Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21



Multimedia: Hello- cantada por Dios, que diga, por Adele.

Narra Lynd

Un dolor sordo, desolador y punzante se abre paso a través de mí, calando duro en cada rincón que toca, mientras intento sostener a un Armand, que se ha desvanecido completamente frente a mí.

Todo se llena de un rojo desbordante y asfixiante.

Él se está yendo y no puedo hacer nada para retenerlo.

—¡¿Llamen a una ambulancia por favor?! —grito, los guardaespaldas revolotean a mi alrededor. Uno de ellos saca su celular y lo coloca contra su oreja, luego empieza a narrar lo que ocurrió con Armand. Los otros se acercan a mi para ayudar a sostener a Armand.

Desvío la mirada hacia él. Siento su corazón latir contra el mío con una cadencia absolutamente debilitada.

Está muy mal.

Dios mío, por favor, ayúdale a recuperarse.

—Sí, se desmayó. —agrega el guardaespaldas mirándome fijamente como si necesitara instrucciones.

—Dígale que empezó a escupir sangre, y que se ve muy pálido.

Él asiente y repite lo que acabo de decirle.

—Vienen para acá—anuncia, mientras el resto de guardaespaldas me conducen hacia el carro.

Lloro de una forma escalofriantemente silenciosa, cuando ellos lo levantan y acomodan en posición vertical sobre el asiento trasero del auto.

De repente es como si no quedaran sonidos dentro de mí. Como si todo en el ambiente hubiese adquirido un matiz monocromático cargado de un gris fúnebre y desconsolador.

No te vayas, Armand. No lo hagas por favor.

Todavía tienes mucho que guerrearle a este mundo.

No quiero que termines convirtiéndote en sólo un puñado de memorias bonitas e intensas

No puedes dejarme así, prometiste que no lo harías.

Ya no quiero pensar en guerras, en peleas, ni en nada más. Sólo quiero que retornes y disfrutes de hermosos atardeceres tranquilos.

Quiero que sigas amando de esa forma estremecedora y ardiente, que incinera todo a su paso.

Quiero que te quedes, que sonrías, que devores ese mundo que no siempre te comprende.

No me importa si eliges no estar conmigo, en verdad no quiero vivir en un mundo en el que no tenga que lidiar con el hecho de que ya no estás.

Vamos regresa, y pon mi mundo a arder. No me importa que prefieras intoxicarme con tu hechizo. Sólo quiero que vuelvas, de la forma que sea, pero que lo hagas.

Mi corazón duele, mi pecho se aprieta. Esto es tan difícil.

Mis manos apenas y logran acogerlo junto a mí.

Estoy temblando desde la punta del pie, hasta la región más afilada de mi alma.

Me siento más débil e impotente que nunca.

La incertidumbre de no saber qué le ocurre está matándome.

¿Acaso todo esto es mi culpa?

El aroma a desesperación y sangre me invade cuando él empieza a sacudirse de arriba abajo, sin abrir los ojos. Acto seguido escupe un poco más de sangre, y vuelve a quedarse tranquilo. Los guardaespaldas se mueven hacia él y lo acomodan suavemente de costado, para evitar que se ahogue con lo que recién vomitó.

Después de un rato extremadamente corto lo vuelven a colocar en su posición anterior de rectitud. Él parece haber perdido color, y cuando me convenzo de que las cosas están empeorando reparo en que es necesario que contacte a algún familiar de Armand, para que brinde los datos requeridos para llenar el registro médico y demás, por lo que me armo de valor para llamar a Benedict.

No puedo echarme a llorar, en estos momentos él crucial que él esté informado.

—¡Benedict! —digo con voz quebrada cuando me contesta al tercer tono, y tengo que apoyar la mano en una de las puertas del auto para no desvanecerme junto con él. Me siento mareada y desorientada. En cualquier momento empezaré a vomitar, no sé si por la desesperación o la ansiedad de no saber qué va a ocurrir con Armand—Estaba en casa de Armand, vine a conversar con él. Discutimos y de un momento a otro, él...—rompo en llanto, y le echo un vistazo a Armand con la esperanza de que haya despertado. Su hermoso rostro está espectralmente pálido, acostado sobre el asiento trasero. Como si sólo se hubiese quedado dormido en el lugar incorrecto.

—Tranquila, querida. Toma aire, y cuéntame qué ocurrió. —Suena calmado, pero preocupado aunque intente no evidenciarlo.

—Empezó a escupir sangre de un momento a otro y luego se desmayó. No sé qué le ocurre, pero luce muy mal. No sé si lo envenenaron, o si esto es alguna venganza. ¿Sabes si estaba enfermo?

— Sé que estuvo tomando mucho desde que regresó de Sicilia, pero no creo realmente que ese sea el motivo.. ¿No escuchaste ningún disparo?

—No.

—¿Hay algún signo de perforación en su cuerpo?

Miro en su pecho duro, rostro y piernas. No hay signos goteantes de que hay alguna herida en su cuerpo.

Que no hayan disparos en su cuerpo es una leve luz de esperanza que espero dure.

—No veo heridas en él, todo lo que recuerdo es que empezó a escupir sangre y después se desmayó. Aunque estuvo actuando algo extraño mientras discutíamos. —Abro la boca, buscando aire. El estómago me arde mucho. —Hacía muecas con la cara como si le doliera algo, pero yo tenía la sangre caliente, y en ese momento lo único que me importaba era...—La garganta me escuece, en serio no puedo hablar de esto sin que sienta que fui yo quien derrumbó todas las mesas, y ocasionó que él estuviese así.

Suelto un quejido lloroso, mientras las piernas me tiemblan. Los mareos se han vuelto más recurrentes en los últimos minutos, por lo que me apoyo más duro en el auto.

Uno de los guardaespaldas de negro, se acerca con un vaso de agua en mano. Y abre la puerta delantera del auto indicándome que me siente. Me bebo el contenido de golpe, sosteniendo el vaso de forma temblorosa. Y vuelvo a absorber aire frío, que entra de forma abrupta dirigiéndose a mis pulmones.

Entro al auto y me dejo ir sobre el asiento delantero, haciendo caso a la recomendación del guardavida , arrepintiéndome un segundo después. Desde este punto, no puedo vigilar bien a Armand. Siento que estoy demasiado lejos de él, por lo que salgo del carro y vuelvo a posicionarme en mi puesto anterior.

Frente a él, con la vista fija en su cara.

Me convenzo a mi misma de que sólo está dormido, y tarde o temprano despertará para discutir conmigo y burlarse todo lo que pueda de Richard.

—Lynd querida, ¿sigues allí?

—Sí, Benedict, disculpa. Estaba un poco mareada.

—¿Ya te sientes mejor?

—Dentro de lo que cabe sí.

Me sorprende el autocontrol que tiene en estos momentos. Yo a duras penas coordino mi voz con mi cerebro, en esta situación.

Bueno, es Benedict Koch, el jefe de la mafia rusa. El hombre más peligroso, y tal vez más poderoso del mundo.

Esto para él debe ser un evento rutinario. Sin embargo no deja de asombrarme, Armand es su sobrino después de todo.

—¿Llamaron a una ambulancia?

—Ya viene en camino.

—Por favor envíame la dirección del hospital o clínica al que lo llevarán para irme directo hacia allá. —Me dice sonando inescrutable. Yo en cambio pareciera que en cualquier momento me iré hacia el suelo, completamente desesperada. —Todo va a salir bien, Lynd. Ambos sabemos lo fuerte que es y estaremos allí para pelear junto a él. Armand no está solo. Nos tiene a los dos, y mientras eso suceda no lo dejaremos caer. Así que arriba ese ánimo, no es tiempo para llorar, no podemos derrumbarnos con él, tenemos que ayudarle a levantarse. Y créeme que de mi cuenta corre que esto no se quede así, si esto fue provocado. Vaticino una seguidilla de funerales en el futuro de quienes provocaron que él esté así—sentencia con seguridad. Luego cuelga.

Exhalo una bocanada larga de aire, y me agacho frente al auto con grandes deseos de tocar a Armand.

Noto que las ojeras en su cara se han oscurecido, y que la sangre en su boca sigue goteando.

Saco un pañuelo de mi cartera y lo limpio con mucho cuidado, sin poder evitar llenar su camisa de lágrimas.

¿Cómo hemos llegado a esto?

¿Estaba enfermo y no me lo dijo?

¿Es algo mucho peor?

Cavilo en todas las cosas inesperadas que nos han estado sucediendo a ambos.

Parece demasiado evidente, esto fue planeado.

¿Por quién?

¿Por Dante Domenici y la mafia italiana?

¿Los Yakuza japoneses están respondiendo al ataque directo de Benedict y la Bratvá?

Oigo los gritos de una chica acercándose a nosotros. Miro en su dirección y me percato de que se trata de la mujer que me recibió. Es la misma castaña de baja estatura.

No recuerdo su nombre.

—¿Qué le hiciste a mi baby, maldita arrastrada? —me gruñe, con expresión vulgar y rabiosa corriendo hacia mí. Sasuke viene tras ella, y se queda de piedra cuando se percata de que Armand está tirado en el auto.

—¿Disculpa? —respondo como si no hubiese escuchado. —¿A quién le hablas?

Ella salta hacia mí como gallina rabiosa. Uno de mis guardaespaldas la detiene en seco, mientras los otros dos la encañonan posicionados a ambos lados de su cabeza.

Benedict fue quien me asignó dicho equipo de seguridad.

—¡Suéltenme, hijos de puta! Déjenme ver a mi novio. ¿Acaso no saben que están en mi casa y que aquí mando yo?

Le doy la espalda y me concentro en Armand. Espero que los gritos de esa loca no lo hayan perturbado.

Una dama no discute con alguien que no vale la pena y tampoco tengo cabeza para entrar en niñerías de este tipo con Armand estando tan mal.

La ambulancia suena en la entrada y Sasuke corre a abrirles luciendo mortalmente aterrado cuando ve a su jefe inconsciente.

—Oh Dios, si el señor Koch no me hubiese encargado vigilar a la señorita Arian habría podido hacer más. —dice Sasuke tras dejar a los paramédicos pasar. Suena demasiado abrumado. —Disculpe mi tardanza señorita, Lynd—espeta pasando a mi lado. Su rostro asiático luce aturdido.

Los paramédicos bajan una camilla y acomodan a Armand sobre ella. Luego lo canalizan e hidratan mientras murmuran términos médicos que no comprendo.

***

Recién llegamos a la clínica Queen Victoria, Armand no ha vuelto en sí.

Todos bajamos del carro, y a él lo meten en una camilla de emergencia.

Escucho un montón de voces a mi alrededor, mientras miro cómo Armand es llevado a tambor batiente a través de un largo corredor.

Intento seguirlos y corro tras ellos, esquivando enfermeras que me recomiendan quedarme en la sala de espera, mientras ellos lo atienden. Pero no quiero, mi instinto y mi corazón me indican que debo estar lo más cerca posible. Que cuando él despierte necesitará una cara conocida y esa debo ser yo.

—Señorita, sólo puede llegar hasta aquí. —me detiene un enfermero cuando llegamos a un portón dividido en dos partes—El señor Koch pasará directamente al salón de cateo, la mantendremos informada—concluye mientras me indica un grupo de sillas solitarias posteadas junto a la puerta, hay una mujer morena sentada tejiendo una toallita de hilo.

No teniendo más remedio que acatar lo que dicen, arrastro los pies hacia una silla y me dejo ir sobre ella, justo al lado de la afroamericana. Recuesto la cabeza en posición vertical contra la pared empapelada, mientras lloro y me pregunto por qué ocurrió todo esto.

—En momentos así sólo queda tener fe y orar. Dios nunca abandona a sus hijos, por mucho que estos se hayan equivocado. No importa la religión en la que estés, Dios forma parte de todas ellas y te ama, igual que a la persona que te tiene preocupada —me sugiere la mujer cuando ve que mis ojos no paran de inundarse de lágrimas, que caen sobre mi vestido manchado con la sangre de Armand haciendo que el color de esta adquiera un matiz naranja.

—Lo haré, gracias por su consejo. —expreso. Ella menea la cabeza, y vuelca su vista a la toallita que teje. Cosa que agradezco porque no tengo muchas ganas de seguir hablando.

***

Benedict aparece a través del pasillo caminando y completamente vestido de negro, rodeado de un inmenso grupo de hombres trajeados. Son como una procesión de oscuridad. Todos lucen imponentes y serios.

Al verme se dirige hacia mí, me pongo en pie y él abre los brazos cuando ve que rompo en llanto, acto seguido me abraza como un padre protector. Tengo un nudo apretado en la garganta que parece aumentar su fuerza conforme los segundos persiguen a los minutos.

—Tranquila, querida. Él va a estar bien. ¿Han dicho algo?

—No—respondo débilmente. —He estado preguntando pero nadie me dice nada, sólo me mandan a esperar.

—Comprendo. —Él toma su celular y le marca a alguien. —Robert, estoy en tu clínica, trajeron a mi sobrino Armand y tenemos más de media hora aquí y nadie nos da información. Agiliza eso, y ordénales que nos den detalles sobre él.

¿Benedict está llamando al dueño de la clínica para darle órdenes?

¿Acaso no existe un límite para él?

Dos minutos después aparece un doctor, y dos enfermeras, aparentemente nos darán el reporte que tanto hemos pedido.

—¿Familiares del señor Armand Koch Zaitsev?

—Aquí estamos—dice Benedict.

Mi corazón se vuelve loco ante la anticipación.

—El señor Koch presenta un complicado cuadro de inflamación pulmonar y síntomas de un posible derrame cerebral. —expresa el doctor. —También encontramos una sustancia desconocida en su organismo.

Yo siento que la sangre abandona mi rostro, y que el corazón se me va a salir por la boca. Me apoyo en Benedict con las piernas temblorosas, este aprieta su mano sobre mi brazo para sostenerme.

Oh, Dios, Armand está muy mal.

—¿No es demasiado joven para ese tipo de sucesos cerebrales? —cuestiona Benedict. Yo sólo me limito a asentir y llorar.

Benedict me da una palmadita en el hombro.

—Los accidentes cerebrovasculares pueden ocurrir a cualquier edad, señor, detectamos un desordenado comportamiento neuronal en el paciente, creemos que incluso este pudo haber estado afectado su estado de ánimo, con signos casuales de bipolaridad y paranoia. En estos momentos nos encontramos medicando al paciente para que la inflamación en una de sus arterias ceda y el señor Koch se estabilice, neurológicamente hablando. Con respecto al hecho de que estuviese escupiendo sangre, encontramos una sustancia extraña en su organismo que sospechamos provocó hemoptisis aguda, que es cuando una persona tiene tos o escupe sangre repentinamente. Esta condición ocurre cuando se debilitan o rompen los vasos sanguíneos en la vía respiratoria o en los pulmones y luego empiezan a sangrar. De momento el pronóstico es reservado ya que estado es crítico.

Esto crítico, repaso una y otra vez en mi mente, como si se tratara de un mantra torturador.

Oh, Dios.

¿Cuándo va a terminar todo esto?

¿Cuándo se acabarán las malas noticias?

—¿Cree usted que la sustancia también pudo haber afectado a su cerebro provocando que estuviese a punto de sufrir un derrame?

Benedict me lanza una mirada de asentimiento, como si él también hubiese estado a punto de preguntar lo mismo.

—Es posible que también esté involucrada. Se encontraron concentraciones mínimas en el área cerebral, aunque la mayor parte de ellas fueron halladas en el tracto respiratorio, y una minúscula cantidad en su estómago.

—¿Podría ser algún tipo de veneno? —cuestiona Benedict.

—Es una sustancia altamente tóxica, así que sí. De momento estamos estudiándola para intentar contra- arrestarla. En la próximas 24 horas esperamos tener resultados concluyentes.

—No estoy seguro de que su lentitud me sirva, mi sobrino tiene demasiadas complicaciones de salud como para que tengamos que esperar tanto por un diagnóstico confiable. Nada me garantiza que podrán lograrlo antes de que él empeore. Llamaré a mis expertos.

—Señor, estamos siguiendo el procedimiento médico, si nos precipitamos y damos un paso en falso el paciente podría empeorar. —El doctor se muestra tranquilo, pero es evidente que lo que Benedict le dijo le incomodó.

—Tuve que mover a mis contactos para que alguien se dignara a darnos información. No estoy interesado en que dentro de dos días, aparezcas a decirnos que mi sobrino murió mientras ustedes examinaban una sustancia, sin tener una jodida idea de qué hacer.

—Señor, créame que estamos haciendo lo posible.

—Eso no me basta. —Le lanzo una mirada al tío de Armand.

Benedict luce amenazante, en estos momentos me convenzo de que en verdad es el líder de la mafia rusa y el pobre doctor no tiene ni idea de lo que le espera si no hace bien su trabajo.

—Buscaré una segunda opinión. Me lo llevaré de esta clínica —concreta.

—Si mueve al paciente es muy posible que su estado empeore. —rebate el galeno con contundencia.

—Entonces traeré a mis especialistas aquí.

—Señor eso ...

—¿Me va a poner algún tipo de "pero"?. —La voz de Benedict suena mortalmente fría y un tanto aterradora. Su postura es altanera, pero elegante. El doctor retrocede amedrentado, podría jurar que incluso tragó en seco.

—Me mantendré al pendiente cuando los especialistas lleguen para darle todos los detalles que necesiten. —comenta el médico con el rabito entre las patas.

Benedict no cambia la expresión de dureza en su rostro.

—Muchas gracias—digo atenta, quitando un poco de carga sobre el joven doctor pelirrojo, que parece haberse topado con un muro ruso demasiado difícil de derribar.

Él doctor se retira, luciendo aliviado de no tener que seguir lidiando con la rudeza de Benedict Koch.

Mientras tanto me acomodo en la silla, sintiendo que la incertidumbre me está matando.

Benedict se retira a hacer algunas llamadas.

Un par de minutos después regresa a mi lado, y me avisa que ya su gente viene en camino.

Benedict siempre me trata con amabilidad, pero me he dado cuenta de que es de esas personas cuya mirada intimida tanto que ni siquiera necesita emplear un tono de amenaza, para que la gente haga lo que él pide.

Es asombroso, pero también preocupante. Espero nunca tener que enfrentarme a alguien como él, porque a diferencia de Dante, Benedict no necesita recalcarte con palabras que es el amo del mundo. Sus acciones, y la forma en la que las personas reaccionan a él lo demuestra.

Dante tiene que decirte que es poderoso para que le creas. Benedict sólo tiene que mirar a alguien, para que el terror en los ojos de su contrario demuestre quien manda.

Le escribo a Alessia para que me traiga algo de ropa. Debo cambiarme el traje manchado de sangre. Esta responde que estará aquí lo antes posible.

***

Al cabo de más o menos una hora, aparece la mujer más impresionante que he visto en mi vida, rodeada de otro grupo numeroso de guardaespaldas. Es pelinegra, y tiene un rostro perfilado de labios gruesos, en el que también resalta un verde extraordinario en sus ojos. Tendrá poco más de cuarenta años y viste un elegante traje gris de satén a la altura de los muslos que resalta un estado avanzado de embarazo, luego se acerca a Benedict y le da un beso en los labios y un abrazo.

El gesto me sorprende un poco, pero no digo nada

—Lamento mucho lo que ocurre con Armand. Ya mismo me pondré a trabajar sobre su caso, querido.

—Muchas gracias, cariño. Sé que en definitiva encontrarás una solución—Él luce complacido y la mira de una forma adoradora. Una mezcla entre amor, admiración y respeto.

—Lynd—me llama Benedict—Te presento a mi bella esposa Olya Fedorova de Koch. Ella llevará adelante el caso de Armand, es una doctora especialista en química médica. —Cariño, ella es Lynd, la mujer de mi sobrino. —Me presenta.

Me sonrojo ante lo último que dijo y levanto la mirada.

La mujer se acerca a mí y me da un beso amable en la mejilla, y un abrazo afectuoso.

—Eres muy bella, Lynd—me dice apreciativa.

—Digo lo mismo de usted—comento con suma sinceridad.

Ambas reímos.

—Los Koch siempre tenemos buenos gustos, para muestra ustedes dos.

Unas enfermeras mayores se acercan con un par de papeles en las manos.

—Disculpe, ¿usted es Olya Fedorova?

Ella asiente, y les regala una sonrisa diplomática.

—¿Nos puede dar su autógrafo?

—Claro que sí. —Olya recibe el papel e imprime su rúbrica en ellas.

—Mi esposa fue Mis Universo—enuncia Benedict orgulloso. —Pero finalmente se aburrió de todo eso y eligió el mejor bando, el oscuro—dice guiñándole un ojo. Ahora es Olya quien se sonroja.

Yo sonrío, más relajada.

—Haré todo lo posible para que Armand se recupere.

—En verdad no sabe cuánto la agradezco lo que está haciendo. —Me emociono y los ojos se me cristalizan.

Ella me abraza. Luego se sorprende y anuncia que el bebé en su vientre le dio pataditas apenas hicimos contacto.

—Tal parece que a mi hijo también le caíste bien. —comenta Benedict.

—A pesar de que se la den de hombres rudos insensibles, siempre dan todo por la mujer que aman—me susurra.

Asiento sin saber qué más decir, los últimos días no fueron precisamente una demostración de que Armand estuviese dispuesto a dar todo por mí. Sin embargo lo que el doctor dijo acerca de que la alteración en su cerebro pudo haberle producido bipolaridad y paranoia tal vez expliqué todo lo que ocurrió entre nosotros.

—Cariño, si necesitas algo por favor avisa, lamento mucho ponerte en estas estando embarazada. —emprende Benedict cuando el silencio se asienta por varios minutos.

—Amor, sé lo importante que es Armand es para todos ¿Crees que permitiría que algo le pasara? Tengo todos los conocimientos para salvarlo y lo haré.

Benedict toma su celular, y vuelve a llamar al dueño del hospital para informarle que su esposa ha llegado y que es importante que el doctor que nos atendió regrese. Luego le da la dirección a alguien más, y le pide que venga.

El galeno que nos dio las indicaciones sobre el estado de Armand aparece rápidamente como si hubiese estado esperando tras la puerta a ser convocado.

Ellos se saludan, y Olya se retira junto con el médico para estudiar el caso.

Alessia aparece acompañada para mi sorpresa de Adriano, los guardaespaldas los detienen de golpe. Adriano coloca a Alessia tras de sí, como si estuviera protegiéndola, las mejillas de Alessia se llenan de rubor.

—Ella viene a traerme algo—Le aviso a Benedict.

—Caballeros, déjenlos pasar.

Alessia sigue ruborizada, y avanza hacia mi dejando atrás a Adriano, que sigue con su particular cara de amargado estreñido.

Ella se coloca junto a mí y Adriano se va a conversar con Benedict a un rincón apartado.

¿Tendrá Adriano alguna información para Benedict?

—Ay, hermosa, no sabes cómo lamento todo. ¿Quieres hablar de lo que pasó?

Afirmo débilmente, y le cuento a mi amiga todos los pormenores de lo ocurrido.

—Entonces, ¿estuvo siendo envenenado?

—Eso sospechan los doctores, y creen que eso tiene que ver con el hecho de que Armand experimentara estados de paranoia y bipolaridad.

—Eso explica por qué te dijo que había vistos tus fotos con otro hombre, y que lo llamaste para decirle que ya no querías estar a su lado, que sólo fingiste estar con él para hacerle daño y vengarte.

—De momento son sólo teorías. —externo.

—Teorías con mucho sentido. La verdad no me cabía en la cabeza que un hombre que fuera capaz de alejarse de ti para protegerte, te hubiera dejado tirada en Sicilia. No tenía sentido, ni concordaba con su personalidad testaruda y aguerrida.

—Imagina mi cara cuando llegué a su mansión y estaba una tipa instalada diciendo que era su novia, y prácticamente echándome de la casa cada vez que decía algo.

Alessia se queda seria, como pensando en todo lo que le acabo de decir.

—¿Y si esta mujer está detrás de todo esto? Piénsalo bien, una droga que hasta cierto punto le incita a odiar a la mujer que ama, suena algo muy conveniente para una ex.

—Benedict dice que la chica se llama Arian, que es una ex novia de Armand a la que la mafia secuestró y torturó hasta llevarla a la locura. Parece que hace dos días la dieron de alta, y sigue creyendo que ella y Armand aun son novios, por lo que por pena no se atreven a decirle que las cosas no son así. Temen que la chica colapse y vuelva a perder la razón.

—Toda esa historia triste es demasiado conveniente para que no sospechemos de ella, no sé, no me fío. —demarca Alessia.

—¿Crees que esté tan obsesionada que no le importe matarlo?

—Me he preguntado lo mismo.

—Recapitulando, una chica saboteó la carpeta de Armand incluyendo una foto suya con Caroline, después a ti te amenazaron en su jet diciéndote que si no dejabas a Armand matarían a tu hermana. Es evidente que alguien muy cercano a ambos los está saboteando—comenta con claridad, mientras acomoda la bolsa con ropa e implementos que trajo para que me asee.

Alessia lleva un bonito vestido púrpura. El traje es un poco más ceñido de lo que estoy acostumbrada a verle. Pero se ve increíble, Alessia siempre ha sido una chica insegura y el que finalmente se anime a resaltar su belleza es maravilloso.

—He estado pensando en todo eso, y hay tantos posibles responsables. Desde Richard hasta Dante, incluso alguna ex novia traumada de Armand pudo haberlo hecho.

Ella se queda pensativa, luego se encoge de hombres, como si pensara que todo es muy confuso para llegar a una conclusión respetable y con sentido.

—¿Richard sigue llamándote? —Me pregunta.

—Puse su número en lista negra y bloqueé su contacto, lo único que sabrá sobre mi es acerca de la demanda que le meteré por haber falsificado documentos para casarse conmigo por lo civil.

—Esa escoria mentirosa no tiene límites y tu culpándote por haberle puesto los cuernos, y resulta que el desgraciado hasta tiene esposa e hijo.

—Independientemente de eso, nadie merece que le sean infiel, Less. Es algo doloroso.

—Sí, pero en fin, espero que pronto te libres de él y Koch se recupere para que finalmente puedan estar juntos y me hagan tía.

—Yo sólo espero que él se recupere y que esto sólo sea un mal rato.

—Lo hará, amiga. Tiene todo para hacerlo, es un hombre joven y fuerte. Tiene los mejores médicos a su disposición y personas incondicionales a su lado.

—Por cierto, ¿qué fue toda esa llegada apoteósica junto a Adriano? —le pregunto con cizaña. La presencia de Less aquí me ayuda a distraer la mente de mi estado pesimista y desesperado.

—No había nadie en tu casa, por lo que no tenía manera de traerte ropa así que decidí ir a tu departamento y él venía saliendo para acá, me dijo que recogiera lo que necesitara, que me esperaría por si no tenía quien me trajera.

—¿Adriano siendo amable con alguien? —frunzo el ceño—Bueno, esto es inesperado.

Ella se pone como un tomate.

—¿Hay algo más que no me estés contando?

Alessia entrecruza los dedos, y se mira los pies como si estuviera escondiendo algo.

—Tierra llamando a Alessia York. —comento, posicionando un dedo sobre mi quijada.

—Bueno, el día que me enteré que habías regresado y fui a tu departamento. —Ella se queda callada, y el rubor en sus mejillas aumenta de un tenue rosa a un violeta oscuro. —Adriano me abrió la puerta, estaba como recién salido del baño. Cuando vi semejante hombre mojado y semidesnudo me quedé en shock. Estaba a punto de ponerme a babear y creí que había tocado por error en un departamento que no era el tuyo, así que me puse nerviosa y me apresuré a halar la puerta y la cerré en su cara. Él la volvió a abrir con rostro malhumorado, y supuso que era amiga tuya por lo que me explicó que estarías quedándose ahí por un tiempo y me indicó que te buscara en casa de tus padres. Que yo te contaría lo que necesitase saber, y así sin más me cerró.

Coloco una mano sobre mi boca tratando de no reírme. El rostro de Alessia es un poema sonrojado y abochornado.

—Al menos no te amenazó con matarte como a mí como nos conocimos.

Ella me estudia un rato, el verde azulado en sus ojos resalta mucho desde esta posición.

—A mí no me parece tan peligroso, siempre me trata con amabilidad a pesar de que meto la pata cada vez que nos encontramos.

—Pero lo es, Less. Y debes tener eso en cuenta.

—Lo sé—dice con suavidad.

—¿Y cómo estuvo el trayecto hacia acá?

—Volví a meter la pata—comenta desanimada, no dándose cuenta de lo mucho que su historia me está levantando el ánimo dentro de lo que cabe.

—¿Qué pasó? —curioseo.

—Pues yo quería resultar una mujer interesante, no lo sé de ese tipo avasalladora que le puede llamar la atención a un mafioso.

—Así que sí te gusta.

—¿Qué no es obvio?

—La verdad sí, pero estaba fingiendo que no lo había notado para que te animaras a contarme. Bueno, ahora sí, ¿Qué más pasó en tu faceta de femme fatale?

—Se me ocurrió preguntarle sobre su tipo de arma favorita, le dije que la mía era la AK-47, quería parecer ruda o algo así. Él me respondió serio que con ese tipo de arma habían batido a tiros a su novia. No está de más decir que no volví a hablar en todo el camino. Quería que la tierra me tragara y me escupiera en otra dimensión.

Me llevo la mano a la frente, y le doy un toque en el hombro.

—Pero cuando entraste él se interpuso entre los guardaespaldas de Benedict y tú, tratando de protegerte. Tratándose de Adriano eso fue tierno.

—Seguro porque piensa que soy demasiado idiota para cuidarme sola. —agrega pesimista. —Soy un fiasco con F de fracasada.

—Nunca dejes de ser lo que eres por un hombre, te digo algo, la novia de Adriano era una chica muy dulce, no era ruda, seguramente tampoco sabía de armas. Y aún así él se enamoró y parecía dispuesto a darlo todo por ella. Pero como te digo, Adriano no es precisamente el mejor partido en la vida de una mujer. Recién le declaró la guerra a su hermano, el jefe italiano de la mafia. ¿De verdad quieres algo así en tu vida?

—A decir verdad no, yo sólo quería un poco de sexo duro y mafioso—expresa en voz baja para que sólo yo la escuche. —Tengo 24 años y sigo siendo virgen, por muy absurdo que suene.

—¿Estás segura que quieres tener sexo con Adriano?

—Imagíname escribiendo mis memorias en un futuro y poniendo: Mi virginidad la perdí con un mafioso italiano. Se vendería como pan caliente. —Ella se ríe en voz baja de esa forma peculiar, semejante a un cerdito comiendo. —Pásame una de esas técnicas de seducción tuyas, esas que te vuelven irresistible a cualquier hombre, no he conocido un solo tipo que te haya conocido sin terminar babeando.

—Mis técnicas atraen psicópatas locos obsesivos, ¿Segura que quieres eso? —bromeo, mientras ella me pasa la bolsa que trajo para mí.

—También atraen millonarios con rostro de Apolo—comenta refiriéndose a Armand. —Amiga, él va a recuperarse, estoy segura de eso. Ese hombre se va a despertar y va correr hacia ti y te va a decir: Por ti baby, sería batman. —dice, imitando el tono del gato con botas de la película Shrek.

La amo.

—¿Por cierto, ese es Benedict? —pregunta mirando hacia el sitio en el que este conversa con Adriano.

—Sí.

—Es como una versión más endurecida de Armand, en verdad se parecen mucho físicamente. Es como un vino añejo de primera calidad. —aprecia con la boca abierta. —Es un señor imponente que desde cualquier punto que le mires da la impresión de que puede dominar al mundo en cualquier momento.

—Créeme que puede hacerlo. Bueno, Less iré a cambiarme.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, nena. No te preocupes, mejor espera a ver si Adriano regresa y no tiene con quien conversar. —Le digo, ella se vuelve a sonrojar.

No entiendo cómo pueden haber tantas mujeres a las que les guste Adriano. Siempre tiene la cara apretada y seria. Da la impresión de que nunca en su vida ha sonreído.

¿Cómo alguien así puede llamar tanto la atención?

Las veces que he mirado hacia donde ellos están, hay una enfermera viendo a Adriano como si no pudiera creer que este es real.

Y sí, admito que físicamente no está mal.

Tiene el porte italiano, el mentón duro y los ojos cargados de oscuridad, al igual que su cabellera.

Pero su actitud de grinch navideño me da qué pensar.

***

Los guardaespaldas se quedan en la entrada del baño, entro al lugar, que está silencioso, vacío y bastante limpio.

Hay algunos espejos en la región de sanitario, y al fondo, pasando a través de otra puerta, están los cubículos con las duchas especiales.

Sólo una de ellas está disponible, las otras están cerradas por mantenimiento.

Entro a la cabina especial con regadera, y empiezo a hurgar en la bolsa buscando una toalla, un jabón, gel de baño y una gorrita para recogerme el pelo y evitar que se moje.

Traje mi bolso y elijo llevarme una botellita de gas pimienta conmigo al baño. Me he vuelto tan desconfiada, que siento que a la mínima equivocación algún imbécil tratará de matarme.

Me desvisto y coloco el traje en un cartucho desechable, mientras dejo el envase con gas pimienta sobre el suelo. Enrollo una toalla alrededor de mi cuerpo y cuando estoy a punto de entrar a la regadera, alguien zarandea la puerta. Doy la vuelta, alertada, y me encuentro nada más y nada menos que con Richard.

—¿Creíste que sería tan fácil librarse de mí, esposa mía? —murmura con una cadencia siniestra que no estoy dispuesta a mostrar que me intimida.

—Si te acercas más gritaré, y los guardaespaldas te van a convertir en coladera. Así que no se te ocurra hacerme algo porque voy a dar pelea.

—Claro, ahora tienes guardaespaldas y todo. Mismos que ganaste siendo la zorra de Koch.

—Y no sabes cuánto he disfrutado siéndolo—murmuro deleitada. Eso le incomoda y le hace rabiar, pues bota y succiona aire por la nariz como un toro furioso.

—Vamos a ver si te sigues sintiendo orgullosa cuando te mande al más allá. —acota sacando un cuchillo.

Me agacho rápidamente, intentando coger la botella, pero Richard se da cuenta y la patea antes de que logre atraparla.

Luego me atrae hacia él, me da la vuelta y coloca el cuchillo bajo mi garganta, con la punta fría amenazando con cortarme en cualquier momento.

Estoy en serios problemas.

Si te gustó el capítulo, por favor vota y comenta, es una linda manera de apoyarme.

Aquí está, Richard para todas la que lo extrañaron.


Olya Fedorova de Koch, esposa de Benedict

Próximo capítulo: Miércoles.

¿Se salvará el señor Armand?

¿Qué opinan de la suerte de Alessia en el amor?

¿Qué te pareció la relación de Benedict y su esposa?

¿Quién estuvo envenenando al señor Koch?

¿Qué les pareció la reaparición de su querido personaje, Richard, el favorito de todas?

En el grupo de facebook de lectores infernales siempre subo adelantos, así que si quieren estar más enteradas pueden unirse.

Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.

Instagram: Dariagne.

Tik tok: Lectorasdedari

Grupo de Facebook: Lectoras de Dari

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro