Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Multimedia: 1000 Doves- Lady Gaga

Después de una amplia y—a primeras luces sangrienta batalla contra la cafetera—Armand ha logrado terminar de preparar el café. Se le ve enfurruñado, fastidiado y me observa como si creyera que se ha esforzado por mí, más de lo que realmente merezco.

Él se acerca a grandes zancadas, con la taza transparente llena de café y sin perder ese aire de macho imponente; que aparentemente tiene el mundo a sus pies. Armand extiende su largo brazo hacia mí, ofreciéndome el café, que no parece ser tan tóxico como la persona que lo preparó.

—Tómatelo—ordena, imperioso. No comprendo por qué sigue rabioso.

¿Ahora qué le hice?

Mi visión a ratos borrosa e incoherente, logra enfocarlo muy bien. No sé qué tiene este hombre, que todo lo que hace o dice, me resulta hipnótico.

—No quiero—anuncio tajante. —No se puede confiar en ti y en nada de lo que ofreces.

Armand levanta una ceja, irónico, y reduce la distancia entre la taza en sus manos y mi cara.

—No me hagas perder la paciencia, Lynd. Tómate el café, es por tu bien. —demanda con voz neutra.

—Ya te dije que no quiero. — le contradigo, hamaqueando los brazos de un lado a otro en negación. Debo parecer una loca caprichosa e inmadura.

—Si no se te pasa la borrachera, me temo que tendré que meterte a una ducha fría para bajártela. Así que tú decides—acota, cada vez más severo—. Es la última oportunidad que te daré, antes de arrastrarte a la ducha; quitártelo todo y refrescar tu cuerpo para que dejes de comportarte como una niña pequeña—Su voz es oscura, ronca, y logro captar la malicia sexual goteando a través de su frase, de apariencia dictatorial y protectora.

Admito que tratándose de él, está siendo ridículamente comprensivo. Armand no suele ser condescendiente con nadie, ni mucho menos trataría de quitarte lo borracho, preparándote café. Es más fácil que te aviente a un bote de basura.

—No volverás a tocarme, Koch. Nunca más. —comento envalentonada, aunque en el fondo, sé perfectamente que quiero todo lo contrario.

Su boca se curva en una sonrisa amplia y lasciva, acto seguido se acerca y se sienta raudo a mi lado, luego coloca una mano bajo mi mentón, aproximando mi mandíbula a su boca. Mi corazón se ahoga en la emoción y se tranca en mi garganta. Mi entrepierna emite chispazos cada vez más calientes y vívidos. Sentir su tacto, su cercanía, su aroma a menta, infierno y masculinidad me descontrola. Miles de sensaciones indecorosas hacen erupción y colisionan luchando por ser la preponderante. Soy consumida por la lujuria, el pecado, la oscuridad y lo prohibido.

Armand está tan cerca que casi siento sus labios sobre los míos, jadeo ante la emoción. Respiro errática, alocada. Mi lado adolescente revive. Esa chica enérgica que daba todo por Armand reaparece emocionada, dispuesta a llegar a donde sea por él. Cierro los ojos, anticipando el beso. El anhelo en mi interior emite fuegos artificiales, estamos a nada de besarnos, mi fantasía está por cumplirse.

Se escuchan violines, Romeo y Julieta me sonríen, oigo campanas de bodas y una marcha nupcial, como si fuera un mensaje subliminal que no logro descifrar. Me acerco más y más, frunzo los labios mientras cierro los ojos preparándome para el gran momento y... de repente, toco algo duro y liso, demasiado diría yo. Al instante siento el calor del vidrio contra mis labios y el aroma fermentado del café. Luego abro los ojos y me percato de que le dí un beso a la taza, a la puta taza con café. Escucho una cruel carcajada, interrumpiendo el hechizo y observo a un sonriente y petulante Armand, mostrándose demasiado satisfecho con lo que acaba de pasar.

Es un desgraciado.

Detallo el contorno rosa de mi labial sobre la taza y le lanzo a Armand una mirada furibunda. Otra vez se pasó, destrozó mi corazón en minutos. No se puede tratar así a una mujer hormonal, dramática y borracha. Debería ser ilegal. Le echo otro vistazo a la taza, es lo único que me queda después de haber sido rechazada por el despiadado y atractivo villano de ojos grises.

Le arrebato la taza a Armand y la abrazo, como si fuese mi tesoro más preciado. Me siento absurda, pero no me importa. Estoy borracha y tengo derecho a hacer el ridículo después de lo que pasó.

La taza y yo, formando la mejor historia de amor jamás contada. Un amor caliente e inesperado.

Agito la cabeza, y examino el deleite en Armand. Se está vengando de mí por negarme a probar el contenido de su dichosa taza con café. Está jugando sucio, no tenía que portarse como un patán sólo porque me negué a beber lo que preparó; a pesar de que estuvo media hora maldiciendo a la cafetera y entrando a tutoriales en YouTube para ver si lo estaba haciendo bien.

Eres un maldito, Koch. O bueno, tal vez me pasé un poquito al rechazar algo que preparó con tanto esfuerzo.

—Sabía que mi ausencia te había afectado, pero de ahí a entablar extrañas conexiones amorosas con tazas debido al despecho, es algo que no esperaba. —externa vehemente, echándole sal a la herida. Aparto mis ojos de los suyos, y me recuesto en el sofá, cruzo los brazos sobre mi pecho y me sumerjo en mi indignación.

—No es gracioso y lo sabes. —gruño.

—Sí lo es, pero, ¿sabes qué es más gracioso?

—No y tampoco me interesa.

—De todas formas te lo voy a decir. —acota de forma petulante.

Bufo y coloco las manos sobre mis oídos. No quiero escuchar nada de lo que vaya a decirme. Me temo que vociferará palabras crueles que herirán mi corazón de patito malherido.

—Tú lo eres. Tú eres lo gracioso. La forma tan bonita en la que tu nariz se arruga cuando estás molesta, en lugar de intimidar hace que todo alrededor de ti se torne más luminoso. Como si fueses incapaz de irradiar oscuridad. Eres una criatura peculiar —anuncia, posando su dedo índice en el puente de mi nariz, de la misma forma tierna que en la que solía hacerlo cuando éramos novios. —Sigues siendo la mujer que...—su voz se queda en el aire, detenida bruscamente por la vacilación. Armand titubea, agita la cabeza en negación. Luego se funde en un silencio reverencial. —Bueno, tal vez algún día me anime a decírtelo. —sentencia misterioso, con una veta melancólica en su vocalización. Algo en él se torna vulnerable. El muro que suele construir contra el mundo se cae lentamente. Recuerdos bonitos regresan a mí.

Mi mente se llena de imágenes que creí había enterrado bajo el baúl en el que deposité mis lágrimas.

Otra vez tengo 17 años y Armand está parado detrás de mí con los brazos enrollados sobre mi vientre. Nos encontramos frente al mar. Las olas murmuran canciones que me relajan. Es un día soleado, extraño y sosegado. Mi mejor amiga se acaba de mudar a otra ciudad y me siento triste. Armand al enterarse de que no estaba pasando por un buen momento, dejó todo lo que estaba haciendo para venir a verme. Lloré un poco durante la mañana. La ausencia de Mikayla será dura, estaremos a cuatro horas de distancia y las cosas nunca volverán a ser como antes.

—¿Sabes algo, preciosa?señala, girándome para colocarme frente a él. Cuando me observa de esa forma, siento que puedo afrontar lo que sea que el destino me tenga preparado, por muy jodido que sea. Las lágrimas y lamentos desaparecen bajo el calor de su mirada. Es tan atractivo, tan envolvente, completamente cautivador y avasallante. Tan él.

— ¿Sí?respondo, dando un saltito para alcanzar su boca y darle un beso rápido que él detiene, posesiona y profundiza.

Siempre es así, con él es todo o nada. No hay gestos inocentes, no hay chispas rosas. O ardes a su ritmo, o el fuego que emite te aplastará hasta volverte un estéril puñado de cenizas.

—Papá suele decir que cuando algo es verdadero prevalece por sobre todas las cosas. No se rinde ante el tiempo y la distancia no le asusta. Él asegura que nada; salvo el miedo y la muerte podría desestabilizar sus cimientos. Tu amistad con Mikayla es muy fuerte, estoy seguro de que no perderán el contacto.

—¿Crees que a nosotros nos suceda lo mismo? ¿Que lo que sentimos prevalecerá por encima de todo? —pregunto, la sola idea de estar lejos de Armand me resulta desgarradora. Preferiría aventarme al vacío antes que estar sin él. A veces me asusta la forma en la que me gusta, lo plena que me siento a su lado. Tal vez para muchos sea un amor de chiquillos, algo infantil sin un horizonte fijo; pero muchas veces he escuchado que el primer amor nunca se olvida. Y él es eso, mi primera ilusión, mi primer gran anhelo y dudo que alguna vez pueda sacarle de mi mente. Espero que Armand no termine convirtiéndose en mi primera gran decepción. No sé si estoy lista para algo así, o si podría cargar con semejante dolor. Es una sensación espinosa el tener que imaginar algo así. Mi corazón empieza a acelerar su tránsito. Agito la cabeza y aparto las corrientes erróneas a las que mi mente se dirige. Me convenzo de que todo va a estar bien, y aprieto a Armand contra mí.

—No lo creo, puedo asegurarlo—confiesa y me convenzo de que cada vez somos más fuertes y unidos.

— ¿Es una promesa? —pregunto, mi voz suena tímida, intranquila. Estoy temblando, es como si sintiera que esta simple conversación tendrá una gran importancia en un futuro. Una ventisca fría agita mi cabello, cubriéndome de un raro estremecimiento fatal.

—Más que una promesa, es una realidad. —concluye, tocando el puente de mi nariz con una ternura palpable y dulce.Pelearía con la muerte, con tal de seguir junto a ti, y si muero en el intento, al menos sabré que entregué mi vida por algo que valía la pena.

Una semana después de esa conversación desapareció de mi vida. Se esfumó y tuve que aprender a volar con alas rotas. Armand me apartó un día después que hicimos el amor por primera vez. No hubo un: "lo siento". No hubo una despedida o una explicación que apaciguara el dolor de las heridas que dejó. Al inicio lloré pensando que sus palabras habían sido proféticas y que había muerto. Busqué por todos lados, y cuando me dijeron que se había ido a Australia, decidí enterrar todo el amor que sentía. Él me había abandonado, y yo haría lo mismo con su recuerdo. Algunas amigas que me veían destrozada y completamente desanimada, trataron de explicarme que algo que había ocurrido respecto a Armand, pero no quise escucharlas. Nada era lo suficientemente malo para no despedirte de alguien que decías amar. No había justificación, tal vez él sólo me había utilizado y cuando consiguió lo que quería ya no necesitaba más de mí. Se había reído de la esperanza juvenil y la devoción que le profesaba. Yo no había sido nada en su vida, entonces él empezaría a serlo en mi vida.

Una sensación desoladora consume mi garganta, convirtiéndose en un nudo. Intento aprisionar las lágrimas que amenazan con salir pero no lo logro. El Armand que está junto a mí, observándome con curiosidad, es un espejismo producido por el alcohol en mi organismo. Él no puede haber regresado para recordarme todo lo que sufrí. Encierro la cabeza entre mis manos y levanto la taza de café bebiendo su contenido. El sabor es perfecto, no es fatigoso, ni amargo.

Las lágrimas salen como torrentes de miseria y oscuridad. Toda esta tristeza tiene una connotación tan profunda que ya no sé quién soy realmente. Él y yo somos lo de siempre, caos, dudas y una maldita necesidad de obtener más de lo que el otro está dispuesto a ofrecer.

—No puedes regresar a mi vida, fingir que te importo y tratar de cuidarme; cuando fuiste tú quien hace años me dañó demasiado. —espeto, conmocionada entre el llanto, los recuerdos hirientes y la cercanía de un hombre que tal vez nunca dejé de amar. —Vete—murmuro, sorbiendo otro poco del café tan delicioso que preparó. —O mejor dicho, seré yo quien se vaya. Espero regreses al baúl de recuerdos dolorosos y nunca vuelvas a aparecer. —expreso, poniéndome en pie sintiéndome débil a pesar de la fortaleza que pretendí expresar en mis palabras.

Obtengo silencio de su parte. Me alejo, a paso lento, aprisionando la taza en mis manos no sé por qué me la quiero llevar pero lo hago. Mis pies se mueven como gelatinas, intento enfocarme en el piso, pero este empieza a dar vueltas de nuevo. Tropiezo con algo duro, que no logro ver bien y me voy contra lo que tengo en frente. Unos brazos duros y tersos me sostienen de nueva cuenta.

—No vas a ir a ninguna parte en ese estado, no seas tan terca Lynd. ¿Puedes dejar de lado todo ese orgullo y hacerme caso? —Su voz suena regañona, pero blanda. Es como si quisiera acariciarme con sus frases y convencerme de que no pretende dañarme, pero no le creo. No se puede confiar en los demonios, y menos si tengo frente a mí al rey de ellos.

—Déjame ir—pataleo y me sacudo tratando de soltarme de su agarre. Él entrecierra sus manos en mis caderas. Es un tira en el que ninguno de los dos afloja.

—No te vas a ir de mi lado hasta que estés en tus cinco sentidos y me escuches—externa ceñudo. Su rostro de dios del inframundo es tan sensual. La expectación crece cuando me doy cuenta de que nuestros labios están cerca de nuevo. No sé por qué el ambiente se ha tornado difuso, pero su rostro perfecto no. Lo veo completamente y es tan glorioso que me enciende. Tan complicado y enigmático que me aterra la idea de caer una vez más en su hechizo tóxico y venenoso. Armand es tan caliente que respirar cerca suyo me quema.

Una chica alta, de cabellera dorada aparece en mi mente. La veo de espaldas, se encuentra midiéndose un vestido blanco precioso con adornos de encaje y flores brillantes. El vestido es un sueño. Pero, ¿quién es la chica y por qué la estoy viendo? ¿Soy yo? Una mujer delgada y morena ríe a su lado y asiente, levantando su pulgar en aprobación. ¿Quién va a casarse? ¿Por qué estoy viendo todo esto?

La visión desaparece, y me concentro en Armand. Tiene su boca entreabierta, y se acerca lentamente a mí. Cierro los ojos y no sé por qué no lo detengo, intento alejarlo pero los brazos no me obedecen y se niegan a mover su cara lejos de la mía. Mi cuerpo lo ansía tanto, gimo cerca de sus labios y mi entrepierna se empapa. Armand me estruja con endemoniada potencia, la taza en mis manos me lastima cuando él acrecienta el agarre, él se da cuenta y me suelta. Maldigo a mi destino. Otro beso interrumpido, otro obstáculo. Hago una mueca de incomodidad que nada tiene que ver con la taza golpeando mi pecho.

—¿Estás bien?, ¿te duele algo? —pregunta, extraño, preocupado y atento.

Niego. Tal vez lo que ocurrió fue una indirecta del destino y lo mejor es que ese beso imaginario del Armand que no existe, jamás ocurra.

He decidido que aunque sea una alucinación de borracha, no daré pie a que mi corazón vuelva a sufrir por él. Me siento mareada, ya no quiero seguir formando parte de esta discusión sin sentido. Emprendo una huida hacia la puerta, ignoro las punzadas de tristeza palpitando, no quiero caer en la tentación de mirar atrás y tener que detenerme cautivada por todo lo que él es.

Coloco la mano en la perilla alargada, suelto un nuevo par de maldiciones. Está cerrada. Me recuesto contra la puerta fría, y dejo que otro par de lágrimas se escapen y encharquen el suelo. Siento un muro de carne recostándose a mi espalda. El aliento de Armand golpea mi cuello, su perfume caro es gloria para mi nariz.

— Preciosa, ¿Nunca te enseñaron que un demonio puede encontrarte en donde sea que te ocultes? Por mucho que intentes escapar, siempre llegaré a ti. No lo olvides —murmura, con un tono lascivo, caótico, sexual y arrasador.

Virgen santísima.

—¿Creíste que te dejaría ir sin comerme una vez más tu boca?

Alabado sea Alá.

No pues, la musulmana ahora.

—Yo...

Él no me deja terminar, agarra mi cuerpo y lo gira, colocándome frente a él. Su rostro rozando el mío. Sin darme tiempo a reaccionar, me clava un beso potente y revitalizante, abriéndose paso a través de mi boca. Su lengua jugando con la mía, domando mi rebeldía, aprisionándome en un deseo oscuro que sólo aparece cuando nuestros labios se juntan. Su tacto me enloquece, me domina. Mi entrepierna se vuelve a empapar. Soy una galaxia repleta de pecado, de elementos indebidos. Nuestras lenguas continúan danzando, dejo que se coma mi boca. Dejo que me lleve hasta lugares prohibidos.

Mis brazos se aferran a su cuello, sus manos me suben el vestido ahuecando mi culo entre ellas. Palpándolas, mientras el beso se incrementa, feroz, salvaje, posesivo. Indomable.

La adrenalina me consume por completo, no puedo, ni quiero detener lo que siento por él. Es mi hombre, mi macho. El ser malicioso que alguna vez fue mi todo, vuelve a serlo.

—Me muero por hacerte mía una vez más.

—Armand yo...

—Te daré todas las explicaciones que necesites, pero permíteme adorar tu hermoso cuerpo una vez más. Llevo años pensando en ti, te alejé porque era peligroso que estuvieras cerca de mí, por favor créeme. ¿Puedo proponerte algo?

Las lágrimas me brotan de nuevo, las largas noches de sufrimiento emergen haciéndome temblar.

Respecto a él existieron tantas preguntas asfixiantes sin respuestas. Todo lo que sufrí por este hombre recrudece, no sé si él merezca ser escuchado. No sé si de verdad puedo creer en lo que dice. No sé nada, pero a la vez necesito convencerme de que siempre hubo esperanza para ambos. Necesito saber si alguna vez signifiqué algo para él. Necesito saber si tantas lágrimas de verdad tuvieron sentido. Si en verdad lloré por el amor que existió de parte de ambos.

—¿Qué quieres proponerme? —sigo abrumada y nerviosa. Las lágrimas siguen saliendo. Armand me toma entre sus brazos y me permito recostar la cabeza en su pecho. Su olor me envuelve tanto que me pierdo automáticamente en todo lo que representa. Armand entierra la cara en mi pelo, posa una mano sobre mi nalga y la otra acaricia y juguetea sobre mi espalda.

Este atractivo y perfecto hombre es demasiado con lo que lidiar.

—Oh mi hermosa Lynd. No sé si logres recordar esto mañana, pero al menos y por una vez, sabrás que realmente te amé.

Suelto un jadeo apesadumbrado. No sé si se pueda sentir alegría y tristeza a la vez, pero no logro definir qué sentimiento es más fuerte en mí. Si la falsa felicidad de saber que sí le importé, o la desesperanza que experimentaré al despertar y saber que esto es un sueño y que el Armand que sí me quiso, jamás existió en toda la historia de la humanidad.

—Quiero llevarte al mar, que sea como la última vez que estuvimos juntos frente a él. ¿Aceptas?

—Sí—digo—Quiero que volvamos al mar que se llevó todas las promesas que me hiciste, tal vez podamos recuperarlas.

Un halo de tristeza surca el rostro de ambos. Armand toma su celular, y le pide a alguien que prepare las camionetaspara salir.



Aquí es donde les pregunto: ¿Qué hubieran hecho ustedes?

¿Se habrían ido con Armand?

¿Le habrían dicho que no?

Recordemos que Lynd está alcoholizada y ella sigue creyendo que está soñando.

¿Alguna tiene nombre para el shipp de este par? Armand x Lynd

¿Les gustó el capítulo?

Los capítulos que vienen van a estar más intensos que este

Nos vemos pronto, como ya dije actualizo cada tres o cuatro días, pero a veces aparezco antes :O

Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.

Instagram: Dariagne.

Booknet: Dariagne De Gracia C

Tik tok: Lectorasdedari

Grupo de Facebook: Lectoras de Dari

Canal de youtube: Latin22





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro