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Capítulo 20


Multimedia: Perdóname- Eddy Lover ft La Factoría

 No suelo usar canciones de reggaetón, pero no encontré una más adecuada para este capítulo JAJAJAJJAJ

Narra Armand

Sasuke camina hacia nosotros con cautela. Como si no quisiera acercarse demasiado al grupo borracho repartidor de abrazos sudorosos, aliento etílico y amor efusivo.

Él sigue rechazando nuestro apego fraternal.

¿Cuál es su problema?

¿Acaso ser un amigo afectuoso está mal?

—Señor, me informan que en el departamento de la señorita Lynd no hay nadie.

Asiento, y entrecierro los ojos.

Esto es ólo un pequeño impedimento que no va a detenerme.

En esta noche todo vale.

Hoy voy por todo.

Me paso la mano por la nariz, y replanteo mi plan.

Le diré a su familia todo el mal que me hizo, para que sienta vergüenza cuando se encuentre con ellos.

La serenata será para los papás de Lynd.

Así es, nadie humilla mis sentimientos y sale bien parado.

No es que sea un ardido, sólo soy justiciero que tiene el corazón roto.

—¿Averiguaste sobre la ubicación de la casa de sus padres? —inquiero ladeando la cabeza, con la punta de la mandíbula apuntando en un ángulo inverosímil.

—Señor... no creo que eso sea conveniente ir allá—comenta como si quisiera hacerme retroceder. —Ellos podrían llamar a la policía, y el escándalo terminaría en la prensa.

—Me importa un reverendo rábano frito la prensa, iremos allá. —expreso acercándome a Sasuke, mientras lo señalo y le vuelvo a lanzar saliva. — ¿Tienes la dirección, Sasuke?

Sasuke suspira agotado, ¿será por eso que no me quiere?, ¿Porque me la paso escupiéndolo?

—Sí, señor. —responde como si no tuviera más remedio, un instante corto después, frota las yemas de los dedos en su mejilla; limpiándose la baba.

—Gracias Sasuke, por estas cosas es que te quiero mucho. —Sasuke sigue retrocediendo, no entiendo cuál es su miedo. Un abrazo no ha matado a nadie, y yo sólo quiero mostrarle que valoro todo lo que ha hecho por mí. Ojalá Lynd me valorara como yo a Sasuke.

—¿Conseguiste el mariachi?

—Señor, lamento informarle que nadie respondió.

—¿Por qué? Apenas son las...—Dejo de hablar y miro hacia mi reloj. Todos los numeritos bailan. Se revuelven de un lado a otro, como mi corazón cuando esa mala mujer lo rompió. —Sasuke, qué hora es... creo que esta porquería se me dañó—digo con una risilla. —Ya no da la hora, ya no sirve; como mis intentos de conquistar su corazón. Yo la amaba Sasuke, daba todo por ella, ¿tienes alguna idea de por qué ella no me quiere?

—No señor, lo lamento.

—No, no lo lamentas. Tú crees que me lo merezco por tratarte tan mal, por no ser un mejor jefe, por escupirte seguido. —La voz se me quiebra, tal vez Lynd se dio cuenta de que trato mal a Sasuke y por eso me dejó. ¿Será posible que Sasuke se canse y haga lo mismo? —. ¿Me dejarás tú también?

—No, señor, seguiré trabajando para usted.

¿Sólo sigue a mi lado por trabajo?

¿Acaso mi amistad no le importa?

¿No valgo nada para él?

¿Ni siquiera me considera un amigo?

—Tú sólo me quieres por mi dinero. Todos son iguales. —arremeto, haciendo ademanes chistosos, y resbalo un poco, pero no me caigo.

Pensé que mi torpeza le haría reír, pero parece que no. Nada logra convencer a Sasuke de que soy más que un hombre con muchos ceros en su cuenta bancaria

¿No soy chistoso?

No, no lo eres. Eres patético desde que ella te dejó.

Suelto otra carcajada, y empiezo a llorar. Husmeo en mi bolsillo tratando de hallar un pañuelo para secarme los ojos, pero no hay nada.

Soy un borracho solitario sin pañuelo.

¿Acaso estoy destinado a quedarme sin nada?

Todo esto es culpa de Lynd, si ella no me hubiera dejado yo...

Bueno...

¿Qué estaba diciendo?

Ah sí, que Sasuke tampoco me quiere. ¿Será que en verdad no soy un buen empleador?

Cómo es posible, creí que eso sí lo hacía bien.

—¿Soy un mal jefe, Sasuke? ¿Alguna vez te has sentido triste por mi culpa?

Tal vez por eso ella dejó de quererme, siempre hago que la gente a mi alrededor termine triste.

¿Soy un imán para la tristeza?

—No señor, es usted un muy buen jefe.

—¿El mejor que has tenido? —susurro cada vez más sensible.

—Sí señor, el mejor. —comenta por obligación.

Sasuke camina hacia atrás, sus respuestas mecánicas y cortas siguen saliendo. ¿Me está mintiendo y sólo quiere alejarse de mí?

¿Ya nadie en el mundo me quiere?

¿Nadie quiere ser mi amigo tampoco?

¿Terminaré solo y sin amigos?

—Todo está mal, ¿lo sabes, Sasuke?

—Las cosas mejorarán, señor.

—Ya deja de decirme señor, puedes decirme, Armand. Somos amigos. —acoto, viendo doble. Hay dos Sasukes, ahora. Seguramente el otro Sasuke tampoco me quiere.

—Está bien, señor.

—No...grito. —Dime Armand. A- R-M-A-... Em, qué curioso, no me acuerdo de cómo deletrear mi nombre. —Sueno extrañado y perdido, cual si llevara un casco de astronauta que impide que otros me escuchen certeramente.

—Eres un bruto, compadre después de la A sigue la Zeta. — me dice Nathan desde el otro lado.

—Ah sí, gracias, Z y...—me quedo pensando. No sé qué letra sigue después de la Z. Pero estoy seguro de que mis amigos—aunque están borrachos—me están ayudando a deletrear correctamente mi nombre.

—J y M, tu nombre termina con M. —me aclara Damien. Este sigue pegado a Jack, ambos han estado muy juntitos. Como buenos compadres que se quieren, respetan y apoyan. No como Sasuke y yo. Para él soy sólo una fuente infinita de billetes.

—A ver, Sasuke, dime Armand.

—Eh, señor, en verdad yo...

—¿Por qué te cuesta tanto? —musito a punto de ponerme a llorar de nuevo. Me siento sensiblero y melodramático. Mis nervios están inestables, pero es porque estoy muy afligido y mi guardaespaldas no se conmueve ante eso.

—¿Entiendes Sasuke? Soy un hombre al que todo le sale mal. Ella no me ama, mi reloj se dañó y mi guardaespaldas huye de mí; y tampoco tengo un pañuelo para esconder que he estado llorando—me acerco a él, y le doy otro abrazo. Sasuke se queda de piedra, como esperando a que lo suelte. —¿De verdad no me quieres Sasuke? ¿Por qué no me quieres? ¿Qué he hecho mal?

—Eh, claro que sí, señor. Hace un rato se lo dije.

—Repítemelo, por favor. —pido.

—¡Que lo repiña!, ¡Que blo respita! , ¡Que lo respi... reciba...—vociferan mis amigos, tratando de apoyarme. Aunque ninguno logró decir algo entendible. Algunos eructaron y se tiraron gases hediondos mientras hablaban.

Qué asco...

—Sasuke ya díselo—musita Nathan, haciendo un puchero raro con los labios entreabiertos. Luego se acerca y le da un besito a Sasuke en la mejilla, mientras le repite que le quiere mucho, acto seguido le indica que no es tan difícil darle amor a un buen hombre. Que él debería hacer lo mismo conmigo.

Sasuke asiente, y vuelve a repetir que me quiere. No teniendo más remedio que hacerlo. Nunca nadie me había expresado su cariño de forma tan fría, un pescado muerto tiene más amor para mí que Sasuke. En verdad a mi guardaespaldas no le importo nadita.

Eso duele.

—¡Qué bonitas nalgas tiene compadre! —escucho que le dice Jack a Damien. Ese par lleva rato fundido en un arrumaco raro, y erótico.

—¿De verdad le gustan compadre? —curiosea Damien ilusionado. —Son nalgas de gimnasio, al fin alguien las valora.

—Yo siempre te valoro bebé.

—¿En serio? —Damien intenta sacarse algo del bolsillo, pero no lo encuentra, por lo que arquea su cuerpo hacia el bote de servilletas reciclables, saca un par y se suena la nariz como si estuviera sonando. —Nunca me habían dicho tantas cosas bonitas compadre.

—Ella es tan bonita... lástima que ni sabe que existo. —oigo que dice al otro lado Juan Pablo, él y Nathan están sentados juntos y recostado uno contra el otro. Nathan tiene su brazo sobre la nuca de Juan Pablo, que tiene una botella de Tequila del diablo a medio llenar.

—¿Quién no sabe que existes? —husmeo.

—Una mujer.

—¿Cuál es su nombre?

Nathan se ríe, le quita la botella a Juan Pablo y este refunfuña para que se la devuelva. Al final acaban ambos empapados de tequila y riéndose de forma alta, y muy absurda.

—No lo sé, compadre. Creo que ni me acuerdo.

—No sea pendejo compadre—le dice Jack sentado sobre las piernas de Damien. La cosa entre ellos cada vez se pone más demostrativa. Pero evidentemente lo suyo es amistad verdadera.

—Bueno, amigos míos, vámonos a casa de Lynd. —anuncio.

Nathan y Juan Pablo intentan ponerse en pie, pero ambos fallan y se van de espaldas contra una de las lámparas del bar, rompiéndola. Un encargado aparece molesto y nos dice que tendremos que pagarla.

—¿Sabes quién soy? —le digo al tipo flacucho, mientras este me mira con mala cara. —Soy Armand Koch, y puedo comprarte a ti junto con este local, así que revisa bien cómo me hablas. A mí nadie me amenaza, pendejo. —Podré estar muy borracho, pero sigo siendo uno de los hombres más ricos de este país, y se lo diré a cualquiera que trate de meterse conmigo.

—Bueno la mafia italiana siempre le anda amenazando, compadre—me recuerda Nathan.

—Y la rusa también. —se une Juan Pablo.

—Ah, sí, pero sólo ellos. Nadie más —hago una mueca con los labios, confundido— Qué curioso, no me acuerdo por qué me amenazan.

—Es porque envidian tu belleza, papi—aprecia Jack en voz alta—Pero yo en cambio enloquezco ante ella. Compadre, ¿No quiere llenarme el envase con su pepinillo?

—Oye, creí que tu pepinillo era sólo para mí. —protesta Damien.

—Sí bebé, para ti también.

—Bueno, pero mientras hacen la transacción de compra del bar, les voy a pedir que se retiren caballeros. —ordena el sujeto.

Y así sin más, nos echaron.

***

Vamos camino a la casa de los padres de Lynd. Jack tuvo la genial idea de que proyectáramos en las paredes de los edificios circunvecinos a dicha residencia, mensajes contando todo lo que Lynd me hizo.

Pusimos las siguientes frases:

"Armand Koch no es tu objeto sexual, Lynd, arrepiéntete de haberle lastimado."

"¿Por qué me usaste para satisfacerte y me dejaste botado, Lynd"?

"Tu belleza fue el arma que usaste para romper mi corazón, Lynd"

"Yo te amaba y sólo me viste como tu máquina personal de sexo. Eso no hace, Lynd"

"Mi amor no es un juego, jamás te perdonaré lo que me hiciste, Lynd"

"Un Koch herido jamás será vencido, aunque me duela, lograré olvidarte, Lynd"

—¿Qué canciones usaremos en la serenata? —pregunta Jack desde el asiento trasero de la camioneta. Su rubio pelambre es iluminado fugazmente por las chispas lunares que entran por una de las ventanas. Él está sentado encima de Damien, a su extremo derecho se posiciona Juan Pablo y al izquierdo Nathan. Cada uno de ellos con botellas sin destapar de tequila del diablo.

—Algo de rock, no sé, Bon Jovi... You give a love a bad name, es una cancion muy adecuada . —sugiero.

—Ese podría ser el himno de nuestra asociación de Culitos Peludos y tristes. —interviene Nathan.

—Nombre, eso suena demasiado.... Demasiado fresita compadre—acota Juan Pablo. No sé qué significa eso de fresita, pero ha de ser algún tipo de jerga mexicana que no tengo ni puta idea qué significa.

—Entonces qué propones, yo tenía en mente algo de los Backstreet boys, para que nos viésemos sofisticados. —interviene Jack. —Damien querido, ¿tú qué sugieres?

—Lo que usted sugiera compadre, yo confío en su buen gusto. —Damien suena demasiado meloso.

¿Él y Jack siguen en la tocadera de nalga?

Pero quién soy yo para juzgarlos, al menos ellos tienen algo más honesto que lo mío con Lynd.

Ay, mi Lynd, por qué dejó de amarme. Hago una mímica con los labios, y empiezo a gimotear. Cómo me duele no tener su amor.

Soy un borrachín obsesivo

¿El peor de todos tal vez?

—Señor, ya estamos llegando. —avisa Sasuke, creo que quiere evitar que me ponga a llorar, pero ya es tarde. Tengo los ojos crispados y humedecidos, al igual que la carne en mis pómulos y el pelaje en mi mandíbula.

—Yo pongo la primera canción, el resto les toca a ustedes. —testifica Juan Pablo.

—Yo apoyo al proveedor de tequila. —afirma Nathan. —¡Juan Pablo, Juan Pablo! ¡Juan Mario!... ¡Juan Pedro y Pablo...! Bueno, este... compadre creo que se me olvidó su segundo nombre.

—Me lastima, compadre.

—Yo también apoyo que Juan Mariano ponga la primera pues. —dice Jack. —Pero yo pondré la segunda canción, eh.

—Mi nombre es Juan Pablo, animal.

—Creí que tu apellido era Montalbán, me acabo de enterar que te apellidas "Animal" qué raro apellido.

—No seas pendejo, Damien. Yo no dije que mi apellido era animal, estaba aclarando... bueno, no me acuerdo qué estaba aclarando, pero eso es lo de menos. Que chingue a su madre el América.

—¿Quién es América? —pregunta Nathan. —¿Es la chica que te gusta y no sabe que existes?

—Bueno, basta de mariconadas—bramo—¿Qué canción pondrás Juan Pablo?

—Pondré el himno de toda Latinoamérica—responde. —Viva Latinoamérica con todo y su tercermundismo, cabrones.

—¡Sí, que vivan los putitos de Latinoamérica también! —emprende Nathan.

—Qué vivan los culitos del mundo—grito. —Que viva al sexo que ya no tendré con Lynd.

—Pobre compadre, le duele mucho.

Rompo en llanto de nuevo, y jadeo como una hiena borracha mientras rememoro que ella seguramente anda besando a ese tipo. Que esta noche seguro le anda dando las mamadas que debían ser para mí.

— Tienes que demostrarle que, aunque te duela saldrás adelante y la canción que pondremos es perfecta—concreta con la voz inestable, se le salieron hasta un par de gallos.

—¿Será algún mariachi? —Trata de averiguar Jack. — Me pongo cursi cuando los escucho, y seguro sollozaré.

—No coman ansias compadres, estoy seguro de que todos conocen la canción.

—Lo que sea para que el mundo sepa que estoy lastimado pero saldré adelante, ayudado por el cariño de ustedes y el de Sasuke, ¿Verdad Sasuke?

—Lo queremos compadre—sueltan casi todos al unísono. No es necesario aclarar que Sasuke no me dijo que me quería.

—¿Sasuke otra vez descalabrando a mi bebé? —le regaña Jack.

—Yo no soy tu bebé.

—Ya vas a empezar, creí que habíamos avanzado en nuestro amor—reclama.

—Óigame no compadre, yo tenía entendido que yo iba primero que Armand su corazón. —exclama un muy quejico Damien.

—Tengo amor para todos—promulga Jack. —Pero no te preocupes, amorcito, tú de ahora en adelante serás mi prioridad.

***

Lynd está parada frente a mi, luciendo un hermoso leotardo de cuero negro. El mismo resalta la estrechez incomparable de sus caderas, apretuja el par de lomas en su pecho y eleva hasta el infinito esa belleza impresionante que posee. El rojo incandescente posado sobre sus labios redondos aumenta mi deseo, haciendo que la piel de todo mi cuerpo anhele el contacto. Mis respiraciones se cortan mientras la observo anonadado. Eclipsado por todo lo que ella emana.

Es una diosa.

La mujer más bella que ha existido.

Muero por poseerla, y mi polla lo acepta.

—Armand, olvidemos el pasado, empecemos de cero. Juntos tú y yo.

Oh Dios, se ve tan caliente. Paso la lengua por los labios, humedeciéndolos, y me lanzo contra ella, como una bestia sin control. Hay una inmensa cama doble al fondo, con sábanas rojas entre las que planeo hacerla mía.

Ella me recibe y muerde mi labio una vez, luego otra.

Lynd sigue mordiendo, el contacto se siente extraño.

Como una punta impactado en mi boca.

Semejante a un martillo con vértice cortante.

La sensación es parecida a la recibir un picotazo.

Ella picotea.

Taladra y profundiza.

Picotea sin parar y yo...Abro los ojos cuando escucho el cacareo de una gallina cerca de mi oído, y me percato de que en efecto hay un animal emplumado parado cerca de mi cara. Espanto a la gallina de cresta pequeña con un manotazo y me estiro observando el entorno.

Estamos en una playa nudista.

Hay tetas por todos lados, de todos los colores y tamaños. Algunas más caídas que otras.

Es como un paraíso de tetas.

¿Cómo demonios llegué aquí?

Veo a Jack y Damien semidesnudos, usando sólo un bóxer y recostados el uno contra el otro como amantes clandestinos.

Hubiera preferido no ver eso.

Juan Pablo tiene a una gallina abrazada, y parece que la va a asfixiar. El pobre animalito trata de soltarse dándole picotazos en el antebrazo, pero es por el gusto. La tiene ahorcada en una turbia escena de sadomasoquismo entre él y el ave. Nathan por su parte tiene la cabeza apoyada en una almohada hecha de botellas de un licor raro. Veo las letras enormes, y rugosas destacando en el centro de las mismas. "Tequila del Diablo" es su nombre.

Tanto Nathan como Juan Pablo llevan mamelucos idénticos al de Gokú en Dragon Ball Z.

¡¿Qué carajos?!

Cómo diablos terminaron vestidos así.

No me digan que yo también... llevo puesto algo así.

Contorneo mis brazos, y me percato de que...

Ay, no puede ser.

Llevo un ridículo disfraz de Piccolo daimaku, con capa blanca, turbante arrugado del mismo color, junto a unos zapatos raros de extremo puntiagudo y suela baja en color naranja.

¿Cómo demonios terminamos ataviados como personajes de anime, rodeados de gallinas, filas de tetas y tequila?

No recuerdo qué pasó anoche.

¿Qué tonterías hicimos?

La puta cabeza me duele como si hubiese tenido la cabeza metida en un altavoz gigante por horas.

Tenemos que salir de aquí cuánto antes.

Unas mujeres maduras, en traje de Eva pasan, nos miran y se ríen.

Genial, ahora somos el hazmerreír de señoras en pelotas.

¿Qué sigue?

¿Richard dejando de ser un cornudo?

—A mí no me importaría cogerme al que está vestido de árabe, dicen que los de esa región tienen la polla de 30 centímetros—expone una cuarentona delgada, con tetas enormes pasando a nuestro lado. Lleva una rosa medio marchita en el pelo rojizo, que la hace ver como una de esas brujas de nariz larga que supuestamente pueden leer tu futuro.

—Yo también me quedo con el árabe. Está buenísimo.—la secunda una pelinegra regordeta. Es evidente que se refieren a mí, joder.

Guácala.

—Sí, es el más guapo de todos, pero yo no me fiaría de ellos. Han de tener un montón de enfermedades de trasmisión sexual. A esta playa sólo vienen hombres gays borrachos a tener sexo con hombres y...—comenta otra como de cincuenta años con gran prejuicio.

Jack se pone en pie apenas escucha la palabra gay, y destina su mirada confundida hacia la mujer. Luego chasquea, y remece su mano como si quisiera abofetearla.

—Al menos yo no ando por ahí exhibiendo tetas caídas que nadie quiere ver.

La mujer se acerca con cartera en mano, y le pega a Jack en la cabeza con esta.

—Vieja verde lujuriosa ofrecida, no juzgue a otros de forma desagradable si no quiere recibir lo mismo—externa ofendido, poniéndose en pie.

Damien despierta ante el alboroto, levanta las manos y se las mira con expresión atolondrada. Luego pasea su vista a un Jack de pie y semidesnudo, y justo cuando se percata de que él está en las mismas condiciones pega el grito al cielo.

—Dime que tú y yo no...—exterioriza con desconfianza. La voz le vibra, y las manos le cimbran. Acto seguido pone una mano en su espalda baja, parece que se está cerciorando de que el culo no le duele.

Damien se levanta y se sienta, una y otra vez sobre la arena.

—No me duele, eso significa que no hay signos de que este imbécil y yo tuvimos... bueno, ya saben. —Damien me observa como pidiendo auxilio.

—A mí qué mierdas me preguntas, ni que me hubieran dado alguna vez por el culo como a ti.

—A mí no me han dado por el culo. —Él pone su mano bajo el mentón, al tiempo que mira a Jack como exigiendo respuestas; mientras tiembla como gelatina.

—No lo sé, Damien, no me acuerdo que pasó. Tal vez sí, tal vez no. Somos los únicos que estamos semidesnudos. Yo siempre que tengo sexo me pongo el bóxer y duermo así, tal vez anoche lo hice por inercia o tal vez no.

—No te veo preocupado, ¿Por qué no estás preocupado? Oh Dios, no. Tú y yo no pudimos haber... No, es imposible.

—Por qué hacen tanto ruido, dejen dormir. —pide Juan Pablo sin dejar ir a la gallina. El animal a estas alturas se ha quedado quieto, mientras el mexicano sigue apretándolo contra su pecho y brazo.

—Levántense imbéciles, tenemos que irnos.

—¿A dónde? Podemos llevarlos si quieren. —propone la morena gordita.

—No gracias—la corto al instante.

En dónde mierdas está mi inútil equipo de seguridad.

—¡Sasuke...!

—Aquí estoy señor. —musita el aludido moviéndose hacia nosotros. Hay algo raro en sus ojos mientras me mira.

¿Cautela?

¿Incomodidad?

¿Desconfianza?

¿Pero qué le pasa a este?

—¿Me explicas qué carajos pasó aquí? ¿Acaso les pago para que pierdan el tiempo en idioteces? ¿Me puedes decir por qué demonios amanecimos en estas condiciones tan marginales?

—Bueno...—Sasuke se mueve un poco hacia la derecha, zanjando algunos centímetros adicionales de distancia con nosotros. Lleva un café en una de sus manos, y una rosquita de pan en la otra. Parece nervioso.

Nunca lo había visto así.

—Mira qué bien—le aplaudo de forma sarcástica, —desayunando mientras nosotros éramos molestados por gallinas y mujeres desnudas.

—Señor, es que ustedes recién se quedaron dormidos. No tenemos autorizado noquearles así que tuvimos que esperar a que se rindieran. Son las 12 mediodía y nadie ha desayunado, y bueno, como soy el jefe propuse ir a comprar algo mientras todos vigilaban. Lo lamento mucho, fue mi error.

—Claro, un grupo de guardaespaldas entrenado no fue capaz de detener a un par de borrachos hiperactivos. ¡¿Son una bola de inútiles de mierda?! Todos están despedidos.

—Señor yo...bueno. —él asiente cabizbajo. —Gracias por haberme dado la oportunidad de trabajar con usted.

—Oye, no seas tan duro con él—razona Juan Pablo levantándose. —Anoche seguramente hicimos un montón de sandeces, y si hacían algo exagerado para mandarnos a dormir seguramente los habrías despedido. No eres un jefe fácil, Armand. Eres un tanto caprichoso y el pobre Sasuke a veces trabaja sobre exigido. Sé un poco más comprensivo.

—No te pedí tu opinión, Juan Pablo.

—Pues te la estoy dando y te aguantas. Esa no es la forma de tratar a la gente. Este pobre hombre te ha servido lealmente por años. Tampoco es para que le eches la culpa de lo idiota que te pones cuando tomas de más. De todos los imbéciles que has contratado, Sasuke es lo más decente que has tenido. ¿Vas a echar al único trabajador competente que tienes porque tú no puedes controlar tus borracheras?

—En serio no te estoy pidiendo tu opinión, ocúpate de tus empleados.

—Bueno, señores, cálmense y larguémonos de aquí. —se levanta Nathan con expresión descompuesta, está muy pálido.

***

Después de semejante borrachera, de la cuál no me acuerdo casi nada. Descubrimos que había un video circulando en la red de un grupo de tipos vestidos como personajes de anime bailando el opening latino de Dragon ball z frente a una casa a las dos de la mañana. Y sí, allí estábamos nosotros ataviados como Gokú y su banda. Damien y Jack hacían raros movimientos de ninjas enamorados, yo me revolvía como gusano epiléptico intentando bailar. Nathan y Juan Pablo meneaban la nalga y fingían hacer kamehameha's

Al final terminamos tomados de la manos, gritando que Lynd no derrotaría a mi corazón, y repitiendo de nuevo la canción.

La gente nos bautizó como los otakus tristes. Por suerte nadie nos ha relacionado con dicho video. Tengo entendido que Dorothy Spencer está intentando demandarnos por haber aparecido de esa forma tan molesta. Según ella, irrespetamos la casa de sus padres. Pero a estas alturas, no ha logrado nada.

Ya me la sacaré de encima después.

Todo lo que ocurrió fue ocasionado por el Tequila del Diablo, nunca un licor me había pegado tan duro e incitado a hacer tantas tonterías.

Tampoco sabemos cómo terminamos en una playa rodeados de gallinas y mujeres desnudas.

Arian llegó ayer, lleva toda la mañana merodeando por la casa tratando de hablar conmigo.

Me excusé diciendo que iba a dormir.

No sé qué hacer con ella.

En verdad no puedo fingir que seguimos en una relación.

Antes era menos difícil, con Lynd fuera de la ecuación podía volcar algo de mi atención en ella.

Ahora no siento el más mínimo deseo de tocar a Arian, y no sé cómo lograré sostener mi mentira sin que mi poco apego emocional me delate.

Los dolores de cabeza han sido constantes estos días. Cada vez son más fuertes, y desesperantes. Como tener agujas atravesando mi cráneo todo el tiempo. También han ido acompañados de vómitos, y en un par de ocasiones escupí sangre y perdí el conocimiento.

La resaca debido al tequila no se me ha quitado, aunque Samira insiste en que eso no es normal. Que ni su hermano Juan Pablo, ni los demás han tenido tales síntomas. Que podría ser que envenenaron mi comida, o algo mucho peor.

Pero no iré, no soy un puto debilucho enfermo.

Después de semejante borrachera, he tenido momentos de claridad en los que me recrimino a mí mismo el haberme precipitado y abandonado a Lynd en Sicilia.

Que tal vez lo que le ocurrió es debido a que la mafia la puso en riesgo, y que yo sólo fui un imbécil que se tragó la mentira de la carta y la llamada que recibí de ella, pidiendo que la dejara en paz. Ese pensamiento siempre es acompañado por momentos de debilidad y el aumento del dolor de cabeza, al nivel que los ojos me lagrimean y las manos se me entumecen.

Salgo del cuarto a tomar agua, no sé qué me pasa, tal vez debería abandonar mi terquedad e ir al doctor.

Pero qué le voy a decir: Buenas doctor, mi mujer me dejó y me puse tan triste que enfermé.

Sería turbador.

Justo cuando llego a la esquina de la escalera para ir a la cocina, la escucho.

Es ella, su voz me hace palpitar.

Mi corazón exige que vaya a verla.

Mi cuerpo se mueve como un imán siendo atraído hacia donde sea que ella se encuentre.

Me siento como si ella fuera mi reina y yo su torpe esclavo.

¿En qué momento me convertí en esto?

Cuando bajo por las escaleras, mi cuerpo se estremece ante la idea de verla.

Estoy ansioso, la garganta se me agita y la polla también.

¿Acaso nunca podré resistirme a su belleza e inteligencia de otro mundo?

Ella está ahí, en el centro de la sala. Adueñándose de toda mi atención al instante.

Está tan hermosa como el día en el que me dejó.

El pensamiento miserable se fortalece dentro de mi cuando veo que ella luce más fuerte, más aguerrida y más avasalladora.

¿Qué ocurrió contigo Lynd?

Su mirada se dirige a mi de forma amable.

¿Por qué me observa con tanta autosuficiencia?

¿Acaso vino a burlarse de mi estado?

¿Quería cerciorarse de que luzco derrotado?

Cuando veo su cara preciosa, y su cuerpo esbelto y curvilíneo siento que toda la mierda que he vivido se disipa. El vestido blanco en forma de abrigo resalta su figura en forma de pera, haciendo que sea un lujo mirarla.

Pero algo me incita a retarla, a preguntarle si sigue con ese hombre con el que se fue. No puedo imaginarla con alguien más.

La cabeza me empieza a doler, y no puedo controlarme.

Ella conversa con Arian, mientras ella la mira como si quisiera lanzarla a los tiburones para que estos la quiten de su vista.

Lynd le ofrece respuestas sarcásticas, que sólo yo detecto. Cuando menciona al Gold Mermaid, el yate que construí para ella, siento que las ganas de desvestirla aumentan.

¿Cómo puede ocurrírsele que yo haría algo así por otra que no fuese ella?

Parece que sólo vino a recordarme que soy su juguetito con mucho dinero.

Al final termina yéndose, con un aire de empoderamiento femenino que de alguna forma absurda me hace admirarla.

Me encantan las mujeres como ella, que nunca se dejan de nada ni de nadie.

Un impulso me motiva a seguirla.

Necesito respuestas y las conseguiré aunque mi cabeza estalle.

Aunque el dolor sea cada vez más difícil de soportar.

Estoy ligeramente mareado.

Arian trata de retenerme, pero no lo logra.

Voy tras Lynd y la halo cuando está a punto de entrar al auto.

—¿A dónde crees que vas? —le pregunto, enredando una mano en la suya. Ella se suelta al instante y me mira ofendida.

—Lo más lejos que pueda de ti y tus mentiras.

—¿Ahora soy yo el mentiroso? —le comento con tranquilidad. —¿Quién me dejó tirado como si fuese un estúpido en Sicilia? No fui yo la que se fue con otro hombre a jugar a la parejita feliz. Tanto que decías sentirte mal por serle infiel a Richard, y mírate, te fuiste con otro como si nada. ¿Con cuántos aparte de mí estás?

Ella frunce la ceja, y me lanza una mirada rabiosa. Como si sintiera ganas de abofetearme. Y en efecto lo hace. La cachetada suena duro en mi mejilla, y aunque no arde, la idea de que mis comentarios la hayan impulsado a hacerlo me descoloca. ¿Acaso estoy errado? ¿Cómo se atreve a gaznatearme después de haberme dejado tirado?

—Como siempre ustedes los hombres acomodando la situación a su conveniencia. Y no debería explicarte qué pasó, pero lo haré para que dejes de darte golpes de pecho y dignidad. Porque no eres mejor que yo, ni lo has sido. Fuiste el mayor de los imbéciles, Armand. Hace unos años te comportaste como uno, y ahora me haces lo mismo —La sigo con la vista, mientras se aparta del auto para que quien la espera dentro del carro gris no escuche lo que va a decirme(o en todo caso gritonearme). No sé cómo algo tan hermoso puede ser tan tóxico y envolvente. — Tus azafatas me mostraron que tenían a mi hermana menor Stacy sitiada, y que la dañarían si no me alejaba de ti y acudía a un punto de encuentro acordado. Tuve que abandonarte con todo el dolor de mi alma para acudir al sitio que me indicaron—Su voz taladra a mi corazón, lastimándolo de alguna forma que no comprendo. Ella suena herida, decepcionada pero certera y contundente. Su presencia emana fuerza y energía.

La miro atontado.

—Corrí descalza durante horas por Sicilia, me desmayé porque no había comido nada; y estaba exhausta por haber tenido tanto sexo contigo la noche anterior. Probablemente alguien me tomó la foto cuando un hombre se acercó a levantarme cuando me desmayé, porque no estaba en condiciones de soportar una caminata como la que estaba haciendo. Logré llegar al lugar que me habían citado. Ahí, unas mujeres religiosas me acusaron de pecadora, y me llevaron a una iglesia en la que me castigarían por haberle faltado a mi esposo, y por estar cerca de ti. Cuando me iban a castigar, apareció Dante Domenici el jefe de la mafia italiana a secuestrarme, a pesar de que tu tío Benedict llegó para encararlos era demasiado tarde, los italianos me llevaron a una gruta dentro de la iglesia y lograron privarme de la libertad que hasta ese momento presumía. Descubrí que mi madre era la hija del antiguo jefe de la mafia italiana, y que los italianos querían mantener a mi familia a raya secuestrándome. Lograron hacerlo por dos días—Todo esto parece sacado de una película de acción. No puedo creer que todo eso le haya ocurrido mientras yo me revolcaba en mi autocompasión.

Algo en mi mente y cabeza me dicen que debo odiarla, que no le crea. Que ella sólo quiere seguir

—Tú me llamaste para decirme que no me acercara y reírte porque habías logrado tu venganza burlándote de mí. Si todo lo que dices es verdad ¿Por qué entonces te veías feliz en los brazos de otro? Eres tú la que no demoró siquiera una hora para correr hacia otro hombre.

La cabeza me duele, y mi subconsciente me ayuda a convencerme de que ella está mintiendo. Hay algo dando vueltas en mi mente, una y otra vez repitiéndome: No le creas, es una mentirosa. Sólo quiere manipularte.

—¿Tú te escuchas antes de decir estupideces? ¿Crees que yo en ese momento tenía cabeza para pensar en algo distinto a la seguridad de hermana? Sal de tu burbuja de egocentrismo. Yo a diferencia de ti hablo con la verdad. No eres nadie para acusarme de cosas, cuando tú ni siquiera esperaste una semana para meter a otra mujer a tu casa, o seguramente ya estabas con ella mientras me jurabas amor eterno. —chasquea, mirando hacia otro lado. Como si ver mi cara le molestara en un nivel apoteósico—. Eres un estúpido, en serio lo eres. Yo estuve secuestrada, y de no ser por tu tío Benedict, el único hombre de tu familia que en verdad merece mi respeto, yo seguiría secuestrada. Porque él a diferencia de ti, sí me cuidó. Porque cuando descubrió que yo era la hija de Antonella Gambino, decidió protegerme, por una promesa que le hizo a tu padre antes de morir.

—¿De qué promesa hablas? Mi padre era todo menos un buen hombre. Tú no sabes nada sobre él. Y si te dijeron que fue un héroe, créeme que estás demasiado equivocada.

—¿Importaría que te dijera más sobre la promesa de tu padre? —Lynd suena muy molesta. —Estás demasiado metido en tu papel de víctima para que algo más te importe. Benedict logró rescatarme, mientras tú estabas aquí bien campante acurrucándote con tu noviecita. Mientras tú estabas aquí haciendo un nuevo papel de idiota, y pensando que yo era la mala del cuento, él estaba allá haciendo todo lo que estuviese en sus manos para rescatarme. Pero claro, lo sabrías si fueses un hombre de verdad, si hubieses tenido los huevos para contarme que yo estaba en peligro porque tu padre era el jefe de la mafia rusa. Así como yo ahorita tengo los ovarios para decirte que mi madre era la princesa de la mafia italiana. Yo hablo alto y claro Koch, porque no soy una miedosa que esconde lo que le ocurre. Desde que estuve en peligro dejé de temerle a la muerte. Lo único que ahorita me asusta es volver a caer en los brazos de un imbécil como tú, que prefirió pensar que yo era una zorra en lugar de analizar que algo andaba mal, y dar todo por mí. Un hombre que ama hace eso, confía, pelea. No se rinde ante la primera piedra en su camino.

El dolor en mi cerebro se hace insoportable, pita y se extiende como si fuesen corrientes de muy alto voltaje. Hay una voz en mi mente que me grita que no le crea, que ella miente. Que quiere que siga siendo su títere. Que ella quiere que le crea, para volverme a destruir. Que le divierte hacerme daño.

—Lynd yo... ¿Qué querías que hiciera? Tenía una foto tuya con otro hombre, y una llamada tuya diciendo que habías cumplido tu venganza. Soy humano, además no creas que se puede confiar en una mujer que engaña a su marido una semana después de casarse.

Incluso el eco que mi propia voz deja me afecta.

Oh Dios, duele mucho.

—Perfecto, si eso piensas de mí entonces no me interesa que sigamos hablando. Sigue pensando que soy la más puta entre las mujeres si eso limpia tu conciencia. Yo por mi parte me retiraré siendo la dama fuerte y aguerrida que siempre he sido.

Empiezo a escupir sangre cuando trato de agarrar su mano para que no se vaya, esta conversación no ha terminado. Los mareos aumentan y me voy contra el cuerpo de Lynd, que me agarra al instante tratando de sostenerme. Le miro confundido, ella tiene los ojos muy abiertos. Está aterrada.

—Eres tan hermosa, Lynd. —musito débilmente, tratando de tocar su rostro. Ella grita pidiendo auxilio, mientras un montón de lágrimas baja por su rostro. —No llores, las mujeres como tú no deberían llorar por idiotas como yo.

Un segundo después pierdo el conocimiento, y todo se vuelve muy pacífico.

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Gracias a todas por sus buenos deseos, estoy de vuelta. Gracias por tantos mensajes bonitos en verdad amo que sean tan lindas conmigo.

Próximo capítulo: Viernes.

Decidí adelantar mi regreso porque las extrañaba, y ya estoy mucho mejor. El descanso me vino bien <3

En el próximo capítulo se aclarará qué le pasó a Armand, antes de que me lo juzguen, él estaba siendo manipulado por algo que consumió y le incitaba a odiar a Lynd.

En el que sigue les contaré sobre eso :O

Espero se hayan reído mucho con el inicio de capítulo JAJAJAJJAJAJ 

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