19: Sospechas
Merche
Actué sin sentimientos delante de Eiden por culpa de mi misión, no podía volver con él, tengo que terminar este trabajo y ayudar a todas esas mujeres que me necesitan. No puedo ser egoísta y pensar solo en mí. Sin embargo, me siento tan mal, luego de tratarlo de esa manera, que me levanto a buscarlo. La situación se vuelve compleja cuando salgo. Nunca pensé que terminaría robando un arma y apuntándole a Clow para defender a Eiden, menos creí que él se pondría en medio cuando los guardias me quisieron matar.
—¡Eiden! —grito preocupada mientras veo como la sangre sale de su pecho.
Siento como si se me hubiera roto el corazón en mil pedazos. Mi ángel no puede morir, eso no, no debe ser así.
Corro hasta él, pero el guardia vuelve a apuntarme.
—¿Quién les dio permiso de intentar matar a mi gatita? —dice Clow enojado y adolorido, intentando pararse.
—Pero señor Clow...
—¡Cállate y solo quítale el arma!
Terminan sacándome el revólver y veo como se llevan a Eiden, mientras a mí me dejan encerrada en la habitación.
¡Maldita sea!
No puedo acompañarlo, no sé cómo está. ¡No es justo! Y no creo que alguien vaya a decírmelo.
Las horas pasan y pasan. Estoy sentada en está cama, sin saber qué hacer. ¿Y si está grave?, ¿y si le pasó algo?
Noto como se abre la puerta y me pongo alerta. Quien entra, es a quien no esperaba.
—Hola, señorita. —Sonríe Demián. ¿Qué hace él aquí? ¿Qué quiere ahora?—. Me enteré de lo ocurrido.
Frunzo el ceño.
—¿Y?
—Estás perdida, no creo que deberías preocuparte por Eiden, sino por ti. Desde que le disparaste a Clow, tu secreto ya no está a salvo y tus príncipes ya no te pueden salvar. —Sonríe.
¿Habla de mi condición de infiltrada? ¡Maldición, es cierto! Ese movimiento ha sido demasiado obvio. ¿Quién no sospecharía de que soy policía? Y encima con mi buena puntería.
—¿Y qué? ¿Hermes te ha dado el permiso para matarme?
El rubio se ríe.
—Si Hermes se hubiera enterado, ya estarías muerta. No, quien va a asegurarse es el mismísimo Señor R, o sea mi padre. Quiere sacarse la duda, porque para él, eres el juguete de Eiden y por lo tanto, tienes una oportunidad para engañarlo —se burla.
—¿Una oportunidad? —Lo miro, confusa.
—Me ha enviado a buscarte —me aclara—. Hay una reunión muy impórtate entre todas las mafias y estás invitada, pero cuidado, Hermes también va a estar ahí, y sabes que no puedes engañarlo. —Se gira a la puerta, la abre y detrás hay un guardia que le entrega una maleta, vuelve hacia mí, dándomela—. Un vestido celeste, para la dama del príncipe celeste —refiriéndose a Eiden por el color de la pulsera—. Cámbiate y cuando termines el guardia te escoltará hasta el automóvil. —Cierra la puerta, retirándose.
Suspiro, me pongo el vestido que no es provocador como los demás, aunque es pegado al cuerpo y tiene escote. No es muy corto ni tampoco transparente. Parece un normal vestido de fiesta. Después de tanto tiempo, vestir normal es raro y un poco me alegra, sin embargo, debo estar alerta y lo más importante, aprovechar esta oportunidad. Solo espero que mientras está ocurriendo esto, Eiden se encuentre bien.
Salgo de la habitación y el guardia me escolta como dijo Demián. Por primera vez entro a una limusina y sin nadie que me acompañe. Solo el chófer y yo. Al el auto ser aparcado, el conductor le hace una señal a un guardia y soy escoltada de nuevo.
Entro a una reunión que parece de la alta sociedad. No veo ninguna mujer siendo usada, solo gente rica, charlando y divirtiéndose, como si todo fuera normal.
Aunque obviamente sé que son mafiosos.
Giro mi vista y veo como R se me acerca, sonriendo. Me pregunto, ¿cómo se llamará en realidad? Si supiera que significa esa letra, la inicial de... ¿Su nombre?, ¿su apellido? Algo. ¿Un seudónimo?, ¿qué es?
—Nos volvemos a ver. —Parece feliz, pero a mí me causa asco solo con pensar cómo se siente Eiden al mirarlo.
Maldito violador asqueroso.
—Sí —digo en seco.
—Escuché cosas de ti que no debí haber escuchado —informa de manera seria y por primera vez veo en su rostro la oscuridad. No es tan idiota como parece, debo tener cuidado.
Se escucha un tiro y me sorprendo, al principio pensé...
Hermes.
Ya que lo visualicé, pero él no tiene un arma.
Miro al suelo dónde el hombre está muerto. Me doy cuenta que estaba apuntándolo antes de morirse, su arma ha quedado en una posición específica, era obvio que quería matarlo, pero no lo logró. Entonces, no comprendo.
¿Dónde está el asesino?
—Hermes —exclama R—. ¿Qué ha pasado? Calmémonos todos. —Mira a la multitud que guardan sus armas. Cielos, esto es peligroso—. Ya pasó, ¿quién es el salvador? Debo felicitarlo.
—Soy yo.
Una voz femenina se escucha al fondo del pasillo, unos tacos se acercan hasta nosotros, un hermoso vestido negro brilloso y esos ojos...
Me sorprendo.
—Malya —la nombro y trago saliva.
Acaba de matar a un hombre y tiene una sonrisa que jamás había visto en su rostro. Una sonrisa de satisfacción y malicia.
¿Quién es está persona? Ella no puede ser mi hermana. Me niego, tiene que ser una broma, una maldita pesadilla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro