Capítulo 5 Mascotas recién llegadas... te amare para toda la vida/ Parte 1
+ Historia con contenido violento y temas poco convencionales
+ Los personajes son propiedad de Kisimoto, solo los uso para crear historias locas e intensas.
+ Si no te gusta el contenido de este fic, solo ciérralo, respeta el trabajo de los demás.
+ Si, por el contrario, eres fan de estas parejas, eres bienvenido a quedarte.
+ Arte pertenece a sus respectivos dueños, solo es usado para apoyo visual.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo 5
Mascotas recién llegadas... te amare para toda la vida/ Parte 1
La oscuridad nace de las raíces de la luz, la verdad es dañada por las mentiras, pero yo en el sufrimiento de tu soledad y de tus pecados, siempre creeré.
[.]
El cabello del mayor aún estaba mojado, de las puntas caían gotas de agua que se disolvían en las sabanas. Sus ojos afilados estaban fijos en aquellas raspaduras y cortadas que el rubio tenía en las rodillas y parte de los muslos.
Deidara por su parte se mantenía envuelto en una toalla, apretando la boca, cada vez que el alcohol tocaba sus heridas, quería gritar, pero no podía hacerlo, menos con la presencia de su Amo. Los ojos azules se desviaron solo un poco, percatándose de la mano que usaba el contrario, era la misma que se había herido y con la cual hacia la curación. ¿Qué acaso aquello no le dolía?, paso saliva pesadamente, dejando salir suspiros de vez en cuando, quería que aquello terminara cuanto antes.
— Si te duele, puedes gritar.
— ¡he!... no, estoy bien — menciono con calma.
— ¿seguro? — apretó solo un poco en la zona.
— ¡ahu! — un repentino estremecimiento cargado de dolor provoco en el joven una queja — ¿Por qué hizo eso?
— Te lo dije ¿no?, si quieres quejarte puedes hacerlo.
— El dolor es tolerable, es solo que... me di cuenta que tu herida toca el algodón mojado y me... pregunté si no te dolía.
— ¡oh! — se miró la palma, la herida un poco abierta y apenas cicatrizando — no es nada especial.
— Pero... se ve profunda Itachi.
— Levanto la mirada — así que ahora me hablas de tu.
— Un semblante de preocupación apareció en aquel rostro — me dijiste que podía hacerlo mientras estuviéramos solos.
— Sonrió — hazlo cuando quieras. Con respecto a la herida, ya la habías atendiendo antes ¿no es así?
— Si — hacia un puchero. — soy bueno en eso ¿verdad?
— Bastante — se acercó, deslizando su mano sobre aquel cabello. — sabes lo que quiero hacer ahora.
— Yo — entrecerró los ojos, sintiendo las mejillas arder — aquí... en tu habitación.
— ¿Por qué no?
Solo un poco de tensión, ocasionaba en ambos una reacción involuntaria de sus cuerpos, Itachi mordía ligeramente el labio inferior, subiéndose encima del joven, entre besos y caricias.
Deidara dejaba escapar suspiros llenos de vergüenza. Estaba embelesado por las formas y las acciones que el activo le proporcionaba, era tan diferente, y en cierto modo causaban en él, una necesidad, ¿acaso nuevamente todo aquello era una simple trampa?
Giro un poco el rostro, dejando expuesto su cuello, la piel aterciopelada resaltaba con la luz tenue de la habitación, los ojos oscuros del mayor se fijaron en aquello, era claro la invitación que su dulce pet le hacía, lo incitaba a tomarlo nuevamente.
Acercando la punta de su nariz, paso esta de manera ascendente, sacando su lengua, esta vez, la humedad se dispersó en aquel cuello.
— Itachi...
— Es tu culpa.
Aquellos ojos brillaron con intensidad, el sentimiento de posesividad nuevamente estaba surgiendo, y ahora no era solo el deseo caprichoso de hacer su voluntad, era poder disfrutar con el rubio aquella dulce pasión.
Una vez que le retiro aquella toalla, y dejo expuesto su cuerpo, llevo su mano hasta colocarla en el bajo vientre, apoyándose un poco mejor, tenía la intención de hacer gemir una vez más al joven, hasta que pidiera piedad o se desmayara en sus brazos.
Una vez que sus labios hacían contacto con la piel de abdomen, la puerta se escuchó, quiso ignorarlo, pero nuevamente el toque lo hizo perder un poco la concentración.
— ¿Qué quieren? — se levantó repentinamente, haciendo su cabello hacia atrás.
— Señor Itachi, es su padre.
— Aquel brillo que hace unos segundos poseía, se desvaneció — dile que más tarde le llamo, estoy ocupado.
— Eso fue lo que le dije, pero... me dijo que no quería esas escusas, también le dije que le devolvería la llamada después, pero me dijo lo mismo.
— ¡maldición! — dejo salir un suspiro, volteando solo un poco, coloco sobre el cuerpo del joven la sabana. — tengo que atender, tu puedes descansar.
— Si — se cubrió con la manta, solo para ver el semblante serio del mayor. ¿acaso lo ponía así de mal hablar con su familia?
— Se acercó a la puerta, deteniéndose antes de salir — ¿quieres salir mañana?
— ¿Qué?... ¿enserio? — los ojos de aquel color lapislázuli brillaron.
— Si, solo si prometes no escaparte.
— ¿tanto miedo tienes de que me escape?
— ¿me estas provocando?
— No, solo pregunto — sonrió de medio lado.
— No querrás atreverte a ello, pero bueno, es solo la única advertencia.
— Bien... no iremos a ver a tu familia ¿verdad?
— No... la familia y esas cosas no son importantes.
Nuevamente esa expresión de frialdad en el rostro del Uchiha mayor, desvió la mirad a la puerta solo para salir, Tenten se había retirado minutos antes, el lugar estaba vacío y silencioso, así como su alma.
Al ver como su amo salía, cerró los ojos solo un momento, sintiendo como unos ojos iguales a los suyos lo miraban, abriéndolos repentinamente, parpadeo ¿familia?, se llevó la mano a la boca sabía que nunca se había percatado de aquella posibilidad, de su origen o de quien era.
Hasta ahora.
Itachi se encamino por el pasillo, arremangándose la camisa de manga larga, entro al despacho solo para ver el teléfono descolgado, no quería tratar con su familia, menos con su padre, aunque estuviera en el extranjero, no dejaba de molestarlo, quería saber qué es lo que hacía, cada paso que daba.
Tomo el teléfono, llevándoselo a la oreja, lentamente tomo aire, quería sentirse calmado, ante todo no podía demostrarle a Fugaku que odiaba que le hablase, que le dijera las cosas que ya sabía, y sobre todo que lo tuviera vigilado como si fuera un niño pequeño.
— Si
— Por fin contestas.
— Estaba ocupado arreglando unos asuntos importantes, ¿Qué es lo que necesitas?
— Es extraño que estés tan ocupado, cuando la mayoría del tiempo estas alrededor de esas criaturas.
— Se llevó la mano a la cara — no voy a comenzar con estos temas de nuevo padre, lo sabes bien, si quieres llamarme por estas cosas, mejor no lo hagas.
— No es eso para lo que llamo, haz hablado con tu hermano Sasuke.
— ¿Por qué tendría que hablar con ese mocoso?, él hace su vida, yo la mía, ¿Qué tengo que vigilarle?
— Sabes que ahora tiene una relación bastante interesante con Gaara, así que, solo quiero que me digas si Paint te ha dicho algo, eres muy amigo suyo.
— No sabía que mi hermano tuviera una relación, y mucho menos que tendría que preguntar por ella. — se dejó caer en el respaldo de la silla.
— Bueno, solo te comento para que investigues un poco, sabes que los Sabaku No, son una familia muy importante en el comercio, tenerlos de nuestro lado tendría una gran influencia en nuestra compañía, y tú, deberías de por lo menos salir con Temari.
— Cerro los ojos, tratando de controlarse — padre, cuando tenga el tiempo, preguntare sobre Sasuke, de Temari no podré hacer nada porque ella está comprometida desde hace dos años.
— ¿no fue ese el mismo tiempo que rompiste tu matrimonio con la hija de los Yamanaka?
— Si ¿a qué viene eso?
— Fugaku dejo salir un suspiro — sabes muy bien que tienes un papel importante en esta familia y lo desperdicias con tus estúpidas colecciones de mascotas.
— Apretó el auricular — ese es problema mío, no tuyo, además... el que tenga esta estúpida obsesión, es solo culpa tuya.
— ¿mía?
— Tú, cambiaste la vida de ... — apretó la boca — no importa, ya no importa, solo déjame en paz, investigare lo que me pediste.
— Itachi.
— No..., necesito colgar.
Antes que el hombre mayor dijese algo a través de la línea, el azabache había colgado, se quedó estático por unos minutos, mirando el aparato, temiendo que este sonara nuevamente, mas no lo hizo, el coraje nuevamente comenzaba a emanar desde sus adentros, aquella obsesión por las mascotas no era otra que la misma que tenía su padre.
Muchas veces lo observo con miles de estos seres en la casa, recordando la amargura de su madre, la cual, siempre estaba encerrada en aquella solitaria habitación, mirando desde la ventana como Fugaku hacia su vida sin ella, aun cuando el menor de los Uchihas nació.
Itachi se había hecho cargo de Sasuke durante mucho tiempo, cuando reacciono, habían pasado casi trece años, decidiendo por primera vez alejarse de aquella casa, dejando a su hermano menor a su suerte, sabía que lo odiaría por ello, pero al igual que él, tenía que enfrentar su propio destino.
Recordando lejanamente como Fugaku, había caído en las garras de un pet de cabellera rubia y ojos azules, esta vez, dejo el aparato, llevándose las manos a la barbilla, por una extraña razón, aquel hombre tenía un cierto parecido a Deidara.
— Tal vez... por eso es que lo traje aquí. — hablo en voz baja.
Sabía perfectamente que era igual que su padre, tenían los mismos gustos, incluso aquella mascota, había sido su primer amor, uno que nunca logro expresar, por miedo a las repercusiones, a su padre y sobre todo a su madre, Mikoto.
Estaba tan metido en sus pensamientos que no se percató de quien estaba en el marco de la puerta, hasta que la sombra reflejada en el suelo lo hizo voltear, lo primero que miro fue aquella mata de cabello rojo, esos ojos del mismo color que reflejaban una tristeza absoluta y una decepción en su expresión facial.
Itachi endureció la mirada, solo para acomodarse mejor en la silla, recargando sus codos en el escritorio.
— ¿Qué quieres aquí?
— Vine a verte — lo miro fijamente.
— Yo no te llame.
— Pero...
— Retírate, no es el momento ni el lugar.
— ¿lugar?, amo Itachi, muchas veces nosotros lo hicimos en esta misma habitación, ¿no lo recuerda?
— Apretó la mandíbula, hace unos minutos había colgado con alguien que siempre lo ponía de malas y ahora una mascota lo estaba cuestionando. ¿Qué pasaba con el mundo? — Sasori.
— Amo — antes de acercarse lo sufriente al mayor se quedó paralizado, nunca había visto aquella expresión en la cara de quien consideraba el mejor del mundo.
— Te lo voy a repetir de una manera que entiendas, ¡AHORA NO!
— Sintió el temblor en sus manos — pero... yo lo extraño mucho.
Sin que Itachi estuviese preparado, sintió como los brazos del de cabellos rojos lo rodeaban por el cuello, ocultando aquel rostro en alguna parte de su pecho, lo observo solo unos momentos para sujetar sus antebrazos con ambas manos.
Sabía que no podía ser cruel, nadie de esa mansión se lo merecía, pero, tenía una imagen que mantener, un odio que guardar y reglas que sabía que ya había roto, pero ante los demás se respetaban.
Nuevamente su semblante cambio, alejando al joven de su cuerpo, le sonrió de una manera tan dulce y despreocupada.
— Ya no me interesas así Sasori, me aburrí de ti.
Los ojos lentamente se fueron abriendo de la sorpresa, ¿Qué estaba diciendo en ese momento?, abrió la boca para objetar, pero nada salió de ella, un dolor se sintió en su pecho, ¿acaso lo estaba desechando nuevamente?
— ¿Qué?
— Lo que oíste, ya no tienes por qué denigrarte conmigo.
— Yo no...
— Está bien — le coloco la mano en la boca — no digas nada, no ahi vuelta atrás, es lo que es.
— ¡no! ¡no! — le retiraba la mano aferrándose al cuerpo del azabache — tu eres mi amo, eres mío.
— Itachi lo observo, analizando aquella acción, solo se limitó a mirar a la lejanía — nunca lo fui, y tú, solo fuiste un juguete, aun así, gracias por todo.
Nuevamente lo alejo, queriendo salir de la oficina, volvió a sentir como es que lo tomaban de la mano, al darse la vuelta, los ojos llenos de lágrimas del de cabellos rojos lo desconcertaron un poco, pese al dolor de aquella mascota, retiro su mano.
— Amo....
— No Sasori, se acabó.
Salió del lugar, dejando al joven destrozado, sin nada, sin nadie que lo amara y lo protegiera, nuevamente estaba en el abismo de la desesperación, nuevamente le destrozaban el alma.
[.]
No supo en que momento el sueño lo venció, pero le pareció reconfortante el dormir en la cama de Itachi, el olor de su perfume estaba impregnado en aquellas almohadas, incluso las cobijas, no podía simplemente ser más perfecto, su sueño era placentero; aquel rostro, el cabello azabache y esa sonrisa que le había robado el corazón.
Sabía que el Uchiha mayor era un tramposo, pero, era uno bastante sexy.
Dejo salir varios suspiros, envolviéndose más entre las sábanas blancas, escuchando a la lejanía como la puerta se abría, pero no hizo nada, pensando que tal vez era el azabache regresando para poder dar inicio a sus más perversos deseos.
Tenten miro como el rubio dormía, levantando una ceja se le quedo observando un poco más, las instrucciones del señor Itachi habían sido claras, bañarlo y vestirlo para la salida de ese día, aun así, el que durmiera de esa manera en la cama del amo, era realmente sorprendente.
— Deidara — hablo moviéndolo un poco.
— ¡hhm! — este solo se removió para darle la espalda.
— Despierta... — le volvió a hablar.
— ¡que! — respondió aun con los ojos cerrados.
— ¡Tienes que levantarte!
— No... yo quiero seguir durmiendo.
— Entonces le diré al señor Itachi que no quieres salir a pasear.
En un movimiento, ambos ojos se abrieron y el cuerpo se movió, sentándose sobre la cama, la castaña miro esto, aguantándose la risa al ver como el cabello rubio estaba tan desordenado que parecía un nido de pájaros.
— ¡yo quiero ir!
— ¡Lo sé!, ¡lo sé!, pero parecía que el sueño no te dejaba levantarte.
— Es que... ya sabes — hizo un puchero.
— Si, lo sé, anda vamos que tenemos poco tiempo y el señor Itachi solo nos dio dos horas para prepararte.
— ¡tan poco tiempo!
— Andando.
La mucama preparo todo para el baño, cuidando nuevamente aquellas heridas, colocándole un par de curitas que el rubio se intentó quitar, pero la castaña le advirtió que tenía que dejárselas, a duras penas salieron del cuarto de baño, los juegos con el jabón era algo que el joven comenzaba a practicar como deporte extremo.
En ese tiempo Tenten había traído la ropa que se pondría para esa ocasión, no era algo llamativo, pero si casual, un par de Jens de mezclilla, botas negras y un suéter en color blanco, la jovencita no podía creerlo, pero Deidara no solo se miraba espectacular, parecía todo un modelo, arregló su cabello, dejándolo suelto en su totalidad, dándole esa aura de realeza.
Lo contemplo por un momento, sabía que nadie podía decir que era una mascota, y menos con esa apariencia, pero, al mirar la cómoda, se percató del collar, esa correa negra con dispositivo de búsqueda y decodificador que todos los pet's tenían, era por lo que se identificaban.
— Tenten...
— ¿si?
— ¿me veo bien? ¿verdad?
— Te vez espectacular Deidara, como toda una estrella de cine.
— ¿enserio?
— Enserió.
— Se miró al espejo, dándose cuenta de su apariencia, esta vez era una sumamente diferente, no había golpes ni moretones, era simplemente él, un joven con sueños. — yo, soy Deidara — sonrió dándose cuenta del collar — ¿me pondrás eso?
— ¿eso? — miro a donde observaba el rubio. — no
— ¿enserio?
— Si
— ¡Me lo prometes!
— Si
— ¡De verdad!
— Deidara, si no quieres que cambie de opinión es mejor que pares, tenemos solo treinta minutos para llegar al comedor y que tomes algo, así que si sigues diciendo ¿enserio?, te voy a poner el collar.
— Bien, ya no diré nada.
— Ahora baja, yo guardaré esto y terminare de acomodar la habitación... ¿sabes dónde queda el comedor verdad?
— Sí, claro. — mintió.
— Bien.
El rubio salió después de darle un beso en la mejilla a la castaña, no sabía absolutamente nada de la casa, ni a donde conducían los pasillos, ni quien estaba, pero el hecho de aventurarse a saber de ello lo llenaba de emoción, bajo las escaleras, para dar vuelta en un pasillo que no era el correcto, deteniéndose abruptamente.
— ¿¡Ahora que hago!?
— ¡No te preocupes!, sigue derecho hasta el final del pasillo, encontraras un cuadro familiar, tomas la izquierda y sigues recto hasta otras escaleras, solo las bajaras y estarás entre la salida y el comedor.
— El rubio volteo a ver de quien se trataba, observando los ojos de aquel joven, el cabello y una belleza bástate abismal — tu... ¿eres?
— No importa, soy igual que tú, — Sasori le sonrió — solo escuche que estabas perdido yo iba de paso. — de igual manera se le quedo mirando, el nuevo pet era hermoso, tenía esa aura extravagante, ese semblante tranquilo pero peligroso, se mordió ligeramente el labio inferior.
— Gracias — contesto con una sutil sonrisa.
— No te preocupes, somos mascotas, hay que cuidarnos entre nosotros ¿no?
— Si — movió ligeramente la cabeza, para darse la vuelta, yéndose.
El de ojos carmesí lo miro fijamente, nada de lo que le estaba pasando era por culpa de Itachi, todo eso era por culpa de ese rubio que había llegado a irrumpir su felicidad, en algún momento se las pagaría, tenía tiempo aun para cobrarse todo aquello.
Sabía que Itachi volvería a sus brazos, era lo único que tenía en mente, se dio la vuelta para desaparecer entre las sombras.
Deidara repasaba mentalmente las indicaciones, saliendo por fin del laberinto en el que se había metido, al final de aquella escalera pudo ver a Itachi, quien miraba su reloj, el cabello negro que se acomodaba perfectamente sobe sus hombros, aquel traje en color azul que le quedaba a la perfección. El azabache volteo ante la presencia y el ruido que, hacia el menor al bajar las escaleras, observando aquella apariencia, lo bien que se miraba, aquella cabellera se ondeaba de manera magistral, dejando ver esa extraña y explosiva aura.
Pensaba en cancelar todo y llevarlo a algún lugar de la habitación para hacerlo suyo sin importar nada.
Antes de que alguno de los dos dijera algo, la voz de Iruka los interrumpió de manera misteriosa, provoco que el menor se sobresaltara, solo se llevó la mano al pecho.
Los ojos negros observaron al hombre de la servidumbre, había sido sorprendido, mas no dejo ver absolutamente nada de aquello.
— ¿Qué pasa Iruka?
— El auto está listo.
— Bien, ¡andando!
Giro su cabeza en dirección a su acompañante, solo para tomar la mano del rubio, saliendo por la puerta principal, notaron como el sol resplandecía fuertemente, segando un poco sus vistas, solo para dar paso a aquel jardín que mostraba una gran variedad de árboles, así como mascotas en todos los sentidos, estos, se fijaron en su amo, y en quien lo acompañaba, tenían prohibido acercarse al Uchiha mayor, así como hablar, mas no podían apartar la mirada de aquel joven ¿Quién era el?, la manera de ser del Amo también era un poco diferente.
En ese momento Rex comenzó a ladrar para llegar a donde la pareja estaba, moviendo la cola comenzó a dar saltos, sacando su lengua, trato de jugar con Deidara.
— ¡Vamos muchacho! — acaricio su cabeza y sus orejas.
— Basta Rex — Itachi lo alejaba del rubio, pero el canino simplemente pensaba que lo sacarían a pasar — quieto — un simple dedo, fue suficiente para controlarlo.
— ¡wow! — miro esto, para dejarse hacer por el mayor, saliendo de la casa y entrando al auto. — ¿Cómo lo puedes controlar así?
— Es entrenamiento — se acomodó mejor en el asiento, dándole espacio a Deidara de hacerlo el también.
Antes de seguir más con el tema, o incluso hacer preguntas, el rubio se entretuvo observando por la ventana, las grandes avenidas, los enormes rascacielos, los puentes que tenían que pasar, era algo único, algo que nunca tuvo la fortuna de vivir ni de observar hasta ahora, abrió la boca al percatarse que ahora aquellos edificios que se miraban tan pequeños, estaban enormes.
— ¡esto es INCREIBLE Itachi!
— ¿te parece?
— Claro que sí, ¡mira eso! — apunto a la torre de Tokio.
— ¿quieres que subamos?
— ¡Podemos!
— Si ¡VAMOS!
La emoción en el rostro del menor era más que clara, la emoción estaba en cada fibra, más aun cuando llegaron a la primera parada, el centro comercial; este contaba con demasiadas tiendas de moda, comida y un sinfín de cafeterías con temática de anime y otras excentricidades. Itachi era amante de salir a eventos donde la multitud era el pan de cada día, era algo que le gustaba hacer, la sociedad era bastante materialista, sabía exactamente que era en lo que muchos y muchas se fijaban, expresarse y hacer negocio con aquello no era solo algo que hacían los grandes empresarios. El también podía hacerlo, y mucho mejor.
Observo a lo lejos una de sus tiendas de tecnología, solo para darse cuenta de la multitud de gente que se aglomeraba a comprar lo último que estos tenían.
Quiso entrar, pero a Deidara aquello simplemente no le interesaba, estaba aun más emocionado en aquella tienda de arte, donde la arcilla era lo que mostraba ese día, algo que no dudo en probar, tomo un poco de aquella mezcla solo para moldear entre sus manos, sintiendo la textura y la temperatura de esta, rápidamente comenzó a formar pájaros, mariposas y diversos seres por medio de la pasta blanca.
El azabache observo el letrero, sabía que aquellos talleres solo eran para los más pequeños, algo que a su acompañante simplemente, no le importo. Varios pequeños se acercaron a pediré algunas de sus creaciones a lo que el joven solo decía que sí.
Finalmente, y después de un par de horas, Itachi salía de la tienda con el material necesario para crear aquello, un regalo espectacular que le había dado a Deidara.
Al caminar fuera de las instalaciones, llegaron a un pequeño parque, justo antes de subir a la torre de Tokio, esta contaba con muchísimas flores de colores entre violetas y rosas, en medio, una enorme fuente se podía visualizar y a los costados miles de bancas de piedra.
Era un escenario simplemente elegante.
Deidara observo esto maravillado, ante sus ojos: una majestuosidad entre gamas de colores, glicinas y tulipanes, era el paraíso. Algo que nunca había visto en su vida.
Solo observo con una sonrisa a Itachi, antes de caminar entre aquellos verdes jardines, observar el agua cristalina que salía de aquella fuente, los niños jugar en la parte opuesta a donde se encontraban.
— ¡esto es maravilloso! — toco sutilmente la piedra blanca con la punta de los dedos, analizando la textura rasposa, una obra de arte a su parecer.
— ¿te gusta? — menciono el mayor de los Uchihas con aquella tenue sonrisa.
— Es un lugar fascinante, ¡gracias por traerme aquí!
— Pensé que te gustaría.
— Es aún más grande que tu jardín — el rubio elevo los brazos, sintiendo el viento en su rostro, mecer cada hebra dorada.
— De...
Antes de siquiera terminar el nombre del contrario, un enorme canino de raza Husky, se abalanzaba sobre el menor, provoco que este se callera de sentón al suelo, algo que descoloco a Itachi en su totalidad ¿Cómo fue que no vio venir aquello?
Rápidamente fue a ayudar a su acompañante, mirando como este se reía por los lengüetazos que el perro le daba en toda la cara, aguantándose la risa ante la escena.
— ¡lo lamento! — un hombre mayor se acercaba para retirar al perro de encima — perdón, se me soltó y cuando quise alcanzarlo, corrió más rápido.
— No paso a mayores — menciono el azabache ayudando al rubio a levantarse.
— Tu novio tiene un don para los animales — comento el extraño hombre, acariciando las orejas del enorme animal.
— ¿novio? — se le quedo mirado al hombre.
Itachi no se puso a analizar aquella situación, si bien había aceptado que sentí una atracción diferente por el rubio, nunca se esclareció a sí mismo el pensar en algo más de él, tenerlo en su poder era una cosa, pero, ¿hacerlo un compromiso? ya era una manera totalmente inalcanzable, poco ortodoxa y bastante complicada para su persona, sus planes y su modo de vida.
— No somos novios — Deidara se adelantó en decir como si nada.
Por una extraña razón, Itachi percibió una reacción bastante extraña en la palma de su mano, ¿Por qué sentía adveración por aquello?, el joven decía la verdad, no eran nada más que amo y sirviente, y el que él lo dijera, estaba bien, era claro la superioridad de su persona.
Y, aun así, no estaba a gusto con la respuesta que había dado el menor.
— ¡Lo lamento!, es solo que se miran muy bien juntos, no era mi intención ofenderlos. — se llevó la mano a la nuca.
— ¡no importa! — nuevamente la voz de Deidara rompía cada vez más la paz mental del Uchiha mayor — solo salimos a pasear.
— Perdón — se volvía a disculpar el hombre — espero que tengan una noche agradable, me retiro, y una disculpa por estos inconvenientes. — se despido.
Itachi ante esto se mantuvo callado, analizando, pensando detenidamente, era algo normal las contestaciones, las relaciones que solía tener, pero era aquello que no lo dejaba en paz: Deidara.
Por qué tenía ser el quien rompiera su estabilidad mental, era verdad que no había hecho nada más que responder con lógica, pero, ¿acaso no sentía nada por el?, su ego hablaba solo, todos a su alrededor eran los que tenían que idolatrarlo, amarlo, esperar por él, pero no lo hacia el rubio, él, solo vivía el momento.
Dejo salir un suspiro, no quería enojarse, no quería arruinar nada de lo que en ese momento llevaba avanzado, menos por pensamientos abstractos, que no tenían ni pies ni cabeza, solo creaciones hipotéticas de su propia imaginación.
— Itachi — la vos del rubio lo saco de sus pensamientos.
— ¿si?
— ¿podemos ir haya arriba?
— Al levantar la vista se topó con aquella torre — si
Fue lo único que dijo antes de encaminarse con su acompañante por ese sendero, que poco a poco dejaba de tener color, mezclando el naranja con el gris, dando paso al negro, iluminado por miles de estrellas en el firmamento.
Subieron aquel elevador, notando de que solo ellos dos iban en él, era extraño, ya que la gente que estaba debajo era mucha, mas no le tomaron importancia, el menor se recargo en la pared, rosando ligeramente sus dedos con los del azabache.
Este sintió el calor del contrario, de aquella reacción que dejaba en su piel una calidez indescriptible, volteo a verlo, siendo interceptado por esos ojos azules, como el cielo mismo. Se inclinó solo un poco, lentamente se fue acercando, tenía la inquietud de posar sus labios en los del joven, solo pudo sentir el calor de su aliento, antes de que la puerta se abriera.
Intento cerrarla, elevando la mano, pero la gente que estaba esperando, no dejaría que ellos hicieran cosas indecentes, muy a su pesar, salió de ahí, con el pet a su lado, caminando por la explanada hasta posar sus manos sobre los barrotes.
Deidara no cavia en su sorpresa, la maravilla de aquello era única, todas las luces que miraba debajo de él, el ruido que se mezclaba con el escenario, era algo que sabía, no olvidaría jamás.
— Siento que estoy más cerca de las estrellas — expreso con una enorme sonrisa en su rostro.
— Lo estas — el azabache le contesto de la misma manera.
La inocencia y la pureza no se perdían por los castigos constantes, la pobreza o el impedimento de poder cumplir tus sueños, eras quien eras y eso no cambiaría jamás, eso fue lo único que pensó al observar lo feliz que era Deidara tan solo con salir, con ver el exterior, con conocer el mundo.
Ansiaba la libertad y él, mantenerlo en una jaula.
Por un momento se sintió mal consigo mismo, impedirle ser algo, era claro ejemplo del egoísmo y de la educación que por años lo consumieron, siendo parte de él. Y ahora no sabía qué hacer.
Observo con cautela al menor, este; se mantenía mirando al cielo, maravillado por cómo es que todo conectaba en un mundo mágico, una sensación de cuento de hadas.
Lejos de la oscuridad.
— Si tuviera aquí a mi familia sé que les gustaría.
— Itachi frunció el ceño, mirándolo — ¿tienes una?
— Supongo que sí, todos tenemos una ¿no?
— Cierto, aunque no estemos conformes con la que nos tocó, no podeos pedir algo diferente. Somos lo que somos, hasta que nuestra vida termine.
— Pero podemos cambiarla — toco sutilmente la mano del azabache — siempre hay otros caminos ¿no?
— Para ser alguien que no ha tenido la experiencia de la sociedad, dices cosas muy acertadas. — se acercó.
— Es solo que, recuerdo palabras y frases desde que era niño, de alguien a quien he olvidado, pero que repetía tanto esto, que se me quedo grabado. Por eso es que yo... he seguido luchando sin importar nada.
— Eso lo note desde el primer día que llegaste a ser parte de mí.
— I... ¿Itachi?, te recuerdo que llegue con circunstancias poco favorables.
— Y ahora estamos aquí, mirando el cielo nocturno en un paseo por la ciudad ¿no?
— Si — volvió a mirar al frente.
Itachi nuevamente se quedó observando aquel rostro, para después dirigir la vista a otro punto, respiro lentamente aun analizando lo anterior, no podía solo dejar salir todo lo que él era, al final, ni el mismo sabía que tanto podía dar por alguien más.
No era parte de él.
— Deidara...
— ¿si?
— ¿Qué sientes por mí?
La pregunta descoloco totalmente al rubio, era algo que no se esperaba, menos viniendo de Itachi, no había sido más de un mes que había llegado y ahora todo comenzaba a cambiar, abrió ligeramente la boca para contestar, pero no podía responder a aquello, aun sentía terror en presencia del Uchiha mayor.
— Yo... usted... es.... Mi amo — susurro esto último, bajando la mirada.
— Sabía que aquella respuesta era más que clara. — ¿me tienes miedo?
— Mentiría si te dijera que no... aun así estoy aquí, a tu lado y a la vez siento que soy parte de algo, — dejo salir un suspiro — no quiero ser solo una mascota sé que soy más que eso, y, aun así, siento que sí creo, volveré a caer en la desolación.
— Es comprensible — estaba tan interesado en lo que fuera a decir el menor, percatándose de las reacciones en su rostro, su boca y sobre todo sus manos.
Entendía la situación, pero no el dolor que Deidara estaba experimentando en su vida, ser alguien que tenía que sobrevivir, después de salir de aquel lugar donde fue educado, y mentalizado para ser el juguete sexual de alguien que pago mucho dinero por él.
Usados y desechados como lo que eran, simples juguetes.
Nunca había conocido a alguien que luchara por salir de esas cadenas llenas de desesperación, muchos aceptaban sus destinos y morían en cuanto ya no eran necesarios.
Recordó el estado de Sasori, los ojos que en ese momento aquel joven puso, la cuestión, la desesperación por ser parte de su vida, el mismo lo había llevado a ese abismo, y ahora lo arrojaba como quien lo hizo la primera vez.
Se llevó la mano a la boca, dejando escapar un sonido agudo desde su garganta, solo para dirigirse aún más al rubio.
Sus brazos lo envolvieron, su mano derecha se dirigió a las hebras dorada solo para acercar su cabeza al pecho.
— Ahora no estás solo, yo estoy aquí.
— ¡Itachi! — los ojos azules se abrieron enormemente.
— Sé que no me creerás, no lo espero tampoco, pero en algún momento confiaras en mí, no te puedo dar la libertad, pero te ofrezco mi protección.
— Se mordió ligeramente el labio inferior, sintiendo como su vista se humedecía, una opresión en el pecho se dejó sentir. — no juegues conmigo, sé que solo soy una mascota, pero, aun tengo sentimientos.
— Sé que los tienes y son fuertes, no soy una buena persona, soy el peor ser humano que te puedas imaginar, pero se de antemano que tú me ayudaras a cambiar eso.
— ¿Cómo?
— Lo descubriremos poco a poco, ahí tiempo, si tu decide quedarte más tiempo a mi lado.
El joven sonrió ante esto último, el ser de propiedad de alguien más era sumamente difícil, pero, en esta ocasión era algo sumamente intenso, el ser alguien importante para el Uchiha mayor, era una esperanza de poder ser más que un juguete, humillado y pisoteado por otro.
Se abrazó fuertemente al mayor, tratando mayor de controlar su respiración, no quería llorar, ni mucho menos manchar de lágrimas las prendas caras del Uchiha mayor.
Pasaron un largo rato platicando de cosas triviales, siendo la compañía del otro lo mejor de aquel paseo, solo para regresar después de que el reloj marcara las doce de la noche.
Deidara no podía con aquella sonrisa, el ser feliz por primera vez le llenaba de miedo y recuerdos del pasado que jamás podría olvidar, pero ese momento era mágico, y seria así, por el resto de su vida.
El azabache observaba esto, era causante de aquella felicidad, ¿Cómo algo tan simple podía transformar la vida de alguien?, se encaminaron al auto, solo para regresar a casa, el rubio seguía hablando de sus nuevos materiales, y es que ver la bolsa con muchas cosas para poder crear era algo que simplemente lo dejaba sin palabras.
El hombre escuchaba atentamente todo lo que su compañero le mencionaba, todo o que aria por las tardes, así como las creaciones que su mente tenia para interpretar, tanto fue su entusiasmo que repentinamente la voz se apagó, el pet, se había quedado profundamente dormido, algo que el contrario observo, solo para abrazarlo contra su pecho, miro sus largas pestañas, aquella dulce boca y sobre todo la inocencia que podía despedir aquel joven, acerco su boca al cabello, solo para darle un sutil beso.
Había sido una salida que ni el mismo se esperó.
Sus sentimientos estaban revoloteando como aquellas mariposas atrapadas en un frasco, tenía que decidir a futuro sobre su vida, pero, sobre todo, ¿Qué era Deidara para él?
Con esto en mente, entre sus brazos cargo al joven, llevándolo hasta su habitación, donde lo despertó con un ligero movimiento, pasando sus finos dedos por aquella sonrosada mejilla, quería aún más de él, quería tatuar fervientemente sus besos en aquella piel de porcelana, y ahora más que nada quería ser uno solo.
Por primera vez en su vida, Itachi de entregaba no solo al placer, experimentaba los sentimientos que quemaban el alma y calentaban el corazón, por primera vez se unía al rubio entre gama de colores y sensaciones de calidez.
Estaba haciendo el amor.
Continuar...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro