18 PÉTALOS
Me quiere
Pasaron los días e incluso las semanas y yo continuaba sin saber nada de ti, preocupándome cómo nunca lo había hecho y extrañándote cómo jamás imaginé que fuera posible.
Lo peor de todo no era desconocer tu paradero, sino no saber por qué te habías ido de tu casa. Porque eso era lo que había pasado, aunque tu padre no me lo dijera cuando intentaba visitarte cada tarde. Se había convertido casi en un ritual: cada día, tras volver del instituto, pasaba por tu casa, llamaba a la puerta, tu padre abría y gruñía "No está" sin que yo pronunciara ni una palabra.
Y así cada día, pues no sabía qué otra cosa hacer.
***
Una tarde de principios de junio, mi teléfono sonó por la llegada de un mensaje. Era de un número oculto, pero yo supe que era tuyo sin necesidad de leerlo.
¿Cómo habrías conseguido mi número?, me pregunté, pues a pesar de ir a la misma clase, vivir tan cerca y compartir todo lo que habíamos compartido tú y yo, nunca habíamos intercambiado nuestros números de teléfono.
Abrí el mensaje y por su contenido confirmé que era tuyo, ¿quien más me mandaría algo así?:
Estoy bien, no te preocupes por mí. Muy pronto comprenderás por qué hice lo que hice. Gracias por todo lo que has hecho por mí, no te haces una idea de cuán importante eres para mí.
Según tu mensaje, pronto comprendería el motivo por el cual te fuiste de casa, pero en ese momento no entendía nada, absolutamente nada. Pero ya me había acostumbrado a eso: nunca entendía nada que tuviera que ver contigo.
Al menos tenía noticias tuyas y me decías que estabas bien, además de todas esas cosas bonitas que me hicieron sentir unas cosquillas en el corazón que casi había olvidado durante los meses en los que estuviste ausente.
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