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Capítulo 8


El día anterior los pequeños se habían divertido demasiado así que jungkook y jimin habían quedado en verse al siguiente día, pero este día era diferente, Jungkook y sus dos madres, la omega y la alfa, se presentaron en la casa de los Park. Aunque el ambiente era tenso, las dos madres sabían que el futuro de su hijo dependía de aquella conversación. Ambas llevaban en sus corazones la responsabilidad de corregir los errores del pasado.

El padre omega de Jimin los observó con una mezcla de nerviosismo y resentimiento. La madre alfa de Jungkook dio el primer paso.

—Venimos aquí no para disculparnos por ser quienes somos, sino para enfrentar lo que nuestra familia hizo mal —comenzó con firmeza—. Sabemos que no se puede cambiar el pasado, pero estamos aquí para construir algo diferente para nuestros hijos.

La madre omega de Jungkook, siempre más cálida, intervino suavemente.

—Sé que las heridas de nuestra familia han sido profundas. Pero también sé que Jungkook y Jimin merecen un futuro libre de odio. Mi hijo nunca te haría daño, y espero que podamos encontrar una manera de dejar el pasado atrás.

El padre omega de Jimin, aún dolido, no pudo evitar recordar la humillación y la pérdida. Pero cuando miró a Jungkook, vio en él algo distinto. No era el rostro cruel de los Jeon que lo habían lastimado. Era un chico lleno de amor por su hijo.

—No sé si puedo olvidar —dijo finalmente, con la voz rota—, pero estoy dispuesto a intentarlo por mi hijo. Lo único que quiero es que mi pequeño sea feliz.

La madre alfa de Jungkook se inclinó levemente en señal de respeto.

—Ese también es nuestro deseo.

El silencio se apoderó del lugar mientras el padre omega asimilaba esas palabras. Finalmente, dio un paso adelante, mirando a las madres de Jungkook.

—Está bien. Démosles una oportunidad a ellos. Pero quiero estar seguro de que los Jeon respetarán siempre a mi hijo.

La madre omega de Jungkook le sonrió amablemente, mientras la madre alfa asintió con seriedad.

—Lo haremos —prometió la alfa—. Lo haremos, y nos aseguraremos de que nuestros hijos construyan un futuro mejor.



❄❄❄

Con el paso de los días, Jimin y Jungkook seguían disfrutando de su amistad y el cariño que había crecido entre ellos. Aunque las familias Park y Jeon estaban sanando lentamente las heridas del pasado, para los dos cachorritos, lo más importante era que podían pasar tiempo juntos, jugando y compartiendo aventuras.

Un día, mientras Jimin y Jungkook corrían por el jardín detrás de una pelota, Taehyung, quien había estado algo distante, se acercó con una sonrisa tímida.

—Oye, Jiminnie —dijo Taehyung, rascándose la cabeza—. Lo siento por haber sido tan malo contigo antes. Yo... solo tenía miedo de que ya no quisieras ser mi amigo.

El omega lo miró sorprendido, pero luego su expresión se suavizó, mostrando una gran sonrisa.

—Tae, ¡siempre seremos amigos! —dijo Jimin con entusiasmo, lanzándose a abrazar a Taehyung con sus bracitos—. No tienes que preocuparte por eso.

Taehyung suspiró aliviado, devolviendo el abrazo.

—Gracias, Jimin. ¡Prometo no ser celoso nunca más! —respondió Taehyung, soltando una risita.

Jungkook, que había estado observando la escena, sonrió y corrió hacia ellos. Con una risa traviesa, se lanzó sobre ambos, haciendo que todos cayeran al suelo en una maraña de risas y abrazos.

—¡Yo también quiero abrazos! —dijo kookie, riendo mientras los tres rodaban en la hierba.


❄❄❄




El sol brillaba en el cielo, y las risas de los cachorritos llenaban el aire. Para ellos, todo lo complicado del mundo de los adultos quedaba muy lejos en ese momento. Lo único que importaba era que estaban juntos y felices.

Mientras tanto, dentro de la casa, Namjoon, el hermano mayor de Jimin, estaba sentado en el sofá, hojeando un libro de comic. Era la primera vez que conocía a un Jeon, con una mezcla de curiosidad y un poco de recelo por las historias que había oído sobre los Jeon, decidió salir al jardín para ver qué estaba pasando.

Cuando Namjoon salió, vio a Jimin y Jungkook jugando juntos. Aunque conocía a Jungkook de vista, nunca había tenido una conversación con él. Ahora, al ver a los dos cachorritos interactuar de manera tan alegre, sintió que era el momento adecuado para acercarse y hacer un intento de conocerlo mejor.

—Hola, Jimin —dijo Namjoon, acercándose con una sonrisa—. ¡Veo que estás pasando un buen rato!

Jimin se levantó rápidamente y corrió hacia su hermano mayor.

—¡Namjoon, ven a jugar con nosotros! —dijo Jimin con entusiasmo—. Este es Jungkook. ¡Estamos jugando a un juego de equipo!

Jungkook, al notar que Namjoon se acercaba, se puso un poco nervioso. Aunque ya lo conocía de vista, nunca habían hablado. Aun así, trató de mostrar una sonrisa amistosa.

—Hola, Namjoon —dijo Jungkook—. Soy Jungkook. Es genial conocerte.

Namjoon observó a Jungkook con una mezcla de curiosidad y cautela. Aunque había escuchado historias sobre la familia Jeon, ver a Jungkook en persona, tan amistoso y abierto, comenzó a suavizar sus reservas.

—Hola, Jungkook —respondió Namjoon—. He visto muchas veces a tu familia, pero nunca he hablado contigo. ¿Jugamos?

Jungkook asintió con entusiasmo.

—¡Claro! ¿Qué juego vamos a jugar? —preguntó con una sonrisa.

Namjoon decidió aprovechar la oportunidad para conocer a Jungkook mejor y dejar de lado cualquier prejuicio.

—Podemos jugar a un juego de fútbol improvisado —sugirió Namjoon—. ¡Vamos a ver quien puede hacer más goles!

Los niños se alinearon y comenzaron el juego. Mientras corrían y jugaban, Namjoon no pudo evitar notar la energía positiva de Jungkook. Aunque al principio estaba un poco tenso, pronto se unió a la diversión y se reía junto con Jimin y Jungkook.

Durante el juego, Namjoon hizo una broma ligera.

—¡Oye, Jungkook, parece que eres muy bueno en esto! —dijo Namjoon—. ¿Estás intentando impresionar a Jimin?

Jungkook se rió, sintiéndose más relajado.

—No, solo estoy tratando de no dejar que Jimin y tú ganen tan fácilmente —bromeó Jungkook—. ¡Quiero una revancha si perdemos!

Namjoon rió y continuó jugando, sintiendo que la barrera inicial de recelo comenzaba a desmoronarse. Los niños se divirtieron mucho, creando un ambiente alegre y despreocupado.

Después de un rato, los más pequeños decidieron tomar un descanso y se sentaron en el césped. Namjoon se unió a ellos, conversando sobre sus juegos favoritos y compartiendo historias divertidas. La barrera inicial de recelo comenzó a desmoronarse mientras reían juntos.

—Jungkook, ¿qué es lo que más te gusta hacer en tu tiempo libre? —preguntó Namjoon mientras se sentaban.

Jungkook, mientras tomaba un trago de agua, respondió alegremente.

—Me encanta dibujar ¿Y a ti?

Namjoon, mientras ajustaba su lugar en el césped, sonrió.

—A mí me gusta leer cómics y jugar videojuegos. 

Jimin aprovechó para pedirle a su hermano mayor un favor.

—Namjoon, ¿puedes ayudarnos a construir una fortaleza de almohadas para la pijamada esta noche? —preguntó Jimin—. ¡Kookie va a quedarse a dormir! — el rubiecito de por si aseguraba algo que aún no había preguntado

Namjoon asintió con una sonrisa.

—¡Claro! Vamos a hacer la mejor fortaleza de almohadas que haya visto esta casa —dijo Namjoon—. Será genial.

Esa misma noche, las dos familias se reunieron para una cena especial bajo el brillo de la luna. Jimin y Jungkook estaban más interesados en jugar que en sentarse a la mesa, pero sus risas y charlas animadas llenaban el aire.

Las dos madres de Jungkook, tanto la omega como la alfa, observaban a su hijo con cariño mientras jugaba con Jimin. Habían trabajado mucho para llegar a ese momento, y ver la felicidad en los ojos de su pequeño hacía que todo valiera la pena.

—Kookie, ven aquí un momento —llamó su mamá omega con una sonrisa.

Jungkook corrió hacia ella, con la cara roja de tanto correr, y se lanzó a los brazos de su madre.

—¿Qué pasa, mami? —preguntó el pequeño alfa con una expresión curiosa.

—Solo quería decirte que estoy muy orgullosa de ti —dijo su mamá omega, acariciándole el cabello—. Has sido muy valiente, y me alegra verte tan feliz con Jimin .

Jungkook sonrió, un poco avergonzado pero muy contento. Su mamá alfa, que estaba justo al lado, le dio una palmadita en la cabeza.

—Sigue siendo tan buen amigo, Kookie —dijo con una sonrisa—. Eso es lo más importante.

Mientras tanto, Jimin estaba sentado al lado de su papá omega, quien parecía mucho más relajado que antes. El padre omega de Jimin lo observaba jugar, y aunque todavía había algunas cicatrices del pasado, ver a su hijo tan feliz le hacía reconsiderar muchas cosas.

—Papi, ¿Kookie puede quedarse a dormir hoy? —preguntó Jimin, con los ojos grandes y brillantes.

El padre omega de Jimin, que aún tenía ciertos recelos hacia los Jeon, miró a su esposo. El padre alfa sonrió y asintió.

—Creo que podemos hacer una pijamada, ¿qué dices? —dijo el alfa.

Jimin saltó de emoción, corriendo hacia Jungkook para contarle las buenas noticias.

—¡Kookie! ¡Puedes quedarte a dormir esta noche! —gritó Jimin emocionado, agarrando la mano de Jungkook.

—¡En serio! —exclamó Jungkook, igual de emocionado—. ¡Eso suena genial!

Mientras los niños corrían emocionados por la casa, planeando su pijamada, las familias Jeon y Park intercambiaron miradas. Aunque el pasado había sido complicado y doloroso, el futuro de sus hijos parecía prometedor, lleno de amistad, amor y posibilidades.

La luna brillaba sobre ellos, como una suave promesa de que, con el tiempo y el cariño, las heridas podrían sanarse y los corazones podrían unirse en algo mucho más hermoso.

Esa noche, bajo la luz plateada de la luna, Jimin y Jungkook compartieron historias, risas y sueños. El amor inocente y sincero que se tenían los dos fue suficiente para crear una atmósfera de alegría y ternura, una que sus familias no podrían ignorar.


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