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Capítulo V. ¿Feliz Día?

°-Lovino

Me estiré con ganas y escuché el sonido de algo contundente de buen tamaño caer al suelo, miré a mi lado y en el suelo estaba Feliciano envuelto en sábanas, moviéndose intentando -supongo- salirse de entre ellas. No pude evitar reír, era divertido ver género y partes humanas moviéndose con desesperación.

Debería ayudarlo.

Mejor no.

La puerta se abrió con fuerza, y Romeo entró lanzándose sobre mi.

- ¡Feliz Día fratello! -me gritó, ahora era Feliciano el que reía.

- ¡Feliz día! -gritó mi gemelo lanzándose también.

¿Feliz día de qué? No tengo ni idea pero si se celebra algo significa que será un buen día y habrá pastel y comida deliciosa, lo que basta para un buen día.

- ¿Feliz día de qué? -preguntó el abuelo desde la puerta de la habitación.

- De nada... Cosas de hermanos -respondió Feliciano sonriendo, vale ya comprendí, no habrá pastel. Maldición.

Pero habrá pizza eso seguro.

(...)

Odio. Este. Día.

Hace más de media hora estoy sentado en el parque esperando a mis hermanos que según ellos fueron por gelato, pero estoy seguro que se quedaron coqueteando con alguna chica linda que se toparon por allí.

Traidores.

Malditos traidores.

Entonces sentí la presencia de alguien a mi lado, demasiado cerca, miré de reojo a la persona y juro que casi me desmayo de la impresión al ver quién era la que estaba pegada a mi.

- ¿Natalia?

- Callate, y no preguntes -dijo acomodándose unas gafas oscuras- Un tipo me está persiguiendo desde la tienda...

Me quedé en silencio, o es cierto que alguien la persigue o parece que la locura viene de familia. No sé porqué pero me inclino más por la segunda opción.

- ... Además perdí a Ivan de vista.

Vale, eso lo explica todo.

- Pero ¿que tan difícil es encontrar un ruso de dos metros?

- Cuando se oculta de mi es capaz de hacer que la tierra lo trague.

O contratarme para alejarte de él. Ese tipo es capaz de todo.

- He... Nat.

- Arlovskaya para ti.

- Me estas triturando la muñeca -dije intentando reprimir un grito por el dolor.

Me soltó la muñeca de inmediato, ahora entiendo a Felk cada vez que insistía en que Toris corría peligro si seguía intentando salir con Natalia.

Dio, mi muñeca.

Ese... ¿Es Ivan? Efectivamente el ruso pasaba caminando por el lado contrario a donde miraba su hermana, en ese momento hicimos contacto visual e hizo señales -bastantes graciosas- para que no le digiera nada a Natalia.

- Ese es... -susurró la bielorrusa. Rayos se dio cuenta.

Se levantó de inmediato con intensiones de ir detrás de su hermano. Maldita avaricia que me hace hacer estas cosas. Yo también me levanté obstruyendo el paso, me miró con odio, odio profundo.

- Dejame pasar Vargas -dijo entre dientes, obviamente no le hice caso- Muevete idiota.

- Te invito a un helado -dije apresuradamente.

- No.

- No era una pregunta.

Le tomé del brazo y la conduje por el camino contrario, espero que el idiota se haya escondido, esto le saldrá caro, sobretodo porque la muñeca me duele un montón y no creo salir con solo ese dolor después de esto.

- Ya que... -susurró apartando su brazo bruscamente- Pero que sea de los caros o te dejo infértil.

Trague en seco, solo espero que me alcance el dinero.

Quiero dejar herencia.

(...)

Nos sentamos en una mesa fuera de la heladería, por suerte el dinero me alcanzó para comprerle el helado más caro de la tienda y uno decente para mí... Solo que quedé pobre.

Mi mesada... Mi adorada mesada.

Mientras comía el helado lamentando mi dinero, miraba a Natalia que a pesar de tener el seño fruncido parecía disfrutar del helado.

- Sabes la cantidad de calorías que tiene eso -dije.

- Silencio Vargas, nadie pidió un análisis alimenticio -sentenció- Maldición... Ese tipo de allá es que me está siguiendo.

Giré la vista y... Había mucha gente caminando, pero destacaba entre todos uno que parecía estar buscando a alguien.

- ¿Toris? -le pregunté.

- Sí... Pero es solo un tipo para mí.

- Derrochas amor por él, es impresionante.

Me ignoró. Y me pisó el pie.

Dolió, dolió mucho.

- Sabes...

- No, no sé y no me interesa saber -me interrumpió.

- ¿Por qué no me dejas terminar?

- Porque sé que dirás algo tan idiota como un piropo. Ya te he dicho no caeré a tus pies tan fácilmente.

- Oh~ pero no niegas que no vas a caer -comenté acomodándome en la silla- eres difícil... Me gusta.

Otra vez me pisó el pie, o mejor dicho me enterró el taco en el pie. Ivan, te juro que esto te saldrá demasiado caro, porque de seguro terminaré en el hospital.

(...)

Luego de que se acabó su helado insistí en acompañarla a su hogar, y a pesar de que se negó demasiadas veces terminó cediendo a mi insistencia -y terminé con otro golpe ahora en el brazo.

Todo el camino fue silencioso, pero no fue incómodo de hecho era bastante agradable, debe ser porqué estoy acostumbrado a estar rodeado de habladores, partiendo por mi familia y siguiendo por mis amistades.

- Me gusta el silencio -dijo Natalia mirando el cielo- Me tranquiliza -no dije nada y me quedé mirándola- No suelo hablar mucho con alguien que no sea mi hermana o mis amigas. Y suelo tratar mal a todo el resto pero... ¿Sabes? -se detuvo frente un edificio y me miró a los ojos- incluso yo tengo sentimientos puros e inocentes.

Se acercó un poco a mi y me besó la mejilla.

- Gracias y perdón por golpearte, Nos vemos Vargas

Dicho eso entró corriendo y yo me quedé allí sin saber que hacer, sentía mis mejillas arder y el corazón me latía fuerte.

No me debo enamorar.

(...)

Entré a la casa aun en una especie en estado de shock por el beso de Natalia, escuché la voz, de mis hermanos y abuelo en la cocina, me acerqué lentamente para escucharlos sin que notaran mi presencia.

- Me están diciendo que celebran el día en que Lovi terminó con la bruja de Anna -dijo mi abuelo.

- Sì -contestaron ambos.

- No era tan bruja -comenté entrando- Solo que ustedes no la conocieron cuando era una buena niña.

- Igual me trataba mal -se quejó Romeo.

- ¿Tú dónde andabas? Cuando volvimos con Romeo a donde te dejamos ya no estabas y tampoco contestaste el celular, nos preocupamos -cambio el tema Feliciano.

- Ustedes me abandonaron por media hora y me fui por allí.

- Me tuve que comer tu gelato. ¿Sabes lo mal que sentí?

- Me lo imagino... -disfruntando el helado.

Después de un pequeño sermón de Feliciano, ya que él se preocupa por mi más que el abuelo comimos pizza, sabía lo feliz que fueron ellos cuando termine con Anna pero aun me pregunto si era necesario seguir celebrando siendo que eso paso hace tres años.

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