Epílogo
El General Flint estaba bajando por un ascensor diferente al de su base en Santa Fe. Esta vez era el Laboratorio de Ciencias y Farmacéutica de San Elías, donde se hallaba el Proyecto Quimera. Al salir se encontró una puerta movediza. Había una cámara de seguridad en el techo, hacia la cual Flint miró para que lo reconocieran. Enseguida la puerta abrió.
El general atravesó por un pasillo en el que había varias puertas, decenas de ellas, más bien parecían celdas con ventanas. En algunas podía verse brevemente pequeñas siluetas que el general atribuyó a los niños. Uno de ellos se estaba tratando de asomar por la ventana. Llevaba un collar de control en el cuello.
El lugar estaba casi sin iluminación y parecía un camino infinito en línea recta. Finalmente, llegó a la que quería: la celda 010723. Al entrar, encontró lo que quedaba de apariencia humana en José Wilmer. Tenía ahora un aspecto aterrador. Su piel se había vuelto escamosa, casi como si fuera un lagarto. Lo poco de humano que le quedaba era el rostro y la forma de su cuerpo. Incluso había perdido el color de los ojos, ahora amarillos.
-¿Me puedes entender, José?
El mutado asintió, un poco destrozado mentalmente. Habían transcurrido dos meses desde lo que ocurrió en aquella caverna.
-Tengo un trabajo para ti.-advirtió el general.
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