único.
El movimiento de su látigo resonando con cada golpe, una advertencia para los que se acercaban donde uno a uno sus enemigos caigan al suelo, no sabía si decir que muertos u otra cosa debido a su conocimiento del enemigo: Dríades.
Girando sobre sus tacones, extendió su látigo, enriéndalo en el cuello de uno de esos monstruos, lanzándolo a sus pies al tenerlo sujeto. A comparación de Shun, ella era débil, siempre lo supo, si bien su maestro le entreno para siempre creer y pelear base de solo su voluntad para levantarse en son de hacer lo correcto, ella a comparación de Shun nunca logro nada más resaltable, eran pocas las técnicas que tenia para defenderse. Y que en este momento estaba usando a todo lo que tenia para ayudar a su viejo amigo inconsciente.
No obstante, desde que paro allí sabia que aunque no era capaz de tener la fuerza para enfrentar a un plata, dorado o enemigo similar, ella misma usuaria todo su cosmos frente a cuarto donde ellos descansaban, y siguiendo la voluntad de su maestro, usaría su voluntad para defender los cuerpos inconscientes de sus compañeros.
Cuando de un momento a otro se le informo que la diosa de la discordia estaba despierta en busca de proteger la tierra, lo primero que hizo June fue buscar a Marin, de todas lo iba a hacer ya que deseada cerciorarse de la salud de su compañero. Ya estaba enterada de todo, los chicos estaban inconscientes, heridos tras superar todo límite que uno esperaría de los santos de bronce al derrotar a cada Santo de oro frente de ellos, June, como Santo de bronce que era, también pelearía, no se sentiría en paz sabiendo que una persona a la que tanto estima le tenía como Shun se sacrifico, que termino ignorando sus peticiones de que no se pusiera en ninguna situación mortal como esta, salió juntos a sus compañeros como una muy posible leyenda entre los Santos de bronce, los chicos que en poco tiempo le plantaron cara a los santos de oro.
Tenía mucho que hablar con Shun una vez despierte. Cuando se dio cuenta, sus enemigos dejaron de llegar. Si bien respiro tranquila sabiendo que logro su objetivo, no solo ella si no que lo más seguro es que Eris ya había sido derrotada luego de una larga noche, sintió un deje de remordimiento al pensar que tuvo dificultades. No eran enemigos sumamente difíciles, pero si eran una plaga. Aflojando su mano en su látigo suspiro ya con más tranquilidad.
Como última acción, entro al cuarto donde los chicos estaban en cama. Detallando a cada uno a la distancia. Verlos así les provocada más de un sentimiento, lastima, admiración, respeto, estaba segura que cualquiera estaría igual. Estando complacida de que logro protegerlos de las manos de la diosa de la discordia no pudo hacer más que retirarse, a descansar sus propias heridas.
A la mañana siguiente, dejo una pequeña carta que pidió se le entregue a Shun una vez este logre sonar los 5 sentidos para verla.
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"Shun. Lamento que nuestro último encuentro no haya sido en la mejor oportunidad y mucho menos con las mejores palabras, desde que partiste me sentí de diferentes formas las cuales creo que es mejor expresártelas de frente. Apenas puedas ponerte de pie, quiero verte bien de salud para conversar tranquilamente, te espero donde nos conocimos, la irla Andrómeda.
Atentamente_June de Camaleón."
Vaya que tardo más de lo esperado. Apenas Shun empezó a despertar, fue la propia Marin quien le entrego esa nota. Los ojos de Shun se abrieron bastante pronunciados a leer cada palabra. Eran cortas, pero le trasmitían muchas emociones sabiendo quien era el remitente y como estaba escrito.
- ¿Ella cuanto tiempo estuvo aquí? - Fue lo que pregunto. Marin no tardo en decirle la verdad. Se le olvidada, Eris, las Saintias. Se sorprendió al escuchar que mientras ellos estaban inconscientes la pelea con ella dio su evento final. Es que, Saori no tenía descanso como diosa 2 batallas fuertes en un día. Respetada a Saori pero no se podía negar lo imprudente que era por momentos, así ni quería imaginar todo lo ocurrido.
Claramente también le pregunto a Marin por ellas. Bando un pésame al escuchar que estaban desaparecidas, pero que Saori había dicho que prometió que se volverían a ver. Eso era lo más seguro.
Apenas pudo pararse busco alistar sus pertenencias para unos días devuelta en la isla, donde de paso llevo algo de comida extra.
Shun soltó una fuerte queja cuando la lluvia parecía querer interponerse en su objetivo. Fue de un momento a otro, que sin nube o clima que ven un previo aviso el agua empezó a caer de forma descomunal.
Para su desgracia, nuevamente la lluvia no era simple lluvia, el dios Poseidón estaba en busca de Athena. Lo que arruino sus planes, pero no dejaría a Saori sola. Tomando su armadura fue a la batalla, tomando de motivación extra ser un hombre y cumplir su promesa. La volvería a ver una vez terminara esto, de eso estaba seguro.
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Nuevamente, las heridas de la batalla dejaron al joven Santo de Andrómeda unos largos días en cama. Los suficientes para que no se despegara de la cama en por lo menos 3 semanas. Bueno, mejor eso que quedarse en coma por lo menos un mes. En ese tiempo aprovecho y le informo a June a través de cartas lo que paso y que tardaría, pero que sola no la dejaría. Aunque tardara, cumpliría su promesa.
En cada respuesta, ella siempre contestada que no se pusieron presión encima. Tenía paciencia para esperar a que su salud mejórala de sus difíciles encuentros. Así hizo. El santo de Andrómeda sonreía alegre al ver la embarcación acercarse a la isla nuevamente.
- Vendré nuevamente a buscarte en 3 días. Aprovecha el tiempo. - Al conductor le aviso, cumpliendo las ordenes de Saori para escoltar a Shun, dedicándole una última mirada antes de irse.
El futuro santo de virgo solo suspiro, empezando el paso para encontrarse con June, la sorpresa fue notar ligeros cambios en cuento a la cantidad de vegetación. No era un gran cambio, pero tomando en cuenta que el lugar en el que por años entreno era en todo el sentido de la palabra un desierto peligroso le sorprendió notar un crecimiento en cuanto a plantas y vegetación.
- June. Qué bueno verte. - Apretando el paso cuando logreo ver a la deriva su silueta ninguno de los 2 oculto su felicidad. Al estar uno frente al otro, Shun notada mejor la vestimenta de June, recordada pocas veces donde no usada la armadura o un traje de entrenamiento, la rubia estada usada unas botas, unos pantalones cortes que cubrían un poco menos de la altura del muslo, y camisa simple.
- Lo mismo digo, aunque fue una desgracia que el destino se pusiera en medio en más de una ocasión, el tiempo valió la pena. - Haciéndole una seña con su mano Shun entendió, June le llevo a la cabaña donde ambos dormían en sus entrenamientos.
En la mesa, June le ofreció té a la par que de entre sus cosas Shun saco unos bocadillos, dulces más bien. Sabiendo que su compañera nunca los había probado, apenas tuvo la suerte de volverlos a comer Shun dijo que si o si se llevaría a su amiga.
- Considero que es correcto empezar disculpándome por atacarte por la espalda. - No podía decir que estaba arrepentida por su actuar, ya que fue cuestión del momento y lugar. Pero si se avergonzada. - Debo decir que tenía miedo. La verdad siempre te admire, demostradas mucha voluntad en las peores situaciones, más eras gentil y dulce. Verte morir de la forma más atroz, por más que desde que nos disponemos a obtener una armadura es lo normal de suponer, me aterre.
- No te culpo por eso. Si fue, muy difícil para mí en algunas situaciones, pero logre sobreponerme. - Suspiro. Sonreía de forma torcida de recordar cómo cambio tan rápido los sucesos frente a sus ojos pasaban y cambiaban tan rápido. - Si te sirve de consuelo, aunque ya soy bastante fuerte Saori quiere que me aleje de las batallas, aunque me dejo la armadura, la verdad no se qué hacer ahora.
- Tú te la ganaste. No es para menos. Por cierto, antes de que se me olvide, sobre la ley de las mascaras y que me viste el rostro.
- También te quería preguntar de eso. Lamento el incidente, ya que se que para las Saint no usarlas es la mayor vergüenza, por eso también me sorprende no verte usándola. Pero asumí que era porque solo estamos aquí nosotros 2.
- Somos niños, no pienso matarte, tampoco te puedo negar que me importas, más que un amigo. Si quieres que en unos años tratemos de tener una relación, no me molestia.
- Prometo pensarlo. Porque también me importas más que una amiga, eras mi compañera, también quien más me escuchada, solo que no sé si lo que siento es amor. Digamos que nunca me vi la tarea de pensar en eso. - Ambos sonrieron mutuamente, tomando una tasa del té junto a los dulces que trajo Shun. Teniendo un cómodo silencio antes de seguir. - ¿Dime, que has hecho tanto tú, que harás ahora?
- Bueno, no sé cómo te lo vayas a tomar pero renuncie a la armadura. - Se encogió de hombros demostrando lo poco le importada el hecho. No estaba apegada al cargo.
- ¿Qué? Ósea, creo que entiendo el porqué de la decisión, pero me sorprende escuchar algo como eso.
- Sé lo que dices, pero honestamente, el maestro Daibalos fue casi mi padre, el me entreno y adopto cuando fui abandonada a corta edad, por eso quise ser santo, no pensada que tenía más opciones. Pero lo pasado, me hizo pensar que la verdad no tengo lo necesario para ser una Saint de Athena, no soy tan fuerte, no tengo tantas técnicas, tengo voluntad pero no la suficiente para aceptar que alguien que aprecio está corriendo peligro.
- Ya veo... No puedo culparte en nada por tomar esa decisión. Prometo escribirte y nunca olvidarte, sigamos siendo compañeros. Por cierto, me llama la atención que hay más vegetación de lo que recuerdo.
- Eso es cosa mía. Hace siglos, la isla Andrómeda fue un paraíso hermoso, quiero saber si puedo devolverle algo de esa antigua belleza. Toda la lluvia que trajo Poseidón me ayudo bastante. - Guiñándole el ojo dejo saber, Shun no cabía en la sorpresa, y por sobre todo, la admiración por tan gran hecho.
- Me sorprende que eso lo estas logrando sola.
- No es la gran cosa.
- Déjame ayudarte en mi estancia aquí. Podemos hacer mucho más los 2 juntos. - Con una sonrisa en labios ella acepto. Solo que, con la condición que no se preocupara por eso en ese momento. Ambos se quedaron conversando una largo rato más donde se podría decir, que tras todo lo pasado ese ambiente ameno donde nada malo pasaría, no tenían que saber que irían a pelear contra algún peligro. Lo que por lo menos Shun necesitaba tras todo lo vivido.
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La Isla Andrómeda había cambiado mucho, como June dijo, no era posible recobrar la belleza que alguna vez fue, pero actualmente estaba lejos de ser un desierto peligroso. Como habían prometido, June se quedo en la isla un largo tiempo más. Luego de sobrevivir a la guerra contra Hades sin contar los peligros que esta acción trajo al ser el primer en siglos que Athena matada, ya para los 5 Santos de bronce no tenían muchas cosas en que preocuparse.
Por un camino lento para los 5, Seiya se quedo en el Santuario para estar cerca de su hermana, Shiryu volvió a china, Ikki desapareció, Hyoga iba de un lugar a otro, mientras Shun, Shun retomo sus estudios queriendo ser un medico. Y lo consiguió, se podría decir que sentía que sentía que era su lugar correcto, porque en la guerra también se necesita de alguien que cuide de los heridos para acertar una victoria. Era un trabajo estresante por momentos pero que le llenada de orgullo lograr cumplirlo.
Como dijo, siempre le escribió a June para ponerse al tanto de cómo iban sus vidas. Y actualmente vivían juntos como una pareja, como pidió June fueron de manera lenta hasta hace 2 años cuando formalizaron una relación seria.
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