Capítulo 11
Narra Armand
—Nada de lo que dices tiene sentido para mí. ¿Richard? ¿Un mafioso?
Benedict sigue con la cabeza gacha apuntando hacia la baldosa blanca que cubre el piso. Yo permanezco con la vista paralizada observándolo, no hay movimientos resaltables de su parte. Tiene los brazos torcidos, la espalda recta cayendo en la misma posición. Él no expone signos de alteración o desasosiego. Se muestra tan calmado, como si todo esto fuera para él una tranquila velada tomando el té.
Barro a algunos guardaespaldas con la mirada. Cinco de ellos lucen nerviosos, las carcazas negras de sus armas tiemblas. Y me atrevería a aseverar que saldrán corriendo en la primera oportunidad que tengan.
Apuntarle a un jefe de la mafia rusa con un arma, es como decirle a la muerte que venga por ti lo antes posible y los del equipo de seguridad lo saben. Imagino que algunos se preguntan si realmente vale la pena lo que están haciendo.
—Este mundo está hecho de grandes actores interpretando grandes falsedades. No lo olvides. —Benedict suena ultra calmado, como si para él no tuviese importancia que varias pistolas amenacen con herir su cuerpo.
—¿Dónde obtuviste toda esta información y por qué debería creerte?
—Mi trabajo es conocer al enemigo saber: qué les afecta, qué les gusta, cuáles son sus grandes debilidades, qué les hace perder la cabeza; qué les motiva. Qué modela sus insignificantes existencias. Los conozco tanto que hasta podría ser su amigo. —Benedict emite una carcajada sin humor. —Richard es probablemente mi tipo de enemigo menos favorito, es tan fácil de aplastar que sería humillante para mí ponerle una mano encima. Son como cucarachas, aunque mates una, siempre siguen y seguirán apareciendo.
—Supongamos que tienes razón y que Richard forma parte de la mafia rusa, ¿Por qué me llevó con su familia a Australia? Si no hubiese sido por su ayuda tus matones me habrían liquidado.
—¿Matones? Son asesinos profesionales, no sicarios de barrio que hacen lo que sea por un par de monedas. De hecho, si los comparas con los mediocres que tienes por guardaespaldas pues tu gente da mucho qué pensar. Son unos incapaces.—puntualiza, encantado de humillarles una vez más.
Me hace ruido la forma tan campante en la que dice todo, como si en verdad existiera una diferencia a resaltar entre un asesino bien pagado y otro que no lo es. Se ganan la vida de forma despreciable. Fin del comunicado.
—No me pidas que le tenga respeto a personas que se ganan la vida arrebatándoselas a otros.
—En fin, no vine aquí a discutir sobre quien tiene la razón y quien no. Tú decides si creerme y dejar a Lynd con él, o hacerle honor al apellido que llevas y alejarla de un imbécil como Richard, o debería decir Stefan.
—¿Stefan?Él agita la cabeza, su cuerpo sigue en una postura desfavorable, más cercana al infierno que al cielo.
—Ese es el verdadero nombre de Richard. Él es el primo de Dante, el capo italiano que siempre intenta fastidiarme — No doy crédito a lo que voz detalla, mientras pestañeo, apretando los ojos y la boca en una línea corrompida por la incomprensión. ¿Richard es el primo del jefe de la mafia italiana?Pero qué carajos está pasando aquí.
—Deberías aprender a ser menos confiado, si mi gente no hubiera intervenido te habrían matado. —acota severo. —Richard te llevó a Australia, porque su intención era alejarte de nosotros para poder matarte en paz, sin que le impidiéramos llevar a cabo las órdenes que tenía. Tuve que perseguirte y hacerte creer que te habíamos hallado y que estabas a nada de morir, para que te alejaras de esa gente. Siempre pensaste que les habías salvado al abandonar la casa de tu supuesto amigo, pero la verdad es que sobreviviste precisamente porque saliste de esa casa. —sentencia con un matiz vocal que no da derecho a réplica.
—A ver si entiendo tu lógica sin sentido, ¿Ordenaste que me mataran para salvarme de otros que también querían matarme? Nombre, gracias, eh. Nunca nadie había querido salvarme la vida tratando de matarme. Suena muy inteligente, gracias de nuevo; esta vez por finalmente revelarme tu gran plan maestro.
Intento relajar mi ceño, dejando que las cejas caigan en una línea inclinada hacia abajo, debo calmarme o no lograré descifrar si hay algo de razón o coherencia en lo que dice.
—Infundir miedo es la vía más rápida para obtener lo que se quiere. No era tan difícil retractarte, recuerda que el día que rechazaste tomar el liderazgo, te dije que tenías un mes para retractarte; mientras tanto la orden de matarte seguiría en pie. Te hubieras evitado tantos líos si me hubieras hecho caso. —recalca, su voz suena pastosa, harta de la situación que nos aqueja. Yo lo sigo con la vista, vigilándolo. Nunca podría confiar del todo en él, aunque le hayan cortado los brazos y piernas. Benedict siempre se las arreglará para que caigas en su tretas. Papá solía decir que mi tío posee la inteligencia capaz de cambiar al mundo. Aunque no estoy seguro de que ese cambio sería beneficioso.
—No quiero estar dentro de tu organización ahora, tampoco lo quise en ese entonces. No tiene sentido hablar de algo que ninguno de los dos puede cambiar.
— ¿Jamás se te ocurrió que pude haberte matado después del funeral de tus padres, el día que fuiste a verme? Te tuve frente a mí, lucías patético y destrozado. Tenías la fortaleza de una pluma, habría sido más difícil quitarle la vida a un colibrí que a ti. Sin embargo no lo hice, te dejé ir. Dejé que evaluaras la situación. ¿Crees que me apetecía ordenar tu muerte? Eras el único miembro de mi familia que seguía con vida. —Benedict agita la cabeza, y arrastra uno de sus puños contra el suelo tallado, y tan brillante; que podría ser confundido con un espejo. Es un espectáculo agradable ver al veterano de la mafia dejando entrever al fin una gran frustración.
Trago duro, siempre pensé que Benedict quería asesinarme dándome caza, que para él era más divertido de esa forma; pero él dice que jamás fue así. Que sólo quería que yo recapacitara y aceptara entrar a la mafia. Ya no sé ni qué pensar de todo esto. Me resulta raro, quién querría darle el poder a su sobrino cuando puede seguirlo teniendo consigo.
¿Por qué él querría que yo liderara la mafia, si ello implicaba perder su posición?
—En ese momento yo no podía pensar bien. —me defiendo—Había perdido a mis padres, estaban a punto de matarme. La imagen que se tiene de la mafia siempre es la misma. Son sanguinarios, inmorales y solucionan las traiciones familiares con muerte. No hay mucho en qué pensar. Yo nunca pensé realmente que estuvieses dispuesto a darme una oportunidad para vivir.
Él deja escapar un corriente de aire que termina convirtiéndose en un suspiro exhausto. Detallando lo incómodo que le resulta mi incredulidad ante su oratoria.
—Cuando tu padre asumió el liderazgo, siguiendo los dictámenes que dejó tu abuelo, y fue nombrado jefe; siempre nos dejó claro que proteger a la familia estaba por encima de cualquier código preestablecido. Era tan parecido a mamá en eso—La voz de Benedict suena extrañamente calmada, como si el hecho de recordar a papá fuese una razón fuerte para mostrarse menos fastidiado. —Él nos hizo prometer a todos que si un día algún miembro de nuestra familia nos traicionaba, o desobedecía les daríamos la oportunidad de redimirse aunque todo estuviera en contra.
—¿En serio dijo eso? —expreso, sobresaltado.
—Tu padre no era un mal hombre, Armand. Sólo hizo lo que tenía que hacer para mantener a su familia con vida. Me sorprende que dudes de que lo fuera. Él los amaba demasiado a tu madre y a ti. Por eso te ocultó todo lo del negocio, quería que vivieras tu juventud con tranquilidad.
A veces siento que jamás conocí bien a ese hombre que decía ser mi padre.
—¿Por qué entonces me dejó a cargo de todo? ¿Por qué no te lo dejó a ti?
—De hecho así fue. Mi hermano quería que tú quedaras fuera de todo, pero el consejo de familias influyentes en la mafia se negó. Dijeron que el liderazgo siempre debía pasar de padre a hijo. Que la tradición no podía ser violada. —revela, con otro suspiro más amargo que el anterior.
La mafia rusa a veces tiene movidas raras, nadie en su sano juicio y en pleno uso de su inteligencia preferiría colocar en el liderazgo a un inexperto. A menos que quisieran tener un títere manejable al mando. Alguien que hiciera todo lo que le aconsejaran, por desconocer todo sobre el nuevo mundo en el que transitaría.
Eso tiene demasiado sentido.
Pero, ¿realmente eran esas sus intenciones?
—Eso es absurdo. —arremeto—¿Y si un líder muere joven, y su hijo mayor es un niño? ¿Pondrás a un infante a dirigir todo? ¿Les enseñarás a disparar antes que a escribir?
—En ese caso tendrá un tutor a cargo que conozca del negocio.
—¿Entonces, cómo es que ahora eres el líder? —pregunto. Benedict se queda callado, tal vez ordenando bien todo lo que va a decir para que yo no reaccione mal.
—Te negaste a asumir todo, los miembros de la organización te consideraron un traidor. El liderazgo de la mafia le corresponde por sangre a los Koch, para poder quitárnoslo tienen que matarlos a todos, tú estabas, por decirlo de una manera fuera de la contienda, el otro Koch en la familia era yo. En el negocio soy respetado, era el segundo al mando después de Grigori, tu padre, si tú no estabas quedaba yo. Sin embargo debía castigarte de alguna manera, los ancianos no estaban de acuerdo con las directrices de tu padre; ellos no toleraban las segundas oportunidades. Acogieron con agrado que yo fuese el nuevo dirigente de este imperio, y como ordené que te mataran ellos asumieron que yo era como tu abuelo, inclemente y frío. Tenía que perpetuarnos en el poder. La única forma de salir de este tipo de negocios es descansando para siempre en un ataúd.
—Pero, sigo con vida. ¿Cómo es posible que ellos me perdonaran la vida? ¿Y por qué tienes que obedecer a un consejo si se supone que eres el líder? Creí que tu palabra era para ellos más poderosa que la de Dios.
—Y lo es, pero un desacuerdo entre las familias de la mafia genera guerras y conflictos innecesarios que fragmentan nuestro poder. Por eso suelo tener muy presente su opinión. No quiero que los nuestros se enfrenten entre ellos, eso nos debilitaría y sería ponerle todo fácil a los italianos.
—Es irónico que eviten la guerra, cuando es su único medio para obtener lo que quieren.
Benedict se acoge al mutismo durante unos segundos que se extienden hasta convertirse en un gran periodo de tiempo. Sus respuestas rápidas y automáticas no han aparecido. ¿Se ha quedado sin argumentos? No parece algo común en él.
—Bueno, es evidente que nunca estarás contento con nosotros, y como respuesta a tu pregunta sobre cómo es que aún sigues con vida pues te diré que me encargué de eliminar a todos aquellos que presionaban para que te mataran—expresa, sosegado, circunspecto. Benedict habla de linchar con la naturalidad de un cocinero describiendo cómo preparó un nuevo platillo. —Pero, eso no significa que estés a salvo de todo. Siempre habrá gente que fingirá estar de mi lado, pero en cualquier momento aprovecharán la oportunidad para intentar matarte y quitarnos todo. Debiste quedarte, dar pelea, no huir. Nos habríamos evitado demasiadas cosas absurdas si hubieras sido más valiente.
Es muy fácil decirlo, cuando no eres tú el blanco principal del caos. Cuando cualquier lugar en el que respires puede llegar a ser peligroso. Expresarse sobre la valentía desde un trono, no es lo mismo que hacerlo escondido en una cueva. Sin alimento, sin sueños tranquilos; arropado por el silencio y torturado por las constantes amenazas. Cualquier ruido es perjudicial cuando sólo te tienes a ti mismo y te toca luchar contra la crueldad de la noche.
—Tu gente me estaba dando caza, qué querías que hiciera, ¿Que los retara a un concurso de baile y si me ganaban los dejaba matarme?... por supuesto, debía ofrecerles mi cabeza como premio. Quién podría resistirse a eso. O tal vez les hubiera escrito una carta que dijera lo siguiente: "Apreciados amigos de la mafia rusa, ¿podrían por favor dejar de intentar matarme?. Estaría muy agradecido de que fuese así. Gracias por las atenciones, los adoro, soy fan de su persistencia. Con amor, Armand". Y coloco corazoncitos en la esquina de la carta y una caja de bombones de chocolate como regalo extra. Sí, así tal vez hubiera salvado mi vida. Por qué no lo pensé antes, la solución estuvo todo el tiempo frente a mis ojos.—divago con sarcasmo, colocando un par de dedos sobre la base ancha de mi barbilla—Porque no sé si recuerdas que le pusiste un precio a mi cabeza, por según tú; no ser digno del apellido Koch. Sólo a un idiota se le podría ocurrir que yo me iba a quedar en Manchester a dejarlos que me mataran, y que les habría contactado con mensajitos de amor, arcoíris, flores y paz.
Benedict zangolotea la cara, sombras reflejadas en la baldosa se mueven al unísono. Luce como un hombre tratando de combatir contra todos sus pecados. Aunque la oscuridad se muestre reticente a abandonarlo.
—Si hubieras hecho lo que tenías que hacer yo no habría tenido que ordenarle a nadie que te dieran caza. Era más fácil asumir el liderazgo de la Bratvá, que sumergirte a ti mismo en una aventura tan riesgosa. Tendrías que haberme contactado, diciendo que estabas arrepentido y que querías entrar al negocio. Yo lo habría entendido, somos familia. Mi deseo es que estemos unidos.
Él no puede estar hablando en serio. Me dan ganas de ordenar que le fundan la cabeza a tiros. Me tuve que esconder demasiado tiempo por su culpa, y ahora resulta que todo era un supuesto plan para reconciliar a nuestra familia. Cree que me voy a comer semejante cuento de que con una disculpa todo se habría arreglado.
—Son puras patrañas de tu parte. No te creo absolutamente nada. Si de verdad hubieses estado interesado en que fuésemos una familia con todas las de la ley, habrías respetado mi decisión de no unirme a tu organización criminal.
Él suelta un suspiro punzante.
—Entiende que tengo una posición que defender, nosotros fuimos criados como hombres de honor, no podemos permitir que uno de los nuestros se revele contra la organización. El puesto de líder de la mafia es tuyo por sangre, nos deshonraste a todos al rechazarlo. Entonces yo debía hacer algo, aunque mis intenciones reales fueran otras. Habría lucido como un títere cursi si te hubiera dejado el camino libre para que te fueras. —acota. Cada vez me parece que esto tiene menos sentido.
Tod es muy loco, Benedict ordenó mi muerte, como una medida de presión para que me retractara y le pidiera a la mafia rusa una nueva oportunidad. Richard forma parte de la mafia italiana y nunca fue mi amigo, para variar él también quería matarme.
¿Hay alguien en esta situación que no quiera matarme?
—Ahora resulta que eres un santo y mereces el nobel de la paz. Habría que erigirte también una estatua de premio al cínico del año, porque mira que venir a decir que fue mi error no contactarte a pesar de que intentabas matarme.
—Estás interpretando todo a tu conveniencia y colocando en mí frases que no he dicho. A mí no me interesa ser un santo, no gano nada con eso. De nada sirven absurdas promesas de vida eterna si estas carecen de credibilidad, es mucho mejor tener un infierno terrenal que moldear a tu antojo.
—Ahora resulta que te crees Dios.
—No, para nada, pero soy lo más cercano a él que conocerás. —sentencia.
—¿A qué has venido, Benedict? Porque no creo que estés aquí en faceta de tío ejemplar.
—Vine a ofrecerte mi ayuda, porque si sigues así no saldrás vivo de esto. Los italianos pueden ser poco ortodoxos, pero tarde o temprano lograrán su cometido. Y te asesinarán. —El levanta la cabeza y me mira fijamente. Sus ojos grisáceos, un tono más oscuro que los míos denotan sinceridad, por mucho que me cueste creerlo. —Necesitas mi ayuda, tu gente no tiene el entrenamiento adecuado para enfrentarse a la mafia, tienes todo el dinero del mundo pero si no lo empleas como es debido de nada servirá.
—No quiero tu ayuda, me las arreglaré para conseguir mejores trabajadores. —rebato de forma seca.
—Cuándo entenderás que no estamos en una serie barata de T.V esto es la vida real, aquí el honor y la dignidad sólo sirven para acelerar tu hora de muerte. Te traje un expediente. Él agita la mano y la introduce dentro de su saco.Los guardaespaldas le apuntan con más vehemencia, uno de ellos deja caer la pistola. Está asustadísimo a pesar de que Benedict es uno solo y ellos son diez. De verdad necesito un mejor equipo de seguridad. Estos tipos parecen estar a punto de mearse en los pantalones.
Él me pasa una carpeta, los de seguridad la revisan con las manos agitadas.
—Está limpia—dice Sasuke, justo antes de entregármela.
—Es un expediente sobre Richard, tienes toda la información que necesitas saber sobre él, con las pruebas que necesitas. Hay fotografías, registros de aeropuerto con los lugares a los que ha viajado, datos sobre sus negocios y sitios que suele frecuentar, hay información de primera mano.
No tiene sentido que Benedict se haya ocupado de realizar toda esta investigación por mí.
—¿Por qué me entregas todo esto? —le cuestiono. En verdad no entiendo por qué está tratando de facilitarme el camino.
—Porque me gustaría que entendieras que jamás he sido tu enemigo—termina de decir, mientras se pone en pie. Él me regala una especie de sonrisa pacífica. —Llevamos la misma sangre, Armand. No tenemos razón para pelear entre nosotros.
***
Dejé a Benedict irse de la mansión sin ningún rasguño. No sé si dice la verdad o sólo está utilizándome para alguno de sus objetivos, pero no me apetece seguir peleándome con él y su grupo de matones. En estos momentos estoy más pendiente de descubrir todo sobre Richard y de proteger a Lynd.
Nunca hubiera imaginado que el bonachón de Richard fuera un mafioso de la más baja categoría que existe. No cabe duda que las personas siempre tienen una doble máscara. La que le muestran al resto del mundo y la que sólo guardan para sí mismos.
La infidelidad de Lynd ahora me parece nada al lado de todo lo que Richard realmente es. Es una basura con letras mayúsculas y luces de neón enmarcadas en un letrero gigante. Ahora me siento mal por haberme dejado llevar por la rabia y haberla tratado tan mal. Ella sólo fue una víctima más del teatro del idiota con el que se casó. Permití que los celos nos dañaran a ambos. Nos comportamos como dos personas inmaduras que prefirieron petardearse mutuamente en lugar de hablar como criaturas racionales. Debimos aclarar las cosas después de pasar la noche juntos, si ella no hubiese huido. Si me hubiera dejado explicarle todo tal vez en estos momentos estaríamos libres, juntos y peleando contra lo que sea que el destino planeara en contra nuestra.
Le prometí que nunca dejaría de cuidarla y eso haré. Aunque ella reniegue y juzgue mis acciones como malas.
¿Es posible que ella jamás supiera que Richard y yo éramos amigos?
¿Richard le ocultó que me conocía?
¿Él realmente no sabía que Lynd había sido mi novia?
¿Fingió no saberlo porque aún intenta matarme?
Hay tantas preguntas en el tablero, tantas piezas sueltas que no encajan en el rompecabezas.
La razón por la que Benedict intentó ayudarme sin pedir nada a cambio todavía deja de ser creíble. ¿De verdad él quería mostrarme que jamás fue mi enemigo? No me lo creo.
¿Y si todas son pruebas falsas sembradas contra Richard?
Sacudo la cabeza, no tiene sentido que él quiera perjudicar a mi supuesto amigo. No ganaría nada. Richard es para él, menos que el cero absoluto. Un insecto fácil de pisotear.
Estoy rebanándome los sesos y no logro encallarme en nada concreto. Es frustrante.
Tengo la cabeza revuelta, al igual que el corazón. No niego que todo esto, despierta una leve esperanza de estar con ella. Soy consciente de que ir por ella es pisar directamente en campo minado, pero estoy dispuesto a correr el riesgo. Le debo una disculpa, pero estoy más que seguro que ella no estará dispuesta a escucharla. Fui muy duro con Lynd, le di a entender que para mí valía menos que una puta.
Si tan sólo hubiera sido más comprensivo. Si al menos le hubiera dado un voto de confianza, las cosas pintarían mejor.
Restriego la mano en mi frente y mejillas. Será tan difícil que me perdone, y aún más que crea todo lo que le diré sobre Richard. Ella no puede, ni debe seguir con él.
Pero ya encontraré una manera de que me escuche. Mi mayor enemigo será su testarudez, y el hecho de que ella actúa como si fuésemos rivales. No entiendo cómo algo tan bonito puede llegar a ser tan fiero.
Por lo pronto, tengo que revisar los datos que Benedict recabó. Me asomó por la ventana, la noche pinta tranquila con vientos fríos agitando las aguas del estanque en el que los cocodrilos descansan. Incluso las bestias feroces disfrutan de momentos de tranquilidad. Me pregunto si alguna vez tendré que enfrentar algo peor que ser devorado por uno de ellos.
***
Me siento a revisar el expediente sobre Richard o debería decir Stefan. Su itinerario de vuelo se reduce a constantes visitas a la isla italiana de Sicilia y a Sídney, Australia.
Su verdadero nombre es Stefan Domenici, y está casado con Gianna Ventoso por la vía religiosa. Este hijo de puta es muy astuto, contrajo matrimonio por el civil con una y por la iglesia con otra, y para no tener problemas de ningún tipo usó su nombre real para una y uno falso para la otra. Pero esto abre una puerta, su nombre real es Stefan Domenici, por lo tanto, el nombre que usó para casarse con Lynd es falso. Su matrimonio no tiene validez
Eureka.
Se me cae la copa de vino cuando descubro que tiene un hijo y que es primo del capo de la mafia italiana.
¿Cómo es que un mafioso de su supuesta altura recibió la orden de matarme?
¿Acaso eso no lo hacen los rangos bajos?
Algo aquí no cuadra.
Cuántas sorpresas más esconde este tipo. Qué bien nos ha engañado a todos.
Veo las fotos de Gianna y de Mateo, pero ellos no me interesan demasiado. Ella se ve ajada y marchita. Está muy delgada y siempre viste ropa enorme, como si quisiera esconder algo.
¿Por qué esta mujer luce como si estuviera muerta en vida?
A juzgar por la fecha que llevan enmarcada en la esquina, es una fotografía reciente.
Reviso estados bancarios, no hay grandes sumas de dinero en ella. No hay transacciones de apariencia turbias. Richard tiene números rojos en casi todas.
¿Cómo hace este tipo para sostenerse?
Tengo fotos de su boda con Gianna, la chica es menuda y simple. A diferencia de su foto anterior, se le ve sonriente a su lado, sosteniendo un ramo de flores azules en sus manos. Tienen al mar al fondo. La foto fue tomada en un día de apariencia cálida. Casi tan cálido, como el hombre pacífico que él siempre aparentó ser.
Me estremezco al pensar en todo el peligro al que Lynd se expone al ser su "esposa". El imbécil fue astuto, la iglesia católica no te exige boda civil y viceversa. Legalmente él no hizo casi nada incorrecto, salvo por el nombre falso. Tiene a dos mujeres para él, y una de ellas es de vital importancia para mí. No dejaré que se salga con la suya.
Me dan ganas de ir y confrontarlo directamente, pero me temo que será peor. Lynd es tan terca que creerá en todo lo que él le diga, y a mí me verá como un obsesivo despechado que planeó todo para desacreditar a la joyita barata con la que está casada.
Tengo que organizar todo muy bien para que me crea, pero necesito que él no esté presente, no darle pie a que improvise una nueva mentira. Ella tiene que ver todo sola, sin que él esté tratando de influenciarla a su favor.
En pocas palabras, necesito que él no esté junto a ella cuando le revele la verdad.
Hago algunas llamadas para coordinar todo. Para ello necesito que ella esté sola, envío algunas personas a vigilar a Richard. Si existe una mínima posibilidad de que él se aleje, debemos aprovecharla.
Se me ocurrió mandarle el expediente de forma anónima, pero no sé si eso será creíble para ella y cabe la posibilidad que Richard lo encuentre y deseche. No podemos exponernos a que él se entere que alguien lo vigilia, sería estúpido ponerlo sobre aviso.
Orquesto un viaje a Portugal, después que mi secretaria me confirme que allí se han ido de luna de miel. Mi gente los vigilará las veinticuatro horas del día, y se mantendrá alerta ante cualquier anomalía.
***
Llevo una semana en Guimarães, Portugal. En lugar es bonito, tiene un aire antiguo inolvidable. El sitio está lleno de concurridas calles adoquinadas hacia la parte central del pueblo. Hay un antiguo e imponente castillo, un palacio medieval de paredes anchas, un monasterio gótico y casas tradicionales con techo de teja, paredes blancas y enormes ventanales. No me pude resistir y eché un paseo por los alrededores. El clima es muy favorecedor en todo momento. Es agradable, manteniendo un equilibrio entre el frescor y la tibieza.
Dentro del macizo casco antiguo hay estrechas callejuelas empedradas, ostentosos ejemplos de arquitectura medieval y plazas deliciosas con cafés al aire libre
Me desvié por unas horas hacia el sur de la ciudad y le eché un vistazo a la montaña de Penha, que tiene rutas panorámicas para un senderismo desafiante y miradores turísticos con panoramas impresionantes frente a ellos. Con árboles cuyas copas tupidas crean alfombras verdes a alturas inverosímiles.
—Señor...—me habla uno de los guardaespaldas cuando ve que me siento en una pequeña placita techada junto a la costa. Portugal me está encantando, según mi madre fuimos a Lisboa cuando yo era pequeño, pero mis recuerdos respecto a eso son prácticamente nulos.
—¿Sí? — pregunto, mientras una de las camareras aparece con una libretita a mi lado. Al verme se acomoda el vestido verde y se desordena el cabello en un intento de parecer sensual. Tiene la piel bronceada y rojiza.
—Me informan que aquel individuo abandonó el país.
Se refiere a Richard. Acordamos no mencionar su nombre en voz alta, no sabemos quiénes están realmente de nuestro lado.
—Bien, preparen todo. Iremos a verla en una hora.
El guardaespaldas asiente, y se retira.
—¿Te sirvo algo, guapo? —dice, mordiéndose el labio. Esta mujer es tan obvia que da pena.
—¿Algún trago característico del país? —respondo. Siempre que visito un nuevo lugar procuro empaparme de todo lo que pueda sobre él, desde su gastronomía hasta los tragos más fuertes que sirvan.
—¿Te gusta lo clásico o lo artesanal?
—Con que tenga buena calidad me basta.
—Bueno, entonces te ofrezco la mejor cerveza que tenemos.
Levanto una ceja y ella lo interpreta como que le estoy coqueteando, pues se pone más roja de lo que ya está.
—¿Cuál sería esa?
—La cerveza Sagres, es de lo mejor que puedes hallar en este país. Es una marca de prestigio en el extranjero. ¿No la conoces?
Niego.
—¿Te la sirvo entonces?
—Sí.
—¿Quieres algo más? —musita, coqueta.
Que las camareras me coqueteen es un evento recurrente en mi vida.
—Así está bien, gracias.
—Las que te adornan. Eu vou te agradar lindo.
Dice que está para complacerme. Esta es la camarera más descarada que me he topado.
Al cabo de un rato corto la mujer aparece, pero se ha quitado el vestido verde y sale en un bikini del mismo tono de su anterior vestimenta. Tiene un buen cuerpo, lo admito. Pero en estos momentos no puedo pensar en algo más que no sea Lynd. Desde que enteré de lo que hizo Richard, he ignorado todo lo demás. Incluida Caroline y sus insistentes invitaciones a salir. Cada día tiene un nuevo prospecto para hacer tríos y me manda fotos provocativas de ella con las chicas.
Estoy a nada de decirle que me deje en paz, que yo estoy loco sí, pero por su amiga.
Me bebo la cerveza, tiene buen sabor, la camarera tenía razón. Dejo el dinero del pago en la mesita y algo de propina. La morena se acerca y me extiende una servilleta con su número y dirección de Instagram.
Tomo el papel por amabilidad y se lo entrego a uno de los guardaespaldas. Le digo que la camarera le manda eso. Al tipo se le encienden los ojos al detallar a la mujer. Está encantado. Seguramente se siente más macho que nunca.
Subo al penthouse del hotel en el que me hospedo, me coloco una camisa blanca de hilo y un pantalón del mismo tono. Tomo la carpeta y bajo.
Me estoy quedando en el establecimiento Pousada Mosteiro de Guimaraes que está situado en un convento agustino del siglo XII. Al inicio no me hacía gracia quedarme en un lugar así, pero mi secretaria dice que tiene las mejores recomendaciones de Guimaraes. Y que a pesar de que se puede pensar que es un lugar austero, por tratarse de un ex convento, es todo menos eso.
Tiene un jardín central que conecta casi todas las habitaciones, exceptuando la mía, que al ser el cuarto de lujo está apartado del resto. Me gusta la cantidad de elementos de madera que han usado para tallar las paredes. Todo luce clásico, limpio y bien organizado. Me gusta mucho la arquitectura gótica de este lugar.
Todas las habitaciones están decoradas de forma individual y se encuentran en los antiguos claustros, eso fue lo que me convenció. Que ofrecen algo único a cada huésped que les visita.
—Me informan que la señorita Amberly ya recibió sus libros y que le ha mandado una carta—sonrío. Me pregunto qué habrá escrito esa pequeña mañosa.
—"Querido señor Lucifer. Fue un placer hacer negocios con usted. Los libros son geniales, muchas gracias por enviarlos. Me puse a leer y no he podido detenerme. Espero que para Navidad sí me compres la saga de Cincuenta Sombras de Grey. Atentamente, Amberly. P.D: ¿Podremos seguir haciendo negocios? Me agradas" —Escribió la niña en una caligrafía clara y bien cuidada. Eso me da a entender que es aplicada y que su madre es sólo una loca histérica controladora.
Mi humor mejora después de leer la carta de la niña, me he sentido ansioso toda esta semana. Estaba por pensar que este viaje a Portugal había sido una pérdida de tiempo y que no tendría oportunidad de hablar con Lynd. Pero no, al fin hablaremos.
Me subo a una de las camionetas. El hotel en el que Lynd se está quedando es prácticamente una pensión, está demasiado apartada. Cerca del bosque, muy lejos de la costa.
—Señor, me informan que el sujeto partió rumbo a Sicilia—interviene Sasuke. Él va en el puesto de copiloto.
—¿Enviaste a alguien a vigilarlo?
—Por supuesto, señor.
—Perfecto.
Llegamos a la pensión Coisa bonita. Son como diez cuartos pequeños pegados unos al otro. Se ven pequeños y necesitan una nueva pasada de pintura, al menos en el exterior. Se ve como un hostal de la peor calidad.
Sasuke se encarga de la recepcionista, ella es desatenta y apenas le presta atención. Tras un corto rato, y un soborno; la mujer nos indica cuál es la habitación de Lynd.
Tocamos a la puerta, ella sale al instante. Lleva una bata de encaje blanco pegada a su curvilíneo cuerpo. Y un baby doll de seda en el interior, igual de ceñido. Luce como lo que es, una diosa hermosa y apetecible. Una delicia para la vista. Un ligero tono bronceado abraza a su piel cremosa. Tiene el pelo rubio suelto, cayendo en ondas salvajes e hipnotizantes.
Se me pone dura al instante.
La deseo.
Necesito hacerla mía.
Cuanto antes.
Mis guardaespaldas abren la boca y se quedan contemplándola sin importarles que esté junto a ellos.
—A ustedes qué se les perdió, retírense antes que me ponga a despedir gente. —acoto, fastidiado de que se hayan atrevido a mirarla con lujuria. Mi polla creciendo conforme la observo. Lynd Marie es preciosa.
Me enoja que otros la miren, que otros intenten obtener una pizca de su belleza luminosa. La quiero sólo para mí, aquí, ahora y siempre.
Los guardaespaldas agachan la cabeza y se mueven desganados hacia el exterior. Creo que les molesta más la idea de dejar de ver a Lynd que ser despedidos.
Lynd arquea las cejas en una curva tensa, insatisfecha. Me encanta verla enfurruñada. Pero no deja de escanearme, pasea la vista por mis hombros una vez, luego otra y otra más. Sus ojos celestes, de un tono único y celestial, se encienden conforme transcurren los segundos observándome. Se queda un rato pendiente a mi rostro, entreabriendo la boca. Su enojo disipándose, siendo aniquilado por lo mucho que le gusto. Por lo bien que nos compenetramos.
—¿Qué haces aquí?
—¿Así saludas al hombre de tu vida? —Ella aprieta el labio inferior. Quiero morder ese labio más que nunca. No puedo dejar de pensar en la poca tela que la cubre y en lo accesible que sería saborear su cuerpo en este momento.
—Tú no eres el hombre de mi vida. —rebate con su lengua viperina. Tiene el piloto automático activado en modo agresivo.
—Repítelo hasta que te lo creas, luego graba una canción diciéndolo hasta que te aburras de ello y admitas que eso no es lo que sientes hacia mí.
—Vete, estás luciendo como un obsesionado.
—Al menos yo no me casé con una mentira.
Lynd decolora sus ojos, poniéndolos en blanco.
—Armand, por favor, vete. No puedes estar haciendo esto. —Ella hace amago de cerrar la puerta, pero lo evito, interponiendo un brazo entre el marco de madera y la puerta, apoyándome en la cerradura o más bien bloqueándola. Nuestros ojos chocando, nuestros cuerpos más cercanos que antes. El calor surgiendo, los pecados tocando a nuestra puerta. La restrinjo con mi fuerza, aunque desearía restringirla de otras formas. Tal vez con mi pene dentro de ella. —Estoy casada, entiéndelo. Nunca más estaremos en la misma liga. —Lynd se queda callada, mirando fijamente hacia mi rostro, su vista se clava en mi boca. Es como si lamentara haber dicho eso, o como si le doliera tener que convencerse de que en verdad es así.
—Toma—musito extendiendo la carpeta sobre su maridito frente a ella. Lynd barre mi cara con ojos de incomprensión.—Si después de leer esto, decides echarme. Te juro que me iré. Un zancudo me pica la mano, le doy un manotazo. Dios, estar aquí es como vivir en la jungla.
—¿Qué es esto? —pregunta, acercando su rostro al mío. Estoy a escasos milímetros de su cara. Me muero por besarla.
Ella me mira, su boca se abre. No le presta atención a la carpeta, tiene la vista fija en mí. Detallándome. Cuento sus parpadeos, grabo la carnosidad de sus labios en mi mente. Respiro, y veo como si su pecho crece y baja acelerado. Está nerviosa. ¿Eso es lo que causo en ti, Laksmi? ¿Descontrol y deseo?
Ay, Dios. Al carajo las explicaciones sobre Richard.
De forma instintiva, la agarro y la empujo contra el interior del cuarto. Ella no se opone. Cierro la puerta con la mano. El portazo resuena. Le sujeto las dos manos y coloco sus brazos alrededor de mi espalda, la levanto , y, cuando la tengo inmovilizada, la agarro del pelo mientras mis labios buscan los suyos con ferocidad. La deposito contra la cama, desabrocho el camisón que la cubre y la admiro. Cada vez que la miro, siento que su belleza es más abrumadora. Ella es mi diosa perversa. La mujer que me niego a dejar ir.
Lynd gime sobre mi boca, el deseo borboteando a través de su perspicacia erótica. Pruebo sus labios, saben a menta y fresa. Estar con ella me lleva a días tranquilos, libres de preocupaciones. De salidas al cine y tardes abrazado a su cuerpo.
Estar con ella me lleva a épocas de plenitud y felicidad. A días que nunca debieron terminar.
Dios, cuánto la deseo. Le cojo la barbilla, le meto la lengua y noto que la suya me sigue el juego. Explorando, sopesando, librándose de culpas. Siendo mía.
Como siempre debió ser.
—Te extrañé tanto, preciosa. —digo depositando besos en su cuello, en sus labios, en sus mejillas en su maravillosa cara de ángel.
—Y yo a ti—confiesa, empujándome con las manos a su boca. —Béseme señor Koch, en verdad lo necesito. —No sé qué la tiene así, pero estoy dispuesto a darle lo que sea que me pida.
Todo pinta tan bien, que parece mentira.
—Te amo, Lynd.
—Desearía no sentir lo mismo. —responde. Sus ojos enturbiados con las lágrimas. —No deberíamos estar haciendo esto—gimotea. —Por favor vete, no quiero seguirme sintiendo así. Como la peor de las mujeres.
Está sufriendo y eso me golpea en la misma medida.
—No lo eres—sentencio dictatorial. —Me levanto, abro la puerta y recojo la carpeta desperdigada sobre el piso. —Y este documento te lo demostrará.
—¿Qué es? —pregunta, sentándose de golpe. Sus enormes y bonitos ojos repasando lo que tengo en las manos.
—La verdad sobre el hombre con el que crees que te casaste. —acoto, mientras le paso el grupo de hojas y fotos.
Espero realmente que ella crea en lo que le digo. Sus palabras de hace unos minutos confirman que me ama y me aferraré a eso como un atleta a una antorcha olímpica.
Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.
Instagram: Dariagne.
Tik tok: Lectorasdedari
Grupo de Facebook: Lectoras de Dari
El próximo capítulo también lo narrará Armand. Perdón si este capítulo se sintió pesado, pero, es necesario para que se conozca más al personaje de Armand y todas las cosas que le rodean.
Soy bastante fan de describir edificios y estructuras, como Ingeniera Civil que soy, digamos que es mi fuerte JAJAJAJAJ Perdón si a veces las abrumo con eso :c
El capítulo que viene va a estar jugoso 7u7.
¿Quién quiere otro capítulo narrado por Richard? No? Nadie?
Richard les manda saludos y abrazos, ¿los quieren?
Gracias a todas las nuevas lectoras que se han estado uniendo a la historia, y a todas las que siguen leyendo la novela.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro