Josh despertó. Eran las 4:35 A.M.
Se levantó de la cama, moviéndose como alguien que estaba siendo comandado por otra persona... u otro ser.

Fue a la cocina.
Cogió un botellín de agua mineral.
Le dió tres sorbos.
Miró el reloj, marcaba las 4:35 y a los pocos segundos, la manecilla más larga se posó sobre el número "60".
4:36 A.M.
Josh recordó.
Josh se vio a sí mismo caminando por la calle, bebiendo agua; no una, sino en dos ocasiones, también se acordó de las voces que le perseguían, y de la falsa voz de su jefe llamándole para ir al trabajo.

Las voces volvieron, haciendo chillar de dolor a Josh, que se tapó la boca al recordar que su mujer estaba todavía durmiendo. Josh juraría haber gritado, pero no oyó a su mujer gritando alarmada, ni ninguna otra reacción procedente de la habitación donde ambos descansaban al volver de trabajar.

-Va, tío, lo has soñado todo, el grito estaba en tu mente...-.

Josh intentó convencerse a sí mismo de que había pasado una mala noche debido al estrés provocado por una semana de trabajo, pero quiso cerciorarse y se dirigió al dormitorio.

Brenda no estaba, y toda la habitación estaba como el día en que llegaron al piso: No había sábanas, ni ropa en el armario. No había nada.

Josh comenzó a sentir que su pulso se aceleraba, las pupilas se le dilataban y la sangre que fluía por sus venas se sentía como ácido.

-Josh... No entiendo por que me ignoras...-.

Josh dejó de autoconvencerse de que todo iba bien.

-He tenido que tomar medidas-.