Jihoon lo rechazaba por completo, Seungcheol sabía que le desagradaba y por eso intentó dejar de tocarlo, porque si su toque comenzaba a ser desagradable entonces no había marcha atrás. Dejó de invadir su espacio y de tocarlo, dejó de mirarlo con insistencia porque Jeonghan había jodido parte de sus planes, tuvo que guardar silencio por un momento, solo el necesario.

Y sin poder invadir ni tocar a Jihoon tenía que buscar otra manera de acercarse. Jeonghan no era una opción. Mientras tocaba el violín no podía dejar de pensarlo, pronto la madre de Jeonghan comenzaría los interminables recitales y conciertos, y no tendría tiempo para acercarse a Jihoon, así que tenía que ser rápido, rápido y efectivo en lo que sea que iba a hacer. Si se llegaba a descuidar Jihoon terminaría huyendo y no lo vería más.

Desafinó.

Miró el arco por mucho tiempo. La última vez que desafinó fue hace años, y no había vuelto a pasar, no de esa forma, aun si practicaba o jugaba con el violín, nunca desafinaba.

—Eso se escuchó bastante mal.— La voz de Jihoon lo hizo mirar a la entrada.

Exhaló una risa sin ánimos y quitó el violín de su lugar. Desafinar era lo peor que podía pasarle, y le pasaba frente al perfecto Jihoon, claro, siempre tenía que ser así, de alguna u otra forma desafinaba ante la persona menos indicada. Odiaba equivocarse.

—Hace mucho que no me pasaba.— Confesó. —No sé qué pasó,

Jihoon se encogió en hombros, sus brazos estaban cruzados sobre su pecho mientras se recargaba en el marco de la puerta, mirando con desinterés.

—Solo desafinaste. A veces pasa.

—¿te pasa a ti?

—No.

Claro que no. Dio un largo suspiro volviendo a poner el violín en su lugar, tomando el arco de la forma correcta y suspirando. ¿Qué es lo que había hecho mal? Aun si se hubiera distraído su mente y su cuerpo recordaban de forma automática lo que tenían que hacer, por lo que no había sido solo eso.

—¿Qué clase de persona eres? ¿la que vuelve a empezar o la que lo hace desde donde se quedó?

—Te dije que no desafino.

Seungcheol sonrió asintiendo.

—¿y si lo hicieras?

Hubo silencio.

—No lo sé. Lo correcto sería empezar de nuevo, pero hacer eso es humillarte más, es peor que admitir tu error. No puedes simplemente borrarlo y fingir que nunca pasó. Pero empezar desde el error es...

—Es cortarlo. Separarlo solo porque te equivocaste. No borras el error pero eso solo lo hace más evidente, y se siente incompleto.

—Pero empezar de nuevo es un falso inicio.

—Tienes razón. Pero un falso inicio es mejor que algo incompleto.

¿Entonces qué hacer?

Volvió a empezar.