Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18


Narra Lynd

Multimedia: -+  de Aitana ft Cali y el Dandee 

—¡Adriano ya está en la puerta! —comunica Akane, después de entregarme unos zapatos de suela baja, para que me los coloque. Tengo la piel de la planta de los pies toda cuarteada e irritada, y si bien no me duele en lo absoluto, no sé qué ocurra cuando me toque caminar por buen rato. Miro el calzado con desconfianza.

Akane parece captar mi incomodidad, y abre la boca para decir algo.

—No son zapatos nuevos, disculpa. Es que si te entregaba unos recién comprados tal vez se te dificultaría. A mí siempre me producen cortaduras los zapatos nuevos.

—A mí igual, tienden a hacerme ampollas y en mi condición no sé qué tan buena idea sea eso. —declaro, levantando uno de los pies.

—Qué bueno que decidí traerte estos. —considera, señalando los calzados en sus manos. Cada uno de ellos tiene una especie de perla amarilla en el centro.

Me coloco los zapatitos blancos, sorprendentemente son de mi talla, tienen almohadillas y se sienten cómodos. No me aprietan en lo absoluto.

—¿Lista? —interroga, sus ojos negros barren la habitación.

—Sí. —respondo.

Ella vuelve a mirar hacia la habitación, parece estar buscando algo.

—¿Todo bien contigo?

—Es maña mía revisar varias veces un lugar antes de salir. Mi madre dice que aunque no tengamos nada que buscar; debemos verificar que todo ande bien antes de abandonar un sitio, así evitamos que se nos olvide una cartera, un regalo o cualquier elemento importante.

—Creo que pondré el consejo de tu madre en práctica.

Akane sonríe mostrándose serena. Yo en cambio siento ese martilleo incesante en mi corazón, que me indica que todo está marchando demasiado bien para ser cierto. Ella cuelga un pequeño maletín beige con tirantes dorados, de su espalda.

—Bueno, es hora de irnos. —notifica Akane. Yo siento el corazón ascender por mi pecho, hasta quedarse atascado en la nuca.

—¿Por qué estás tan calmada?.

Ella suelta un suspiro paciente.

—Los golpes me han enseñado a ser pesimista, a creer que las cosas nunca saldrán bien para mí, quiero que esta vez sea distinto; quiero ser yo quien le lance un derechazo a mi mala suerte; mandándola a la lona. —Sus ojos parecen haber adquirido un nuevo matiz de oscuridad al decirlo, como si estuviese dispuesta a dar el golpe final en una batalla

No sé qué responder respecto a eso. Akane debe haber presenciado demasiadas cosas espantosas para no tener miedo al tratar de escapar del jefe de la mafia italiana.

Al cabo de un rato absurdamente corto, salimos de la habitación.

Akane cierra la puerta amarilla con llave, ella hace todo calma, no hay temblores en su mano de alabastro, ni el más mínimo indicio de que está nerviosa. Incluso pareciera como si el movimiento de sus párpados fuera más lento y seguro que el de una persona promedio. Tampoco parece que el largo vestido rojo que usa, la imposibilite al correr. Veremos qué pasa cuando el tiempo avance y el traje se convierta en un estorbo, yo por mi parte no me siento tan convencida de correr usando ropa de este tipo.

Me percato de que estamos paradas en un largo y solitario pasillo, repleto de puertas rojas en el lado derecho y azules en el izquierdo. La única puerta discordante es la de la habitación en la que me encontraba encadenada.

Una neblina rara y densa cubre el suelo, siendo acompañada por un olor semejante al del jengibre.

Hay algo ligeramente siniestro aquí.

Algo que espero no decida presentarse.

Repaso mis manos para aplacar el nerviosismo, las marcas de las cadenas siguen siendo muy visibles y gruesas.

Por inercia volteo y veo que tras de nosotras hay más de lo mismo, puertas y paredes simples. En serio hay algo en este lugar que no me gusta. No sé si es todo ese silencio espeluznante, o el hecho de que tiene apariencia de ser infinitamente extenso.

Tiene una serie de características que le convertirían en el hogar perfecto para fantasmas y entidades paranormales. Es sutilmente oscuro, solitario y muy silencioso.

Regreso a mi posición inicial y me quedo observando hacia el norte. Siento un deje intranquilo royendo mis neuronas.

Aquí hay algo que no sé cómo definir. Algo que espero sea solo producto de mi imaginación.

A lo lejos no se ve nada claro, sólo una luz difusa que parece inalcanzable.

Bajo la vista hacia el piso, tratando de convencerme de que aquí no hay nada; que estoy paranoica y que la tensión en mi mente no tiene que ver con algún elemento sobrenatural. La extraña neblina es un obstáculo que impide que veamos con claridad por dónde pisamos.

El olor a jengibre se ha vuelto mucho más fuerte, pasó de ser una molestia en la nariz, a algo que me genera incomodidad y picazón.

—Esta neblina es medio...

—Extraña e inesperada—concreta Akane con un deje cauteloso.

—¿Crees que sea seguro caminar por aquí?

—No lo sé, pero Adriano ya pasó por aquí. Él recorrió este camino sin contratiempos y logró llegar al otro lado.

—¿Me repites por qué tengo que confiar en Adriano?

—No me gusta lo que está pasando. —Ella suelta una risita temblorosa.

—Créeme que a mí tampoco, larguémonos de aquí. —propongo.

Akane asiente y mira hacia el frente, luego al lado derecho y acto seguido al izquierdo. Creo que la aterra que las puertas se abran y algo espeluznante con enormes uñas, aparezca tras de ellas para arrastrarnos al infierno.

—Me pregunto cómo demonios Adriano logró pasar tan campante por aquí sin nadie que le acompañara. —declaro, sintiéndome incapaz de avanzar un solo paso.

Algo anómalo cruje tras de nosotras, lo siento respirando cerca de mi cuello, rasguñando mi nuca de una forma que me pone la piel de gallina. Palpitando en mis orejas con crudeza, su aliento caliente parece venir de otro mundo.

Viene hacia nosotras.

Está cazándonos.

El eco de los gruñidos se hace más fuerte, más espeluznante, más aterrador.

Estoy muy asustada, y no sé cómo es que sigo aquí parada sin ponerme a correr.

El miedo tiende su poderosa cortina sobre mí.

Hay un nuevo sonido inaudito en la atmósfera. Se trata de un tintineo metálico y agudo arañando el suelo.

Acercándose.

Moviéndose con un sigilo espeluznante.

Deslizándose hacia nosotras con un matiz muy macabro.

Paralizándome de una forma que no logro definir.

No logro moverme, no logro gritar. No consigo siquiera que el aire llegue a mis pulmones con fluidez.

Lo que sea que esté tras nosotras, pone a temblar el ambiente y se presenta como el anuncio de algo que en verdad no deseo escuchar.

Mi corazón reacciona y se mueve intranquilo cerca de mis costillas, tengo tanto miedo que podría orinarme en los pantalones. Mis manos están sudando, mis piernas son de gelatina y mi corazón intenta esconderse detrás de mis pulmones.

Algo frío se aferra a mi mano de forma repentina, por un instante siento que está aquí, que la bestia me ha alcanzado, que destrozará nuestros cuerpos. Suelto un grito tan estruendoso que seguramente lo oyeron en las alturas.

—¿Sentiste eso? —me pregunta Akane con la cabeza agitándose levemente. —Tranquila fui yo quien te tocó.

—No me asustes así, joder.

Miro hacia ella de forma abrupta. Tiene los ojos cerrados y una mano alzada, como si estuviera rezando. Ya no se ve tan tranquila, sus dedos se agitan como hojas al viento.

—¿Que si lo sentí? Hay una maldita cosa respirando en mi oído. Créeme que lo sentí. —comunico a punto de unirme a ella y ponerme a rezar.

El ente suelta un bufido penetrante y atrofiante, Akane y yo nos tomamos las manos. No sé cuál de las dos está más asustada; si yo con mis palmas sudorosas o ella con sus dedos que bailan sin parar.

No somos capaces de movernos, de correr, incluso nos hemos quedado calladas. El pánico nos abraza a ambas, cada una más cobarde que la otra.

Experimento un horror vertiginoso que en serio me hace querer regresar a la habitación y encerrarme hasta que todo pase.

Es increíble cómo algo que ni siquiera has visto tiene el poder de asustarte, y llevarte al borde del llanto y la desesperación.

Una especie de mano huesuda sin carne agarra la tibia de mi pie derecho. Suelto un chillido al instante y trago en seco. Esto es demasiado para mi corazón temeroso. Tengo todos los vellos de mi cuerpo erizados y fríos.

—Me están agarrando el pi... pi... pi... pie. —le digo a ella. Akane no responde. Preocupada de que algo le haya pasado, me esmero en mirarla. Tiene los ojos rasgados sellados, con lágrimas saliendo de estos y las uñas clavadas en la falda de su vestido, arrugándolo; también me percato de que sus labios rojos están tan apretados... que el labial que está usando empieza a descascarillarse.

La temperatura desciende varias decenas de grados centígrados, y me congela las pestañas. Veo pequeños bultitos de nieve blanca caer sobre mi cara cada vez que pestañeo.

La insólita escena sin sentido está desconectando mis cabales. No sé cómo pasé de ser secuestrada por mafiosos a vivir una escena paranormal de lo más descabellada.

¿Será la neblina lo que nos tiene alucinando? ¿Acaso contiene algún gas especial que nos hace perder la razón?

La cosa tras Akane y yo, no deja de rugir y vociferar alaridos aterradores.

Tengo que hacer algo.

Necesitamos movernos.

Cuanto antes.

—¡Akane... Akane!...—grito cuando me percato que las lágrimas que ella expedía se han congelado, junto con sus manos y pies. El hielo se extiende por su pecho, y abdomen. Si no hago algo ella se convertirá en un iceberg humano. —Akane...—murmuro desesperada alzando las manos, estas empiezan a llenarse de enormes heridas que sangran y emiten pus, detallo cortadas verticales en mis dedos, y horizontales en la muñeca. Tengo el brazo cubierto de pústulas que empiezan a aparecer en distintos tamaños circulares, cada una más rojiza y amoratada que la anterior.

Y por si fuera poco, lo que nos persigue emite un gruñido gutural semejante al que hace Godzilla en las películas, como si estuviese más enojada que antes. Oigo el árido silbido de su aliento atascándose en las alturas, luego escucho otro más y una serie de pisadas estruendosas sacuden el suelo.

Está corriendo hacia nosotras

Quiere hacernos daño.

Estamos en un peligro mortal.

Nos va a alcanzar si no hago algo.

Y entonces lo que sea que me paralizaba se quiebra, y emprendo la huida, tomo a Akane por la cadera y empiezo a correr con ella a rastras. Escucho las suelas de sus zapatos friccionando contra el suelo. El pánico gutural me recorre sin parar, pero las ganas de alejarme de aquí, son más grandes.

La criatura sigue poniendo a temblar el suelo con su avance, mientras el frío aumenta y lo siento hasta en mis dientes.

—¡Puta madre! —gimoteo, Akane no da señales de estar consciente, por suerte es muy delgada y puedo arrastrarla con facilidad.

La asiática, a estas alturas del partido, tiene gran parte de su cara congelada. Sobre todo en la parte del mentón y los labios.

Yo intento aumentar la velocidad de avance, mientras escucho cómo el monstruo que nos sigue no para de rabiar y resoplar.

Ando tan cagada del miedo que podría correr un maratón y no cansarme.

Esto parece sacado de una película de horror puro. Toda la vida he odiado todo lo referente al terror, simplemente no lo tolero. Duermo mal cuando veo alguna película de este tipo. Vivir algo así es lo peor que puede pasarme.

En serio no volveré nunca más a Sicilia.

Por su parte, la mano sin carne sigue enganchada a mi pie, sus huesos duros y calcificados se niegan a soltarme.

Maldita sea.

Corro entre puertas que empieza a abrirse una tras otra, al tiempo que las luces montadas en mini- candelabros se apagan y se encienden. Escucho más silbidos, más gruñidos y ráfagas rabiosas proveniente de la criatura o entidad demoniaca que nos persigue.

Tengo la piel de gallina, mi estómago se agita de arriba abajo; en cualquier momento vomitaré, pero ni por todo el dinero del mundo miraré hacia atrás. Estoy más inquieta que nunca.

Luego como si no fuera suficiente, escucho una risa infantil. Luego otra más.

En resumidas cuentas, algo enorme nos está atosigando. Escucho risas espeluznantes de niñas, mientras las luces van y vienen. Puertas se abren sin sentido a nuestro lado. Y si eso a eso le sumamos que hace mucho frío y que Akane se está volviendo una escultura de hielo, estamos extremadamente jodidas.

Si yo soy la gran esperanza salvadora de esta situación, nos van a matar a la primera oportunidad. Toda mi valentía se esfumó desde que la primera cosa rara pasó. Contra los vivos puedo luchar, contra algo sobrenatural ni cómo hacerlo.

De repente la temperatura aumenta y se estabiliza, la mano pegada a mi pie desaparece, junto con los gruñidos del monstruo que no dejaba de seguirnos. Las puertas dejan de abrirse y cerrarse, las luces alumbran con firmeza. El cuerpo de Akane deja de congelarse, pero ella sigue dormida.

Todo parece haber mejorado.

Hasta que... algo más espeluznante se hace presente.

Es extravagante, escalofriante y macabro.

Una fila de niños aparece frente a nosotras, tienen un aspecto demoniaco intranquilizador. Los pequeños nos observan con desdén, rabia, perversión, alevosía y crueldad. No sé cuál de todos me da más miedo. Tienen la espectral piel polvosa y las manos manchadas de sangre. Cada uno de ellos tiene una especie de letrero en los que veo escritos los nombres de las personas que son importantes para mí. Leo los nombres de Armand, Alessia, Amberly, Stacy, Dorothy, el de mamá y papá, junto con el de mi hermano Andrew.

Esto parece una terrible alucinación.

Tengo los músculos tensos y los ojos vidriosos.

Todo lo referente a niños siniestros me altera.

Los infantes, vestidos enteramente de negro, arrojan los letreros al suelo y el papel empieza a quemarse, consumiéndose lentamente, como si quisieran mandarme con este gesto un mensaje directo que debo captar.

—Todos ellos se quemarán por tu culpa, pagarán por tus pecados—musitan a coro. — Tú eres la responsable de todo el mal que les ocurrirá. ¿Crees que si te vas de aquí estarás en paz? La mafia te cazará, a ellos los matarán y te dejarán vivir sólo para veas cómo tus acciones los llevaron a la tumba. ¿Estás segura que irte de aquí acabará con tu sufrimiento?—expresan en voz tan baja y raspada. Poco después desaparecen y yo me dejo ir contra el suelo, sintiéndome muy cansada. No quiero pensar en nada más. Quiero que sus palabras dejen de hacer eco en mi oído. Quiero que su sonido desaparezca para siempre de mi mente. Quiero estar en otro lugar, abrazando a mis padres, mirando la sonrisa de Armand, oyendo los divertidos comentarios de Alessia y Stacy cuando ven algún chico guapo en la tele, o en alguna red social. Quiero estar en paz, lejos de la guerra. Lejos de esta vida, que siento que dejó de pertenecerme completamente desde que me encontré con Dante.

Nunca creí que amar a alguien sería tan difícil y pondría mi vida en riesgo. Aprieto los puños, y la mandíbula.

No puedo seguir así, la cobardía no es una opción en esta situación. No puedo permitir que el miedo me acerque a Dante, eso es lo que él quiere y no se lo daré.

Estoy tan cansada.

Miro a Akane de soslayo, duerme como un angelito, la dejo lentamente sobre el suelo. Ella parece no darse cuenta de lo que ocurre.

Extiendo una mirada hacia el norte, no hay rastro de los niños, ni de mi paz mental. La vista se me empieza a nublar, y los párpados se agitan sobre mi cara con mucha lentitud.

Segundos después me quedo dormida, sin saber qué demonios acaba de pasar.

***

Abro los ojos, tras, no sé cuánto tiempo. Akane está sentada a mi lado, tiene la vista perdida, sin embargo logra enfocarme cuando se da cuenta que la miro.

—¿Qué demonios nos pasó? —pregunto. Ella desengancha el maletín que colgó en su espalda, y saca dos mascarillas quirúrgicas de este.

—No lo sé, de un momento a otro empecé a ver cosas raras. Pero lo mejor será que ambas nos pongamos estas mascarillas hasta que salgamos de aquí. —susurra, entrecerrando los ojos cómo si le horripilara demasiado recordarlo.

Me pongo en pie, y veo que la altura de la neblina ha disminuido considerablemente hasta convertirse en una delgadísima tela sobre el suelo.

—¿Cómo es que cargas mascarillas quirúrgicas en la bolsa? Eso es un poco rarito, eh.

—Después de la pandemia del coronavirus hace tres años, nunca las saco de mi maletín, sonará tonto pero me hacen sentir tranquila. Iba a decirte que si querías ponerte una, porque no sabíamos con qué podríamos encontrarnos aquí.

—Pareces muy segura de que tarde o temprano las necesitaríamos.

—Adriano me advirtió que su hermano podría tener preparado un sistema anti- escape en este lugar, que estuviera preparada. Esa es una de las razones por las que él atravesó todo esto antes que nosotras, para conocer a qué nos enfrentábamos. —manifiesta.

—Él te dijo que ya había llegado a la puerta, ¿No? La neblina pudo haberlo detenido, al igual que a nosotras. Pudo ser alguien más quien nos escribió. ¿Y a todas estas? ¿Por qué no salimos por la puerta frontal, en vez de huir como delincuentes por la puerta de atrás?

Akane me mira directamente, por primera vez desde que la conocí sus ojos denotan molestia. Como si Adriano fuera intocable para ella.

—Este lugar está ubicado bajo una callejuela, si salimos por el frente quedaremos directamente frente a una de las casas de Dante, ¿quieres eso? Adriano sospecha que este lugar es tan grande que conduce a la costa.

—No podemos escapar basados en sospechas. Es demasiado lo que está en juego—musito sin cuidado.

—Lo sé, pero esta es la única oportunidad real que tenemos. Benedict Koch está haciendo lo posible para entretener a Dante, mientras nosotros logramos descifrar cómo salir de aquí.

—Es un excelente plan ir al tanteo, lo siento, pero no confío en Adriano. ¿Por qué Benedict no vino él?

—Porque entrar aquí es dificilísimo, Adriano sabía que cuando Benedict atacara Il palazzo, Dante lo enviaría hacia acá. Él siempre le asigna a Adriano vigilar al pez más pequeño, en este caso tú, y esta vez no sería distinto. Il Palazzo es su sede, él nunca evitaría ir a defender ese lugar, pero tampoco podía descuidarte, así que aunque no quisiera hacerlo; tendría que confiar en Adriano para vigilarte y así lo hizo. —Ella ya no suena molesta, más bien parece preocupada igual que yo. Esto es todo o nada.

—Akane yo... en verdad no quise incomodarte, es sólo que siento que nos estamos yendo al tanteo en esta situación y lo que acaba de pasarnos a ambas es una prueba grande que con Dante no podemos hacer eso.

—Todo este lugar es tan nuevo para mí, como para tí—confiesa, aumentando mi intranquilidad. —Una vez le escuché decir a uno de los guardaespaldas de Dante que ni siquiera teniendo los planos es fácil salir de aquí, pero confío en Adriano. Sé que él encontrará la manera de sacarnos de este sitio.

¿Cómo vamos a salir de un lugar que ni ellos conocen bien?

Que Adriano se asome como el héroe en esta situación no me tranquiliza en lo absoluto. Es como poner a un vampiro a salvar a una chica que sangra.

—Tu optimismo me da hasta ternura. —digo, sin querer. Todavía tengo el recuerdo de las extrañas visiones calientes en mi mente.

—¿Por qué? —inquiere, mientras ambas empezamos a correr entre puertas coloridas que me hacen pensar en que estamos en alguna de esas pruebas de salvación de los libros de ciencia ficción.

—Porque estamos tratando de salir de un lugar desconocido sin un plan fijo. Es como confiarle tu seguridad a un capitán de barco que no sabe cómo encontrar el norte.

—Buen punto, pero lastimosamente es todo lo que pudimos hacer—formula, un poco abrumada.

—Además, no tenemos ningún arma, ni nada para defendernos.

Las puertas siguen acompañándonos, una tras otra en un pasillo que parece tener fin. No hay indicaciones, ni siquiera un indicio de que estamos cerca de la ubicación en la que se supone Adriano nos espera.

—Adriano las trae.

—No podemos depender de un solo hombre en esta situación. Te agradezco un montón tu ayuda, pero no hubiera estado de más venir armada. —me apresuro a decir.

—Lo siento, pero Adriano sabe que no me gusta cargar armas y me prometió que el camino estaría despejado hasta que nos encontráramos con él.

—Akane, no deberías depender tanto de Adriano. No es sano, vas a salir de una situación extremadamente tóxica para entrar en un sistema de codependencia. No conozco a Adriano realmente, y no sé qué tan sólido sea lo de ustedes, pero mi sano consejo es que no coloques todas tus esperanzas sobre su hombro.

—Él tiene mucha experiencia. —responde sin alterarse. —Además es la única persona aparte de mi madre que siempre se ha mostrado dispuesta a cuidarme.

—Y ese es el problema, cariño. Que no debes esperar que otro cuide de ti, si tú misma no te preocupas por hacerlo.

Ella se mantiene en un silencio ceniciento. Veo una pequeña curvatura fruncida en su labio inferior. Sospecho que mis palabras la incomodaron, pero lo menos que puedo hacer por una chica que se ofreció a ayudarme a escapar es abrir sus ojos. No puede salir al mundo con esa mentalidad de castillos y príncipes encantados, se la van a comer viva en la primera oportunidad.

***

Seguimos avanzando a paso rápido y extrañamente cómodo. Siguen sin haber más sonidos que el de nuestros pasos impactando el suelo. Akane no ha querido decirme nada más desde hace como quince minutos.

Veo paredes blancas, y luces amarillas, montadas en pequeños candelabros de varias puntas. El ambiente parece estarse tornando más denso conforme transcurren los segundos. La neblina se ha oscurecido y eso no me da buena espina. Es hasta cierto punto escalofriante

Akane corre a paso más rápido que yo. El haber estado casi dos días acostada e inconsciente, está siendo un pequeño obstáculo en mi camino. Mi cuerpo parece estar resistiéndose a ser exigido de más.

—Adriano, y un par de hombres se encargaron de los guardias que custodiaban la entrada a este sitio. —habla al fin.

—Qué bueno, pero, ¿cómo sabes en qué puerta nos estará esperando Adriano?

—Él se adelantó, y realizó el mismo recorrido que ahora nosotras estamos haciendo. Quería cerciorarse de que el camino fuera limpio y seguro.

—¿Esta neblina será venenosa?

El estómago me gruñe, tengo bastante hambre, daría lo que fuera por un trozo de pizza, una hamburguesa y varios vasos llenos de té frío. La primera complicación acaba de llegar, yo no funciono muy bien con hambre. Me pongo de malhumor y le gruño a todo lo que me digan.

—Adriano no la mencionó en su mensaje, lo cual me resulta extraño. Sólo dijo, corran hacia el norte cuando salgan. Yo estaré allí. —Cada vez que ella menciona el nombre de Adriano puedo ver estrellitas y corazones en sus ojos.

—Bueno, supongo que no tenemos más remedio que confiar en él.

Akane saca una pequeña botella de agua, en el maletín minúsculo que lleva en la espalda. También me entrega un empaque de galletas saladas.

Temo que si me quito la mascarilla empezaré a alucinar cosas raras por lo que rechazo su ofrecimiento.

***

Finalmente hemos llegado a la famosa puerta de la que Adriano habló. Está abierta, Akane y yo la atravesamos sin contratiempos.

Al llegar al otro lado, vemos a Adriano tirado sobre el suelo con apariencia de estar dormido. Hay una especie de escalera situada en medio de dos grandes paredes.

—No la mates... no a ella. ¡Dante basta! No entiendo por qué siempre me quitas a la mujer que amo... No.

—Adriano, mi amor...—Akane corre hacia él, y se acuclilla junto a su cuerpo vestido de negro. Adriano tiene una mano sobre el pecho y se agita como si estuviese siento horriblemente torturado en una pesadilla.

Ella le besa la frente, los labios, y pega el oído a su corazón para ver si todo anda bien con su ritmo cardiaco. Akane le frota la mano y coloca la cabeza de Adriano contra su pecho.

—Mi vida, por favor despierta...—le pide. —Amor, qué te han hecho... Oh no...—Akane parece a punto de romper en llanto.

Adriano abre los ojos cuando estoy a punto de proponer que tal vez una patada en la cabeza funcione para que despierte.

—Amor mío, ella lo besa. —Adriano enrolla sus manos en el cuello de Akane y le corresponde de forma apasionada, colocándola sobre su cuerpo, mientras empieza a subir su vestido rojo, introduciendo la mano en una abertura que lleva a la entrepierna de la asiática.

—Oigan, tórtolos, tenemos que irnos—les hago el recorderis.

Adriano no deja de besar a la chica, y cuando empieza a desabrochar su vestido me convenzo de que necesito hacer algo. Por lo que me agacho para hurgar en la bolsita de Akane buscando la botella de agua, sintiéndome como una de esas mironas de películas porno.

Ella gime, Adriano le chupa el cuello, y le expresa frases posesivas tipo: Ese coño tuyo sabe muy bien. Mataré al que se me ponga en frente para protegerte, Akane.

Saco la botella de agua, cuando ya ella está en sostén y braguitas. Son una partida de desvergonzados.

Lanzo el contenido directamente en la cara de Adriano. Este se levanta y me observa con ojos furiosos y muy abiertos.

—Cómo te atreves a hacer algo así, te voy a matar.

—Tú me matas, y Benedict cocinará tu trasero a la parrilla...—después de amenazar a Adriano, veo que Akane se sonroja mientras se viste de nuevo. —Akane, querida, no es personal... pero estábamos perdiendo el tiempo. Podrán coger todo lo que quieran después, pero ahora tenemos que irnos. —Ella asiente con una sonrisa tan brillante como un diamante expuesto a la luz. Ellos dos son como el cuento de la bella y la bestia.

—Que sea la última vez que te atrevas a amenazarme—dice Adriano, empujándome al pasar a mi lado para subir por la escalera.

—A mí no me des órdenes que yo no soy uno de tus matones. —rebato. Él se devuelve y me encara como un toro furioso, su mentón se eleva para mirarme, ya que soy más alta que él. Sus fosas nasales se ensanchan, y sus ojos más oscuros que el infierno denotan mucha rabia, odio y rencor.

Adriano parece querer más que nunca llenar mi cuerpo de balas y pólvora.

—Chicos por favor, cálmense. Tenemos que seguir avanzando. —Akane, llega y se abre un pequeño espacio conciliador entre ambos.

—Si me vuelves a molestar te juro que se me va a olvidar el trato con Benedict y te voy a matar de la forma más horrible que se me ocurra. —recalca, avanzando en la escalera.

—Qué sensible me saliste, Adrianito.

Akane se encoge de hombros y me observa apesadumbrada. La batalla campal entre su noviecito y yo, parece no tener fin.

***

Acomodo la entrada a mi vagina en la cara de Adriano. Este se remueve en su posición, tratando de adaptarse a mí.

Oh Dios, eso suena tan mal.

Bueno, es que después de subir por la escalera, llegamos a una bifurcación entre dos pasillos. Yo quería irme por la de la derecha, Adriano y Akane hacia la izquierda. No sobra decir que su elección fue la incorrecta ya que llegamos a un sitio sin salida. Sólo cuatro paredes sin pintura que no llegaban a ningún lado.

Cuando tomamos la vía derecha, Akane pisó en un sitio incorrecto y una fosa con cocodrilos se abrió de lado a lado. Para llegar al otro lado tuvimos que saltar. Adriano dio un brinco asombroso y consiguió pasar sin complicaciones, Akane siendo ligera como una pluma igual lo logró.

Yo casi caigo a la fosa con los cocodrilos, de no ser porque Adriano se estiró y enganchó mi cadera salvándome tras los gritos de Akane, a estas alturas yo estaría muerta.

Sí, le debo una al odioso ese.

Tras atravesar la fosa, llegamos a una habitación idéntica a la primera, con la diferencia que en el techo hay una especie de palanca que podría ayudarnos a salir. Adriano piensa que sólo tenemos que tocarla y alguna escalera descenderá para que subamos a través de ella.

El gran problema en esta situación es que la palanca está muy alta, y no es tan fácil llegar a ella.

Akane se puso en pie sobre los hombros de Akane, al parecer ella es muy buena en cosas gimnásticas, así que no le costó demasiado, pero no logró llegar a su objetivo. Se necesitan como medio metro de altura para poder llegar al objetivo.

Así que tras mucho pensarlo, abochornarme y sentir náuseas tuve que sentarme sobre los hombros de Adriano, para servir de puente impulsador entre él y Akane. Ella se va a parar sobre mis hombros, y esperamos que eso funcione.

Es tan incómodo tenerlo metido a ambos lados de mis muslos. Él tampoco parece muy feliz con la idea, pero qué remedio.

—Qué horror—digo cuando Adriano se remueve y sus cabellos rozan mis pantaletas.

Maldito vestido asiático.

Adriano ríe de forma amarga.

—No creas que estoy fascinado de tener que cargarte, a decir verdad huele a pescado podrido.

—Cállate, Adriano o voy a meterte las uñas en los ojos si vuelves a decir algo más.

Akane sube con mucha facilidad por encima de ambos y tras un par de minutos que deseo nunca tener que revivir, ella alcanza la palanca, y una escalera desciende finalmente.

La alcanzamos, y salimos al exterior. Hay un aroma a sal, frescura y paz.

Sonrío victoriosa mientras pasamos entre árboles tupidos y rayos plateados lunares.

Vemos un yate esperándonos, este emite luces rojas cuando Adriano saca un aparato de su bolsillo y presiona un botón.

—Nuestro yate es ese, vamos—dice, y por primera vez desde que le ví suena feliz. No sabía que Benedict había preparado una salida marina para nosotros, en eso se parece a Armand. Ambos parecen tener un yate para todos. No he querido pensar en la pesadilla que tuve y en las amenazas que los niños siniestros pronunciaron. Quiero prolongar esta paz producida por la victoria de haber escapado, aunque aún no lo hagamos completamente.

—Al fin podremos estar juntos para siempre. Es el final que te mereces—Akane se pega a Adriano, y le da un beso en el cuello.

—El final que nos merecemos—concreta él, respondiéndole. Adriano conmigo es un perro rabioso y con ella es un cachorrito tierno. El amor tal vez sí cambia a la gente.

Un segundo después un par de disparos rápidos contra su cuerpo.

Veo con horror cómo Akane cae abatida en el suelo. La dulce chica que hizo todo para salvarme acaba de sufrir las consecuencias de sus acciones.

Me da tanta pena que ella no haya tenido el final feliz que se merecía junto a aquel que su corazón escogió

Adriano corre a auxiliarla, saca una pistola de su bolsillo y dispara contra cinco tipos. Él esquiva sus disparos dando vueltas de un lado a otro y al cabo de un rato dolorosamente corto acaba con ellos.

Pero todo fue demasiado tarde. Ella está muerta.

Sus ojos ya no tienen luz.

Adriano agarra el cuerpo de Akane, y recuesta la cabeza contra su cuello, mientras la luna ilumina su dolor; mostrando un poco de conmiseración hacia alguien que posiblemente arrebató demasiadas vidas.

—Lynd... —expresa la chica, en un débil quejido apenas audible. Adriano se levanta y toma su mano. Yo me sobresalto, ella está peleando. —Prométeme que cuidarás de Adriano. No lo dejes quedarse aquí a pelear, por favor, escapen. Vá... ya... se. Se los pido—suplica con una voz entrecortada por la sangre que sale de su boca.

—Cariño, no hables. Oh Dios, te amo—musita Adriano con voz quebrada.

Tengo los ojos vidriosos y un nudo en la garganta.

—Te lo prometo. —digo mientras intento arrastrar a Adriano conmigo. Este se niega, me empuja, patalea. Y se acuclilla junto a su amada. Se niega a dejarla ir, luego estira la mano y alza a Akane en brazos y ambos emprendemos nuestra caminata hacia el mar, con una chica muerta y lo que quedaba del corazón de Adriano completamente roto.

***

La muerte de Akane me ha mantenido deprimida desde que regresé a Manchester, ha pasado una semana desde que volví a ver a mis padres. He estado pensando en Armand toda esta semana, pero no me sentía anímicamente preparada para verlo y dar explicaciones del porqué me fui. Quería estar más repuesta. Tampoco he tenido más noticias de Richard, francamente no me importa. Adriano me confirmó, que en efecto, Richard trabaja para su hermano.

Adriano se está quedando en mi departamento, Benedict y él tienen una especie de trato. Trabajarán juntos para derrotar definitivamente a Dante. El primero quiere cobrarle al líder italiano la muerte de su hermano y su cuñada, el segundo la muerte de su amada. En conclusión Dante debe demasiados muertos.

Me encontré con Benedict Koch al llegar acá, resultó ser un hombre avasallador, maduro y encantador. Más de lo que se esperaría del jefe mafioso más poderoso del planeta.

Le dije a mi familia que me habían secuestrado en mi luna de miel, evité darles grandes detalles referentes a Armand, hasta que no hable con él.

Hoy planeo hacerlo.

Alessia viene a visitarme todos los días, se llevó un susto mortal cuando se enteró que había regresado de mi luna de miel y al llegar a mi departamento se encontró a Adriano. Sé que tuvieron un encontronazo, pero Alessia no me ha querido contar más. Se sonroja cada vez que se lo menciono. Para mi desgracia, parece que a mi mejor amiga le gusta Adriano.

***

Llego a casa de Armand, un chofer de Benedict fue a recogerme, ya que vendí mi auto para ayudarle al idiota de Richard con las supuestas deudas de su familia. Hablando de Richard, ya contacté a un abogado para que se encargué de que nada me una legalmente a él.

La imponente mansión nívea es mucho más grande que la casa blanca, tiene árboles cortados con formas florales y el portón principal es inmenso, alto y con verjas muy tupidas que dan la impresión de parecer barrotes.

Me bajo del auto, acomodo mi vestido ceñido blanco en forma de abrigo con botones blancos, que resalta mi pechos y deja mis muslos descubiertos de forma provocativa, sin caer en lo vulgar. Decidí dejar mi pelo rubio cayendo en risos a ambos lados de mi cara, y me maquillé los labios de un rojo oscuro y atrayente.

Estoy nerviosa, no sé qué tan bien me recibirá Armand después que lo dejé tirado. Stacy mencionó que un tipo buenísimo había ido a llevarme serenata estando borracho a la casa de mis padres, hace dos días.

Los de seguridad me dejan pasar sin contratiempos. Sasuke me espera en la entrada, y me conduce a través de la mansión.

Me siento en la apoteósica sala, el lujo en cada pared y espacio es evidente.

Sasuke me indica que espere, pero alguien baja por las escaleras tomándonos por sorpresa.

—Buenos días—dice una mujer bajita, descendiendo lentamente vistiendo unos pantaloncitos cortos y un suéter naranja sin tirantes, que le apretuja el busto. No sé cómo consigue respirar bien teniendo las tetas tan apretadas. —¿Tú quién eres? —me pregunta, evaluándome de arriba abajo con mala cara cuando me pongo en pie.

—Vine a ver a Armand.

—Ah, mi novio se encuentra dormido. ¿Quién lo busca?

¿Su novio?

¿Armand tiene novia?

Soy una estúpida, no sé cómo demonios pude creerle a Armand de nuevo.

Él se fue, me dejó sin ninguna explicación hace años.

¿Quiso hacerme lo mismo de nuevo y se aburrió?

Intento que los celos, la rabia y la lava volcánica que sacuden mi sistema no se note.

¿Debería creerle a esta chica?

La miro con aire tranquilo, aunque por dentro esté a punto de estallar, y desee que un meteorito le caiga a Armand encima.

Exhala, Lynd.

Cálmate, no demuestres que esto te afecta.

Compórtate como una dama y márchate.

—Soy la esposa de un amigo de Armand—expongo con sarcasmo, aunque ella no se dé cuenta de que lo estoy empleando.

—Mi baby está dormido, regresa otro día—Ella no disimula su descontento al verme, ni siquiera cuando le dije que estaba casada.

Como si alguien lo hubiera convocado Armand baja por las escaleras, me mira de arriba abajo, el muy lujurioso. Veo su boca entreabierta, detallándome como si hubiesen encendido una llamarada dentro de él. Sus inigualables ojos grises no disimulan el deseo burbujeante cuando se estancan en mi pecho de forma morbosa. Luce como siempre, impecable y deliciosamente atractivo. Hay un magnetismo en su cuerpo esculpido que impide que mires a algo distinto de él. Es como una maldición inquebrantable.

—Señor Koch, qué gusto verle—comento con una sonrisa mecánica. —Como le estaba diciendo a su novia—finjo un estornudo y toso cuando pronuncio esta última palabra— Vine a agradecerle por el maravilloso viaje a Sicilia que nos otorgó a mi esposo y a mí.

—Lynd tenemos que...Oh no, tal vez no valga la pena—musita con tristeza.

¿Qué le pasa?

¿Ahora resulta que el decepcionado es él y no yo?

Lo que me faltaba.

—Señor Koch, yo sólo vine a agradecerle. Lamento quitarle tiempo e interrumpirle en esta mañana.

—Pues para sólo haber venido a eso viniste muy arreglada mamasita. —dice la novia, con malas intenciones.

—¿Arreglada? No me lo parece, esta es mi ropa de siempre. ¿En verdad parezco muy arreglada, Sasuke?

—Usted siempre se ve elegante, señorita. —comenta con gran respeto. Sasuke es un caballero.

Armand lo mira como si quisiera sacarle un ojo a Sasuke por haberse atrevido a decir eso. La tipa pone los ojos en blanco.

—Supongo que es algo que no puedo evitar. —externo, acomodando mi vestido en la parte del busto. Armand no se pierde ni un detalle de lo que hago, mirando de un pecho a otro, mientras muerde sus labios con aire casual.

—Lynd por favor hablemos esto... bueno... han pasado algunas cosas y yo. Em, bueno, creo que ya no importa. —Armand luce descoordinado, inseguro. Nunca le había visto así. El conflicto interno en su interior, parece ser algo que ni siquiera Sasuke logra eludir, pues carraspea cuando un largo silencio se prolonga en la sala.

—Señor Koch, lamento mucho tener que retirarme. Escuché que había construido un yate en honor a una chica. ¿Es esta señorita la afortunada?

—Oh baby, ¿hiciste eso por mí? —La castaña de las tetas apretadas, se lanza al cuello de Armand intentando besarlo. Este la esquiva, pretendiendo no perderme de vista. Yo le enseño el dedo del medio, sin que la noviecita me vea.

Él agita la cabeza con aire represivo.

—Aunque me dijeron que el yate se llamaba: Gold Mermaid, supuse que era para alguna rubia y se lo comenté a mi esposo. Disculpe si le arruiné la sorpresa del yate para su novia. Señorita, que disfrute su regalo—externo, mirándola. Ella parece querer derramar gasolina en mi cabello.

Armand me observa atónito, creo que no da crédito a lo que está pasando. Su vista se fija en mi cuerpo y cambia de lujuria a enojo, luego pasa a deseo y de repente esta se enturbia como si guardara mucho rencor hacia mí.

Hay tanta tensión entre nosotros. Sasuke por primera vez desde que le conozco parece demasiado interesado en lo que ocurre con Armand y conmigo.

—¿Por qué te fuiste? Te ví con ese italiano en una foto, ¿Es por él que me dejaste? ¿Te gusta ese tipo, Lynd? ¿Es a él a quién amas? —a Armand parece no importarle la presencia de su novia. Y yo la verdad es que ya me harté de tanto drama. No entiendo de qué demonios habla ¿Cuál foto? ¿Cuál tipo? ¿Se refiere a Dante?

—Lamento tener que retirarme señor Koch, gracias por el viaje, mi marido y yo estamos inmensamente agradecidos. —expreso, saliendo de la casa a tambor batiente y sintiendo que me acaban de arrancar el corazón.

Una vez más me fallaste Armand, y esta vez no estoy dispuesta a perdonarlo.

Mientras yo estaba pasando las de Caín para escapar hasta de Cocodrilos, él estaba aquí divirtiéndose con su noviecita.

Felicidades, Koch, lo volviste a hacer. Ni siquiera esperaste cinco días, ni te preocupaste por buscarme. Benedict me dijo que había dejado a Armand fuera de mi rescate porque él es demasiado impulsivo, y no quería arriesgar la operación. Sin embargo jamás mencionó que Armand estuviese interesado en buscarme.

Fui una tonta al pensar que él iría tras de mí, pensando que me amaba.

¿Dónde guardaré todo este amor que a pesar de todo siento por él?

Armand sólo se preocupa por tener con quien follar, lo demás no le importa en lo absoluto.

No me quedaré aquí a seguir sufriendo, pude con esto una vez y volveré a hacerlo.

Aunque lo extrañe con locura, este amor sólo fue extraordinario de mi parte.

No vale la pena perseguir una estrella fugaz, si su brillo no es para ti.

Una vez más lo entregué todo él y perdí. Siempre sale victorioso cuando de mi amor se trata.

Otra vez le sumas sufrimiento a mi vida, Koch, pero no dejaré que eso se prolongue.

Resurgiré una vez más, y esta vez mi vuelo, será tan inalcanzable que ni siquiera Apolo podrá tocarlo.

Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.

Instagram: Dariagne.

Tik tok: Lectorasdedari

Grupo de Facebook: Lectoras de Dari

Próximo capítulo: Lunes.

¿Qué piensas que haya ocurrido?

El próximo capítulo no los narra Armand, ay este señor Koch no pega una.

La chica que salió es Arian su ex, a la chica la dieron de alta del sanatorio y bueno, en el próximo capítulo se nos vienen las explicaciones.

Me dio tristeza matar a Akane, pero bueno, era necesario para el interés amoroso de mi Alessia.

¿Qué le habrá hecho Adriano a Alessia cuando se encontraron? ajajajajja



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro