Cap 10 "Atlantis"
Narra Sophie:
-¿A dónde Peter?-pregunté.
-Atlantis.
-bueno, ¿Qué esperamos?-mi padre cerró el libro de un golpe.
-no tenemos habichuelas-Peter pasó una mano por su cabello despeinandose con frustración.
-de hecho conozco alguien que cultiva de esas-sonreí.
-¿En la isla?, es imposible yo conozco cada milímetro de este lugar y no hay ninguna plantación de...
-no lo sabes porque esta persona lo hace a escondidas-lo interrumpí.
-¿Quién es?-alzó una ceja interesado.
-¿Me acompañas al campamento?-le tendí mi mano esperando que aceptará, tomó mi mano y se paró.
-¡Vamos!-tiré de él camino al campamento, al llegar Peter frunció el ceño con confusión-¿Qué significa esto?
-prométeme que no destrozarás media isla, cuando te diga quién es el que cultiva las habichuelas.
-Dios mío es Félix ¿Cierto?-negó con la cabeza comenzando a molestarse-¡Lo sabía!
-¿Qué? ¡claro que no, tonto!-estaba al borde de la risa ante su reacción-necesito que llames la atención de...-respiré hondo-Eddy.
-¿Es un chiste?-negué con la cabeza, llevó sus manos a su boca imitando el canto de un ave, varios de los perdidos se voltearon esperando ver a su lider, pero sólo Edward logró vernos quién con disimulo logró acercarse a nosotros.
-¡Sophie!-me abrazó fuerte no pude evitar corresponderle, al separarnos pasé una mano por sus hermosos rizos intentando acomodarlos inútilmente.-Pa-Pan-tartamudeó al percatarse de la intimidante presencia de mi marido al cual no se lo veía precisamente contento.
-¿Desde cuando?-se cruzó de brazos.
-desde cuando ¿Qué?-preguntó temeroso.
-ya sabes de lo que hablo-miró su cuello del cual sobresalía un collar que tenía por dije un frasquito con un brote de habichuela mágica, el rizado giró a verme con reproche.
-¿Le dijiste?-asentí avergonzada.
-es por una buena causa-agregué-Ed por favor-supliqué.
-desde que tengo uso de la razón-contestó a la pregunta de Peter-en realidad no soy un niño común y corriente-pasó una mano por sus rizos, estaba nervioso-soy...un gigante pero el hada azul me concedió un deseo y le pedí ser un niño normal.
-¿Acaso eres la nueva versión de pinoccho?-se burló, golpeé su brazo con molestia-¿Qué?, oh vamos era chiste-rodó los ojos.
-no, eso son celos-opiné.-¿Ed podrías darnos unas habichuelas?
-sólo porque tú me lo pides-sonrió haciendo prominentes unos adorables hoyuelos en sus mejillas.
-¿Te atraves a coquetearle a mi esposa en mis narices?-Peter lo tomó por el cuello de la parte superior de su vestimenta.
-¡Peter basta!-logré separarlo del perdido.
-lo siento-murmuró.
-¿Cuantas quieren?-dijo arreglándose la ropa.
-cuatro-sonreí-¡Gracias Eddy!
-no hay porqué -miró a Peter de reojo-ya regreso.
En cuanto se fue, voltee a ver al rubio.
-¿Por qué?-simplemente pregunté.
-lo siento yo-desvió la mirada-me puse celoso, es raro jamás me había pasado-dijo avergonzado.
-¿Temes perderme Peter, es eso?-me compadecí.
-puede ser-acorté la distancia entre ambos y tomé su rostro con mis manos conectando nuestras miradas, acaricié su mejilla con mi pulgar.
-jamás voy a dejarte Peter Pan ambos compartíamos corazón ¿Sabes por qué?
-porque nos amamos, de otra forma no estaríamos vivos-me perdí en sus ojos verdes, sonrió haciendo presente en sus orbes un hermoso brillo, acortó la distancia entre ambos besandome aproveché para bajar mis manos a su cuello mientras él me abrazaba por la cintura, al separarnos en busca de aire logramos ver que Ed regresaba.
-aquí tienes-dejo las habichuelas en la palma de mi mano.
-¡Gracias!
-Ed, quiero disculparme por lo de hace rato-ambos miramos a Peter sorprendidos, era la primera vez que se disculpaba con alguien que no era yo o sus hijos.
-Sophie ¿Acaso se viene el fin del mundo?-me preguntó un atónito Eddy.
-no lo se-balbuceé atontada.
-espero que lo recuerden porque no volverá a suceder-dijo divertido.
-no hay problema Pan, entiendo que te pusieras de esa forma de todos modos Sophie es como una hermana para mí-aclaró.
-tú igual eres como un hermano para mi-lo di un abrazo corto.
-¿Podrías hacernos un favor?
-el que sea-respondió dejando a relucir la lealtad que aún tenía por Peter.
-¿Podrías cuidar de Alice?, es que debemos hacer un viaje corto y no quiero que nada le pase-el rizado asintió-y otra cosa, no dejes que Robbie la convenza de que nos olvidamos de ella, Alice no puede ser una perdida.
-lo haré, ella está en buenas manos si no te molesta se lo comunicaré a los gemelos y a Félix son los que más tiempo pasan con Al.
Luego de despedirnos de Ed nos regresamos a nuestro campamento, guardamos todo y nos fuimos al barco de mi padre. Navegamos un poco hasta alejarnos de las costas y Peter procedió a lanzar la habichuela
-¡Rápido todos a pensar en Atlantis!-gritó mi marido antes de que el torbellino nos alcanzara. Todo pasó muy rápido nos sujetamos de alguna parte del barco, salimos en un especie de océano realmente tranquilo el agua era de un hermoso color turquesa en las costas que se veian a lo lejos no parecía haber nadie.
-bueno Atlantis está debajo de nosotros debemos nadar para llegar.
-¿Cómo haremos eso?, ninguno tiene aletas Pan-dijo mi padre cruzado de brazos a la vez que se encontraba recargado a un costado del timón.
-¿Papá?-Andy trató de llamar su atención al parecer estaba pensando.
-Sophie amor, tu podrás-sujetó mi mano-y Andy igual.
-no entiendo-negué con la cabeza un tanto frustrada.
-mira para entrar al reino de Tritón hay que tener alma pura, cosa que ni yo ni ninguno de los aquí presentes-señaló a mi familia-tenemos, pero ustedes si, en tanto a como llegar-movió su mano haciendo aparecer dos pulseras, una perteneciente a Ariel, podía recordarla de haberla visto en la tienda del señor Gold mientras que la otra se parecía a una de las que Peter solía usar de cuero marrón.
-usenlas cuando esten en el mar, les saldran colas.-explicó una vez que las tuvimos.-deben buscar este collar-nos enseñó una página del libro que mi padre anteriormente había leído, consistía de un cordón negro con un cristal turquesa.
-Peter ¿Crees que podremos?-pregunté un poco preocupada, El rubio conectó nuestras miradas.
-confío en ustedes-sonrió logrando que me sintiera mas aliviada.-¿Están listos?
-respiré hondo-sí.
-papá tengo miedo-admitió Andy-¿Y si nos pasa algo?
-no tienes por que temer no vas a estar sólo, ¿Sí?-el pequeño asintió-y si pasa algo mamá me lo hará saber-me guiñó un ojo.
-es tiempo-dijo mi padre, subí a mi hijo al filo del barco, luego fui yo ambos nos habiamos sentado nos pusimos las pulseras y tomé su pequeña mano para luego lanzarnos. Cuando el agua nos tocó de inmediato nuestras piernas se juntaron hasta hacerse una cola de pez, Andy conservaba la remera azul que traía puesta y yo en cambió lo único que me cubría la parte superior era un sostén hecho con conchas de mar, sacamos la cabeza para observar a nuestra familia una última vez.
-te vez muy hermosa de sirena-Peter no dejaba de verme, mi padre fue por detrás y le dio un zape en la nuca.
-no es tiempo de coquetear Pan-gruñó.
-¿Desde cuando te das el lujo de golpearme Garfio?-preguntó molesto.
-desde que la baba se te cae por mi hija-dijo de igual forma.
-¡Tengan cuidado!-gritó mi madre.
-lo tendremos-aseguré sin soltar a Andy.-ya nos iremos, por favor eviten que Peter y papá se maten.
Nadamos hasta la profundidades del mar donde vimos a la mismisima Atlantis era hermosa, muchas sirenas iban de acá para allá al igual que los tritones, las ruinas de la antigua ciudad eran espectaculares el agua a su alrededor adquiría un bonito color verde aqua.
-¡Wow!-oí a Andy.
-este lugar es hermoso ¿No lo crees?
-es genial-dijo mirando hacia todas partes.
Narra Alice:
Pan al fin me dejó salir de la jaula, estaba un poco triste pues Andy no regresó por mi como lo prometió, aún así tengo fe en que vendrá.
-Al ¿Quieres?-levanté la vista encontrandome con Cody, quién me tendía un cuenco con lo que parecía carne de algún animal, la acepté gustosa pues moría de hambre.
-tenías hambre ¿Eh?-Zack se sentó a mi lado con su comida.
-si, Pan no me daba más que manzanas-expliqué.
-¡Lo siento!
-no fue tu culpa-dije viendo sus bonitos ojos azules-creo que en parte me lo merecía-me puse un poco triste.
-no, claro que no-murmuró para que sólo yo lo escuchará.
Los chicos comenzaron a levantarse y a moverse al son de la música que no lograba escuchar, hasta que casi como un murmullo me pareció escuchar el sonido de una bonita melodía salida de una flauta o zampoña, moví mi cabeza creyendo que eran alucinaciones mías y decidí ir a mi cabaña a descansar.
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