. — Quiero que te toques mientras lo haces.

Con una sonrisa en su rostro, el chico procedió a masturbarse, apretando su miembro mientras su lengua exploraba de diversas formas aquellos lugares que hasta el momento eran inhóspitos. — Eres... eres tan suave. — Señaló rodeando el clitoris y ante aquellas sensacioes, Marinette solo pudo dejar caer su cabeza hacia atrás.

Cada sensación, cada sabor era un paraje desconocido para el muchacho, y sin embargo lo estaba llevando de Maravilla.

Cerraba sus ojos hundiendo aún más su boca entre los pliegues. Despegando sus párpados solo para espiar la reacción de Marinette ante las distintas cosas que intentaba y ella parecía estar demasiado a gusto con su desempeño.

— Es imposible... que... ¡a-ah! — Gimoteó al sentir cada vez más presión, aumentando la sensibilidad dentro de su vulva. — Q-que sea tu primera vez... dando... sexo oral. — Dijo a duras penas.

— Lo juro, Mari. — Comentó mirándola directamente a los ojos, deteniendo el consentimiento. — Jamás había... — Fue callado cuando Marinette empujó su cabeza, obligándolo a chocar contra su entrada nuevamente y él comprendió el mensaje de inmediato, comenzando otra vez con las succiones.

— Supongo que tienes un... un talento oculto... ¡ahh! — Su respiración era imposible de controlar, cada vez más ruidosa y a ese paso estaba segura que terminaría gritando. — Pero si vuelves a... a detenerte... y-yo misma voy a matarte. — Abrió aún más las piernas, revolviendo los cabellos, incitándolo a seguir con aquella labor que tanta dicha le traía. — Oh... ¡Si! — Mordió su labio inferior con sus párpados apretados. — ¡Ahh! — Gritó cuando sintió la rígida lengua del chico intentado entrar, tanteando su entrada con fuerza. — N-no pares.

La perversa idea volvió a la mente del joven, sopesando si en realidad sería correcto, pero estaba tan excitado que ya ni siquiera podía pensar con claridad. Finalmente lo decidió, tomando su cepillo de dientes desde uno de los bordes y llevando la parte trasera hasta la entrada de la chica, quien permanecía ajena a la situación.

El objeto terminaba en una forma ovalada y tenía el tamaño perfecto para entrar en Marinette.

Adrien lo había intentado, se había prometido a si mismo comprar un vibrador con intenciones de sorprender su amada en la cama, pero la timidez y los nervios le habían ganado, viéndose obligado a reemplazar el juguete sexual con un cepillo de dientes que el creía podía vibrar igual, siendo el mismo mucho más fácil de adquirir.

Marinette gritó apenas lo sintió, la vibración que le daba el objeto resultaba simplemente deliciosa, tal vez el movimiento no era igual a sus propios aparatos, sin embargo el solo hecho de tener a Adrien entre sus piernas aumentaba cada sensación.

— Ah... ahh ¡Ah! — Ya no podía controlar su voz. No le importaba si sus vecinos del piso inferior oían los desgarradores gritos producto del placer, no le importaba si llamaban a la policía por el temor de que en el penthouse se estuviera llevando a cabo un asesinato.

Restregaba su intimidad contra la lengua del chico que no dejaba de lamer la zona de su clitoris, mientras movía el aparato rozando la parte superior de su canal vaginal. Adrien tenía sus prioridades en orden, necesitaba hacerla disfrutar y por los descontrolados sonidos sabía que estaba logrando su objetivo principal, llevarla hasta el tan anhelado squirt.

Sintió el primer orgasmo llegar, él lo supo por el gran grito que escapó de sus labios y las insistentes contracciones que podía apreciar en su vulva. — Adrien... — Volvió a gemir intentando separarse del chico y él volvió a su labor, tal como en uno de los tantos videos que había visto con fines meramente educativos. — Adrien... por favor... no te detengas... ¡Ahhhh! — Otra vez su nombre, junto a la aguda voz saliendo de manera tan dulce y melodiosa. — ¡Adrien! — Gritó cuando el segundo climax llegó.

Apretó con fuerza la mano del chico, convencida de que ese había sido su límite. Ya no había cabida para un placer más grande.

Para su dicha, Adrien creía todo lo contrario. — Estoy seguro que esta vez si funciona. — Murmuró hacia ella, sacando el aparato, reemplazándolo con sus dedos tan rápido como pudo. — solo un poco más. — Pidió mientras las yemas palpaban con mucho más ánimo la zona superior del interior de su vagina, sonriendo cuando las paredes de la chica volvieron a palpitar sobre sus dedos, esta vez de una manera mucho más fuerte y rápida.

— ¡Ah... ah! — Gimoteó delirante. — ¡Adrien! Oh Dios... — La cadera de la muchacha se movió casi de manera frenética, él podía sentir como aquel delgado cuerpo temblaba del placer, sus uñas se incrustaron en la piel del Agreste y el mismo no pudo hacer más que soltar un gemido de placer dada la situación. — ¡Ahhhh! ¡A-ah! ¡Adrieeen! — El chico se aproximó a su boca, besándola hábilmente, callando sus gritos y disfrutando de su delirio.

Marinette cerró los ojos con fuerza y se vio obligada a separarse para gemir con total libertad, necesitaba sacar lo que llevaba dentro. Adrien no perdió el tiempo e inmediatamente se dirigió a su cuello, dejando más de un cardenal en el camino.

Ella llevó una de sus manos hasta su clítoris, estimulándolo de manera desenfrenada a la vez que un desgarrador grito de placer se abría paso desde el fondo de su garganta y el líquido transparente procedente de su intimidad chocaba contra contra la mano y el abdomen del rubio, quién con una sonrisa se regodeaba con el extasis presente en el rostro de la chica aún jadeante.

Lo había logrado, la perfecta explosión de placer por parte de Marinette había sido suya y de nadie más.

— ¿Cómo... cómo demonios...?

— Estuve leyendo... — Respondió mientras vaciaba la tina y limpiaba sus cuerpos. — Para ser sincero... también vi un poco de pornografia. — Reveló avergonzado.

— ¡Dios mío! — Vociferó divertida de su confesión, hallándose culpable de los extremos hasta los que había llegado el chico para complacerla en el ámbito sexual. — ¿Qué hice para merecerte?

— No lo sé, ¿existir? — Hablo imitando su tono de voz, abrazándola a su cuerpo húmedo al salir de la tina. — Entonces... ¿Te gustó? — Inquirió cargándola fuera del cuarto de baño.

— ¿Cómo puedes preguntar algo como eso después de que me corrí frente a ti? — Lo abrazó de la forma más tierna que pudo, depositando un cálido beso en su hombro.

— N-no lo sé yo... — Ella le sonrió complacida.

— Fue perfecto. — tiró un poco de la colorada mejilla antes de bajar de entre sus brazos para luego extenderle una toalla desde uno de los muebles. — Además me sorprendiste el improvisado vibrador, solo lamento arruinar tu cepillo.

— Supongo que ahora lo usaré con más ganas. — Marinette abrió los ojos sorprendida. Definitivamente lo había pervertido. — Lo siento, pensé que te gustaría... — Susurró por lo bajo, algo apenado al no oír respuesta por parte de la chica.

— Y no sabes cuánto. — Las palabras restablecieron el ánimo del muchacho. —, pero la próxima vez que quieras hacer algo por el estilo, podrás encontrar algunos juguetes en el fondo de mi closed.

— ¿Ju-juguetes? ¿Te refieres a...? — Ella asintió carcajeándose. — Wow...

— Solo bésame... — Lo atrajo desde el cuello, empujándolo hasta la cama con intenciones de satisfacer al chico pero en cuando cayeron de espaldas sobre el colchón, su cuerpo se derritió entre las sábanas. — Lo siento, estoy demasiado cansada como para una segunda ronda. — Susurró torciendo sus labios.

— No hay problema, estoy bien.

— ¿Estás seguro? — Preguntó admirando su erección, cubriendo su boca al pegar un gran bostezó. — Supongo que en algún momento tendrá que calmarse. — Dijo moviéndose más cerca del muchacho, con intenciones de esconder su rostro en el varonil cuello.— Lo siento, por ahora el sueño me está matando.

— Sí sabes que apenas son las diez de la mañana, ¿no? — Ella asintió con los ojos cerrados. — ¿aún así quieres dormir?

— Quiero dormir contigo. — Confesó en un ámbito coqueto que Adrien se tomó demasiado en serio.

— Yo también. — Besó su frente, acurrucándola contra su pecho. — Quiero abrazarte cada noche. — Sonrió al percibir el rubor en las mejillas de su amada.

Había encontrado su punto débil, al parecer la ternura era el talón de Aquiles de Marinette.

Ella sonrió al percibir las suaves caricias con las que Adrien recorría su espalda, rindiéndose ante ellas como si fuera un pequeño bebé y por ese pequeño instante se dió el lujo de creer que lo que tenían podría durar para siempre.

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No rindo en vacaciones, supongo que trabajo mucho mejor bajo presión (???)

Como sea, intenté que este capítulo no me ganara pero creo que al final lo hizo y lo odié 😡 aún así gracias por leerlo ;; 💖😭 los amo como no saben e intentaré traer algo mejor la próxima vez ;u; 💖💖💖

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