Capítulo 4- Mascotas recién llegadas... sonríeme
+ Historia con contenido violento y temas poco convencionales
+ Los personajes son propiedad de Kisimoto, solo los uso para crear historias locas e intensas.
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+ Si, por el contrario, eres fan de estas parejas, eres bienvenido a quedarte.
+ Arte pertenece a sus respectivos dueños, solo es usado para apoyo visual.
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Capítulo 4
Mascotas recién llegadas... sonríeme
*Déjate atrapar por mi oscuridad y consúmete en mi deseo*
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Itachi contemplaba a Deidara desde las sombras, tenerlo tan cerca y a vez tan lejos era realmente desquiciante, esconderlo de todos, incluso de el mismo, era muy complicado, repentinamente, se llevó la mano al pecho; una ligera punzada de dolor le atravesó como una fuerte corriente, una vez que observo aquella hermosa sonrisa, las facciones de dulzura que aun poseía aquel inocente ser, todo aquello que no era para él, su semblante y alegría era para alguien más.
Dejo salir un ligero bufido, alejándose de aquella ventana antes de hacer algo de lo que se pudiera repetir después, camino por aquel solitario pasillo, pasando la sala principal, solo escuchándose los gemidos de aquellas mascotas que rápidamente comenzaban a hacer más ruido debido a los actos indecentes que se comenzaban a llevar sin contemplación alguna.
Azoto la puerta detrás de sí, una vez que entro a su despacho, llevándose las manos a la cara, solo pensando en la silueta de aquella mascota, el cabello dorado brillando bajo el sol, la dulzura de su alma, ¿Qué estaba pasando con él?, no era de los que ponía atención a quienes habían sido procreados para dar y recibir placer.
— Sus ojos oscuros miraron alguna parte de la habitación. — no puedo caer en ese estúpido sentimiento. — mencionaba para sí, ocultando su rostro entre su cabello azabache.
[.]
Pain se sentía sumamente extasiado, el tener a todas aquellas sumisas mascotas a su merced, era algo que disfrutaba con intensidad, aun no comprendía como es que su mejor amigo tenia tantos y cada año uno nuevo llegaba a aquella mansión.
Conocía perfectamente a Itachi, no era de los que dejara aflorar sus sentimientos, ni mucho menos de los que se dejaría guiar por amor, el Uchiha mayor disfrutaba del momento, de lo que pudiera ofrecerle un nuevo juguete, la experiencia y el placer.
No había más.
Los ojos del de cabellos naranjas se fijaron en lo silencioso que se encontraba Sasori; este observaba fijamente a la puerta, esperando a que esta se abriera, el hombre sabía perfectamente que esperaba por su Amo, uno que no llegaría, debido a la hora y en como salió.
— Sasori — menciono con aquella fuerte y espeluznase voz.
— S...si — giro solo un poco su cabeza, mirando aquel semblante sombrío.
— Ven aquí — señalo con su mano libre.
— Trago saliva solo para acercarse a quien en ese momento tenía el control de la situación.
— Si... Se... señor Pain.
— Una sonrisa sínica salió de aquel rostro — no tienes por qué ser tan formal conmigo — llevo su mano hasta sostener fuertemente el brazo del de cabellos rojos — ¿eres feliz?
Los ojos carmesíes se fijaron en los color avellana, ¿Por qué esa pregunta?, ¿Qué pasaba de malo con él?, su cuerpo tembló por instinto, no era algo de lo que quisiera responder, ¿por qué hacía aquella clase de pregunta?
Tenía miedo tan solo responder, y saber que aquello que una vez creyó como su felicidad se difuminara cruelmente como todo.
— Soy... una mascota... señor.
— Lo sé... sé que eres una de las mascotas más preciadas — su dedo índice toco sutilmente el pecho contrario — sé que algunos de tu clase no pueden ser amancilladlos por otros, ni vistos, incluso pueden ser partícipes de solo observar los actos carnales de otros como ustedes.
— Si — trato de hacer su cuerpo hacia atrás.
— Es una lástima que tú ya no seas parte de esa elite, Sasori.
Las palabras que el hombre dejaba salir sin contemplación alguna, ocasionaron que la pequeña mascota abriera un más los ojos, reflejando sorpresa y de terror, no podía simplemente decodificar lo que aquel extraño sujeto le decía. Claro que seguía siendo el favorito, era parte de la vida de su amo Itachi, era un lugar que jamás nadie le quitaría.
— Yo solo sirvo al Amo.
— Una risa salió de aquellos labios — no lo creo.
Con una fuerza sobrehumana, jalo nuevamente al de cabellos rojos, este, al no poder apoyarse, cayo de al suelo, sintiendo como sus rodillas se raspaban, su cuerpo comenzó a doler por el brusco movimiento.
Al abrir aquellos ojos se dio cuenta de lo cerca que estaba del miembro de Pain, no podía solo ignorar aquello ¿acaso era una orden de Itachi? Se mordió el labio una vez que la punta de aquel pene tocaba descaradamente su mejilla.
Lentamente la mano del activo se dirigió a aquellos cabellos rojos, solo para tomarlo con brusquedad, obligando al Pet a abrir la boca, haciéndolo tragar todo el pene sin importar si este se ahogaba.
Sasori solo pudo apoyar ambas manos en el piso una vez que su garganta era obstruida por aquello, sus ojos querían permanecer abiertos pero la sensación era muy intensa. No era que el miembro de Pain superar al de Itachi, pero, la sola idea de ser usado por alguien mas, simplemente le rompía el alma.
Sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas, la desilusión nuevamente estaba poseyendo su espíritu, uno; que fue una vez pegado con los pocos pedazos que quedaron de su antiguo ser. Y ahora estos eran triturados hasta hacerse polvo.
En un movimiento brusco, la piel expuesta de la hombría del de ojos avellana era lacerada por los colmillos del pet que apenas y podía respirar, siendo esto uno de los momentos más placenteros para el activo, dejando que su orgasmo llegara a complacencia, verito todo el líquido en la boca del contrario.
Este por su parte no podía creer lo que le estaban haciendo, apretando los puños, recibió aquel liquido caliente y espeso. Sintiendo la necesidad de escupirlo, el coraje, la tristeza y el desconsuelo estaban mezclándose en su pobre ser. Y, aun así, a pesar de todo aquello, tragaba el semen de ese completo desconocido.
Aquel rostro que una vez estaba en éxtasis por la experiencia vivida, ahora se transformaba lentamente en una sombría, observaba los actos del pasivo, la manera en que este trataba de controlarse, pero sabía perfectamente que estas simples criaturas funcionaban tan solo con el sentimiento, los sueños y el compromiso de querer cuidarlos.
— Es una lástima que seas abandonado muy pronto, eres realmente especial.
— Nuevamente se mordió el labio, mirando al suelo en todo momento — no... el amo Itachi es un buen... ser humano, el... el me cuida muy bien aquí.
No podía creer lo que estaba escuchando, ¿Cómo era posible que aquel extraño hombre dijera eso sin una pizca de empatía?, trato de aguantar la respiración, pero simplemente no podía hacerlo, sus ojos se comenzaron a llenarse nuevamente de lágrimas.
Seria abandonado de nuevo, a su suerte, en aquel mundo oscuro, lejos de quien en algún momento le tendió la mano, le dio un hogar y sobre todo una esperanza de poder vivir a plenitud. Ahora solo aquello estaba como un recuerdo que lentamente iba desapareciendo.
El amor que le tenía al Uchiha mayor era muy grande, había creído ciegamente en él, y ahora, no solo dejaba que alguien más lo usara, también lo estaba haciendo pedazos psicológicamente hablando.
El de ojos avellana noto la tristeza, el miedo en Sasori, que lejos de conmoverlo por una extraña razón lo éxito aún más, ver al pet en esas condiciones simplemente era exquisito.
— No te preocupes — menciono tocándole la mejilla — ten por seguro que te cuidare muy bien.
[.]
Deidara comenzaba a correr por todo el jardín, sentir el aire fresco entrar en sus pulmones era algo que siempre deseo hacer, lejos de los problemas, la ciudad, pero, sobre todo, lejos de las personas, por primera vez en muchos años podía sentirse tranquilo.
Antes de si quiera poder llegar al árbol que estaba en medio de aquel amplio jardín, tropezó, cayendo de lleno en el pasto, siendo observado por Tenten quien, se asustó al ver como caía de cara, y no conforme con eso, el enorme perro se dejaba caer encima del cuerpo del rubio.
Deidara solo dejo escapar una débil voz, dándose la vuelta era recibido por el hocico y los lengüetazos que Rex le comenzó a dar con mucho amor.
La castaña se quedó sorprendida por ello, era la primera vez que el enorme canino trataba a alguien con devoción que no fuera Itachi, cada uno de las mascotas que el Uchiha llevaba, el perro los ignoraba o simplemente no se acercaba a ninguno de ellos, siendo su peor enemigo Kiba; quien no podía si quiera verlo cerca o terminaba persiguiéndolo para tratar de morderlo. Pero, esto era sumamente diferente, el que Deidara llegara con su actitud, solo demostraba que las cosas podían cambiar, para bien o para mal, dependiendo de cómo lo quisieran ver las personas.
Tenten sonrió, observado aquella escena, entre el atardecer y el viento que mecía el cabello de una manera muy agradable.
Iruka quien salía con una charola llena de bocadillos y jugo de limón, se quedó impresionado por lo que observaba a la distancia, realmente este jovencito llegaba para cambiar las cosas en aquella casa.
— Sí que es especial ¿verdad? — menciono el castaño colocándose a un lado de la castaña.
— Así parece... tiene un aura diferente.
— También me di cuenta de ello.
— ¿crees que el amo Itachi pueda dejarlo salir a pasear a la ciudad?
— Dudo mucho eso, sabes como es y lo estricto que es con sus reglas.
— Tal vez... pero — le guiño un ojo al hombre — acabamos de romper una de ellas y mira, Deidara esta fuera tomando el sol.
— Suspiro — eres sorpréndete también tú. — rio una vez que Tenten soltó la risa por la situación.
— Además... creo que no es solo empatía por Deidara.
— ¿Qué quieres decir?
— Bueno... es solo que creo que el señor Itachi, no es benevolente con Deidara solo porque quiere algo de él, siento que... es algo más.
— Tenten... ¡explícate! — el semblante de Iruka estaba algo compungido.
— Creo que se enamoró de él.
— ¿Qué? — el castaño se llevó las manos a la boca, ante el grito que había dado, debido a la sorpresa— ¿Qué acabas de decir?
— Calma... es solo una hipótesis, no es que realmente el señor sienta algo por él, pero no está descartado, la actitud que tiene es sumamente diferente.
Ambos se quedaron mirando el uno al otro, esperando seguir aquella conversación, habían trabajado para la familia desde hace mucho tiempo y sabían las excentricidades de Itachi, la manera de ser y sobre todo el que los compromisos eran algo que, para él, simplemente eran una gran pérdida de tiempo. El silencio comenzó a invadir a ambos solo para darse cuenta que aquel pensamiento podía ser un error, recordando las múltiples parejas que en esos años desfilaron por aquella puerta, el interés, tiempo, presentes que el Uchiha mayor les daba a todas ellas, pero al final terminaba aburriéndose de aquello, dejando noviazgos y matrimonios a una semana de que estos se llevaran a cabo.
Incluso con los pets, era agotador, daba su pasión a cada uno de los que llegaban, pero no importaba lo hermosos, exóticos y populares que eran, simplemente terminaba por aburrirse de cada uno de ellos, dejándolos al final como parte de su colección, o simplemente los regalaba a alguno de sus amigos cercanos.
— Eso es imposible — menciono Iruka al final, dejando salir el aire.
— No pierdo la esperanza de que él sea la excepción.
— Es un jovencito bastante bello, además tiene algo que es distinto a los demás.
— ¿Qué?
— Es el único que veo que quiere ser libre, sin importar el mundo cruel que esta haya afuera para ello.
— Si, espero que el señor Itachi, vea el valor de Deidara.
[.]
El Uchiha permanecía en aquel asiento, la oscuridad invadió el lugar, oyéndose a lo lejos las voces de sus mascotas imaginando lo bien que se estarían pasando esa noche, pero él, tan solo se encontraba pensando, analizando profundamente sobre los sucesos, reacciones, el maldito sentimentalismo. Apretó la mano herida con fuerza, sintiendo segundos después como un líquido caliente corría por su palma, bajo la vista, percatándose de la sangre que ahora cubría gran parte de sus dedos.
— ¡maldita sea!
Quiso arrojar lo que estaba en el escritorio, deteniéndose en el último minuto, suspirando al final para dejarse caer en el respaldo de la silla.
Observo fijamente el techo, volviendo a pensar en Deidara, todo ese tiempo había sido aquel rubio, se dio cuenta de varios puntos, que, hasta el momento, había dejado pasar.
No se había dado cuenta que aquel ser que fue entrenado para ser una mascota, no actuaba como una, y lo peor del asunto, era que no lo aceptaba del todo. Después de aquello lo obligo a tener intimidad de la manera más violenta posible, había violado, maltratado, abusado y humillado sin razón.
Solo por el hecho de saberse que el dominaba.
Apretó los dientes al darse cuenta de que, ante todo, sus especificaciones eran siempre claras, NO QUERIA PETS VIRGENES, siendo el de ojos azules, un claro ejemplo de que aquella norma se había roto, y no solo había sido la inocencia que había profanado sin contemplaciones, lo había besado, en más de una ocasión.
¿Por qué?
Esta vez no solo estaba estresado, se había enfurecido consigo mismo, aquellos pequeños detalles que lo delimitan como el amo y señor de aquel lugar, habían perdido fuerza cuando se metió de lleno con ese caprichoso.
— ¿caprichoso?
Una ligera sonrisa salió de aquellos labios, tarde se dio cuenta de que era a la única persona que le había hecho una promesa y la había cumplido, no importándole absolutamente nada, su autoridad, su reino, todo se había derrumbado por culpa de Deidara, y este, no se daba cuenta aun del control que tenía sobre él.
Observo su mano herida, la sangre ya seca y la que aún continuaba destilando, nunca pensó caer en estas extrañas redes, comprendía muy bien su posición, la de las mascotas, los juguetes que solía tener, tirar y remplazar por nuevos. Pero ahora ¿podría hacer eso con su nueva adquisición?
Tomando un poco de wiski que se encontraba cerca de su escritorio de madera, vertió un poco de este en la herida, sintiendo como el ardor despertaba su trance, pero, aun así, el pensamiento seguía fijo en una sola persona.
Cerro los ojos, analizándose a sí mismo, repitiendo varias veces en su cabeza que eso solo era una simple veleidad del momento, tarde que temprano eso pasaría, como todo lo que una vez le intereso en su adolescencia y adultez.
Al terminar de vendar su mano, se acomodó aquel largo cabello azabache, solo para salir después de un largo rato, no supo cómo es que aquellos pensamientos se habían extendido tanto en su mente, que el tiempo de minutos se volvieron horas.
Tomo el pomo de la puerta, tenía que regresar con su invitado, para ello tomo el camino de regreso, sintiendo ese calor en ambas palmas, y parte de su espalda, no sabía si era coraje o ansiedad, tomo aire antes de acercarse a la ventana, pronto se haría de noche, supuso que su mascota no podía estar más tiempo afuera.
¿Por qué se preocupaba por él?
Antes de dirigirse a la sala principal, sus pies dieron un giro al otro extremo de la habitación, adentrándose por esos solitarios pasillo, llegando a aquel cuarto, solo escuchando el cuchichear de los sirvientes, Tenten e Iruka se quedaron estáticos ante la presencia de Itachi.
No sabían que decir o hacer, pero, de algo estaban seguros, había ido a ver al rubio, ambos hicieron reverencia solo para quitarse del camino del Uchiha mayor.
Este no dijo nada más, solo siguió su camino hasta llegar a aquella cama, siendo iluminada por las luces que entraban por la ventana, donde el rubio dormía plácidamente, observando como aquella tranquilidad se combinaba con la belleza de ese rostro perfilado, Rex, que se encontraba recostado a un lado del joven, observo a su amo para sacar la lengua y mover la enorme cola peluda.
Una sola mirada por parte del azabache, fue suficiente para hacer que el canino se quedara callado y bajara su rostro hasta topar con las sabanas y algunas almohadas, sin tiempo que perder y lejos de darle explicaciones a su propio razonamiento, tomo al joven entre sus brazos, no fue delicado, pero tampoco lo hizo de manera violenta, tan solo lo atrajo hacia su pecho, observando aquellas pestañas de color negro, demasiado tupidas, su perfecta nariz respingada y esos labios rosados.
Era demasiado hermoso.
Sin más, salió de aquel cubículo, con la única intención de ir a sus aposentos, lo que pasara después, era cosa del destino.
[.]
Paint tocaba descaradamente el delgado cuerpo de Sasori, este solo cerraba los ojos, intentaba no llorar, apretando la boca de vez en cuando cada vez que el contrario degustaba su pequeño miembro con intensidad, experimentando en su parte trasera, como los dedos del mayor se adentraban sin contemplaciones, sin si quiera permitirle decir que aquello dolía, no solo físicamente, también espiritualmente.
¿acaso Itachi realmente no lo quería?
Habían formado un vínculo desde aquel día, habían hecho mil cosas juntos, dormir abrazados era algo que le gustaba mucho compartir, pero ahora, las manos de alguien ajeno a él, profanaban su interior.
— ¡ahh! No... por favor pare, el amo... el amo Itachi llegara pronto y no le gustara esto.
— Una risa salió, apretando el miembro de Sasori después de ello — no me hagas estas bromas ¿crees que a Itachi le interesa si eres tomado por otro hombre?, entiende tu maldita posición.
Ante estas fuertes palabras, el de cabellos rojos no pudo más que quedarse callado, sentir aquellas caricias con aquellas manos, besado por esa boca y penetrado con los dedos de aquel hombre. En medio de aquella sala, con otras mascotas, aun que estaban en sus labores, no quitaban aquellas miradas llenas de incertidumbre y duda. La vista estaba sobre el favorito, el que ahora era objeto de alguien que no era el amo Itachi.
Burla total.
Paint se detuvo después de unas cuantas rondas, estaba deshidratado y el tiempo había transcurrido tanto que ya era entrada la noche, percatándose de la ausencia de su amigo, volteo a ver el reloj de pared, y luego la puerta, solo para sacar sus dedos de esa estrecha entrada, aun no quería profanar aquel delicado cuerpo, esperaría, lo haría suyo de todas las formas posibles. Yendo a la puerta con paso tranquilo se detuvo, tenía que mandar habar a la servidumbre para que pudieran proporcionarle algo que no fuera alcohol.
— Te... — no pudo terminar de pronunciar el nombre de la jovencita cuando miro pasar a Itachi con alguien en brazos. — ¿pensé que te habías ido a dormir?
— Itachi quien estaba subiendo las escaleras se detuvo, era la última persona que quiera que se enterará de la existencia de Deidara. — estás en tu casa, iré a hacer algo.
— ¿hacer algo? ¡Con tu nueva mascota!, porque no creo que sea un novio formal.
— La mirada asesina se dejó ver — no es asunto tuyo, ¿cierto?
— No, claro que no, es solo que tu vista es algo... divertida ¿sabes?, nunca la habías puesto, menos para proteger a una mascota.
El de cabellos naranjas se recargo en el marco de la puerta, estaba totalmente desnudo y algo cansado por las experiencias de hace unas horas atrás, observo a su amigo, sonriendo, se cruzó de brazos.
— Como te dije, hare esto de manera rápida, tu puedes seguir con la bienvenida, y usar a cualquier mascota.
— A cualquiera menos a.... — apunto a quien estaba dormido.
— Exacto.
Sin más que decir, el Uchiha mayor subió las escaleras, apretando más contra sí, el cuerpo de Deidara, quien comenzaba moverse, debido a la incomodidad y la posición que tenía en ese momento, y, aun así, no podía despertarse, el cansancio de aquellas semanas había repercutido enormemente, algo que se podía ver a simple vista.
Las marcas en su piel eran prueba de ello, lo hematomas viejos y otros nuevos se hicieron presentes, las caídas en el jardín fueron cosas de niños, pero para él, había sido lo mejor del mundo.
La servidumbre llego rápidamente al oír hablar a ambos, sintiendo el deber de explicar la situación, ya que para ellos era igual de sorprendente ver al Uchiha mayor de esa manera, la castaña fue la primera en acercarse, bajando la vista inmediatamente, la desnudez del mayor, era notoria y no quería ni siquiera cubrirse.
— Perdónelo señor Paint, sé que esto es muy extraño y descortés por parte del señor Uchiha, pero... él no lo hace con esas intenciones.
— Tranquila — le sonrió — entiendo, conozco muy bien a Itachi, pero esto es nuevo incluso para mí.
— ¡gracias! — le sonrió de manera amable — ahora sería bueno que se pusiera los pantalones.
— ¡he! ¡A ¡... ¡claro! Me disculpo y por ahora me retiro, solo quiero dejar un recado. — regreso por su ropa, vistiéndose rápidamente, se alejó de aquellas mascotas que lucían cansadas por todo el ajetreo del día.
— ¿Cuál es su recado? — menciono la joven observándolo con aquellos enormes ojos.
— Vendré por Sasori, en un par de días, espero que esté listo.
— ¿Qué?... pero Sasori es...
— Era... — cerro los ojos, dirigiéndose a la puerta principal, de despidió de ambos castaños. — solo quiero que se lo menciones.
— Si.
Pain se había dado cuenta de algo muy claro en ese encuentro, en como su amigo actuó y lo inusual de sus palabras, sonriendo internamente se despidió, ahora más que nunca quería ver otra perspectiva de Itachi Uchiha.
Una vez que el de cabellos naranjas se fue, dejo pensativos a ambos, Tenten sabía exactamente a lo que se refiera el amigo de su señor, pero Iruka, quería comprender un poco más sobre aquello, no era que se metiera en los planes, ni mucho menos en la intimidad de aquellos dos. Los conocía desde que eran unos niños, los observo con el paso del tiempo, siendo estos demasiado diferentes en muchos aspectos, pero iguales en otro.
Y aun así caminaban juntos, tenían sus aventuras, sus maneras de pensar, pero, sobre todo, su libertad de elección, solo esperaba que esto no se saliera de control, que aquella amistad de muchos años se derrumbara por solo un capricho vano.
Los castaños se dieron cuenta de cómo había quedado la estancia principal después de aquel encuentro, el líquido espeso estaba en muchos muebles, incluso el piso, la jovencita solo dejo salir un suspiro, sabía que tardaría mucho tiempo en sacar aquello de los muebles europeos.
Observo a las mascotas, los jovencitos dormidos y otros abrazándose aun queriendo más de aquello, observo a Kiba, Sai y por ultimo a Sasori, este último estaba con la mirada perdida, intranquilo y demasiado estresado, aun así, Tenten se dirigió a ellos, llevándolos a sus respectivas habitaciones, no sin antes mandarlos a asear y darles de cenar.
El pelirrojo, se dirigió con los demás, apretando los puños, sus ideas y pensamientos estaban demasiado dispersos, pero a la vez tenían un solo objetivo: Itachi.
No quería perderlo, no quería que se deshiciera de él, solo necesitaba estar con él, con nadie más, se mordió internamente la mejilla, necesitaba dejar salir lo que él era.
[.]
El Uchiha recostó al rubio, este solo se removió para quedar mejor acomodado entre las almohadas y las sabanas, dejando salir un ligero gemido, aquella dulce voz solo provoco en Itachi un estremecimiento algo extraño, no era desagradable, todo lo contrario, era sumamente interesante.
Levanto su mano derecha, solo para llevar el pulgar hasta la mejilla del rubio, sintiendo la suavidad de aquella piel, contrastando con lo caliente de sus manos, aquel pet, era único, sentía una extraña conexión.
Deidara se removió un poco ante el contacto, era placentero, incluso pudo dejar salir un suspiro ante el toque, algo que le pareció demasiado reconfortante, lentamente, fue abriendo aquellos ojos cerúleos, observando borroso el ambiente, más aún cuando la sombra frente a él comenzó a tomar forma, percatándose del Uchiha, el olor de su colonia fue el detonante para lanzar un quejido lastimero, se inclinó solo un poco para hacer su cuerpo hacia atrás.
Estaba aterrado.
— ¡Amo I... Itachi? — los enormes ojos azules lo miraron con terror.
— Sientes miedo o... tal vez ¿odio?
— Quería contestarle, pero no pudo hacerlo, había cumplido su palabra y ahora estaba feliz con ello — yo... no quiero... usted es mi... amo. — bajo la mirada tomando las sabanas con ambas manos.
— ¿te gusto tu salida a los jardines?
— La voz que uso Itachi era tan tranquila que descoloco un poco al rubio — si — menciono con aquellos ojos azules llenos de sorpresa. — gracias — soltó sin más.
— Dije que cumpliría mi promesa, si eras obediente ¿no?
— Si.
— Qué bueno que entiendas esa palabra y, sobre todo, que entiendas tu lugar en esta mansión.
Lentamente se levantó, yendo hasta una de las cómodas de madera, abriendo el tercer cajón, saco un frasco de vidrio con un líquido transparente, así como borlas de algodón, regresando a la cama miro al rubio fijamente, este trataba de mantenerle la mirada, pero no podía, simplemente la presencia abismal de Itachi era demasiado.
— ¿Qué es eso? — se atrevió a preguntar una vez que el azabache abrió la botella.
— ¿Dónde te hiciste esos raspones?
— ¡oh! No... fue... mi culpa, corrí y no pude apoyarme bien y tropecé, al querer levantarme Rex se hecho sobre de mí.
— ¿mi perro te hizo esto?
— Bueno... no
— Entonces tendré que eliminarlo.
Ante esto, la reacción del joven rubio fue inmediata, se incorporó, tomando al contrario por el cuello de su traje, solo para mostrarle aquella expresión cargada de tristeza y melancolía.
— ¡No! No lo hagas, él no es malo, yo tropecé, el solo estaba jugando, a... amo Itachi no le haga nada.
— Ante esto, el Uchiha mayor estaba más que sorprendido, parpadeando un par de veces, se inclinó un poco más a donde el rostro de Deidara se encontraba. — tu...
Lentamente tomo la barbilla del contrario, apretando solo un poco para llamar aún más su atención, se fue acercando con cautela, sintiendo como sus respiraciones chocaban; una demasiado tranquila, la otra comenzaba a agitarse, y sin que el menor se lo esperara, fue besado de la manera más sorpresiva posible, sus ojos azules se abrieron desmesuradamente, sintiendo como la humedad de la boca del Uchiha mayor, hacia contacto con la suya.
Quiso separarse, pero el calor que en ese momento su cuerpo comenzaba a experimentar era devastadora.
No entienda el porqué de aquella situación, las agresiones que Itachi le mostraban era siempre el humillarlo, en tomar el control de la situación, el referirle que él no dejaría de ser una mascota, había sido concebido para ello y todo mundo le recordaba su posición en este mundo.
Pero aquel beso, era diferente, no era agresivo, no tenía malas intenciones, tembló al percibir la lengua contraria dentro de su cavidad bucal, como este buscaba desesperadamente su lengua, sintiendo aún más el deseo de que aquello se conservara un poco más.
El azabache por su parte intensificaba aquel deseo en un beso que se iba volviendo más demandante con forme pasaba el tiempo, sosteniendo firmemente la cintura del contrario lo atrajo más hacia sí, podía sentir el calor provenir del cuerpo del rubio.
En sus adentro se sentía un poco molesto, el que otro hombre a parte de él observara al rubio, era algo que no toleraba, no le molestaba que la servidumbre mirase lo mirase, pero alguien ajeno, era algo que no soportaba. Y sabía que en el futuro tampoco lo toleraría.
Lentamente se fueron separando, debido a la falta de aire, los ojos negros del mayor se fijaron en el rostro sonrojado del contrario.
— Nadie te alejara de mi Deidara, desde nuestro primer encuentro, tu destino es permanecer a mi lado, para siempre.
Sin ponerse a pensar la situación, abrazo fuertemente al joven, contemplándolo largamente, sus instintos peleaban con su razonamiento, sabía que no debía de pasar aquella línea, tenía en cuenta las enseñanzas en esos años acerca de estas criaturas, la posición en la que él se encontraba con respecto a todo, pero, en ese preciso momento todo eso colapsaba en un abismo de sensaciones y sentimientos reprimidos, la sola idea de olvidarse de Deidara era imposible.
No quería hacerlo.
Las acciones del azabache hacia su persona eran en verdad extrañas, la forma de actuar era de una persona completamente diferente, tenía miedo de preguntar, incluso si aquello era una broma, era sumamente aterradora, parpadeo rápidamente, quería mantener el control de su cuerpo, pero este comenzó a temblar, no podía calmase, no en esas circunstancias.
— Amo Itachi, debería de detenerse — hablo lo más calmado que pudo. — no sé qué quiere lograr con esto, pero... no me iré a ningún lado.
— Ante la respuesta, observo la tristeza en aquellos ojos, desviando un poco la mirada, se fijó nuevamente en el líquido que había dejado en el buro — por ahora curemos tus heridas.
— Mis heridas están bien, no es algo que usted deba de tratar, además — se llevó el cabello detrás de la oreja — es algo que sería degradante para usted... atender a una mascota como yo.
— Te lo dije no — coloco el algodón mojado en la herida de aquella rodilla — eres mío, así que eres mi responsabilidad.
Una ligera sonrisa salía de aquella cara estoica, ocasionando que el corazón del rubio diera un gran vuelco, ¿Cómo era posible que aquel hombre pudiera poner un rostro así?, el sonrojo en ambas mejillas comenzó a aparecer, abriendo ligeramente la boca, observo un poco más el rostro ajeno.
Retiro con cuidado la torunda de aquella herida, que ahora tomaba un color entre rojo y morado, había pequeños cortes y raspones en aquellas delicadas y torneadas piernas. Los ojos profundos y negros se cerraron solo por un momento, antes de cargar nuevamente al contario en brazos, llevándolo al cuarto de baño, se atrevió a quitarle aquel suéter que cubría su desnudez, provocando que Deidara se tapara de inmediato con ambos brazos.
No podía soportar aquello, ni mucho menos sentirse observado por los ojos que el Uchiha poseía, no eran ojos que reflejaran tranquilidad, era un coraje bastante profundo, camuflado por el frio aspecto de su ser.
Escucho un sonido poco peculiar, solo para darse cuenta en como el azabache se retiraba la ropa sin contemplaciones, sin miedo y con aquella libertad de un amante, las ropas quedaban en el suelo de aquellas baldosas de porcelana blanca, dejando a la vista aquel esculpido y perfecto cuerpo; cada facción era exquisita, sus brazos estaban tonificados con una musculatura adecuada, sus afiladas caderas resaltaban con aquellos pectorales marcados, y que decir de ese imponente miembro.
El pet simplemente no pudo con aquello, era la primera vez que miraba a su amo de aquella manera, no sabía si estaba tomando algo, si aquello era obra de un juego cruel y violento donde el sería el único afectado.
Pese a todo aquello, no pudo dejar de ver aquella anatomía frente a él, sintiendo sus mejillas arder, así como sus orejas calientes.
— ¿te pasa algo?
— No... yo no... usted — no sabía que decir, llevándose las manos a la boca.
— ¿Te gusta lo que ves? ¿cierto? — una sonrisa bastante delicada se dibujaba en aquel rostro.
— Yo ...
— No cubras tu rostro — el cabello negro se deslizaba sutilmente entre los hombros del mayor — quiero verte, y quiero que me veas.
Lentamente tomo asiento en el borde de la tina trayendo hacia sí, el cuerpo del menor, aspirando aquel aroma a cítrico, no pudo más que acercar su boca al pecho contrario, tocar aquella piel era simplemente delicioso, sus ojos negros permanecieron cerrados, llevando lentamente su mano hasta uno de aquellos rozados pezones; apretó solo un poco, escuchando los gemidos de Deidara y el temblar de su cuerpo.
Era algo único.
Movió el rostro solo para abrir aquellos ojos negros, interceptando a los azules que dejaban ver confusión y placer mezclados con el miedo de aquello, abrió ligeramente la boca, trato de decir que parara, pero, lo único que salieron fueron gemidos marcados que hicieron eco en el cuarto de baño.
En un rápido movimiento Itachi sentaba en su regazo al rubio, este solo pudo estremecerse, más aún cuando la hombría contraria comenzó a topar contra sus nalgas, siendo esto algo en verdad extraño, tener así de cerca al Uchiha mayor era algo que nunca se imaginó.
Nada bueno salió de aquello.
Lo miro fijamente, tratando de descifrar los movimientos que podría ejecutar Itachi, pero este no tenía nada en mente, solo quería dejarse llevar por el momento, la situación, el placer.
Coloco ambas manos en la espalda del joven, solo para recorrerlas con premura de forma descendente hasta toparse con aquel par de nalgas que no dudo en apretar una vez que estuvo cerca de ellas, masajeándolas de mil formas, dejándose llevar por la sensación.
Deidara se estremeció, dejando salir aún más sonidos que lejos de ser quejas, se trasformaron en tonalidades de lo más delicadas, algo que logro notar el azabache una vez que sus pieles hicieron contacto.
Era algo que jamás en su vida había experimentado con nadie.
Su boca ahora se hacía con una de aquellas tetillas que lentamente se iban poniendo duras, era interesante que con simples tactos aquel rubio se excitara tanto, su miembro estaba igual de despierto que el del mayor, con la excepción de que, de la punta de este, destilaban gotas de pre-semen.
Omitiendo esto por un momento, comenzó a succionar con maestría aquel pequeño botón de carne, usando su lengua para rodear el contorno con esto, morder un poco con sus dientes y usar sus labios para besar con intensidad esta zona.
Algo que el cuerpo del pasivo no pasó desapercibido, percibiendo todo esto con una intensidad impropia, no estaba acostumbrado a que lo trataran bien, pero, no pudo ignorar aquellas caricias, dejándose llevar por completo, llego al orgasmo con solo aquellas tenues caricias.
— Itachi bajo la mirada mirando el semen entre ambos vientres — eres bastante sensible, mira que correrte con simples besos.
— No... no me mire de esa manera — frunció las cejas ante el comentario, en realidad ni el mismo sabía que le estaba pasando.
— Ante la respuesta solo sonrió, dándose un poco la vuelta, se acercó a las perillas, dejando que el agua comenzara a llenar aquella bañera — entonces tenemos que limpiarte — acerco dos de sus dedos a aquel liquido solo para llevárselos a la boca — en verdad sabes delicioso.
— ¡no! ¿Qué hace? — no podía con lo que veía, ¿Qué tan erótico podría ser Itachi?
Lentamente se fue dirigiendo con Deidara hasta aquella agua caliente, adentrándose a la tina de manera sutil, sin perder la vista ni el contacto de aquel cuerpo, tomando las caderas del rubio lo guio hasta sentarlos sobre su regazo, el espacio era perfecto para ambos.
El joven no podía con aquello, era algo fuera de lugar, no entendía muy bien el cambio de actitud de su amo, el que lo tratara con cautela, cuando días antes las cadenas eran lo único que su cuerpo sentía.
Aun podía imaginarse la imagen de Itachi, sentado en aquella silla, jalado la cuerda que le dictaminaban que solo era y sería una mascota, pero ahora, todo eso era diferente, estaba en medio de aquella habitación, donde el vapor iba en aumento, aglomerándose en aquellas cuatro paredes, tocando el cuerpo del Uchiha mayor.
Bajo un poco aquellos ojos afilados, para darse cuenta de que sus manos ahora tocaban los pectorales del azabache, sintiendo nuevamente esas mejillas calientes y esa reacción en su cuerpo, que se concentraba en su hombría, una que estaba completamente despierta.
Itachi sonrió ante esto, sabía que el de ojos azules estaba en total desesperación y vergüenza, pero más que nada, confusión. Aun así, pese a todo eso no dejaba de verlo.
— Está bien... es nuestro momento.
— Lo dices porque... — cerro los ojos ante el movimiento que hacia el contrario bajo el agua.
— ¿ahora me estas llamando de manera casual?, ¿sin respeto?
— No yo... no quise hablar de esa... ma..¡ah! nera. — articulo con dificultad.
— En estos momentos no importa, ¿lo sabes verdad?
Deidara no supo en que momento el calor se comenzó a intensificar, siendo cada vez más asfixiante, cerro la boca tragando saliva una vez que Itachi lo acomodaba mejo, sabía lo que venía, no había tenido una preparación adecuada y aun así, las manos de Itachi buscaban su intimidad, siendo el índice el primero en adentrarse a esa estrecha cavidad.
Un gemido salió sin contemplación de aquellos labios, arqueando la espalda cuando la rugosidad del dedo tocaba un punto erógeno en aquellas paredes.
El rubio se mordió la mejilla por dentro de la boca, una vez que un segundo digito escudriño su interior, los movimientos circulares y de tijera, lo único que lograron, fue estremecerlo al punto de sentir nuevamente los espasmos en su bajo vientre.
— ¡no! ¡Itachi por favor no!
Ante el nombre que esos labios pronunciaban con erotismo, el Uchiha no pudo más, era simplemente perfecto, tanto el cómo el momento, sujetándolo de ambas caderas lo levantaba, solo para dejarlo caer en su miembro, penetrándolo de una única y potente estocada.
Deidara no pudo con aquello, emitiendo un gemido que lejos de parecer doloroso era intenso, Itachi había hecho lo mismo, tuvo que reprimir su sonido, dejando escapar una especie de gruñido, sin siquiera esperar más tiempo, comenzó a moverse.
Aquellos bruscos movimientos era algo de lo que el de ojos azules ya estaba acostumbrado, pero este era diferente, cada empuje era único, el pene daba en puntos tan certeros que era difícil mantenerse estable, su mente comenzaba a divagar.
El de ojos negros, lo miro con intensidad, sintiendo aquellas paredes cerrarse, apretarlo de una manera tan deliciosa, tan delirante y tan erótica, no quería salir de ahí jamás.
Comenzó a moverse aún más, llegando tan profundo que la reacción del cuerpo contrario era temblar sutilmente, a arquearse debido a las sensaciones que comenzaba a experimentar con mayor fuerza.
No podía creer que aquello tuviera una manera diferente de contraste, el sentir era algo que no había experimentado, el poder ser parte de este placer, no solo una mascota.
— Deidara — susurraba con aquella endeble voz.
— Yo... no ... puedo aguantar mucho — imploro, observando como el agua de la bañera salía, debido a la reacción ejercida en aquel acto.
— ¿Qué quieres que haga? — susurro en los labios contrario.
— Abrázame — dijo con aquel toque de inocencia en su voz — fuerte.
Itachi se sorprendió al verlo sonriendo al final, lo atrajo hacia si para abrazar por la cintura a aquel ser, aumentando el ritmo de sus embestidas, al mismo tiempo que buscaba los labios contrarios solo para besarlo de manera profunda, entregando la pasión, la intensidad, la unión de ambos.
Amo y mascota.
Ante la intensidad de activo y los gemidos del pasivo, comenzaron a sentir como el orgasmo llegaba de una manera abrazadora, Deidara sintió como su interior era llenado nuevamente por aquella esencia caliente, Itachi no pudo más que dejar salir todo su semen dentro de aquel cuerpo.
Se observaron fijamente, la respiración agitada, la mayoría del agua fuera de la tina, pero, sobre todo, la intensidad de aquellos dos, dándolo todo, sin importar nada.
El rubio oculto su rostro en el pecho ajeno, se sentía sumamente avergonzado por aquello, extrañado por el cambio de actitud del hombre, pero por primera vez, podía sentirse bien haciendo lo que por mucho tiempo quería evitar.
Ante la seriedad del pet, Itachi trato de moverse, sintiendo como su hombría resbalaba por aquel orificio que lentamente se volvía a hacer pequeño, sintiendo esa extraña sensación de querer hacerlo de nuevo, movió su mano solo un poco para acomodarse mejor en el borde.
La venda que tenía en su muñeca se había mojado y con ello rebelaba la herida que se había provocado horas atrás.
— ¿Qué te paso? — Deidara tomo la muñeca observando el corte.
— No es nada — menciono restándole importancia
— ¿Cómo que no es nada?, esto no lo tenías ¿verdad?
— Fue un accidente.
— Te duele — acerco sus labios hasta la carne abierta solo para darle un sutil beso.
— Nuevamente los ojos negros se abrían con sorpresa, ¿acaso podía ser más hermoso aquel joven? — Deidara... no hagas esto. — se dejó hacer una vez que la lengua contraria pasaba por la herida.
— ¿No está bien que la trate yo?
— Sí, es tu responsabilidad como mi pertenencia.
— ¿volverás a tratarme como antes?
— Dejo salir un suspiro, cerrando los ojos — depende de cómo te portes, y ahora lo haces de maravilla.
— Pero... yo no quiero ser...
— Antes de que terminara, toco su mejilla de manera sutil — tu eres mío, hoy y siempre, tu vida terminara en el momento que termine la mía.
Los ojos azules miraron con sorpresa los negros, abriendo la boca, sonrió.
— Si, estaré contigo.
El Uchiha lo contemplo, había algo más que un simple destino en aquello, esa línea que juro jamás cruzar, ahora no era más nada en sus pensamientos, tener a aquel rubio entre sus brazos era demasiado enternecedor, pero, sobre todo, familiar.
Lo acerco a su pecho, depositando en aquellos labios un sutil beso, no sabía si podía llega a amar con intensidad al joven, pero de una cosa estaba seguro.
Jamás podría decir que se aburrió de su compañía.
Porque la desolación es el placer que puedo darte, las heridas que te provoco son prueba del gran amor que te tengo.
Continuara...
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