Merche

Despierto temprano en la mañana, después de mucho tiempo he podido dormir tranquila. Me levanto de la cama de William, el cual insistió que durmiera allí mientras él utilizaría el sillón. Camino y lo visualizo durmiendo ahí, me acerco y lo muevo para despertarlo.

—Will... Hey, Will.

—¿Qué pasa? —Abre los ojos y se sienta, confundido—. Estaba en mi séptimo sueños. —Sonríe.

—Deja de ser tan perezoso, tienes que llevarme al programa de protección a víctimas, es la hora —le aviso.

Se levanta rápidamente.

—Cierto, cierto —repite dándose cuenta—. ¡Ay, debí haberme puesto el despertador! —Va a la habitación y corre a cambiarse.

Yo agarro el portafolio que está en la mesa, lo abro mirando detenidamente de nuevo, todo en regla para entregárselo al lugar. Lo llené ayer, estaba aburrida y aun no podía dormirme. Recuerdo cuando fui allí cuando escapé de la red la última vez. Estuve un corto tiempo, pero me sirvió de mucho.

Es hora de volver. Suspiro.

Una vez que William termina de vestirse, salimos del departamento y nos vamos a su coche. Mientras maneja él me mira de vez en cuando y se ríe. Aún tengo su ropa, me queda enorme.

El viaje es tranquilo.

Hasta que paramos en un semáforo y mi amigo frunce el ceño.

—¿Qué ocurre? —pregunto al ver su expresión.

—No mires, pero hay un auto negro siguiéndonos.

—Parece que la buena suerte se acaba pronto. —Bufo.

Veo como me señala la guantera y entiendo, ahí está su arma.

—Por las dudas —aclara y asiento.

Cambia de carril, disimuladamente, e intenta girar para otra calle, mientras trata de evitarlos, pero parece que no los perdemos.

Yo agarro el arma.

—Debe haber otro coche esperando en otro lado —le indico.

Presiona el intercomunicador del automóvil.

—Atención, hay un auto con actitud sospechosa, envío las coordenadas —las nombra y del otro lado le contestan rápido—. Exijo refuerzos. Es una alerta —agrega al notar, lo que deduje.

¡Malditas sea! Se agregó uno más.

¿Y ahora qué hacemos?

Detesto ser la víctima. ¡Se supone que soy la que persigue, no la perseguida! Maldito, Clow, voy a hacer que te pudras en la cárcel, cuando regrese a mi verdadero oficio.

El primer auto nos choca, hacemos un movimiento al sentir el impacto.

—Es peligroso —exclamo preocupada por mi bebé y me toco el vientre.

—No te preocupes, saldremos de esta, de algún modo.

~~~

Eiden

Abro los ojos, me duele todo el cuerpo, respiro agitado, miro a un lado y a otro, una habitación lujosa.

Estoy vivo, y mareado.

Me toco el torso, tengo vendas, intento pararme, pero me es imposible, me siento muy mal. Oigo que abren la puerta y cierro los ojos, debo estar alerta. Cualquiera puede ser quién me ayudó, cualquiera hasta un enemigo.

Escucho los pasos acercarse hasta mí, noto como apoya algo en la mesita de luz que vi al costado de la cama y abro los ojos cuando oigo otra vez la puerta.

No lo visualizo, así que me atrevo a hablar.

—¿Quién eres? —pregunto y siento mi voz cansada.

El hombre se gira y sonríe.

—Ya estás despierto, yo soy solo un empleado, pero mi empleador te ha dejado una nota en aquella mesa. —Señala el lugar—. Ahora me iré, resta decirle que mi jefe ha pagado el hotel, cuando se sienta mejor, puede irse usted también. —Termina de abrir la puerta y se retira.

¿Hotel? Claramente, la persona que me ayudó, no quiere ser encontrada.

Hago mi esfuerzo y estiro el brazo para agarrar el papel, entonces leo:

"Eiden Rockefelle, un placer conocerte, he venido para hacerte un favor, pero mis favores se convierten en deudas. Sé dónde está Infierno, la dirección se encuentra detrás de esta nota. Espero que recuerdes esta ayuda y cuando puedas, me lo retribuyas. Atentamente S."

Me sorprendo. ¿El Supremo Señor Letra acaba de comunicarse conmigo? Siento que de algún modo, esto puede cavar mi propia tumba.

Quien no le devuelve los favores a S termina bajo tierra.

Pero... ¿Qué es lo que quiere que haga por él?