No me quiere

No comprendía del todo esas últimas líneas. ¿Por qué debía olvidarte para no sufrir por ti? Sabía que lo pasaría mal por no tenerte a mi lado pero comprendía tus motivos para querer alejarte de todo. Lo que no entendía era tu deseo de que me olvidara de ti, algo que sabía que no sucedería nunca.

Leí las últimas líneas de tu carta y, te aseguro que al hacerlo, mi corazón dejó de latir por unos instantes que me parecieron interminables.

PD: Sé que me mentiste aquel día en el prado de margaritas, sé que el último pétalo de la margarita que te di era un «no me quiere».

Hice aquello para que comprendieras que yo nunca podría corresponderte. No podría quererte del mismo modo que tú me querías a mí porque sencillamente mi corazón no es capaz de sentir amor; ha sufrido demasiado como para intentarlo siquiera.

Pero tú mentiste y yo no tuve el valor necesario para confesarte que eso era mentira. Lo siento. Siento que vayas a sufrir por mi causa.

Te pido un último favor: coge la margarita que he dejado junto a esta carta y deshójala para que comprendas que no te quise como tú me quisiste a mí.

Esta vez no puedes mentirme a mí, pero tampoco debes mentirte a ti.

Incapaz de contener las lágrimas, que descendían incansablemente por mis mejillas, agarré la flor con dedos temblorosos.

Arranqué el primer pétalo.

Un sollozo se escapó de entre mis labios y una lágrima cayó sobre tu carta, haciendo que la tinta se corriera.

Esta vez no hubo sonrisas ni besos por cada pétalo que arrancaba, sino lágrimas y sollozos.

Y con el último pétalo comprendí aquello que nunca quise aceptar: que aquella margarita no había mentido cuando dijo que no me querías.

Ni esa tampoco...