Capítulo 25
Multimedia: Hitchhiker- Demi Lovato
Narra Lynd
Armand sale de la clínica mañana, ha sido una semana algo movida entre su recaída, la mudanza a su casa, mi nuevo puesto como vicepresidenta ejecutiva de ReadFilm, atender el embarazo y seguir adelante con mi plan de derrocar a Dante.
Lo del embarazo fue totalmente inesperado y hermoso. Fue como una luz iluminando el terreno repleto de cuervos y serpientes que debo atravesar. Qué más puedo decir, soy la persona más feliz de la tierra sintiendo cómo la semilla del amor que Armand y yo compartimos germina y difumina las paredes de mi alma, llevándome a un nuevo nivel de plenitud. Uno en el que me siento más fuerte y aguerrida, la Lynd insegura que se preocupaba por lo que el mundo pensara sobre ella, poco a poco va quedando atrás. Ahora sólo me importa que mi bebé nazca sano y crezca en un ambiente repleto de seguridad, y para ello debo acabar con mis enemigos. Para ello tengo que ser una pantera camaleónica capaz de poner a todas las fieras a sus pies.
Enfrentaré a Dante, a los mexicanos, a los japoneses y a quien sea que me pongan en frente por mi familia. Y sí, en eso se resume mi vida, en amar, pelear, reforzar lazos con aquellos que me importan y convertirme en la mujer más fuerte que haya pisado la tierra. Todo eso sin olvidar quién fui alguna vez, y las razones por las que ahora soy lo que soy. Pero dentro de todo soy afortunada, tengo al hombre que amo conmigo y lo que nos une ahora es mucho más fuerte que antes.
Tengo el apoyo de Benedict, de su amable esposa y espero que cuando mis padres se enteren de todo, también se pongan de nuestro lado. No puedo quejarme, tengo la suerte de estar junto a las personas correctas, aunque aún no logre descifrar completamente en dónde se oculta el traidor, sé que tarde o temprano sucederá. Nadie puede ser tan perfecto a la hora de actuar, y aunque la persona que estuvo dañando a Armand no haya dejado rastros, en algún momento fallará y allí estaremos para detenerle.
Mis días son ocupados y agotadores, pero no me quejo, tengo más de lo que podría haber esperado a estas alturas, sobre todo después de haber caído en las mentiras de Richard.
Tengo que lidiar con la mafia, mi trabajo y hacer espacio para que mi vida sentimental tenga la relevancia que merece.
Empiezo el día organizando documentos, revisando la lista de posibles aliados dentro de la mafia italiana y analizando los datos que me envía Benedict sobre quién pudo haberle administrado la droga a Armand.
Tenemos demasiados candidatos en un listado que parece crecer cada día.
Armand tiene una larga lista de conquistas que incluye a demasiadas mujeres tóxicas, vengativas y obsesionadas. En dicho listado también se encuentra incluida Caroline, y aunque piense que mi amiga no está involucrada, igual tenemos que evaluarla.
En esta vida nunca se sabe, y hay tantos traidores con piel de borreguito que no debería sorprenderme si ella está dentro de todo esto.
Armand tiene un ojo especial para las mujeres desquiciadas, tengo fotos de los escándalos que estas le han montado y a decir verdad, le hacen buena competencia a Richard cuando de psicosis se hable.
Entre todas las trastornadas destaca con luces de alerta una tal Gema la chica es amiga de Arian y al parecer lo acosa en todos lados. Bajo ella se posiciona una supermodelo de Victorias Secret que intentó suicidarse cuando Armand la dejó. A este grupo podemos anexarle a una empresaria búlgara que fingió un embarazo para que Armand no la dejara y para terminar la lista, tenemos a Arian, que con su fachada de chica torturada por la mafia podría ocultar un monstruo que actúa bajo las sombras, escudándose en su aparente mentalidad de cristal. Su aparente fragilidad es un punto a favor, y Armand parece incapaz de dañarla a pesar de todo. Ella tiene todo para dar pelea, y no estoy dispuesta a darle chance a ninguna de ellas de arruinar la paz que estamos por lograr.
Pero quien más me llama la atención de todas es Samira, que aunque no ha tenido ningún vínculo amoroso con Armand no me da buena espina. No confío en ella, y estoy camino a reunirme con Benedict para conversar sobre ella.
He estado yendo y viniendo de la mansión de Armand, y todos los días encuentro a Samira organizando todo para la salida de su "amigo". Le da órdenes al personal, interviene en la comida que Olya sugirió que Armand consumiera, aduciendo que a él no le gusta ni el brócoli, ni las berenjenas y se negará a comer. Intenta tomar el papel de señora de la casa en todo momento y se pavonea de un lado a otro con una expresión de autosuficiencia que me irrita.
Quise cambiar algunos cuadros de posición en la casa, porque sentía que la sala se veía desordenada por la forma en la que estaban colocados y ella intervino diciendo que a Armand no le gustaba que cambiaran la decoración que ella había sugerido.
No conforme con eso sacó toda la ropa que metí en el clóset junto al de Armand, aduciendo que a Armand no le gusta compartir espacio con nadie y ordenó que las empleadas movieran mis vestidos, faldas, zapatos, carteras, joyas, trajes de noche y cualquier elemento mío al cuarto de visitas. Las volví a mover, y le sugerí a la empleada que si algo así volvía a ocurrir, su puesto correría peligro. No estoy para soportar que se me irrespete, y se me trate como si fuese una extraña en la casa del hombre que amo, y que es el padre de mi hijo.
Mi celular cimbra, por lo que hurgo en mi cartera y contesto. Es el número de la compañía que contraté para que desinfectaran la mansión de Armand.
—Señora le hablamos de la compañía AntiBactery para anunciarle que no hemos podido realizar la limpieza, porque Samira Montalbán nos impidió la entrada. Dijo que no éramos confiables y que se comunicaría con usted al respecto.
Pongo los ojos en blanco, y me masajeo la cabeza en cuanto la llamada termina.
Marco su número y le oigo sonar, mientras el auto avanza a través de un camino estrecho rumbo a la fortaleza en la que Benedict y Olya viven.
Suena una vez. Samira no responde.
Vuelve a sonar dos veces más, y ella no me contesta.
Le vuelvo a marcar, pero la "amiga" de Armand sigue sin atender.
Al cabo de cuatro minutos me regresa la llamada.
—Hola, Lynd, disculpa que no haya respondido estaba atendiendo algunos asuntos. ¿En qué puedo ayudarte, linda? —suena educada, cualquiera pensaría que en verdad quiere ayudar y no sabotear todo lo que hago.
—Hola Samira, ¿Por qué impediste que la empresa que contraté para que desinfectara la casa de Armand, hiciera su trabajo? —externo directa.
—Ah, es eso. Bueno es que a Armand no le gusta que extraños fisgoneen en donde vive, y creí que eso le molestaría y dado su estado convaleciente no lo vi conveniente.
—Él no tiene por qué enterarse de que entraron a limpiar su casa, ¿a menos que tú se lo digas, no?. Yo creí conveniente que la mansión fuera esterilizada en cada rincón, dado que no se sabe de qué forma exacta estuvieron intoxicando a Armand y entre más limpio esté su domicilio, mejor será para él. —respondo educada, pero contundente.
—Querida, llevo años conociéndolo y sé que no le va a gustar. Tú recién regresas a su vida, y estoy segura de que no conoces sus manías actuales. Evítate un problema con él y hazme caso. —suelta, y detecto cierta molestia mal disimulada en su voz.
Aunque no quiera admitirlo, le fastidia que alguien pueda desplazarla en la vida de Armand. Me importa bien poco lo que pase con ella.
—Lo conozco lo suficiente para saber que él apoyará las decisiones que yo tome, y esta fue una de ellas, por tanto, te voy a pedir de forma educada que no interfieras en las decisiones que estoy tomando. —puntualizo calmada.
—Estoy detectando cierto tono hostil e innecesario en tu voz. No hay necesidad de que me veas como tu enemiga, pues no lo soy, sólo intento que él se sienta cómodo cuando sea dado de alta y conozco maneras de que así suceda.
—Agradezco tus buenas intenciones con él, pero no sé si recuerdas que Armand me dejó a cargo de todo. Estabas allí cuando lo dijo, por lo que no comprendo tu necesidad de interferir cuando no se te necesita.
—Escúchame, Lynd, como te dije, mis intenciones nunca han sido echar por la borda todo lo que estás haciendo, pero conozco bien a Armand, no quiero que él se moleste contigo por hacer cosas incorrectas.
—Samira, le aguanté que tratara hasta de matarme, dudo mucho que tenga la indecencia de molestarse conmigo por una simple limpieza en su casa. —bromeo con un risita, pero sin una pizca de humor en la voz.
Ella se queda callada, en verdad no me gusta esto de tener que estar peleando con alguien por un hombre, pero hay ocasiones en las que se necesita marcar límites, y Samira ya está sobrepasando los míos. No me gusta que desacrediten lo que hago, o que sugieran que no puedo hacer las cosas como es debido.
—En verdad no entiendo el objetivo de tu llamada, yo sólo quería ayudar. —expresa un tanto hastiada.
—Samira, ayudar es permitir que la nueva pareja de tu "amigo" haga los cambios que cree conveniente, sin intervenir como mamá gallina. Ayudar es dejar que lo cuide, sin estar de metida diciendo que le daré una comida que no le gustará. Ayudar es dejar que limpie como quiera el lugar en el que él me pidió que vivamos. Ayudas más no metiéndote que...
—Mis intenciones siempre han sido las mejores, precisamente porque sé cómo le gustan las cosas a Armand. Han sido ocho años con él y...
—Tal vez tus intenciones no hayan sido malas—La interrumpo—, pero tu accionar al respecto sí, y te pido por respeto a Armand y a mí, que dejes de meterte en donde no te han pedido que aparezcas.
—Así que finalmente estás sacando las garras, aunque no era necesario que lo hicieras, conozco mi lugar al lado de Armand. No te preocupes no intervendré en lo de ustedes, pero después no te quejes si a Armand no le gusta cómo haces las cosas.
—A Armand le fascina cómo hago las cosas, de lo contrario no estaría conmigo. —sentencio. Evito contarle sobre el embarazo, le pedí encarecidamente a Armand sobre ser discretos. A estas alturas, sólo Benedict, Olya y Alessia saben de mi estado. No se lo he dicho a mis padres, Armand irá a hablar mañana con ellos, y no quise adelantarles la noticia sin él.
— De eso no tengo dudas, ya que Armand siente una especial fascinación por las mujeres que estuvieron comprometidas, para él son un reto, siempre lo han sido. En el pasado estuvo con varias casadas a las que luego de divorciarse dejó tiradas. —expresa cizañosa, dejándolo caer despreocupada. Estúpida de mierda— Tal vez en estos momentos le fascines, pero...
—¿Pero?
—No, nada linda. Que disfrutes tu día y todo lo que te espera de ahora en adelante. —comenta tratando de minar su voz alterada.
—Escúcheme bien, Samira, si vuelve a meterse en mi relación con Armand, no me interesará qué represente su vida, va a conocerme y no le gustará.
Ella suelta una carcajada.
—¿Ahora me amenazas? No cabe duda, Dios los crea pandilleros y la vida los junta. Eres una mala copia rubia de Benedict. Pero recuérdalo, para Armand las casadas son sólo un entretenimiento. Tenlo presente antes de meter las manos al fuego por un hombre que te desechará tarde o temprano.
—¿Estamos hablando del mismo Armand que dejó todo tirado y se fue a Portugal para estar conmigo? ¿O del Armand que ni siquiera drogado dejó de amarme?
—Estamos hablando del Armand que hace años te dejó tirada sin que nada le importara. —musita ponzoñosa.
Maldita vieja, admito que eso fue un golpe bajo.
—Ah, entonces estamos hablando del Armand que maduró y se dio cuenta que me ama por sobre todas las cosas. —externo con ganas de arrojarle una silla en la cabeza. — Ese Armand que en ocho años no ha volteado a verla a pesar de que le dio una cantidad de dinero porque pensó que eso compraría su pene.
—Lo que digas, niñita. Pero no harás que Armand me saque de su vida, yo le ayudé cuando nadie estuvo para él, eso pesa mucho más que el retorno de su primera novia.
—Una novia que no dejó de amar nunca, y que hasta el sol de hoy sigue teniendo en un pedestal repleto de adoración, deseo y protección. Veremos cuál de las dos tiene más peso en su vida.
—Los pedestales siempre pueden ser derrumbados o en todo caso desordenados. No cantes victoria, linda. No me gustas para Armand, las de tu tipo son unas...
—¿Las de mi tipo? —pregunto tratando de que la rabia que siento no se filtre en la conversación.
—Sí, zorras infieles que cambian de postor a cada rato. ¿O acaso miento? ¿No estabas casada hace unas semanas? Arian me comentó algo al respecto.
Tomo aire antes de responderle, estoy que echo chispas y no quiero que se me noten las ganas que tengo de darle un escarmiento en persona.
—¿Qué pasa, linda? Te noto muy callada, ¿te incomodó lo que dije? Diría que lo siento, pero nunca me arrepentiría de decir la verdad. No estás a la altura de Armand, él merece una mujer que no haya pasado por tantas camas. —espeta venenosa y monumentalmente sosegada.
—No me incomodó, porque a fin de cuentas lo que nos importa a Armand y a mí es el presente que tenemos juntos. Nos amamos con locura y eso es lo que vale. Si un secuestro orquestado contra mí y el hecho de que lo drogaran no pudo contra lo nuestro. ¿Qué le hace pensar que una vieja verde arpía sí podrá?
—Eres una arribista grosera y ratonil. Te arrepentirás de hablarme de esa forma, nadie me había tratado así antes y no lo permitiré.
—Usted es una metiche innecesaria en nuestras vidas. Pero haga lo que haga, no podrá derrotarme. Ah y una última sugerencia, cuídese, porque a los buitres le gusta la carne aguada y envejecida, y usted tiene de las dos. Que pase buenas tardes y tómese un té para la presión, porque sus intromisiones no bastarán para que nos alejemos.
Y así sin más le cuelgo.
Estoy a punto de meter el móvil en la bolsa cuando vuelve a sonar. Bufo pensando que podría tratarse de Samira, pero para mi sorpresa es Caroline quien llama. Hace mucho tiempo que no hablamos, no sé si esté enterada de lo que ha estado ocurriendo en mi vida.
—Hola, nena—Me dice cuando le respondo, suena un tanto insegura y en definitiva cautelosa.
—Hola, Caroline, ¿Cómo estás?
—Eh, bien—expresa intranquila, su respiración suena agitada.
—¿Segura que estás bien?
—Sí, necesito hablar contigo cuanto antes, ¿tienes tiempo a eso de las seis?
—Dame un momento por favor.—digo—Tengo que revisar en la agenda. Entré en un nuevo puesto y esto ha sido de locos.
—Claro, babe, no te preocupes.
Le echo un repaso rápido, me reuniré con Benedict hasta las cuatro, luego a las 5: 30 tengo que estar en lo de Armand y su salida de la clínica.
—¿Te parece si nos vemos a las 4:15 en el restaurante italiano al que íbamos los viernes? Es que a las 6 tendré un compromiso con...—Me quedo callada, no sé si contarle.
—¿Con Armand? Lynd, estoy enterada de todo, tranquila. —comenta en un hilillo de voz raro pero sincero. — No te tienes que estresar por mí. Lo mío con él fue algo de una noche. Sabes cómo soy—externa. —Less me dijo todo, sabía que tarde o temprano me enteraría y quería ahorrarte el tener que explicarme detalles incómodos.
Less es un sol.
—Sé que debí llamarte y contarte al respecto, pero mi situación ha sido algo complicada estos días. En verdad lo siento.
—Bebé, relájate, no te estoy reclamando ni nada. Me alegra que al fin te reencontraras con tu gran amor, aunque debo decir que me sorprendió un montón lo de Richard. No puedo creer lo de su nexo con la mafia italiana.
—Sí, al inicio yo tampoco. Fue como un shock inesperado, pero una vez que entendí a lo que él me había expuesto con sus mentiras, concluí que debía alejarle y darme la oportunidad de estar con la persona que nunca dejé de amar.
—Ay, amiga, si me hubieras contado lo de Armand yo te habría amarrado para que no te casaras con Richard—dice con una risilla, aunque a decir verdad sigo notándola nerviosa.
—Me casé por terquedad y terminé pagando los platos rotos. Creí que nunca volvería a ver a Armand, y tampoco podía perdonarle todo lo que me había hecho.
—Less me contó la razón por la que se fue, aunque debió decirte la verdad, para que al menos no te quedaras con semejante incertidumbre todos estos años.
—Sí, igual a veces siento que habría quedado peor para mi si me enteraba que su vida corría peligro.
—Ciertamente es una situación complicada—aprecia—Aunque por otro lado, nunca hubiera imaginado que la chica por la que Armand bebía amargamente en tu boda eras tú. Él lucía frustrado, miraba enojado en todas las direcciones. Parecía incapaz de sentirse tranquilo. Me pregunté qué lo tenía tan jodido, pero se negaba a hablar sobre eso.
Esta conversación debería ser incómoda, pero no se siente así.
—Sí, es demasiado orgulloso para admitir cuando está herido. Creo que ni yo misma esperaba que las cosas con él llegaran a este punto.
—Señora, estamos llegando—anuncia el chofer. Es lo único que ha dicho en todo el camino, viajar con la seguridad de Benedict es así. Sólo te dicen lo básico.
—Carol, nos vemos al rato. Voy saliendo a una reunión, gracias por llamar, me dio gusto escucharte.
—A mí también, hermosa. Que pases buenas tardes y que sigas arrasando como lo estás haciendo. Te quiero.
—Yo también. Hasta pronto.
—Hasta pronto—responde con una rara tonalidad triste.
Un segundo después finalizo la llamada.
Salgo del auto, los guardaespaldas se quedan en la entrada. La mansión de Benedict parece más un castillo medieval que una estructura común y corriente, sobre todo porque está cubierto en su totalidad por una armadura metálica blindada.
Esta titila a la luz inclemente del sol que se cuela en los rincones inadecuados encandilándome. Saco un par de lentes de sol y los coloco en mi rostro.
Me acomodo el saco negro, con corbatín del mismo color y me coloco frente a la entrada. Me requisan y dejan pasar un par de minutos después.
Me adentro en el interior, familiar y alfombrado completamente de blanco, de hecho tiene el estilo minimalista que Armand tanto ama.
Los Koch parecen estar obsesionados con el color de la nieve.
Olya aparece bebiendo un vaso lleno de líquido verde, a su lado Benedict, contempla el contenido de este con gravedad. Como si creyera que lo que su esposa está tomando sabe horrible.
—Hola, Lynd, bienvenida. —Me saluda con un beso en la mejilla. Lleva una bata blanca con volantes naranjas, creo que la vi la semana pasada en una revista. Es de marca Armani y costaba ocho mil dólares. —Esta mañana atendí a Armand, está muy bien, no hay niveles de Paranoyd-L en su sangre, me da mucho gusto que esté así, ambos se lo merecen.
Olya cada día luce más hermosa.
—Hola, Olya, te ves fabulosa, muchas gracias por estar tan al pendiente de Armand.
—Tú también hermosa, el embarazo te ha sentado de maravilla.
Ella sonríe y Benedict asiente.
—¿Cómo está el pequeño Koch? —me pregunta el ruso.
—Ganando radioactividad—respondo y ambos sonríen.
—¿Deseas algo de tomar? —pregunta, atenta como siempre.
—Sí, claro.
—¿Te gusta el batido verde? Es muy bueno para el embarazo, fortalece tu organismo y favorece a tu bebé. Ya que te llena de mucha energía.
Benedict, tras de ella y luciendo horrorizado, me sugiere en señas que le diga que no. Como si creyera que consumir algo así es espeluznante.
Me echo a reír y Olya se da la vuelta para ver a su marido renegar del jugo verde.
—Benedict detesta todo lo que sea dietético. —aclara con una sonrisa perfecta y resplandeciente. Todo en ella es fino y hermoso, incluyendo su forma educada de tratar a las personas. Es un ángel. —No le gustan a pesar de que son muy buenos para la salud.
—Serán buenas para la salud, pero no para la felicidad estomacal. —Se queja. —Es como beber césped. Amo que cuides a nuestro hijo, pero creo que a estas alturas tienes hojas de lechuga en lugar de placenta. —comenta señalándola con ojos divertidos y reprobatorios. Un par de tonos más oscuro que el gris en la mirada de Armand.
Ambas reímos, ese es el sarcasmo típico de los Koch. Entre más convivo con Benedict más noto su parecido con Armand.
—Oh, querido, comer saludable no te hará daño.
—Le estás dando tanto brócoli y zanahoria a nuestro hijo, que temo que des a luz a un conejo. ¿Le llamarás Bunny Koch o algo así?
Suelto una carcajada fuerte, Olya igual. Benedict se encoje de hombros como si no diera crédito al amor de su esposa por la comida verde.
—No saben tan mal, deberías intentarlo. —propone.
—No gracias, la gente no respetaría a un jefe de la mafia que hace dieta vegana, practica yoga, recita discursos de amor propio y recomienda libros de autosuperación—concluye, como si creyera que practicar dichos hábitos fuera la cosa más espeluznante que puede existir.
—Algún día te convenceré de tomar un poco.
—Para eso tendrías que hipnotizarme primero. —comenta con horror.
Olya revisa su reloj y se sobresalta.
—Ay, olvidé preparar mi batido de zanahoria de las 2:30, me retiro a hacerlo. Lynd fue un gusto verte, no te vayas sin despedirte de mí, por favor. ¿Querido deseas que prepare algo para ti? —inquiere mirando a su marido.
—No, hermosa. Estoy bien así, gracias por preguntar.
Y así sin más se mueve hacia el pasillo que lleva a una puerta lateral, junto a la estatua de una bailarina de ballet.
—Bueno, Lynd, pasemos a mi despacho. Hay mucho sobre Samira que hemos descubierto recientemente y quiero comentarte.
—Por supuesto Benedict.
—Sé que las escaleras son malas para las embarazadas, así que pedí que acondicionaran algo acá abajo. Espero no te moleste.
—Claro que no, Benedict. No tendría por qué sentirme de esa forma.
Él me guía a través de un corredor, posicionado al lado izquierdo de la gran escalera central de la sala.
Veo muchas obras de arte, haciendo referencia a paisajes amplios y nevados ancladas a las paredes, que siguen siendo de un marfil evangelizador. Hay muchos lobos en cada cuadro y flores rojas.
Cuando llegamos al despacho, él me indica con señas que me siente. Hago caso, y le veo ubicarse al otro lado del gran escritorio de madera oscura. Luciendo poderoso y calmado.
—Como me pediste, investigamos sobre Samira. A decir verdad, no sé por qué nos estuvo costando tanto obtener información sobre ella. Descubrimos que Samira no es su verdadero nombre.
Pestañeo sorprendida, él se queda callado unos segundos, tal vez esperando una reacción más grande de mi parte, pero como no digo nada, se anima a seguir hablando.
—¿Cuál es el nombre real?
—Angélica Montes.
—¿Hay más?
—Sí, Juan Pablo, el tipo que viste en la clínica visitando a Armand, tampoco es su hermano, es su hijo.
Si hubiese estado tomando el jugo de Olya, me habría ahogado con él.
—Pero eso no es todo lo que encontramos. —agrega.
Muevo las rodillas un tanto ansiosa, siento que lo de Juan Pablo es tan sólo la punta del iceberg. Que hay mucho más hielo irrompible que recorrer en esta partida de revelaciones.
—Lo tercero, y tal vez lo más sorpresivo de todos es lo que a continuación te contaré. Ni siquiera yo podía creerlo cuando recibí el informe esta mañana. Al inicio me pareció improbable, luego reuní las pistas y me di cuenta de que en efecto, todo parecía encajar de una manera absurda pero realista.
Yo no digo nada, estoy como esos chicos a los que están a punto de decirle si aprobó o no una materia difícil.
—Mi hermano Grigori y su esposa Oxana, estaban teniendo problemas para tener hijos. Al parecer Oxana era estéril, por lo que contrataron un vientre de alquiler, después de revisar a un montón de candidatas, una chica mexicana de nombre Angélica fue la elegida. Era joven, y les había sido recomendada por un amigo de ambos. Tenía las mejores referencias dentro del grupo evaluado. Ella conoció a mi hermano el día de la fertilización y no pudo evitar sentir una fuerte atracción hacia él, yo diría que del tipo obsesivo. Mi hermano no le dio alas, pero ella ya estaba embarazada y quisiera o no, tenía que seguir lidiando con Angélica, hasta que diese a luz. Durante todos esos meses, Angélica empezó a comportarse de formas extrañas. Aparecía en la casa de mi hermano a toda hora, se quedaba a dormir, le daba órdenes a los empleados como si fuera la señora de la casa. Ni Grigori, ni Oxana la soportaban, pero se aguantaban por el pequeño bebé que crecía en su vientre, uno que al nacer fue bautizado como Armand.
Sólo puedo mirar fijamente hacia su rostro, esperando que diga que todo es una broma de mal gusto, pero no sucede, él no dice nada, no hay signos en su cara de que va a retractarse de lo que acaba de contarme.
No doy crédito a lo que estoy escuchando.
Mi corazón parece estar a punto de detenerse, tan o más impactado que yo.
Llevo una mano hacia mi boca y me quedo por espacio de un minuto observando hacia la nada. Jamás hubiera imaginado todo esto.
¿Armand es hijo de Samira?
Benedict permanece serio una vez más, tal vez sopesando algo que ni él mismo podía creer en un principio. Me resulta difícil mover las manos o saber qué decir. No soy capaz de hablar durante varios segundos y el ruso parece estar en la misma situación que yo.
—Cuando Angélica dio a luz, empezó a dar muchos más problemas. Logró escapar de la clínica con su bebé, Grigori tardó una hora en encontrarla, estaba en la azotea de un edificio luciendo más descontrolada que nunca y por supuesto se negaba a entregar al niño y amenazaba con saltar junto a él, si mi hermano no estaba con ella. Los informes médicos indican depresión post-parto, pero para mí siempre estuvo loca. Al final lograron convencerla de entregar al bebé a cambio de una fuerte suma de dinero y un contrato de no acercarse nunca a Armand o podría ir presa. Sí, Lynd, básicamente Grigori tuvo que pagar para que su propio hijo estuviese con él o si no Samira, es decir Angélica, le haría daño.
—Yo no sé ni qué decirte. Toda esta semana ha estado intentando sabotear lo que hago, no me deja organizar el menú de la comida, interviene cuando quiero que limpien la casa. En fin cada cosa que hago respecto a Armand a ella parece caerle mal, y hace lo que sea para que al final se haga como ella quiere.
—Imaginé que algo así sucedería, Samira todos estos años ha sido muy territorial con Armand, al inicio pensé que querría estar con él en el plano amoroso, pero cuando no fue así, mi intuición me indicó que había algo muy raro en toda esa supuesta amistad que tenían. Ella era una mujer conservada y no tan fea, imaginé que en algún punto mi sobrino se fijaría en ella, pero no fue así.
—¿Crees que sea sólo una madre obsesiva?
—Siempre la mantuve vigilada, y me parecía extraño que ella estuviese muy pendiente de las mujeres que Armand tenía, se volvió cercana a muchas de ellas, pero entre más cercanas fuesen a Samira, peor terminaban con Armand. En cambio, aquellas que hasta cierto punto ponían distancia entre ellas y Samira, duraban un poco más. Aunque al final Armand siempre las dejaba, por una u otra razón. Algunas habían sido groseras con Samira, otras la abofetearon. Parecía como si Samira tuviese el poder necesario para sacar de la vida de Armand a quienes ellas quisieran. No sé qué pensar sobre ella, pero créeme que averiguaremos qué pretende.
—Con razón me amenazó cuando la confronté para que dejara de meterse, me dijo que duraría muy poco en la vida de Armand.
—No te preocupes, todas esas chicas que salieron de la vida de Armand no me tenían de su lado, tú sí. Samira por el momento sigue siendo un enemigo pequeño, tenemos a nuestro favor el hecho de que aceptó una suma fuerte con tal de entregar a Armand. —dice triunfante con los ojos entornados.
—¿Por qué usted se preocupa tanto por mí?
—Grigori me encargó que lo hiciera. Antes de morir, me dijo que estuviese pendiente de las Gambino. Aunque él no sabía exactamente en dónde ustedes se hallaban en ese momento, por lo que me encargó que por favor tratara de encontrarlas. Soy muy bueno rastreando personas, y descubrí todo sobre ti, precisamente el día de tu boda. Me entregaron la dirección de la casa de tus padres, y cuando vi a Antonella saliendo de ella, entendí que las había encontrado.
—¿Por qué Grigori se preocupaba tanto por nosotras?
Algo aquí no cuadra.
—Eso, es algo que sólo tu madre podrá responder. Yo sólo sé que el gran amor de la vida de Grigori fue tu mamá, lastimosamente ella decidió alejarle por sus nexos con la mafia. Pero sé que aunque Grigori amó a Oxana, nunca nada se comparó con lo que vivió con tu madre, durante el año que la tuvo cerca. Es como si la historia de mi hermano con tu mamá, estuviese destinada a hacerse realidad con Armand y contigo. El destino siempre es caprichoso a la hora de juntar elementos radioactivos.
Sonrío, a pesar de todo lo que me ha estado contando, logro encontrar humor en sus palabras.
—Volviendo a Samira, ¿cómo debería enfrentarla? Es su madre a fin de cuentas.
—Él no lo sabe, y puedes aprovecharte de eso. Yo seguiré vigilándola, ahora que tenemos esta información sobre ella, idearé un plan para usarla en su contra. Tranquila, Lynd. Aunque ella intente derrotarte tienes el amor de Armand y a un hijo suyo en tu vientre. Eso pesará más que una mujer desequilibrada queriendo sabotearte.
—Esperemos que sí. Y respecto a los líderes de los clanes de la mafia italiana que apoyaban a la familia de mi madre, ¿Tienes alguna información?
—Sí, cuatro de ellos han manifestado interés en conocerte. Están especialmente interesados en bloquear a Dante como capo emperador.
Perfecto.
—¿Y el resto?
—Aún no responden a la invitación que les hicimos para reunirnos con ellos.
—¿Son confiables? —pregunto.
—No lo sé, pero estaremos preparados, yo sé cómo lidiar con gente así, y estarán muertos antes de que puedan traicionarnos.
Benedict sigue con su postura de mafioso calmado que sigue teniendo todo bajo control. Eso mina un poco la desconfianza que siento sobre todo lo que está ocurriendo.
Después de conversar sobre todos los temas pendientes, me despido de Benedict. Ambos acordamos que no le diríamos a Samira que sabemos su verdad, eso podría ponerla en alerta y hacer una de sus movidas. Por lo que seguiremos fingiendo que no tenemos idea de nada, para que se confíe y podamos hacer uso de la información en el momento adecuado.
Saludo a Olya y me retiro rápidamente, ando contra el tiempo ya que adelantaron la hora de salida de Armand. Me llamaron hace poco para informarme
Bufo y llamo a Caroline para retrasar la cita hasta mañana.
Tiene el teléfono apagado.
Qué raro.
Le dejo un mensaje de voz disculpándome. Espero que cuando lo escuche se ponga en contacto conmigo.
Le indico a los choferes que debemos ir a la clínica, ellos acatan mi pedido y cuando entro a la habitación de Armand, ella ya está allí, por supuesto. Luciendo triunfante.
Esto no me gusta.
—Hola, hermosa—dice Armand al verme y me concentro en él, como si Samira no existiera. Paso de largo y me coloco frente a él y le doy un beso sonoro, largo y húmedo a Armand. Este lo recibe moviendo sus labios expertos como si tuviera la energía de un toro excitado.
Luce glorioso, como una estrella de cine de antaño. Sus ojos grises me miran penetrantes, está estudiándome. Creo que sospecha que algo ocurrió entre nosotras.
—Samira me contó que tuvieron un desacuerdo y quería disculparse.
—Supongo que eso podía decírmelo ella, cariño. No es necesario que actúes de mediador, dado que ella ya está aquí.
—Lo siento mucho, Lynd, yo tuve un mal día en la oficina y creo que hablamos en un mal momento. No quise responderte mal, en verdad te ruego me disculpes. —empieza la aludida.
Vieja hipócrita.
—Sí, supongo que sí—digo con una sonrisa falsa, me cuesta mucho disimular que ella no me agrada.
—En verdad quiero que seamos amigas, eres la mujer de un gran amigo, no podría estar mal contigo nunca. Me disculpo por haber estado metiéndome en lo que hacías, no lo hice con mala intención.
Lo dice como si no me hubiera llamado zorra de muchas camas.
Cuánto cinismo es capaz de utilizar, por Dios.
Samira se acerca a mí, me da un abrazo de Judas, al que respondo con toda la cordialidad que puedo fingir.
—No me creo nada sobre tu disculpa, y si se te vuelve a ocurrir llamarme zorra, te mostraré que lo soy, pero con muchos recursos. —susurro en voz baja, para que sólo ella pueda oírme.
—Me sentí muy mal después de lo que pasó, pero me alegra que esto esté sucediendo, es un gran paso para ambas.
Armand de pie, y con una maleta cara anexada a su mano sonríe, sin tener idea de que sólo estamos fingiendo llevarnos bien.
***
Cuando llegamos a la mansión, Samira por suerte ya no está con nosotros.
Entramos a la habitación, él luce especialmente sensual hoy. Con el pelo desordenado y oscuro agitándose casualmente mientras me mira. Luce como la estrella de cine más candente del planeta. Por un momento me olvido de todo lo que hay a nuestro alrededor, y una vez más somos solo nosotros. Dos seres que aman, y esperan al fruto de ese amor.
—Estás demasiado vestida para mi gusto—masculla acercándose peligrosamente hacia mí, haciendo gala de ese físico capaz de derretir miles de bragas.
Luego desliza sus manos alrededor de mi saco oscuro y empieza a quitármelo. Luego concentra la mirada en mis tetas, pegadas a la camisa de lino que cubre la parte superior de mi cuerpo
—Tus senos son maravillosos, toda tú lo eres—externa tentador—. No dejaba de mirarte las tetas.
—No imaginas cuánto te extrañé—murmuro, cuando lo veo luchando contra el corbatín
—Maldito corbatín, si sigue dándome pelea lo voy a quemar. No existe nada en el mundo que pueda impedirme follar a mi mujer.
Emite en un tenue gruñido. Sonrío y lo observo con adoración.
—¿Se está riendo de su jefe señorita Spencer?
—No me atrevería, señor Koch.
—Me temo que tendrá que retribuir su falta, dejándose comer el coño hasta el amanecer. ¿Le parece?
—Por supuesto, jefe. Parece que no tengo más remedio, o ¿seré despedida? —pregunto fingiendo estar asustada.
—No creo que tengamos que llegar a esos extremos, después de que usted me manipuló para que firmara el contrato. Es más fácil que usted me despida a pesar de que yo soy el jefe—comenta divertido, recordando lo que hice para que firmara el contrato y me diera el puesto como vicepresidenta ejecutiva de ReadFilm—Eres tan bella como astuta, y eso es fascinante—me halaga.
—Jefe...—comento coqueta.
—¿Dígame señorita Spencer?
—¿Le molestaría que saltara sobre usted mientras ambos sudamos piel contra piel?
—Qué educada manera de proponerme sexo, es usted una descarada señorita Spencer, pero supongo que no tengo más remedio que darle a mi mujer lo que pide
Armand aprieta la mandíbula recta y su mirada se enturbia peligrosamente.
Va a darme lo que pido, me caliento con el simple hecho de que me observe con tanta excitación.
Acto seguido se ensaña con mi pantalón y sonríe victorioso cuando se da cuenta de que me ha dejado en bragas.
—Este coño que me volvió loco hace una semana, por fin volverá a ser mío. —dice, acariciando suavemente mi entrepierna.
—Tú eres quien me vuelve loca, tú y toda la perfección que emanas.
Acto seguido me abalanzo sobre él, metiéndole las manos por debajo de la camisa de lino, para sentir su piel cremosa, y la rudeza tosca de sus músculos macizos.
—La voy a desnudar señorita Spencer, y voy a devorarla enterita, para recordarle una vez más quién es el que único dueño de tu majestuoso coño.
La garganta se me seca y la mandíbula me tiembla mientras lo desnudo, y manoseo su abdomen repleto de bloques afilados y musculosos, que podría tocar infinitamente. Tiene unos abdominales perfectos.
Hago cortocircuito mientras lo miro e intento convencerme a mí misma de que esto es real. Que él es mi hombre y que a partir de este momento no volveremos a separarnos nunca más.
Armand es la personificación de todo lo que una mujer lujuriosa codicia, fantasea y se muere por alcanzar. Es inteligente, físicamente perfecto, morboso en un nivel descarado y el detallista romántico que todas nos merecemos.
—Eres demasiado para la vista —digo, a punto de ponerme a babear.
—Y tú demasiado para cualquier hombre que no sea yo. —concluye.
Él emprende una lucha certera contra mis bragas, destrozando el encaje apenas las toca, sin darme tiempo a respirar. Es como si hubieran soltado a la bestia en su lugar favorito.
Luego me quita el sostén con una experticia calculadas, disfruto tanto verle así. Moviéndose cerca de mi cuerpo como si quisiera devorarme en todos los rincones a la vez.
Exhalo aire, y ni siquiera logro botarlo cuando ya lo tengo encima, adueñándose de mi boca con fuerza y devoción.
—Te amo tanto, perdóname por todo.
—No te tienes que disculpar por nada. Yo te amo, y sé que no estabas bien—Noto el desespero en la voz, la culpa taladrándolo, incitándolo a disculparse las veces que sean necesarias.
Rodamos por el colchón hechos un revoltijo. Él toca mis pechos, dejando estelas de fuego y pasión. Su esencia masculina es mi afrodisiaco, su forma de mirarme es infinitamente sensual, tanto que podría orgasmearme con el simple hecho de verlo desnudo.
—Eres tan hermosa, tan dulce, tan considerada y terca. Eres perfecta para mí—jadea y planta una mano en mi entrepierna y con la boca empieza a comerme el pezón, y a masajear mi clítoris como si no hubiera un mañana.
Vocifero alaridos temblorosos, y me agito al sentir el calor volcánico que emiten sus labios contra la sensible piel de mis pechos. Me tenso ante cada lametón, ante cada azote experto de su lengua. Mientras deslizo mis manos agradecidas por la curvatura cincelada de su espalda. Apretando duro y sintiendo que cada rincón que él toca es una nueva sección caliente del paraíso.
Aúllo y gimo, entrelazando mis piernas alrededor de sus caderas, sus manos aún están en mi clítoris, entrando y saliendo, frotando de una forma que me hace saltar y estremecerme cada segundo.
Abro los ojos e intento mirar su rostro, que sigue prendado de cada uno de mis pechos, magreándolos sin parar. Succionando excitado y emitiendo ruidos guturales que me ponen más caliente. Es tan masculino, tan portentoso y viril.
—Te amo, eres mi perdición, eres mi todo. Tú y mi hijo son el norte absoluto de mi vida y me dedicaré en cuerpo y alma a hacerles felices. —murmura contra mi boca.
—Yo también te amo, gracias por hacerme sentir tan amada. Gracias por estar conmigo, por imponerte y lograr vencer a una droga que intentaba lograr que me odiaras.
—Jamás podría odiarte, por mucho que el mundo nos ponga en contra. Yo siempre te amaré, suceda lo que suceda, eres la única mujer en este mundo por la que soy capaz de todo.
Lo que siento en este momento es lo que denomino felicidad sexual, algo que sólo se logra con el hombre que amas. Disfrutar algo tan simple como compartir junto a él una sonrisa, mientras ves cómo devora tu cuerpo, entretanto lo sientes allí, en ese rincón profundo de tu cuerpo y alma, encendiendo todo con un fuego que destroza a los fuertes, consume a los débiles y bendice a los dignos.
—Armand... te amo, Me encanta cómo me lo haces.
—Y a mí me encanta que seas tú a quien se lo hago. Esta plenitud sólo la alcanzo contigo. Sólo tú me elevas, me aprisionas en tu alma y consigues que la toxicidad en mi interior, se convierta en una profunda devoción hacia ti. Eres como una diosa a la que nací para rendirle pleitesía.
—Eres un caos delicioso, una toxina afrodisiaca, sólo pienso en hacerte feliz. En cuidarte, en amarte cada día desde que despierto en tenerte de todas las formas en las que una mujer puede tener a su hombre.
—¿Quieres casarte conmigo? —me pregunta, desplazando los labios desde mi mejilla hasta la garganta. Jadeo atontada. El contacto de su cuerpo me excita y comienzo a lubricar. —Sé mía para siempre, Lynd. Dime que sí y mañana mismo te convierto en la señora Koch.
—Sí, acepto. Quiero ser tuya por siempre—Tengo lágrimas en los ojos, estoy excitada, y siento que la piel en todo mi cuerpo va a estallar de tanta felicidad.Lo amo, voy a darle un hijo y estamos juntos después de tantas pruebas.
¿Se puede pedir más?
Todo en él me excita, me descoloca, mueve mi mundo y me traslada a un lugar perfecto en el que quiero estar por siempre. Podría vivir eternamente en sus brazos y jamás cansarme.
Armand me besa profundamente, enrollo mis brazos en su cuello, y le observo fijamente. Sus ojos brillan, y hay una sonrisa abismal en sus labios.
Está feliz, ambos lo estamos.
Cuando se trata de él soy codiciosa, nunca tengo suficiente. Nunca puedo pensar en nada más. Me encanta cómo me hace el amor, cómo mi cuerpo exige que le entregue todo de mí.
Todo lo que él me provoca es intenso y placentero, me vuelve loca en el buen sentido.
Este es el sí más rotundo y definitivo que alguien pueda haber pronunciado antes.
No me importa lo que otros digan, no me interesa lo que otros piensen. Nos hemos amado durante años y eso es lo único que realmente importa.
Paso las manos por su sedoso cabello. Tengo los pezones duros como piedras, y la forma en la que está besando mis labios basta para que me humedezca.
—De mí no se librará nunca más señora Koch—concluye. Con una mano me acaricia el torso desde el pecho a la cadera—. Quiero tenerte así cada jodido día de la vida, eres tan malditamente hermosa que no me imagino teniendo que volver a despertar sin ti a mi lado
—Anda usted demasiado romántico señor Koch—me burlo.
—Es que voy a casarme con una novia manipuladora que me pone así—comenta mordisqueando y lamiéndome el hombro, luego asciende a mi oreja, chupa el lóbulo un rato y desciende hasta cogerme el otro pezón entre los dientes. Tira de él duro, y el pequeño ramalazo intenso provoca que arquee la espalda en un tenue grito.
—¡Hágame el amor, señor Koch!
—A mi futura esposa lo que pida —murmura, deslizándose hacia abajo, rodeándome el ombligo con su lengua—. Eres tan deliciosa.
Enredo el dedo en su cabello.
—Por favor, Armand.
—Paciencia nena, déjame disfrutarte de esta forma. Me encantas así necesitada y suplicante.
Él me agarra las manos impidiendo que toque su rostro, siento un estremecimiento violento y excitado, y luego volvió a deslizarse hacia abajo pasando la lengua por todo mi abdomen, concentrándose en besarme allá abajo.
—Estás tan húmeda y lista. Eres magnífica.
—Te amo. —le digo.
—Y yo amo tu coño.
Me ruborizo al instante.
Él me agarra, y así sin más me penetra de golpe, gruñendo contra mi oreja, sumergiéndose en la carne resbaladiza entre mis piernas. Rozando una y otra vez la sensibilidad excitada de mi vagina. Mis caderas se agitan trémulas, emocionadas y nerviosas. Mi cuerpo completamente alocado pide más, necesita más. La sensación es tan increíble que los ojos se humedecen. Estoy haciendo el amor con mi futuro esposo, el único que siempre mereció serlo.
Siento la suavidad algodonosa de su lengua vibrando en mi boca cuando me besa, provocando que mis caderas se hinquen contra la cama.
Él continúa besándome y penetrándome con una rudeza enérgica y potente. Haciendo que me sacuda y me tense en cada extremidad.
Luego clava su lengua fría en mis tetas, consiguiendo que mi cabeza se hinque en la almohada.
—Te amo, te amo, nena. Te amo tanto, joder. —afirma maravillado.
Convulsiono, meneándome contra cada penetración aguerrida, lo siento profundizando, ganando erotismo, entre gemidos que vibran contra mi carne inflamada, haciendo que el clímax llegue, retumbe y se prolongue.
El placer físico me sobrepasa, palpitando entre tanto su pene gana en mi interior cada vez más. Me remuevo contra cada embestida dura, rítmica y regular y finalmente logro alcanzar el orgasmo. Que llega abrumándome y extendiéndose en cada folículo nervioso de mi piel, acelerando los latidos de mi corazón, estremeciéndome hasta el infinito. Moldeándome con su fuego, compaginándose a mis deseos. Acariciándome de una forma deliciosa e intoxicante que deseo retener.
Abro los ojos y miro fascinada la belleza austera y equilibrada de su cara. Está sudoroso, encendido y perfecto. Tiene los ojos grises y dilatados, que me miran como si yo fuese su tesoro inigualable.
—No imaginas cuántas veces anhelé tener esto, tenerte así y sentir que nunca te irías de mi lado.
—Ahora eres mío, y yo soy tuya. No hay nada entre ambos que pueda ser perturbado y separado. Estamos juntos y es todo lo que importa. Que te amo, y que lucharemos juntos por esto.
—Oh my Lynd, preciosa. Dulce mujer que me hechiza y me tiene a sus pies sin esforzarse.
—Señor Koch...
—Dígame señorita Spencer...
—Es usted un poco tacaño, me propuso matrimonio y no me dio un anillo.
—¿Estás segura de eso? —pregunta divertido con una ceja arqueada. Está sobre mi y se hunde dentro de mi en una nueva embestida feroz.
Libero un grito ahogado, es tan enorme y dura.
La conexión entre ambos, intensa y asombrosa se intensifica cuando sale de mí, se levanta de la cama, me da la espalda completamente desnudo.
Tremenda vista.
Luego regresa con una cajita en sus manos, que libera para mí.
Coloco las manos en mi boca asombrada. ¿En qué momento la compró? ¿Desde cuándo tenía el anillo preparado?
Él se hinca sobre la cama, completamente desnudo y yo siento que no puede existir una mejor propuesta de matrimonio.
Luego deshace el lazo de la caja, y miro el enorme diamante azul cuarteado, resguardado por dos diamantes más pequeños en color neutro.
No puedo creerlo, es el diamante Oppenheimer. El más caro del mundo. Oí que su costo rebasa los 57 millones de dólares.
—¿Me harías el incomparable honor de convertirte en mi esposa?
—Mil veces sí—respondo con los ojos repletos de lágrimas.
Temblorosa tiendo la mano para que él lo inserte en mi dedo. Es impresionante en todos los sentidos.
Enarbolo la enorme piedra azul en mi dedo, y luego me voy contra Armand, esto es demasiado, incluso tratándose de él.
—El Oppenheimer es...—digo en un hilillo de voz abrumado, contra su boca, él está nuevamente dentro de mí. Domando mi cuerpo a un ritmo frenético e imparable. Mientras besa cada rincón que las lágrimas han tocado en mi rostro.
—Es incomparable como tú, y por eso lo compré para ti. Creí que ambos serían una magnífica combinación. Ahora tienes un diamante que se equipara a lo que provocas en todo aquel que te mire.
—¿Y eso sería? —respondo aún con las lágrimas manando de mi cara. —Eres el único al que me interesa provocarle algo, digo entre risas y lágrimas. Estoy hormonal y más feliz que nunca.
—Admiración, eso provocas en todos. Nadie que te haya visto, es capaz de reaccionar coherentemente. Tienes un brillo poderoso Lynd, un brillo que conquistó para siempre mi corazón.
***
Cuando los primeros rayos del sol tocan nuestros cuerpos, logramos separarnos. Hicimos el amor toda la noche y fue maravilloso.
Armand se quedó dormido a mi lado, luciendo más que nunca como un dios del sexo. Es tan tentador.
Mi celular suena sobre la mesita de noche.
Miro la hora, son las 6 de la mañana.
Atontada contesto, es Alessia.
—Hola, Less—respondo bostezando.
—Lynd... Oh Dios, no sé cómo decirte esto—Alessia tiene la voz quebrada.
—Estás asustándome—digo, no me gusta cómo suena. Está nerviosa y apenas logro entenderle. Es como si hubiese estado llorando.
—Asesinaron a Caroline en su departamento—expresa, y yo dejo caer el celular contra la cama.
Muerta.
Caroline está muerta.
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Próximo capítulo: Sábado
De ahora en adelante, actualizaré todos los sábados, así tendrán capítulos más largos y mejor armados.
Este capítulo por ejm cuenta como 2 JAJAJAJ Tiene casi 9 mil palabras y 30 páginas. Todo eso lo escribí en 3 días XD. Así que ando agotada JAJAJAJAJ
¿Qué les pareció?
Espero que lo hayan disfrutado mucho
Pronto se sabrá qué ocurrió con Richard :O
¿Cuántas quedaron en shock con la revelación de Samira? :O
¿Teorías?
Perdón la demora, hoy se ha ido la luz dos veces durante horas, y eso me impide escribir a gusto. Sin música no funciono bien, y la pc estaba descargada así que no podía avanzar mucho.
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