Capítulo 9
Multimedia: What's my name- Rihanna ft Drake
Narra Armand
La gente empieza a decirle adiós a los novios, estos anunciaron que se retirarán a su luna de miel. La garganta se me seca cuando veo lo hermosa que luce en un vestido blanco de flores rojas, entallado a su pecho voluptuoso. Es mi jodida perdición. Me cuesta demasiado no quedarme demasiado tiempo observándola embelesado. Pestañeando como un tonto enamorado, ardiendo en ganas de estrujarla entre mis brazos y domarla con mi lengua.
Suspiro malhumorado al ver cómo la alegría se incrementa en la gente, mientras vitorean a la flamante pareja de esposos. Me dan ganas de gritarles la verdad, que ella es una infiel y que él es un pelele engañado.
Los abrazos llegan, las risas hacen eco. Las fotos y felicitaciones suben de nivel. Caroline se aparta de mí para ir a despedirse de su amiga. Esta corresponde a su gesto, ignorando completamente que esa chica y yo estuvimos intercambiando arrumacos. Que nos besamos varias veces mientras ella nos observaba ocasionalmente, como una lechuza cautelosa.
¿Acaso no le importa lo que pase entre su amiga y yo?
Niego, claro que le importo. Si no fuese así, ella no correspondería tan fácil a mis besos. Ella no se dejaría llevar cuando nuestras bocas se funden en el pecado. Cuando somos deseo, perversión e infidelidad.
Un extraño e intenso dolor apretuja mi pecho al convencerme de que tendré que dejarla ir, que esta noche ella será de él. Que estarán juntos, él la llenará de besos, de caricias. La verá al despertar, sus manos estarán en su curvilínea anatomía. Ella será su mujer y yo, tendré que conformarme con recorrer otros cuerpos pensando en el suyo. Con adorarla sólo en mi mente, mientras alguien más lo hace realidad. Mientras él la toca de forma cursi, yo lo haría con pasión desbordante, intensa y abrumadora. Yo haría con ella todo de lo que él no es capaz. El Richard que conozco es un idealista, no es fan de rebasar límites. Para él todo debe ser mesurado. No la encenderá como es debido.
Él es mi amigo, ella es la mujer que amo y que a la vez odio por volverme un tonto vulnerable. Soy el idiota que rabea por no estar entre sus piernas, que se enoja por no poder sonreír ante todos estando orgulloso de ser su hombre.
Lastimosamente la realidad es otra. Ellos están casados. Son marido y mujer. Yo seré el otro por un tiempo y luego me apartaré.
Pero, ¿realmente podré hacerlo?
¿Realmente podré quedarme tranquilo sabiendo que estará por siempre con otro?
Espero que cuando llegue el momento de hacerlo, mi corazón la odie lo suficiente.
La maldición de un demonio, es enamorarse de otro demonio que fingió ser un ángel, ahora lo sé mejor que nadie.
Lynd le sonríe a una mujer pequeña de cabello oscuro. Es a quien más tiempo se detuvo abrazando, la sostuvo entre sus brazos por mucho más que a Caroline. Debe ser su mejor amiga o algo semejante.
Me acerco, yo no voy a perderme esta oportunidad de fastidiarla. De recordarle que sigo aquí, siendo la condena que debe pagar.
Me coloco detrás de la pelinegra, en una fila improvisada. Esperando mi turno, como si de verdad estuviese entusiasmado por despedirles. Lynd frunce el ceño fugazmente al verme cerca. Es como si se esmerara demasiado en que no detecten que me conoce más de lo que se atrevería a admitir.
Un pensamiento fugaz irrumpe en mi mente, ella acostada sobre la cama de masaje gimiendo mi nombre, repitiendo a la luz de la luna que me ama. Siendo tan hermosa como siempre, tan apetecible. Su boca elaborando el perfecto hechizo para cautivarme. Esa noche sólo las estrellas fueron testigos de sus falsas palabras. Ahora son sólo barquitos de papel perdidos en tormentas feroces basadas en engaños.
Desearía ser tan bueno resolviendo problemas sentimentales como lo soy con los matemáticos. Pero, heme aquí. Siendo incapaz de alejarme de un problema innecesario. Aunque si soy sincero, mi problema es que no puedo estar sin ella. Que quiero que sus labios sean sólo para mí, que quiero que ese hermoso cuerpo despierte sobre mí y no sobre el de otro.
Richard le pasa las manos por la cintura. Me dan ganas de cortarle los dedos cada vez que la toca. Intento minar mis emociones. Apaciguar mi instinto destructor y mostrarme genuinamente interesado en la felicidad de la pareja.
—Que tengan una maravillosa luna de miel. Richard, fue bueno verte de nuevo.—Le extiendo una mano a Richard, este corresponde al gesto con un genuino apretón de manos. Se le ve realmente complacido de verme aquí. Supongo que él no estaba convencido de que asistiera. A decir verdad, venir a esta boda no me entusiasmaba, pero con los recientes acontecimientos estoy más que interesado en todo lo relacionado a su matrimonio. En joder a Lynd y eliminar sus sonrisitas falsas cada que pueda.
—Muchas gracias, hermano. No sabes cuánto agradezco que hayas venido. Sabes que tu amistad es muy importante para mí. —comenta, casi al instante.
Sí, nuestra amistad es tan moderna que hasta compartimos mujer.
Su sonrisa es genuina. Me da un poco de pena estar aquí frente a él, después de todo lo que planeé para su esposa. Él no tiene la culpa de nada. Pero la vida es así, siempre sufren inocentes en guerras creadas por grandes culpables.
Me pregunto qué tan agradecida estará Lynd de que haya venido.
—Señora Hemsworth, ha sido un placer conocerla. Que tenga una bonita luna de miel—Ella sonríe y me extiende una mano tensa. Su apretón de mano intenta ser fuerte, pero se siente como el toque de una pluma de ave. Su rostro bonito me brinda una sonrisa tensa, que se esmeró en enmascarar como algo alegre. Mi cercanía le está sentando como patada en las costillas. Lo sé muy bien.
—Muchas gracias señor Armando—dice, fallando adrede en mi nombre. No me esmero en corregirla. Para qué, su intento de fastidiarme es muy gracioso.
Tan predecible.
—Cariño, es Armand. —La corrige Richard, él parece apenado por el fallo de su esposa.
Si supiera lo bien que su esposa conoce mi nombre, sobretodo cuando lo dice entre gemidos, completamente excitada bajo la fuerza de mis penetraciones, él no estaría corrigiéndola con tanto cuidado. Posiblemente me escupiría en la cara.
—Disculpe, señor Toch. —dice. Nadie más parece notar que sus ojos están retándome de alguna manera.
Ahora falló mi apellido adrede. Bueno, ya me encargaré de tatuar mi nombre en su piel, para que nunca más se le vuelva a ocurrir decirlo mal.
Le voy a enseñar que conmigo no debe equivocarse en ningún sentido, porque los demonios cobran los fallos con lágrimas.
—Cariño, ahora dijiste su apellido mal—Richard se echa a reír. Lynd coloca una mano en boca, dizque sorprendida por su torpeza.
—Ups, lo siento. Es que estoy tan emocionada con mi boda, y mi luna de miel que no pienso en nada más.
Ese intento de golpe bajo le costará caro.
Ya le enseñaré yo lo que son emociones reales, y no cuentitos de hada en castillos de cartón.
—No se preocupe, cuando hay amor verdadero todo lo demás es secundario. —concedo, cada nueva palabra dicha me da más asco que la anterior.
Ella asiente, y me lanza una mirada de: si dices algo lo negaré y me creerán a mí.
—Bueno, mi amor, creo que es hora de irnos—Richard asiente, en sus ojos veo que no es capaz de negarle nada de lo que pida. No sé qué demonios hace, o cómo logra idiotizar a todos los hombres a su alrededor. Veo cómo algunos hombres se la comen con los ojos. Ninguno, a pesar de que posiblemente sean amigos de Richard logra disimular lo apabullante que resulta observar a una mujer tan hermosa como ella.
Nathan, se coloca cerca de mí. Un par de sombras cubriendo sus ojos. Él nos vio a Lynd y a mí, la noche anterior, y me pidió que cuidara de ella. Me sorprendió que se conocieran. Él me saluda con la mano en alto, y se acerca a Lynd y Richard para despedirse. Ella le sonríe, aunque detecto algo en su mirada que no logro distinguir?
¿Atracción? ¿Amistad? ¿Agradecimiento?
El padre de Nathan y el mío solían frecuentarse, supongo que también era un mafioso. Éramos amigos, por eso cuando regresé a Manchester le contacté, y él me ofreció un servicio vip en su discoteca. Investigué si estaba metido en cosas de la mafia, pero mis fuentes confiables dijeron que no había nada turbio en él. Que se había ido a vivir con su madre poco tiempo después de que también asesinaran a su padre, y que había vivido de forma austera hasta que se graduó, inició su pequeño negocio nocturno y poco a poco empezó a irle bien hasta que llegó a donde está.
Richard y Lynd terminan de despedirse de las personas que quedan, y salen del salón de reuniones tomados de la mano. Como una pareja demasiado enamorada a la que nada podrá separar.
Yo, me mantengo a lo lejos, observando, acechando; preparándoles trabas.
Soy esa sombra dispuesta a impedir que lo ha sido unido, sí lo separe el hombre. Al menos por un tiempo.
De una cosa estoy seguro, ella va a ser mía; nada ni nadie podrá impedirlo.
Soy Armand Koch, y yo jamás pierdo. Jamás tiro la toalla y nunca le permito a nadie decirme que no.
***
Vamos camino a recorrer a la amiga de Caroline. Nunca había conocido a alguien tan dispuesta a conseguir mujeres para hacer tríos, de buenas a primeras. A la gran mayoría no le queda más remedio que aceptar que no serán las únicas folladas en una noche.
—¿Llevas mucho tiempo soltero? —pregunta Caroline, está sentada de medio lado, con una mano colocada sobre su muslo de forma provocativa. Caroline es como una llama encendida a la que nada parece apaciguar.
—No sé, no llevo la cuenta. Siempre salgo con mujeres de una noche. Es mi estilo. Si la mujer lo hizo bien, puede que le permita seguir en contacto conmigo.
—No pues, cuánto honor conlleva acostarse contigo. —dice una muy sarcástica Caroline, acto seguido se sienta encima de mí. Sus ojos ardiendo, sus labios a punto de entrar en estado de ebullición. Es fogosa, como un trozo de chocolate caliente y derretido. Sus manos se encierran en mi cuello. Su boca está sobre la mía en un santiamén. La dejo besarme, no la toco. Ella refriega su vagina cubierta de ropa interior contra mi entrepierna. Cierro los ojos, y me esmero en enfocar el mismo rostro que tanto me atormenta. Esos labios carnosos, esos ojos impresionantes y únicos del color del cielo veraniego. Imagino ese cabello brillante como hilos de oro enredado en mis manos, mientras la atraigo hacia mí.
Beso a Caroline, pero finjo que es Lynd quien está asida a mis brazos. Hago gemir a Caroline, ahuecando su trasero entre mis dedos, pero imagino que es la voz femenina, suave y estilizada de Lynd quien gimotea de forma cantarina. Siempre la veo en mis sueños, siempre la amo en mis pesadillas. Empujo a Caroline, al infierno entre mis brazos y devoro sus labios, deseando más que nunca que sean los de alguien más. Una diosa rubia, inalcanzable; que decidió caminar al lado de alguien más.
Caroline se une a la larga lista de mujeres que he besado pensando en Lynd. Ella, la mujer que por años aparté, por miedo a que la mafia la dañara como hicieron con mamá. Que sufriera las torturas que Arian, la hembra que estuvo en mi vida después de ella.
El auto se detiene junto a una calle vacía. Un edificio sencillo de pocas plantas aparece frente a nosotros. Hay un par de letreros a un costado. A lo lejos grandes luminarias invitan a consumir alimentos en un restaurante de comida oriental. Es una zona poco concurrida, casi apagada y podría decirse que demasiado tranquila tratándose de Manchester.
Charles, mi nuevo chofer, anuncia que hemos llegado al edificio departamental en el que vive Katiuska; la amiga de Caroline. Los otros dos autos de seguridad, aparcan; uno delante del nuestro y otro detrás.
Repaso el edificio, tratando de hacerme una idea sobre la chica que a continuación me presentarán. Soy bastante quisquilloso con las tipas con las que me acuesto. No quiero involucrarme con mujeres relacionadas a individuos del bajo mundo. Tampoco me gustan las mujeres que huelan mal, o que no se ocupen de su aspecto y que frecuenten sitios de mala reputación. Me gusta que se peinen, perfumen y que no luzcan como un desastre incorregible. Espero que a Caroline le haya quedado muy claro cuando sugirió lo de hacer un trío.
La morena baja del auto, abraza a la pelinegra vestida con transparencias naranjas y luego le da un beso erótico de lengua. Caroline le señala hacia el auto y ambas suben. Me pone como un tren ver mujeres manosearse y coger. Creo que a pesar de todo, no será una mala noche.La nueva chica, intenta entrar al auto, pero mi equipo de seguridad la detiene. La escanean con el detector de metales y se cercioran que no tenga ninguna arma, ni nada que pueda resultar dañino o perjudicial. Caroline es amiga de Lynd, y eso hasta cierto punto la eximió de pasar por muchas cosas. Igual si ella hubiera querido matarme habría tenido oportunidad de hacerlo en la fiesta, estuvimos bebiendo juntos. Dejé mi trago a su merced, pudo haberme echado algún veneno en la copa cuando me fui a bailar con Lynd. Igual tengo una cucharilla que detecta presencia de sustancias extrañas en mi bebida. Escaneé el licor cuando regresé junto a ella, pero no había anomalías, ni nada que resaltar. No se produjeron pitidos incesantes, ni alertas molestas. Caroline no había echado nada en mi bebida. Por lo que me convencí de que Caroline no es peligrosa, ni calculadora en un mal sentido. Igual cargo chaleco antibalas, pero, uno nunca sabe qué nuevo armamento puedan estar desarrollando mis enemigos.
Es mejor ahuyentar funerarias, que ser confiado.
En el pasado las mujeres que se me acercaron, lo hacían de la nada. Siempre queriendo seducirme y al intentar matarme cometían errores minúsculos, como llevar armas pequeñas o micrófonos, cuya señal era detectable a distancia. Estoy diseñando un chip que descubra pequeñas interferencias al instante, sin necesidad de recibir confirmación de una máquina a distancia, dicha máquina suele tardarse más de lo que debería. Pero de momento es sólo un prototipo en el que no he trabajado demasiado tiempo.
—Vaya—comenta al entrar al auto. Si el escaneo de seguridad la incomodó, no lo refleja. Más bien parece gratamente sorprendida. —Es la primera vez que un tipo con el que follaré, manda a seguridad a revisarme—Mucho gusto, supongo. Soy Katiuska. Tú debes ser Armand, Caroline no me ha dejado en paz toda la noche hablándome sobre ti.
Las chicas se sientan juntas, pegadas a la ventana, manoseándose. Tentándome. Una erección menor se hace presente. Lucen aceptables, Caroline siendo más bonita que su amiga, amante, novia, folla-amiga, o como sea que ellas se autodefinan.
***
Llegamos al departamento de Caroline. No suelo llevar mujeres a sitios en los que suela vivir o dormir. Lynd es la única que ha pisado esos lugares y dormido conmigo en mi cama.
El departamento de Caroline es moderno, ordenado y turquesa, tiene algunas paredes traslúcidas que permiten ver desde la sala gran parte de lo que ocurre en la habitación. Es como si para ella la privacidad fuese algo sin importancia. Hay esculturas con formas extrañas ubicadas en la cocina, sala. Alfombras blancas de tela suave cubren el suelo. Algunas pinturas de estilo hindú están colocadas en la sala, me recuerdan al apodo de esa cultura que le di a Lynd. Caroline tiene un amplio gusto por el arte. Su sala es una magna combinación entre el modernismo del arte surrealista y el misticismo elemental de la cultura hindú, con algunas pinceladas de esculturas budistas.
Ahora entiendo por qué es amiga de Lynd, a ella le encantaba todo lo referente al arte de esas culturas. Bollywood la vuelve loca.
Todo trae a Lynd a mi mente, es como si el sólo hecho de poder respirar me hiciera recordarla.
Le ordené al equipo de seguridad no molestarme en lo absoluto, cualquiera que se atreviera a molestarme sería despedido.
Mi celular empieza a vibrar, veo la llamada entrante de Samira y la rechazo. Un segundo después entra otra de Jack, de seguro tiene una nueva deuda y están a punto de matarlo.
Que descanse en paz.
Ya le he salvado el culo demasiadas veces.
Samira insiste y vuelve a marcar, rechazo la llamada. Luego entra una llamada de mi abogado. También la ignoro. No sé qué le pasa a todos, pero esta noche no estaré para nadie más.
Miro a las chicas. Ellas ya están tumbadas sobre el sofá negro de Caroline; toqueteándose, chupándose las tetas mutuamente y el cuello. Las observo un rato, mi pene se eleva más y más.
Katiuska tiene el cuerpo más dotado que su amiga, pero algo en ella no termina de gustarme del todo. Creo que son sus facciones un tanto rústicas. Su rostro es afilado, de nariz aguileña, boca pequeña y delgada y ojos saltones.Me recuerda a una de las protagonistas de la casa de papel.
Caroline deja de manosear a la chica y me delinea fijamente con sus ojos oscurecidos por la perversión. Se pasa la lengua por sus labios mojados, arquea una ceja y pregunta:
—¿Te vas a quedar toda la noche en modo expectador? Deberías ponernos a trabajar, Armand—Habla con tono sugerente—. Ven—pide, extendiéndome una mano.
Camino hacia ellas, aplastando todo lo que me perturba. Ambas levantan la cabeza para mirarme, como dos gatitas sumisas. Me gusta.
—Esta noche vamos a jugar duro. Espero estén listas—hablo, satisfecho. Caroline sonríe de medio lado, su amiga traga saliva.
—Estamos listas—susurran al unísono, el fuego inundando sus ojos dispares—¿Les parece si se masturban para mí?
Ambas se desvisten, se mojan los dedos con la boca. Están completamente desnudas, y ansiosas. Katiuska pasa los dedos por la vagina de su amiga, frotando, excitándola. Caroline lleva los dedos a su melena rizada, gimiendo en voz alta.
—Eso, baby, hazme tu zorra—expresa. Me pongo más caliente al verlas y me uno a ellas. Beso a Katiuska, luego a Caroline. Caroline se abre de piernas, y la penetro con ganas. Katiuska se eleva, colocándose sobre la cara de su amiga. Acto seguido pone su entrepierna encima de la boca de su amiga. Mientras yo embisto a la morena, esta le practica sexo oral a la pelinegra.
Cierro los ojos e imagino que es Lynd quien gime de esa forma tan descontrolada. Embisto duro a Caroline, desahogando toda la rabia que siento hacia su amiga. Por infiel, por mentirosa, por cobarde, por astuta y calculadora. Le doy más duro, un ritmo caótico, agitado, demencial. Mi espíritu destructor incitándome a abrumar su coño. A enseñarle que no debió jugar doble.
Afirmo la fuerza, cada vez más duro. Tanto que incluso a mí me perturba, soy una bestia indomable. Un maldito loco, un demonio aguerrido y vengativo. Mi corazón late acelerado, mis manos aprietan los muslos de la chica con furia.
—Te lo mereces, maldita—musito, viendo a Lynd frente a mí. Riéndose en mi cara, besando a Richard y diciendo que soy su títere; que estoy en sus manos. Que no podré olvidarla. Que soy yo quien está condenado, que estoy destinado a amarla sin poder tenerla. Estoy fuera de mí mismo, la jaula que contenía toda mi decepción se ha abierto.
Escucho la voz lejana de la amiga de Caroline, que me pide que me detenga, que ella quiere entrar al juego. Que también desea estar con ambos, aparto su petición de mi mente y vuelvo a imaginar que es Lynd la mujer a la que follo.
Yo continúo mi ritmo alocado, penetrando, abrumando ese clítoris inundado.
Al cabo de un rato siendo unas manos indignadas chocando contra mi cuello, ella forcejea para arrebatarme a su amiga.
—Qué te pasa, yo también tengo derecho a entrar en esto. No seas codicioso.
—Eres una impaciente—bufo cabreado.
—No sé si quieras seguir con esto, Carol, pero yo me largo. No voy a estar con un egoísta como él. Se supone que esto es un trío, no un juego de dos.—se queja indignada, con los ojos rabiando y el entrecejo apretado.
—Vete si quieres, yo quiero seguir pasándola bien—dice Caroline, no logro descifrar lo que hay en sus ojos.
—Bueno, después no me llames cuando tengas ganas y yo empiece a ignorarte.—Parece estar arrepentida de dejar a Caroline conmigo.
—Sí, hablaremos después—puntualiza.
Katiuska se levanta, me observa con furia, recoge su ropa y se viste rápidamente, acto seguido sale del departamento. No se detiene a despedirse de Caroline, parece que se estuviera conteniendo para golpearme.
—Tú—me señala—No me caes bien —Es su amigable forma de decirme adiós.
Caroline sigue desnuda, sentada en el sillón.
—¿Siempre te coges a las mujeres de esta forma tan avasallante?
—No a todas. —agrego, mirando hacia la puerta.
No sé por qué se la pasa preguntando acerca de todo lo que hago.
—No te irás hasta que me cuentes por qué actuaste de esa forma tan... no sé, parecía que estabas cogiéndote a otra y no a mí —acota, me sorprende que no haya reproches en su voz. Se muestra ridículamente comprensiva. —Hay mucha rabia, demasiado ira dentro de ti. ¿Qué o quién te tiene así?
—Nadie—miento.
—No me estás diciendo la verdad, pero bueno... tarde o temprano lo averiguaré.
—¿Quieres continuar con lo que estábamos haciendo o no? Avísame, porque no estoy para perder el tiempo.
Asiente. Hago una mueca rara, no estoy para dar explicaciones a nadie.
—¿Por qué preguntas tantas cosas? Te dejé claro que esto era sólo sexo y ya. —inquiero reseco.
—Porque me gustas, y me interesa descubrir lo bueno que realmente eres en la cama.
—¿No tienes miedo que pierda el control y suceda lo mismo?
—Más que miedo, siento curiosidad hacia ti. Detecto demasiado resentimiento en tu mirada. Es como si hubiese algo que te tuviera así. ¿Qué es? —dice acercándose, ella me empuja hacia ella. No entiendo a esta mujer. Es como si no le importara en absoluto lo que acaba de ocurrir.
Levanta la mano para enterrar los dedos en mi pelo y me atrae de nuevo hacia su boca cálida y dispuesta. Le doy un beso normal y la acero con más fuerza hacia mí, apoyando una mano en su cintura mientras recorro con la otra su esbelto cuerpo.
—Vamos a la cama, señor Koch, déjeme apaciguar ese odio con un poco de sexo. Tiene la cintura delgada, los pechos pequeños están firmes. Me pregunto qué sabor tendrán. Deslizo la mano por su espalda y la beso con más fuerza, explorando su ávida boca.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunto contra sus labios, después que nos dejamos ir contra la cama.
—Descubrir qué te tiene tan jodido, y a ti por supuesto—responde con voz entrecortada y urgente.
Está cachonda. Le daré lo que sé que lleva horas esperando, después de lo que pasó, me esfuerzo por no ver el rostro de la Lynd que me engañó. En cambio, veo a la mujer dulce que alguna vez juró amarme y me dejo llevar. Me esmero en cogérmela, ocupándome de no dejar que el monstruo salga y comience a lastimarla.
Caroline me observa fascinada, me quito el saco y ella empieza a desabrocharme la camisa interior. Me quedo inmóvil mientras la empuja por los hombros, dejándola caer hacia el suelo
La habitación está completamente iluminada, hay una cama en medio, es grande y redonda.
—Date la vuelta— le digo. Ella hace lo que le pido sin chistar. Inclino la cabeza para verle los ojos. Tiene la mirada puesta en los míos, con expresión intensa.Sus ojos son grandes y brillantes. Su mirada está centrada en mi rostro, pareciera como si no pudiese creer que estamos a punto de coger.Le beso el cuello, saboreando su piel lisa.—. Creo que es hora de follarte.
Paso el pulgar por la superficie oscura de sus pezones Ella lanza un gemido y arquea la espalda, empujando los pechos contra mis manos.
Oh, sí...
Le acaricio los reducidos pezones, cada vez más erectos, mientras ella jadea y palpa con las manos indagando sin rumbo, tratando de encontrar el botón de mi bragueta.
—He esperado muchas horas por esto—murmura y le doy otro beso.
—Yo también—externo, tratando de hacerla sentir cómoda. Aunque sé que no ha sido así, realmente.
Caroline se alborota la melena, por encima de los hombros. Toda coqueta y pervertida y me lanza una mirada abrasadora, entornando las pestañas.
Sonríe, sin dejar de mirarme.
Extiende los brazos, agarra la cintura de mis vaqueros y tira de ella con fuerza.
—Fóllame, Koch—masculla con voz ronca, impregnada de anhelo y deseo.
Se recorre con la lengua los dientes de la mandíbula superior y mi cuerpo responde a la provocación, se me endurece la entrepierna. Ella vuelve a sonreír, disfrutando cuando ve el bulto cobrando altura contra la entrada a su sexo. Está depilada.
—Te daré lo que pediste.
Le sujeto la cabeza cuadrada, hundiendo los dedos en su pelo enmarañado, y la beso, con más ferocidad esta vez. Responde agarrándome mechones enteros de pelo mientras se funden nuestras lenguas. Se detiene y me mira con un brillo procaz en los ojos, como si estuviera cerciorándose de que soy real, que estoy sobre ella cogiéndomela con ganas. Acto seguido, vuelve a abalanzar sus labios sobre los míos con furia.
Dios, está ansiosa de verdad. La veo chorrear.
—¿Lista? —Caroline asiente, y así, sin más me hundo dentro de ella, de golpe.
**
Mi última relación estable, y de hecho la única que realmente he tenido fue con Lynd. Después de ella, hubo alguien más, su nombre es Arian, pero estaba con ella porque me recordaba un poco a mi ex. Suena enfermizo, pero es la verdad. Su personalidad tenía algunos matices rebeldes semejantes a los de Lynd, eso me gustaba. Si bien, no tenía su exuberante belleza, me conformaba con tener algo de Lynd junto a mí. Una de las mafias que me persigue la secuestró, la golpearon, violaron y dañaron tanto psicológicamente, que a pesar de que había transcurrido un mes cuando la rescatamos, ella ya había perdido la razón. No reconocía a nadie, hablaba sola y jugaba con amigos imaginarios. No parecía peligrosa en lo más mínimo. Al inicio quería cuidarla en casa, me sentía responsable de lo que le había pasado, contraté algunos doctores para que la cuidaran y vigilaran. Una noche alguien se descuidó y dejó la puerta abierta, Arian logró escapar. Se escabulló en mi cuarto y con un cuchillo en mano trató de matarme.
Decidí internarla en un sanatorio, y ahí ha estado desde entonces.
Caroline duerme tranquilamente después de una larga sesión. Luce sosegada, yo en cambio sigo sintiendo un incómodo vacío. Es como si después de Lynd, nada fuera suficiente.
***
Me despedí de Caroline hace más de media hora, le dije que estaríamos en contacto. Enciendo mi celular mientras me preparo para entrar a mi casa. Hay una cantidad ridícula de mensajes y correos.
Mi mansión está ubicada en un extremo sur de Manchester, prácticamente saliendo de la ciudad. No tengo vecinos. Es un terreno protegido en extremo, rodeado de grandes montañas, árboles altos y flores de colores pálidos. Una gran piscina de varios niveles es lo primero que se ve cuando agarramos la curva.
Bajamos del auto, todo está quieto.
—Señor, espere—pide Sasuke. Él y los de seguridad abren las puertas. —Debemos informarle lo que sucedió.
La expresión en su cara no me gusta.
—Anoche irrumpieron en uno de sus departamentos. Mataron a los de seguridad, y bueno, como usted pidió no ser molestado queríamos informarle. Fue todo muy rápido, irrumpieron matando a todos sus vecinos, a sus hombres de seguridad.
Mierda. Me descuido unas horas y la mafia mata a mi gente.
Reviso mi celular, mi abogado me envió las fotos. El lugar está acordonado por cinturones amarillos. Hans, está haciendo lo posible para que la prensa no saque conclusiones a la ligera.
Examino las fotos, hay sangre por doquier. Veo muebles destrozados, vidrios rotos. La puerta está tan agujereada que parece coladera de madera. Tengo que ir a ese lugar.
—¿Cuándo sucedió esto? —pregunto.
—Más o menos a la hora que usted entró al departamento de la joven de anoche.
—¿Qué información maneja la policía?
—Ellos piensan que entraron ahí para robarle.
—Bien.
Al menos un punto a mi favor. Mi imagen se iría por el despeñadero si descubren que la mafia está involucrada—con toda posibilidad—en esto.
—Entraré a bañarme, ustedes prepárense, partiremos en una hora—ordeno. Sasuke asiente. Sé que debería mandarlos a descansar, pero en un momento así necesito tener a mi equipo de seguridad conmigo.
Los portones de hierro se apartan, para dejarnos pasar.
Entro a la mansión blanca. Y le veo sentado ahí, en medio de todo, como si nada pasara.
Es mi tío Benedict Koch. El jefe de la mafia rusa. Tiene una mano bajo la barbilla y me mira con altivez. Se está burlando, aunque no sé exactamente de qué.
Cómo carajos logró entrar.
Me le voy encima y lo encuello contra la pared, colindante a la escalera. Él sonríe y ni se inmuta. Vino solo, no hay seguridad de su parte. Sería tan fácil matarlo.
—No es necesaria tanta violencia, querido sobrino.
Lo dice tan campante, como si no hubiese estado a punto de asesinarme innumerables veces.
—Tú estás detrás de lo que le pasó a mi equipo de seguridad, y tienes la desfachatez de aparecer así como si nada. Murieron personas inocentes por tu culpa—emito con un filo despiadado en la voz. Dan ganas de arrancarle la cabeza y arrojársela a los cocodrilos del lago que cerca mi propiedad en la parte trasera.
Él sonríe despreocupado, luego suspira y me dedica una mirada seria, se le ve aburrido.
—Imagino que viste las fotos, fue una verdadera masacre; pero, si eres observador notarás que dejaron todo desordenado. Lo que quedó fue un revoltijo de sangre, escombros y asesinatos absurdos. Esto es obra de los italianos, ellos son los que matan todo lo que tengan en frente, seas o no sus enemigos. No planean como es debido y ni se inmutan en disimular un poco la escena. Son ruidosos. Me ofende que pienses que ese chiquero es obra nuestra. Nosotros somos meticulosos, ordenados y muy organizados. No andamos matando gente que no nos debe nada.
—No sé ni me interesa en qué se diferencian, son criminales, fin de la historia. No sé qué viniste a hacer, pero de aquí no sales vivo.
—Colóquenlo de rodillas. —ordeno. Mi equipo de seguridad lo arrastra y lo pone en el centro de la sala, justo sobre la alfombra afelpada. Más de diez ametralladoras apunta a su frente.
Benedict se ríe, y no baja la cabeza. No hay una pizca de temor reverencial a la muerte en su mirada. Al contrario, barre la sala como si en verdad le diera pereza todo lo que está ocurriendo.
—Nos estabas acusando de asesinos y de criminales y estás a punto de hacer lo mismo. No eres distinto a nosotros después de todo. —Su boca adquiere una pose oscura y maliciosa. —Si los hubiese matado, ¿Crees que habría venido aquí tan fácil? No traigo seguridad, no tengo nada real contra ti.
—Sí claro, por eso le pusiste un precio a mi cabeza y la mafia rusa trató de matarme después del funeral de mis padres. Tú ordenaste que me mataran por no ser un digno heredero de su porquería mafiosa.
—Sólo te estaba entrenando, querido sobrino. Cuando te negaste a asumir el control vi demasiado miedo en ti, vi todo aquello que no puedo permitir en un integrante de nuestra familia. Necesitaba ver de lo que eras capaz, tal vez me pasé un poco, pero pretendía hasta cierto punto asustarte y que decidieras aceptar. Quería forjarte como un hombre de verdad, quería amedrentarte un poco y que regresaras arrepentido pidiendo una oportunidad, pero eres terco y testarudo. Eso me agradó, me mostró que tenías potencial pero tuviste ayuda y te volviste un conformista. Aunque debo admitir que estoy orgulloso de lo que lograste, todo ese dinero honesto y bien ganado que conseguiste. —Eso último lo dice con más burla que orgullo. Como si para él mi dinero no vale nada, pues no fue conseguido de forma sucia.
Me dan ganas de ordenar que le erradiquen la lengua.
—Di a qué viniste antes de que te mate.
—Nos necesitas, Armand.
—Claro que no—escupo. —En serio que me estás dando un montón de motivos para ordenar los disparos.
—¿Por qué no me matas tú?
—No me ensucio la mano con basura.
—Tu equipo de seguridad es un fiasco, una prueba de ello es lo fácil que fue dejar tu auto sin frenos.
Este malnacido fue quien intervino en mi auto.
—Así que tú estuviste detrás de todo eso. No me sorprende que quisieras matarme.
—Por supuesto que estuve detrás de eso, pero sabía que lo solucionarías. Eres un genio en ese tipo de eventos.¿Recuerdas los borrachos que intentaron acercarse a la hermosa mujer con la que estabas? Ustedes se distrajeron tan fácil. —continúa—Por cierto, Lynd, es una belleza, me atrevo a decir que es la mujer más asombrosa que he visto, y mira que me rodeo de lo mejor, eh. Si Afrodita tuviese un rostro sería el de ella. —dice orondo. La sangre se me calienta cuando escucho que la menciona —En fin, sólo quería mostrarte que con gente así cuidándote no durarás ni dos años. Y lo que ocurrió anoche fue otra prueba más de que nos necesitas, tengo gente entrenada de primer nivel conmigo. Te propongo un trato.
—No me interesa. —externo al instante.
—¿Ni siquiera si implica protegerla a ella? —Benedict sonríe victorioso al ver mi expresión, sabe que dio en el clavo. —Por tu expresión noto que ella es tu punto débil, ¿Qué crees que le harán los italianos que la vigilan?
—¿De qué mierda hablas? —pregunto.
—Richard— responde y me quedo pasmado. —Él siempre perteneció a la mafia italiana, le ordenaron vigilarte, la verdad no sé por qué te dejó vivir¿Qué crees que hará si se entera que estás enamorado de su mujer? ¿Y que seguramente ella te corresponde?
Me quedo de piedra, si todo lo que dice es verdad. Lynd está en un peligro abismal.
¿Siguen sintiéndose mal por Cornelio?
Ahora cómo el señor Koch protegerá a Lynd XD
Aunque le diga no le creerá.
Y tampoco sabe si puede creerle a Benedict, en las cosas que se mete por no aquietar el pito señor Koch.
Perdón la demora, no tenía luz y me atrasé con esto :c
Próximo capítulo: SÁBADO.
Chicas, sean pacientes, por favor, si bien tardo un poquito en actualizar. Traigo capítulos largos. Este por ejm tiene más de 5 mil palabras y 25 páginas <3
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