Pesadilla.
La oscuridad se hacía más fuerte mientras más bajaba, las energías abandonaban su cuerpo y mantener los ojos abiertos era cada vez más difícil.
Moverse era difícil, respirar dolía, el simple hecho de estar ahí dolía.
De repente unas inmensas ganas de quedarse ahí para siempre invadieron su ser. Ahí, ahogándose en el agua si no luchaba no había dolor, no tendría que preocuparse por los problemas ni por el mañana. Sin embargo también sabía que sentiría culpa por dejar a tantas personas solas, y cuando recordó su deber como pilar la ansiedad volvió.
Tenía que salir. Como pilar era su responsabilidad ayudar y proteger a todos los que fueran posible, aún si eran pocas personas siempre debía dar lo mejor de sí, ¿Si no lo hacía ella quien más lo haría? Y si todos los cazadores empezaban a rendirse, entonces no habría nadie que pudiera controlar a los demonios.
Con la fuerza que aún tenía intentó moverse, pero el agua era tan pesada que era imposible hacerlo y cuando menos se dio cuenta sus pulmones ya no podían más.
–¡Shimura!
De repente la luz se reflejó completamente en sus ojos, tardó algunos minutos en darse cuenta en dónde estaba y con quién estaba.
No podía respirar, empezó a dar fuertes bocanadas mientras se agarraba el pecho y se repetía mentalmente que nada de eso había sido real.
Podía sentir la calidez de la voz del pilar de las llamas, como intentaba ayudarla y como la ayudaba para que pudiera recuperar la respiración y así poder tranquilizarse. Podía sentirlo pero lo seguía escuchando muy lejano, era como si aún hubiera agua en sus oídos.
Esa pesadilla era muy frecuente que parecía ya estar esperándola cada vez que caía la noche y se iba a dormir, sin embargo eso no hacía que sus efectos fueran menores, aún su cuerpo se veía afectado como si una vez lo estuviera viviendo.
–¿Te encuentras mejor?
Aún su corazón latía fuertemente, pero su mente estaba más clara y el mundo real se sentía más nítido, ya no solo era un reflejo difuso y distante.
–Un poco.
Intento sonreír un poco, pero aquella sonrisa era un intento en vano de mostrar una mentira.
–¿Quieres hablar de tu pesadilla?
Negó con la cabeza como única respuesta, no quería hablar sobre eso y en realidad dudaba algún día estar lista.
El día que mató a una luna menguante fue el día que obtuvo su título de pilar, y también fue el día que obtuvo un recuerdo que se repetiría en su memoria a través de sus pesadillas.
Durante su enfrentamiento con la luna menguante, el uso su tecina de sangre que la hizo llevar a una dimensión completamente de agua. Estando ahí cada vez era más difícil mover su cuerpo, como si este no respondiera a las órdenes de su cerebro y unas inmensas ganas de quedarse ahí se hacían más fuertes conforme más profundo caía. Al final sus sentidos básicos de supervivencia fueron quienes la sacaron de ahí, vivir por miedo a lo desconocida que es la muerte, eso fue lo que la llevó a salir de esa dimensión y acabar con el demonio.
Aunque logró su misión, aún podía recordar el momento como si lo estuviera viviendo. Era algo que odiaba, era un recordatorio de su debilidad ante sus emociones y lo que la hacía pensar que realmente no estaba preparada para el puesto de pilar. Y por eso tampoco hablaría sobre el tema, prefería quedarse con la carga para ella sola.
–¿Te gustará ir a tomar un poco de aire?
Lo pensó unos segundos y al final aceptó, no era nada mala la idea, ver el sol salir por el horizonte y sentir la brisa de la mañana, era algo bastante relajante.
Y tenía razón, no pasó mucho tiempo desde su pequeña caminata cuando empezó a sentir un poco más aliviado su corazón.
–Por cierto Rengoku, ¿Que te hizo venir a mi finca?
Estando mejor su cerebro volvió a pensar con normalidad, y eso la hizo darse cuenta que no sabía el motivo de porque el pilar de las llamas había decidió ir a visitarla. Tenían una buena relación, solían hablar bastante, pero eso no quitaba que fuera extraño que Rengoku estuviera en su finca y aún más extraño que estuviera en su habitación.
–La señorita Shinobu me dió unos medicamentos para tus heridas, cuando fui se los dejé a uno de los cazadores que estaban quedándose en tu finca. Después tuve un mal presentimiento y por eso fui a verte, disculpa si te incomode al entrar sin tu permiso.
Tenía sentido, en su finca había varios cazadores de demonios que estaban ahí recuperándose de alguna herida que no requería de cuidados específicos o también había cazadores que se quedaban ahí cuando la finca mariposa estaba llena.
–Está bien, me alegra que hayas ido.
La charla entre los dos continuó por otro rumbo, como compañeros se llevaban muy bien pero su relación ya entraba en lo que era la amistad.
La luna brillaba en el cielo mientras ayudaba a los dos pilares a encontrar un pueblo cercano o algún lugar para pasar la noche.
Mientras caminaban hablaban un poco para distraerse del cansancio. Habían ido a una misión juntos y aunque la habían terminado bastante rápido, eso no significa que habían gastado bastante energías y fuerzas.
Tanto Rengoku cómo Jin se estaban volviendo mucho más unido de lo que alguna vez hubiera imaginado, hablar por las mañanas después de las pesadillas de Jin se estaba volviendo una costumbre y debido a esa cercanía era que estaban trabajando mejor en equipo de lo que alguna vez lo hicieron, debido a eso es que también los enviaban juntos a más misiones y como consecuencia ese lazo se iba volviendo aún más fuerte.
Después de un rato caminando encontraron un pequeño lugar donde pasar la noche. Terminaron pidiendo una habitación con dos futones ya que las demás habitaciones estaban ocupadas, es lo que pasa cuando llegas tan tarde. A Rengoku no le importo, solo quería descansar y nada más, a Jin no le gusto ya que temía que por culpa de sus pesadillas no dejará dormir a su compañero, en realidad nunca sabía si lloraba o gritaba mientras más tenía, pero siempre existía esa posibilidad.
Al entrar a la habitación dejaron a un costado de su aori sus katanas y aori, después se acostaron en los futones para poder descansar bien, pensaban salir a la mañana temprano, por lo que tenían que aprovechar de las pocas horas que les quedaba.
–Shimura.
La voz de Rengoku hizo que abriera los ojos cuando estaba apunto de dormirse, con las pocas energías que tenía se güiro para verlo, no le pregunto nada, el cansancio era tanto que hablar parecía una tarea sumamente compleja.
–Puedes tomar mi mano si quieres.
Aún con bastante sueño, una sonrisa apareció en sus labios y sin dudarlo agarro la mano del pilar. Era áspera, los entrenamientos y las batallas habían dejado marcas en su piel que nunca se iban a borrar, pero también se sentían cálidas.
Esa noche la pesadilla fue menor que las noches anteriores, y al despertarse su cuerpo no se vio tan afectado.
Shimura caminaba con pesadez por la finca, su rostro decía a simple vista que no quería que nadie se acercará, pero al parecer los demás cazadores no entendían por qué se acercaban para pedirles consejos y ayudas.
–solo quiero dormir.
Era lo que la pilar pensaba mientras mentalmente intentaba hacer mentalmente un mapita de la finca y buscaba un camino para llegar rápido a su habitación sin encontrarse con nadie más, le gustaba mucho ayudar, por algo dejaba que tantos cazadores se quedarán, pero simplemente ese no era el momento para que le pidieran algo.
Al llegar a su habitación se apoyó en la puerta y se aseguró de travarla con varias cosas, si había alguna energía habían otros pilares que podían hacerse cargo.
Una vez se aseguró que la puerta no iba a ser abierta, se puso tan cómoda como pudo. Se ató el cabello en una trenza suelta y se puso una ropa más cómoda para dormir, también dejó su katana en un buen lugar junto a su aori y uniforme bien doblado, listo para ser usados al día siguiente.
Y cuando estaba apunto de acostarse, el sonido de unas alas a las distancia la hizo maldecir mentalmente, al parecer el mundo no quería que tomara su descanso.
–¡Mensaje de Rengoku! ¡Mensaje de Rengoku!
Por su ventana entró un cuervo que no era el suyo y que siguió repitiendo lo mismo hasta que tomó la carta que tenía atada en su cuello. No podía mentir, sintió un gran alivio cuando vio que no era el suyo diciéndole que le habían asignado una nueva misión.
“Querida Shimura.
Al parecer está misión me tomará más tiempo de lo que pensaba, lamento no poder estar ahí para ayudarte con tus pesadilla o hacer nuestra pequeña caminata por la mañana.
Sin embargo te envío este regalo, es una pulsera.”
Shimura vio la pulsera de cuerdas y se la quedó un rato mirando antes de continuar leyendo. Era simple y bonita.
“Espero que cuando la tengas puedas recordarme.
–Rengoku Kyojuro.”
Una sonrisa se formó en sus labios mientras ataba la pulsera en su mano izquierda.
Ella y Kyojuro se habían vuelto demasiado cercanos, tanto que sus sentimientos habían evolucionado más allá de una amistad y si aún no habían dicho nada era porque no sentían la necesidad, podían entenderse sin las palabras.
Se amaban mucho, y lo demostraban a su forma.
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