14: Amor
Merche
Subo al auto que Eiden me indica y me mantengo callada bastante tiempo mientras conduce. No lo miro, solo observo al frente. Mi mente está bloqueada, en realidad siempre lo está, pero, ¿no es acaso lo que quería? Siempre estoy pensando que no deseo volver a ser mi otro yo. Esa mujer que siente, tanto física como mentalmente. Lo que sucede es que creo que dentro de mí, había nacido alguna esperanza, esperanza que no buscaba, pero que Clow destruyó.
Fue extraño, ya que no fue agresivo con mi cuerpo. Intentó buscar algo que no le iba a dar. Noté que estaba celoso. Su obsesión conmigo cambió a un nivel más retorcido. Él buscaba lo que yo involuntariamente quería con Eiden y en su intento siento que lo perdí, perdí las emociones otra vez. Miro de costado a Eiden. ¿Las quiero recuperar? Pero si las recupero, no hay vuelta atrás.
Eiden detiene el automóvil de repente.
—¿Qué... ¿Qué pasa? —pregunto confundida.
—Dime algo Merche —exclama angustiado—. Dime qué hacer. —Sus ojos se encuentran con los míos al girar su rostro para mirarme.
—¿Qué hacer de qué? —respondo fría.
Sin emociones, como al principio, cuando recién nos conocíamos. Como le hablo a cualquier hombre e incluso mujer, porque de nuevo no tengo alma. Aunque mi mente desea recuperarla y lleve un descontrol dentro.
—¿Cómo aliviar tu dolor? Me siento responsable, debí haber sido más cauteloso y...
—¿Qué dolor? No hay ningún dolor. —Una punzada pasa por mi pecho, cuando le hablo de esta manera, pero también mi mente quiere culparlo.
"Llegaste tarde", eso le dije, palabras directas, que quieren transmitir culpa, que piden a gritos una acción por su parte, palabras que no debí haber expresado, porque eso no es cierto.
—Si estás enojada conmigo, solo golpéame, grítame, pero dime algo por favor. —Observo esos ojos tristes, aquellos que me hipnotizan. Sin embargo, no hay reacción por mi parte y se crea un silencio incómodo, que él rompe al intentar seguir la conversación—. Estoy desesperado, por favor.
—¿Por qué? No es como si no me hubiera pasado antes, ya lo superé. —Dejo de mirarlo y observo de nuevo al frente—. Arranca, estás mal estacionado —le indico.
Prefiero no tener esta conversación y volver a mis deberes policiales. Cuanto más pronto regrese al prostíbulo, más pronto continuaré mi misión y como este auto no tiene vidrios oscuros, me servirá de mucho ver la dirección.
—¿Por qué, dices? Porque se te nota, porque me preocupa verte en este estado, porque siento que voy a estallar pensando que alguien, no solo Clow, pueda hacerte sufrir, te usen como si fueras mercancía y tú simplemente te resignas. ¿Dónde están tus esperanzas, Merche?
—No las quiero, me hacen débil. —Frunzo el ceño—. No te preocupes por mí, no tiene sentido. —Si continúo tratándolo mal, me voy a sentir peor—. ¿Nos podemos ir?
—¿Qué cosa no tiene sentido? —Me agarra el rostro para que lo mire y puedo ver su angustia otra vez.
—Que te preocupes por mí —digo en seco.
—Me preocupo porque... no pude evitar enamorarme de ti. —Noto como sus mejillas se sonrojan y mi corazón se acelera.
Mi mente acaba de dar un giro de 180 grados.
¿Amor? ¿Eiden siente amor por mí?
Amor...
Siento que respiro como si hubiera despertado de un largo sueño y comienzo a sentir una agitación al oír mi corazón tan rápido. Mis ojos se humedecen y las lágrimas escapan sin compasión. Lloro como antes, hace mucho que no lloraba. ¿Por qué lo hago? No debería, no, yo...
—Merche. —Me observa preocupado—. No llores. —Me abraza fuerte y yo continúo sollozando mientras mis manos se agarran fuerte de su remera—. Tranquila. —No puedo parar, me siento extraña y tan confundida.
Afecto... afecto correspondido.
¿Qué es lo que debería hacer ahora? Solo parece que voy a llorar eternamente, no puedo detenerme. Me aferro fuerte a su espalda y no me suelto. ¿Quién eres Eiden? ¿Por qué tú? ¿Qué sucede conmigo?
Levanto mi cabeza y lo miro.
—¿Merche? —Me observa con esos ojos preocupados, que no saben qué hacer para calmarme.
—Eiden... —Noto como mis lágrimas siguen cayendo—. Yo...
—¿Qué pasa? —Pasa su pulgar sobre mi mejilla para secar las gotas, pero es casi imposible, son demasiadas.
—Yo... —Me acerco a su rostro—. Yo... —No puedo, no me sale. ¿Por qué es tan difícil? Quiero decirle que siento lo mismo. Parezco una adolescente intentando confesarse por primera vez—. Es que... —Respiro agitada.
—Lo que quieras decir, puede esperar, si no te sientes preparada para contar algo, no te fuerces —me reconforta—. Siento si fui algo precipitado, pero no podía ocultarlo más.
Continúo mirándolo, fue solo un instante, pero como no podía decirlo con palabras, utilizo mi boca y me tiro a sus labios, lo beso. Me corresponde tan rápido como yo lo ataqué. Mi lengua se une con la suya y un sinfín de sensaciones se apoderan de mi cuerpo. Respiro agitada, mi corazón está acelerado, tengo calor y mis lágrimas han parado, para cambiar el sentimiento de ansiedad por necesidad. Lo necesito, necesito a Eiden.
—Necesito... —intento hablar otra vez, pero aunque no estoy sollozando, me es imposible, los nervios también se encuentran presentes.
—¿Qué? Dime qué hacer —repite el pedido de antes, con la diferencia de que nos hallamos bastante cerca y nuestros pensamientos son muy diferentes a los de ese momento.
—Yo... —Vuelvo a besarlo, no puedo responderle.
Por favor, entiende lo que estoy intentando expresarte.
—Merche... —Me aparta—. Dime.
Cambio de táctica. Paso al asiento del conductor, o sea, me subo sobre él y lo miro directo a los ojos.
—No puedo decírtelo con palabras. —Agarro su rostro y lo vuelvo a besar.
Sé que esto es demasiado atrevido y no estamos en el lugar correcto, pero, ¿qué más hacer? Si no puedo decirlo, mejor hacerlo.
Separa su rostro del mío y me aclara:
—No quiero que pienses que te estoy buscando para algo como esto.
—No lo pienso, sé que no eres así. —Le regalo una sonrisa y lo vuelvo a besar.
—¿Estás segura? —Vuelve a apartarme.
—Quiero decirte lo que siento, pero no me sale —exclamo angustiada y veo como mis palabras lo hacen sacar otro rubor.
Ahora es él quien toma la iniciativa y me besa.
—Merche, te amo. —Continúan los besos sin frenarse.
No deberíamos estar en esta posición en un lugar así, pero no se puede evitar la química que se encuentra entre nosotros, es inevitable no esperar.
Claro, hasta que nuestro sentido común se active.
Miramos para todos lados, me regreso a sentar en el asiento del copiloto y Eiden arranca el auto.
¡Nos acaban de tocar bonina! Cielos, qué vergüenza.
Vergüenza que pensé haber olvidado. Mis emociones han retornado como ráfagas de viento, ahora vuelvo a sentir. Es extraño, pero cierto, y problemático para mi misión, pero ahora no estoy pensando en eso.
Bajamos del auto al llegar, aunque no venimos a donde creí que íbamos a ir al principio. Entramos a un hotel y sigo a Eiden. Hasta parezco tímida mientras camino detrás de él. No paga, saluda al hombre y camina hasta una habitación que parece conocer. Al visualizar el cuarto, se nota que ha estado aquí antes, hay cosas suyas, entonces me doy cuenta.
—¿Vives aquí? —pregunto.
—¿Eh? Sí. —Sonríe avergonzado—. Está algo desordenado.
Me río.
—Entiendo.
Se acerca y me agarra la cintura de manera calmada.
—Me encanta cuando te ves alegre.
No me había dado cuenta, pero es cierto, me siento feliz.
—A mí también. —Sonrío y él me besa.
Continuamos besándonos y caminamos hasta la cama. Mi espalda cae sobre el colchón y él se saca la remera. Me deleito con ese torso que me encanta. Lo toco cuando me abraza y me besa con desenfreno. Mis piernas se agarran de su cintura y mis manos de su cabello, tan suave y perfecto. Comienza a lamer mi cuello, me quita el camisón y frunce el ceño.
—Chupones.
—De Clow, pero tú puedes borrarlos —digo directo.
—¿Y esta gasa? —Mira con preocupación.
—Demián intentó torturarme, pero no pudo.
—Animales. —Me abraza y mi corazón vuelve a acelerarse—. No volveré a dejar que ninguno de ellos vuelva a tocarte, antes los mato.
Me ruborizo ante tal deseo de protección.
—Qué posesivo. —Me río.
Levanta su rostro y me mira directo a los ojos.
—Lo siento, no ha sido apropósito.
—Lo sé. —Sonrío—. Pero... —Levanto mi muñeca, aún tengo su pulsera—. Sigo siendo tuya.
—Esa pulsera tiene un significado turbio, yo te quiero para mí de otra manera. —Baja su mano hasta mi pecho, hasta donde se encuentra mi corazón.
—Entonces está permitido. —Siento mis mejillas arder.
—¿Puedo decir que eres mía? —dice sonrojado también.
—Sí. —Apenas respondo vuelve a besarme y acaricia el pecho que no está cubierto por la gasa. Siento como esa zona erógena, que antes le costaba reaccionar, se activa enseguida y me excita. Toda la piel se me eriza a su tacto—. Eiden...
Continuamos besándonos. Su boca pasa a los chupones de Clow y los convierte en suyos. Me abrazo a su cuerpo mientras siento todas las sensaciones que antes casi no sentía.
—Esto es mío. —Besa mi abdomen y cubre un chupón—. Aquí también. —Muerde cerca de mi ombligo—. Y por aquí. —Lame otro costado, luego se acerca otra vez al rostro—. Toda mía. —Me besa y su mano pasa bajo mi bombacha.
Gimo en su boca, al sentir sus dedos tocar mi clítoris.
—Ah... Eiden... —Mis caderas se mueven y lo vuelvo a besar. Tan atento en todos los sentidos posibles. Sus dedos son tan amables, como la persona que los posee—. ¡Ah! —gimo otra vez.
—¿Te gusta? —pregunta con una mirada llena de deseo.
Mi rostro debe verse completamente excitado. Estoy a su merced, pero me encanta, el Eiden dominante también me encanta.
—Sí. —Lo beso mientras sigo excitada y gimiendo en su boca.
—¿Pasamos a la acción? —pregunta mientras continúa moviendo sus dedos dentro de mí.
—¡Ah! Sí, por favor...
Sus dedos hacen unos giros más allí, profundo, y luego los quita. Veo como todos mis fluidos están en su mano, qué vergüenza. Me cuestiono si voy a continuar sintiéndome así desde ahora o es solo que Eiden puede sacar mi lado más pudoroso.
Se levanta y busca un preservativo en su cajón. Observo cada movimiento que hace mientras me quedo tumbada en la cama. Admito que en estos asuntos no soy muy quieta, pero estoy tan diferente que no puedo entender mis acciones. Eiden se deshace de su pantalón y su bóxer, subiendo desnudo a la cama. Me quita la bombacha y yo respiro agitada. Se pone el condón mientras se posiciona sobre mi entrada.
—Voy a hacerte completamente mía —exclama sonrojado.
—Quiero ser tuya, rápido —digo excitada, agarra mis caderas y se adentra en mí—. ¡Ah! —gimo y siento palpitar mi centro.
—Un poco más —susurra agitado y termina de entrar mientras mis caderas se mueven.
Siento sus embestidas y más me enciendo con cada choque de nuestros sexos, convirtiéndonos solo en uno, nuestros cuerpos se complementan. Lo beso, él me besa, lo acaricio, él me acaricia, estamos sincronizados. Pone sus manos al lado de mi cabeza y empuja, me mira con lujuria al igual que yo a él. Se mueve y bombea, siento las palpitaciones de mi intimidad.
—¡Ah! —gimo por el placer y me agarro de su cuello, mi cabeza se enarca por la excitación, dejando de mirarlo.
—Merche... —Siguen sus arremetidas, pero me llama, vuelvo a observarlo—. Te amo. —Me besa, demostrándome sus sentimientos y sus embestidas siguen con el ritmo normal.
Lo que dice me emociona y me siento preparada para responderle.
—Yo también... yo también te amo, Eiden. —Respiro agitada. Su rubor aumenta y no solo por la excitación, pero eso no es solo lo que aumenta. El ritmo de sus embestidas también lo hace—. ¡Ah! —vuelvo a gemir y siento el orgasmo, está palpitando.
¡Uf! Estoy en las estrellas, floto. Llego al clímax y parece que Eiden también.
—Un poco más... —Lo retiene y embiste hasta que llega, se corre—. ¡Ah! —grita excitado y se desploma sobre mí—. ¡Uf! Estoy exhausto.
Me río.
—Eres un pervertido —me burlo.
—¿Tú lo crees? —Me besa—. ¿Quién es la mala que se me confiesa antes de terminar? —Me vuelve a besar—. ¿Esperabas que no me emocionara? —Me mira sonrojado.
—No sé... —Me ruborizo—. Solo sentí que debía decirlo.
Me besa.
—Me alegra entonces. —Sonríe.
Separa su órgano viril fuera de mi entrada y levanta la manta para luego abrazarme, yo hago lo mismo.
Estoy confundida. ¿Qué es lo que pasará de ahora en adelante?
Mi misión, mi relación con Eiden, las demás personas. ¿Cómo me comportaré? Me intriga tanto que me asusta. Me aferro a Eiden y cierro los ojos. Quisiera que el tiempo se detuviera, justo aquí, ahora. Ojalá se pudiera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro