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Capitulo 1 Mascotas recién llegadas

+LOS PEROSNAJES NO ME PERTENECEN TODOS ELLOS SON PROPIEDAD DE MI SENSEI KISIMOTO

+LAS IDEAS REPRESENTADAS EN ESTA OBRA SON DE MI TOTAL AUTORIA Y NO DOY PERIMSO DE REPRODUCCION.

+LOS CAPITULOS PUEDEN ESTAR LLENOS DE LENGUAJES VULGARES, ECENAS EXPLICITAS Y MUCHO SODOMASOQUISMO.

+SE PIDE SU TOTAL DISCRECION Y SOBRE TODO SI ERES AMANTE DEL YAOI, TE TOMES UN TÉ CONMIGO Y ME ACOMPAÑES EN ESTA HISTORIA.

++++BIENVENDIO. <3++++


HISTORIA 1

~*ITADEI*~

*déjame desgarrar tu carne y consumir tu alma, mientras tus quejidos ruegan por mas, una dulce mascota es lo que eres y así te quedaras... hasta que me aburra o mueras en mis brazos por la candente pación que te doy. *

O*O*O*O*O*o*O*O*O*O*O

Una desolada y fría noche, donde la luna se podía ver en la cúspide de aquella cuidad, Tokio era y sería un lugar donde transitaba demasiada gente, entre buena y mala, pero nadie, absolutamente nadie se detendría en ofrecer ayuda, seria traicionar los principios sociales de un estándar demasiado alto.

Un chico de cabellera roja se encontraba echo un ovillo en uno de los callejones, su tez era demasiado descuidada, su cuerpo demasiado delgado, cubierto por golpes y rapones, así como marcas ya viejas dibujadas en sus piernas y antebrazos. Su cuerpo temblaba, debido a las bajas temperaturas que amenazaban con paralizar su ya de por si anatomía.

En esos instantes solo escuchaba su respiración, entrecortada por el llanto que aun inundaba su ser, ¿Qué aria en esas circunstancias?, ya no tenía un amo al cual rendirle devoción, no había absolutamente nada.

Repentinamente unos pasos rompieron aquel silencio, activando su estado de alerta, no pudo escapar, no podía hacerlo, lentamente movió su amancillado cuerpo, visualizando entre la noche a un hombre de lo más apuesto, sus ojos oscuros contrataban a la perfección con aquel cabello negro, su piel nívea era tan clara y suave, tan perfecta como su afilada mandíbula y su corpulento cuerpo.

Un ser perfecto.

Repentinamente y sin que el joven en cuestión se lo esperara aquel misterioso hombre sonrió, una mueca tan cautivadora y seductora que no pudo pasar desapercibido aquel acto.

— ¿quieres morir? — le pregunto el de cabellos negros.

— yo...— el de cabellos rojos elevo su frágil brazo, sosteniendo temblorosamente la mano del desconocido — ¡haré lo que usted me pida!

— eso es un poco complicado... ¿no crees? — sin perder aquella mueca observo al menor con aquellos ojos oscuros

— lo sé, pero... mi antiguo dueño me abandono, y no quiero estar vagando por las calles — sus hermosos ojos carmesí, se llenaron de lágrimas. — no quiero.

— Sonrió una vez más aquel misterioso hombre — mi nombre es Itachi Uchiha... ¿y el tuyo?

— Aquella pequeña creatura no podía dejar de ver a su salvador, con la voz más temblorosa del mundo comenzó a mover los labios — me...llamo...Sasori.

— ¿bien Sasori?, desde hoy serás mi mascota.

El Uchiha observo la devoción en aquellos cansados y tristes ojos, las lágrimas de aquel asustado pet corrían por sus mejillas, la gratitud es un sentimiento para aquellos que son bondadosos con quienes quieren ayudar.

Aun si la gente es buena o mala.

Algo que sabía perfectamente el Uchiha mayor, tener el poder de hacer que otros obedecieran era algo que sin importar como, apreciaba y ahora esta nueva adquisición era tan esplendida como misteriosa.

Sasori, había firmado su sentencia de muerte.

Sin tiempo que perder, encamino al joven pet a su auto, invitándolo a subir, este lo hizo, aun con el miedo en su interior, pero, analizando la situación estar en un auto era mucho mejor que las calles.

Itachi se dispuso a conducir, mirando de reojo al joven, este, no hacia ningún ruido, se mantenía callado, casi podía decirse que no quería ni respirar.

— Puedes relajarte — hablo el de cabellos negros

— Sí, señor — hablo en un ligero timbre de voz.

— Claro.

No dijo más, sabía que la confianza no podía darse rápidamente en unas horas, sin más que decir, el recorrido fue tan silencioso que, sin darse cuenta, había llegado a su casa, para Sasori su nuevo hogar.

Después de estacionar, Itachi bajo con la nueva mascota, el de ojos carmesí por su parte, comenzó a contemplar la enorme casa que estaba frente a él, sus bastos y hermosos jardines, árboles frutales una majestuosa fuente en la parte de enfrente.

Pero algo más fuerte llamo su atención, varios jóvenes se encontraban dispersos por los terrenos, comando solo con un collar en su cuello.

Todos estaban desnudos.

— ¡te fijaste en mi colección! ¿Verdad? — sonreía el Uchiha mayor.

— si...yo...lo note, es algo inevitable. — Sasori bajaba la mirada.

— ¡bien! entra, este será tu nuevo hogar.

— ¡gracias! — Sasori miro a Itachi, un ligero rubor se asomaba en sus mejillas.

La mirada oscura de aquel hombre denotaba una calma que escondía algo malo, sádico y tal vez grotesco, cerró la puerta tras de sí, ahora aquella nueva mascota tenía dos cosas por hacer, pero una de ellas era clara, servir a su amo.

El nuevo inquilino sabía lo que le esperaba dentro de aquella mansión, los días se volvieron semanas y estos meses, el compartir la habitación con el Uchiha era lo mejor que le podía haber pasado en su miserable vida, era el favorito, el que podía tener encuentros carnales cada vez que al mayor le apeteciera, había anhelado tanto y por mucho tiempo el poder ser amado así.

Y era verdad, para él, su amor y gratitud pertenecían al hombre que lo había rescatado en esa fría y triste noche, sin importar que, haría lo necesario para quedarse a su lado.

Sasori caminaba por los jardines, para ese tiempo ya podía salir más al jardín y convivir con los suyos sin necesidad de permanecer encerrado en aquella habitación, aunque, extrañaba estar entre los brazos de aquel hombre de cabellos negros, sin poder evitarlo, escucho una charla de dos jóvenes que se encontraban sentados debajo del árbol de manzano.

— no puedo creer que el señor Itachi se haya desecho de Haku. — comentaba un joven de piel pálida.

— ¡lo se Sai!, era realmente bello, pero tal parece que le aburrió después de todo — esta vez hablaba un joven de cabellera castaña, unas hermosas marcas rojas adornaban sus mejillas.

— es lo que dicen, nadie dura en esta mansión, el señor Itachi jamás se ha enamorado, ni siquiera de gente de su clase. — el pálido volvía a hablar.

— hola Kiba, Sai, ¿que... están haciendo? — Sasori había entrado en la conversación, sorprendido y aterrado por lo que había escuchado.

— Nada, solo comentábamos lo que le paso a Haku, y su deceso de la mansión.

— ¿deceso? — trago pesado.

— Sí, no duro mucho, pero parece que tú eres especial, haz durado demasiado en esta mansión, podría decirse que eres el favorito — el castaño sonrió.

— ¡no digas eso! — el de cabellos rojos estaba más que feliz, ser el favorito, el único, era algo que quería escuchar más que nada de los labios de Itachi.

Comenzó una charla pacifica con sus compañeros, comiendo unas cuantas manzanas y riendo de vez en cuando, observo como el sol comenzaba a ocultarse, sabiendo que ya era tiempo de regresar a la habitación, en un par de horas su amo regresaría, despidiéndose regreso a la casa, con cuidado se adentró, pasando por el recibidor hasta la sala, sin querer, escucho a lo lejos como el mayordomo y la mucama hablaban.

— sí, acaba de llegar— decía un hombre de cabellera castaña oscura, con una cicatriz en el puente de la nariz.

— Pero... ¿cómo es que llego?, ¿quién lo trajo? - decía una chica de aspecto juvenil de cabello igual que el mayordomo, el cual traía recogido en dos coletas en forma de chongos.

— Parece ser que el señor Itachi lo encontró en uno de los callejones, estaba mal herido, ahora lo está cuidando.

— Últimamente le da por ir a esos lugares, ya le dije que puede ser peligros y que tiene que cuidarse, aunque... pude verlo Iruka, y es bastante hermoso, nunca mire a un PET, de esa categoría.

— no lo sé TenTen, recuerda que, en ese mercado, ahí humanos que no te puedes ni imaginar, pero... una cosa es clara. — hizo una pausa mirando a la chica. — venia muy mal herido.

Sasori estaba que no cabía de la sorpresa, ¿no estaban hablando de él?, era de alguien más que su dueño había traído a casa, una nueva mascota. Sin poder evitarlo, araño las paredes, sentía un claro enojo en su ser, y más que eso, frustración por lo que estaba pasando.

O*O*O*O*O*o*O*O*O*O*O

El de ojos oscuros se mantuvo sentado en el borde de la cama, analizando a aquel chico de cabellera larga y rubia, su piel era de un tono rosado, pese a que estaba maltratado por moretones, golpes y mordidas, podía verse claramente la belleza debajo de todo aquello.

Ligeramente paso la mano por aquellas heridas, analizando en quien o quienes harían aquellos actos de crueldad y ¿Por qué?

En ese momento se levantó, tocando su frente, ¿actos de crueldad?, sonrió un poco, era lo que más le gustaba hacer, dejo salir un suspiro, mirando por aquella ventana.

Repentinamente los ruidos y gemidos de aquel rubio lo sacaron de su pensamiento, volteo a verlo, aquellos ojos denotaban angustia y terror, mezclado con dolor, aquel chico estaba dormido, atrapado en su propio terror.

Flash back

— ¡Basta!, no... ¡déjame! ¡NO QUIERO!... quítame las manos de encima — gritaba el rubio tratando de liberarse de su agresor.

— ¡cállate maldito bastardo!, yo te compre, es justo que te haga lo que yo quiera— un hombre de facciones toscas, cabello blanco, cuerpo robusto y ojos color amatista expresaba estas palabras con todo el repudio posible.

— ¡no!... no quiero Hidan, ¡suéltame!

— ¡eres un imbécil! — Hidan abofeteaba fuertemente al joven, rompiendo su labio y lastimando su mejilla gravemente — eres una perra Deidara, no me llames así, soy tu amo, que no se te olvide. — el de cabellos blancos estiraba la ropa del contrario, al grado de romperla por completo. — eres bastante apetecible.

Los enormes ojos azules se fijaron en los grises del agresor, no pudo ejercer más fuerza para liberarse, su cuerpo estaba echo para obedecer a los deseos sexuales de quien dominaba, pero, su mente dictaba otra cosa, no quería ser solo un espécimen del cual solo usaran su cuerpo y mucho menos embarazarse y tener crías.

— ¡¡Nooooooo!! ¡No quiero!

Hadan se había enfurecido, tomando al de ojos azules por los cabellos, lo levanto y lo arrojo a una de las bodegas que tenía en su casa, Deidara aguanto el golpe, mirando nuevamente a su dueño, su enojo era latente, mas no contaba con lo que el de cabellos blancos planeaba en esos momentos, tomo una soga, enrollando un extremo en su mano derecha, elevo esta, dando de lleno en las piernas del joven, comenzó a golpear el cuerpo sin ningún tipo de sentimiento, abriendo su carne, hiriéndolo, casi al punto de matarlo, no satisfecho con esta acciones, una serie de patadas y golpes a puño cerrado fueron participes de esa barbarie.

— ¡tú no me vas a decir que hacer!, eres solo un maldito perro, estas echo para satisfacerme, no tienes opción— el hombre golpeaba esta vez la cara de Deidara, sacando sangre de su boca, marcando los pómulos de un rojo intenso, con pequeñas y delgadas líneas de sangre.

El rubio estaba perdiendo la conciencia, cada golpe, cada acto de agresión lo estaban llevando a la muerte, no podía con esa situación, ¿acaso toda su vida sería maltratado y violado?, trago saliva, trato de levantarse, de tomar fuerza de donde pudiese, pero su cuerpo no respondía. Hidan se encontraba agitado, mirando el cuerpo de su mascota, cada hematoma era hermoso a su parecer.

— entiéndelo bien Deidara... eres más provocativo así, entre más te resistes, más tengo ganas de probarte — el de ojos violetas se acercó lentamente, tomando con brusquedad la cara del menor, saco la lengua, y sin esperar ni un segundo, paso esta por el pómulo izquierdo con perversidad, la saliva se mesclaba con la sangre de las heridas abiertas, esta comenzaba a arder.

Deidara se estremeció, cada acción le parecía sumamente asquerosa, no podía permitir que su vida acabara así, menos en aquel horrendo lugar, ya no quería aquello, como pudo tomo fuerzas arrojando a Hidan al suelo, el cual no consiguió meter las manos y callo de lleno en el piso golpeándose la cabeza. El rubio observaba como aquel repugnante hombre no se movía, con las múltiples heridas en su cuerpo, tomo el saco de su agresor, y salió de la casa, comenzó a correr por las calles, llegando a un callejón, el cual estaba lúgubre y frio, su respiración era entrecortada, sentía un intenso dolor de cabeza, la pérdida de sangre se hacía presente por su nariz y por la comisura de su boca.

— "¿voy a... morir aquí?... no es tan malo después de todo... alguien como yo...lo que soy, no merezco vivir" .... No puede ser.

Sus azules ojos miraban al final del callejón, solo lograron percibir una silueta, asustándose por pensar que era su atacante intento levantarse, pero no pudo, estaba mareado, hambriento y sobre todo cansado, lentamente se fue desvaneciendo, mirando entre su lucidez aquellos ojos color noche y una ecuánime frase.

— ¿quieres morir?

— si... es lo que más...anhe...lo — cerro los ojos, olvidándose por un momento de todo el dolor.

Fin de flash back

El calor comenzó a inundar su cuerpo, al igual que la suavidad de las sabanas, haciendo cada vez más confortable el estar en aquel extraño lugar, pensando que tal vez, estaba en el cielo, lejos de todo aquel horror y maltrato que pudiera haber vivido, abrió ligeramente la boca, trato de despertarse, algo que Itachi no pasó desapercibido, se cercó lentamente, observando aquel rostro golpeado, lentamente, los ojos de aquel joven se comenzaron a abrir, el Uchiha mayor no podía creerlo, eran los ojos más hermosos que había visto, de un azul profundo, con pequeños destellos de un celeste más claro.

Al poder enfocar aquel rostro que lo miraba fijamente se asustó, sin poder evitarlo, su cuerpo reacciono sentándose en la cama, sintiendo como el dolor se apodero de cada centímetro de su cuerpo, ocasionando que se arqueara.

— es mejor que no te muevas — decía Itachi con el semblante neutro.

— ¿Quién eres? — preguntaba horrorizado el rubio.

— Se le quedo mirando fijamente — quien te salvo de que murieras.

— ¡yo no te pedí que me rescataras!... me hubieras dejado ahí — una cara de tristeza se le dibujo en el rostro.

— No sería nada bueno dejar tan hermoso rostro tirado en un sucio callejón. ¿¡verdad!? — tenía la intención de tocar la mejilla del joven, pero un manotazo, lo hizo quedar en total asombro.

— ¡no me toques! — la mirada de ira de Deidara era latente. — deja que me valla, no tengo nada que hacer aquí.

— Los ojos negros aun miraban impresionado la escena — no conozco a ese tal Hidan, pero, te dejo ir, con una condición...

— ¿cual? — miro al mayor.

— ¿quién te golpeo? y... ¿con cuántos te has acostado?

Las palabras sorprendieron al rubio, no se esperaba esto, abrió mucho los ojos al pensar que tal vez todo aquello era una trampa, no podía confiar, en nadie.

Nunca.

— alguien que no puedo recordar, y ... sobre con cuantos me he acostado, solo le diré que con ninguno. — las últimas palabras eran claras y firmes.

Una vez más el rostro del Uchiha reflejaba una expresión de sorpresa, este Pet, no era como los demás, tenía una extraña aura alrededor de él, podía decirse que era hermosa y a la vez letal, tenía sus dudas, como alguien con aquella anatomía tan perfecta, simplemente permaneciera puro, sonrió para sus adentros, esto tenía que comprobarlo y si para ello profanaba a tan bella creatura. Lo haría.

Al final, era su labor como amo.

— no había visto tipos de mascotas de tu clase... ¿acaso eres de otras tierras?

— yo... no lo recuerdo bien... solo que fui comprado y vendido varias veces, pero todos me devolvían por... que yo no era como los otros.

— eso me agrada, y no quieres quedarte a vivir aquí, en esta casa, tendrías comida y un techo. — Itachi se sentaba a un lado del menor. – además... sería muy bueno para ti ¿no crees?, lejos de gente que te trata mal — su seductora mirada se hacía presente — solo satisfáceme y yo, te dejo ir a donde tú quieras.

— Un ruido estrepitoso rompía la armonía del ambiente, una bofetada ahora marcaba el rostro del Uchiha mayor — es igual que todos los que me han comprado... antes me mato que entregar mi virginidad a alguien tan asqueroso como usted... así que déjeme salir ahora.

— eres una mascota muy salvaje — el de cabellos negros se relamía los labios, al tiempo que tocaba su mejilla –"esta es la primera vez que alguien me desafía, la primera vez que alguien no quiere enredarse conmigo en las delicias del placer"

nuevamente aquella sensación de alerta en su sistema, de querer escapar, de huir del agresor, como pudo llego a la orilla de la cama, tenía que escapar, pero no pudo llegar muy lejos, el Uchiha lo tomaba fuertemente de la cintura, colocándolo a horcajadas, sostuvo con fuerza sus brazos, colocándoselos por detrás de la espalda, inmovilizándolo al instante.

Una sonrisa traviesa salía de aquellos labios, posando delicadamente los labios en el cuello del rubio, este no pudo controlar sus nervios, forcejeando cada vez que se lo permitía, pero, las fuerzas de Itachi eran demasiadas.

— ¡Noo!, ¡suéltame!

— yo te salve, es justo que me des una recompensa ... cuando te haga mío, te vas de aquí, hacia tu libertad.

— ¿Qué quieres de mí? — preguntaba Deidara con lágrimas en los ojos.

Este acto sorprendió al dueño de la mansión, ninguna mascota antes había llorado ante él, al contrario, todos querían sus atenciones, ser el favorito, ser el único en la vida de Itachi Uchiha, pero este rubio, estaba llorando, sabia las consecuencias de todo aquello, ¿sería capaz de arrancar lo único que es vital para Deidara?, arrebatar su virginidad y sus deseos de ser libre.

La respuesta era clara, lo haría de la manera más despiadada y de todas las formas posibles.

Sin prisa alguna Itachi tomo con brusquedad al rubio y lo azoto en el calchón de la cama, este quedo aterrado, su cuerpo dolió intensamente, sus heridas se habían abierto y otras más amenazaban con hacerlo.

— ya sabes lo que quiero... ¿verdad?

— no, eso no.... No puedes hacerlo — volvió a derramar lágrimas.

— Sonrió ampliamente — ¿me estas retando?

— ¡por favor!... eso no. — volvió a forcejear, intentando por todos los medios de liberarse.

El de cabellos negros estaba perdiendo la paciencia, en verdad luchaba por controlar sus impulsos, pero este chico despertaba en él una forma primitiva y aberrante de tratarlo en el sexo, anhelaba herirlo, torturarlo, hacerlo gemir de placer.

De uno de los cajones de aquella habitación de paredes rojas y muebles del mismo color, sacaba una soga de algodón, pasándolo primero por el cuello, después siguió por el abdomen, pasando por sus brazos, detrás de sus piernas y al final terminaba en sus tobillos.

Deidara no podía moverse, aquellos amarres lo dejaban inmóvil, con las manos atadas a la espalda y las piernas abiertas.

— deja de moverte — hablo el Uchiha.

— Tu... no.... deja de verme.

El de cabellos negros se miró las manos, jamás en su vida había forcejeado para amarrar a un Pet y menos para poder fornicar, esta era la primera vez, sentía en su interior como la sangre le hervía, era claro lo que en esos momentos sentía, la emoción, la adrenalina subiendo por cada célula de su cuerpo, cada joven que llegaba a su vida, era dócil, obediente, siempre atento a su placer, no había ninguno que se le negara, hasta ahora, amarrar y violar no era lo suyo, pero demonios, era bastante excitante.

Era algo que quería hacer con este rubio.

Sin previo aviso tomo el pequeño y dormido miembro del menor, apretándolo de una manera fuerte, ocasionando que arqueara su espalda de dolor, aun así, no salió ni un gemido ni sonido de su boca, algo que encendió mas las ansias del Uchiha, sabía que por esa ocasión no será nada amable, todo lo contrario.

Sería un ser brutal.

Tomándolo de ambas piernas lo acerco hasta la orilla de la cama, su erección era palpable en ese momento, algo que Deidara noto, no era para menos cuando Itachi se comenzó a desabrochar el pantalón, dejando libre aquel imponente miembro, no solo era grande, también demasiado grueso.

Solo se acercó un poco, apenas y la punta tocaba el suave y pequeño orificio del menor, algo que lo hizo temblar y derramas aún más lágrimas en el proceso, no quería aquello, no quería esa vida, no quería perder su ser.

Ante las suplicas, el miedo y el dolor, empujo lentamente su miembro por la estrecha entrada, era un dolor intenso, demasiado fuerte y horrible, quería aguantar gritar, quería ser valiente, pero no pudo, su garganta emitió aquel grito desgarrador, lleno de dolor y frustración.

El Uchiha mayor se adentraba lentamente, desgarrando las paredes internas del rubio, sintiendo como era presionado de una manera tan agradable y demencial, que, no pudo parar, en cuanto miro como su miembro estaba a la mitad, elevo un poco sus afiladas caderas para entrar de lleno en su mascota.

Los ojos azules estaban inundados en lágrimas, sus piernas temblaban por aquel intenso dolor que lo partía por la mitad, era una sensación tan intensa y horrible, no podía pensar en otra cosa, su cuerpo se comenzó a mover de manera desesperada por cada embestida que le de cabellos negros le daba a su frágil y herido cuerpo, no podía creer lo que estaba pasando.

Cerro los ojos ante las embestidas que poco a poco se comenzaron a volver más despiadadas y profundas, sin que el quisiera, los gemidos comenzaron a inundar aquella habitación, su miembro se comenzó a poner duro, su cuerpo reaccionaba, sin que el quisiera, aun ante las suplicas de que parara.

pero Itachi no oía, había perdido la razón, ver la sangre surcar los muslos internos de su nueva adquisición, era espectacular y lo peor de toda ese acto, es que le encantaba, miro unos segundo aquellos vidriosos ojos, de ese ser tan frágil, se aproximó sigilosamente, analizando a su presa, y sin previo aviso, besos su labios de manera intensa y agresiva, con hambre e ímpetu al grado de romper su labio inferior, llenado sus labios de sangre, esencia que lamio con lujuria y descaro ante tan bella víctima, tan hermoso ser, tan excelente mascota.

— ¡para... por favor! nooo... ¡paraaaaaaaaaaaa! ¡ahh! ¡ahh..ahh! — no podía dejar de sentir dolor y un extraño placer combinados con la esencia carmesí que aun recorría su entrepierna.

Sin previo aviso un líquido blanco manchaba el pecho del rubio así como el carísimo traje del Uchiha mayor, el orgasmo de su nueva mascota había llegado, una tenue sonrisa volvió a surcar aquel rostro seductor, tomando nuevamente el pene del rubio, lo comenzó a masajear, este, no pudo emitir más gemidos ni sentir arcadas en todo su cuerpo, aquella vista, esa sensación, todo era tan nuevo y emociónate, sin esperar mucho, también él llegaba al momento cumbre del placer, descargando toda su esencia en el interior del rubio, marcándolo como su único dueño

Para siempre.

El día transcurrió rápido, pero, para Deidara fueron como mil años al ser violado una y otra vez por el dueño de esa mansión, más de diez horas siendo torturado, no podía más, se sentía como una basura. El pobre estaba ahora bañado en esperma de Itachi, así como sangre de las heridas que al final se volvieron a abrir, su entrada desgarrada, de la cual aún salían fluidos de ella, la visión perfecta para el Uchiha.

La más hermosa pintura.

Itachi se arreglaba la ropa, regresando a su cordura, se daba cuenta de algo, era la primera vez que besaba a alguien, se tocó ligeramente los labios, no cabía en su sorpresa, y menos en la provocación carnal hacia ese joven de rubias cabelleras, una vez más miro su semilla salir en aquella entrada, ¿acaso había sido tan descuidado?, también para el había sido la primera vez en correrse dentro de un pet.

Error fatal, pero agradable a su parecer.

— pue... pedo irme ya — Deidara decía en susurros.

— ¡claro que no!

— ¿Qué? Pero tu...

— Cambie de opinión, de aquí no te vas.

Itachi salía de la habitación dejando adolorido a aquel joven que lloraba en silencio, Sasori había oído todo, cuando su amo salió de aquella habitación prohibida, este, se escondió nuevamente tras un enorme jarrón azul con flores turquesa.

— "mi amo... se quedará con el recién llegado" .... No lo permitiré.

+++Porque la esencia de la lujuria nace de la pasión de aquellos que tienen el alma de un verdadero ángel+++

continuara...

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