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12: Pesadilla

Cuando me secuestraron, el mundo se volvió oscuro para mí, era considerada un objeto, una mercancía. Todo empeoró cuando lo conocí a él, el hombre de mis pesadillas. Hablo en serio cuando digo que atormentaba mis sueños, porque cuando escapé, no podía olvidar lo que sufrí, estaba sumida en la oscuridad de mi mente. No sabía diferenciar a los hombres de los degenerados, para mí todos eran iguales.

Para continuar mi vida, mi mente creó una barrera, un muro y dejé de sentir. Gracias a eso, me levanté fuerte y entendí que no todo el género masculino es así. Aunque aprendí a distinguir a los hombres de los monstruos, ya no sentía nada.

Cuando bloqueé mis emociones, también bloqueé las felices. Mi parte psicológica quedó así por las secuelas. ¿Y mi parte física? Pues... hay algo que se llama anorgasmia, se trata de una incapacidad para llegar al orgasmo, los estímulos no funcionan en mi cuerpo. No es permanente, ya que también viene de una función de mi cerebro que lo bloquea. He tratado con especialistas esta situación, pero no ha habido muchos resultados, hasta que llegó mi desconocido y con él los desbloqueos de mis sensaciones. Tanto físicas como psicológicas, y eso es malo. ¿Por qué? Porque terminar en la casa de mi pesadilla, o sea Clow, no es nada, pero para nada bueno. No planeo dejarme llevar por mis miedos y menos que destruyan el muro que tanto me costó crear. Soy fría y no me voy a dejar pisotear, nunca más.

Retrocedo mientras Clow se acerca a mí. Tengo que mantenerme firme, no tengo que estar asustada. Voy a salir de esta, tengo que salir de esta.

—No te acerques más —exijo mientras él sigue sonriendo.

—Tranquila, Gatita, no te haré daño. ¿Tienes miedo? —No, no debo tenerlo, pero es casi inevitable.

—N... no. —La verdad no quiero admitirlo.

Antes lo enfrenté en un lugar donde sabía que Eiden volvería, aquí es su casa, su territorio. Lo peor, el cuchillo que tenía en el zapato, no sé dónde ha quedado.

—Entonces ven aquí. —Mueve su dedo índice, indicándome para que me acerque, pero es obvio que no lo voy a hacer.

—No —exclamo en tono dominante.

—¿Quieres que te obligue a venir? —Aún continúa con su sonrisa.

Frunzo el ceño.

—Si estás esperando que llore y ruegue, no lo voy a hacer.

Clow se ríe.

—Debo admitirlo, esta nueva tú, me encanta. —Camina hasta mí y yo sigo retrocediendo, hasta que la maldita pared se cruza en mi camino. Entonces mi cuerpo queda aprisionado entre él y el concreto—. No sabes cuánto ansié este momento. —Agarra con sus dos manos mi rostro y me obliga a besarlo, pero cuando intenta meter su lengua, lo muerdo. Sin embargo, él sonríe y lame la sangre que hay en su boca—. Me excita tanto la minina agresiva. —Intenta besarme de nuevo y yo le muevo la cara—. ¿Qué pasa? ¿Dónde quedó la chica sin emociones que me encontré en la habitación de mi hermano? ¿Estabas fingiendo?

—No, estoy un poco... confundida —explico, pero más para mí misma que otra cosa.

Tiene razón, la vez que intentó usar mi cuerpo en esa habitación, yo no reaccioné y eso es porque todavía no me había acostado con Eiden, ni sabía que sentía algo por él. Es por esto que no quería caer en el enamoramiento, no deseo volver a ser la de antes, ni siquiera un poco.

—¿Confundida? Qué divertido. Más te conozco, más me gusta cada una de tus facetas. —Me acaricia el cabello—. ¿Por qué eres tan perfecta?

—Y tú estás loco —lo agredo, pero él sigue alegre.

—Loco por ti. —Me abraza y siento su erección bajo su pantalón, que empuja contra la tela de mi camisón. ¡¿Por qué esta no es una de mis pesadillas?! No respondo y se nota mi respiración agitada—. Tranquila. —Vuelve a mirarme—. Aún no es momento de lo que estás pensando. —Me agarra de la cintura y me hace caminar—. Ven, vamos a desayunar.

—No tengo hambre, gracias —digo en tono arisco.

Clow se ríe y me lleva hasta el comedor, me hace sentar en su regazo. Luego me ofrece medialunas, galletas, café y hasta jugo, un montón de cosas en la mesa, las cuales no acepto. Acaricia mi pierna, mientras espera que cambie de opinión.

—Vamos, come —pide de nuevo.

—No quiero.

—No has comido nada desde ayer, debes comer. —Mordisquea una masita y luego la apoya de nuevo en la mesa—. Mm, está delicioso. —Lame mi espalda y me sobresalto.

—Asqueroso —mascullo y oigo que hace una pequeña risa tras de mí, pero luego vuelve a poner su mano en mi pierna. Miro la mesa. Tiene que haber algo con lo que lo pueda golpear, visualizo la manteca y sonrío—. Quiero untar el pan. —Necesito el cuchillo, pero no llego estando sobre él.

Vuelve a tocar mi espalda, aunque esta vez la muerde.

—¿Crees que soy estúpido?

Esperaba que sí.

—Pues si quieres que coma, vas a tener que hacerme uno.

Plan B. quitarle el cuchillo a Clow. Sé que no es buena idea que él tenga un cuchillo, ya que le gusta hacer cosas perversas con estos, ¿pero qué opción tengo? Mis clases de defensa personal tienen que servir para algo.

Veo como toma el pequeño objeto afilado y mi corazón se acelera por los nervios. Un movimiento en falso y esto terminará muy mal.

—¿En qué piensas, Gatita?

—¡En que no soy tu mascota! —Le doy un codazo en el rostro, le robo el cuchillo y mientras está ocupado con el dolor de su cara, me bajo de sus piernas, poniéndome a correr.

Subo las escaleras, no sé a dónde voy. Miro para todas partes, todas las ventanas tienen rejas, la puerta de abajo debe estar cerrada. ¡¿A dónde voy?!

—¡Gatita! —Oigo a Clow subiendo a este piso y me pongo más nerviosa.

Corro a una habitación y cierro la puerta poniendo en medio una silla. ¡¿Qué hago?! ¡Maldición! Miro para todos lados, no hay salida. Escucho como intenta abrir la puerta y levanto el cuchillo. ¡A la mierda mi misión, si tengo que matarlo, lo mato! Mis manos tiemblan cuando logra sacar lo que bloquea su paso.

—Huy, qué miedo. —Hace una sonrisa cuando abre la puerta.

—Te lo advertí, no te me acerques.

—Te acuestas con todo el mundo, ¿y tienes problemas conmigo? Vamos, Gatita, esto tiene que ser una broma. Dame el cuchillo. —Mueve la mano.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y el mundo? En que tú eres una de mis pesadillas y las pesadillas son detestables. Yo te odio, Clow.

—Que bien suena mi nombre en tu boca, primera vez que lo oigo.

—¡¿No escuchas lo que te digo?! ¡Devuélveme al prostíbulo, prefiero estar ahí que contigo! —le grito bastante alto.

Por primera vez en todo el día frunce el ceño.

—¿Para qué? ¿Para que te vayas a revolcar con Eiden? Ya vi tus videítos, Gatita, y me dan asco. —Me sonrojo al recordar el momento con mi desconocido—. ¿Te parece divertido estar pensando en otro hombre cuando estoy justo delante de ti? —Camina rápido y al estar distraída no reacciono, entonces me arrebata el cuchillo, tirándolo al suelo, empujándome contra la pared—. Me pones celoso, Gatita, yo intentando ser amable y tú te pones a pensar en el idiota de mi hermano. —Está furioso, esto no es bueno, ahora sí voy a pasarlo mal. Agarra mis caderas y las empuja contra su cuerpo—. Te voy a hacer gritar mi nombre.

—No te tengo miedo y... y no estoy pensando en Eiden.

Analiza mis palabras.

—¿No? —Entrecierra los ojos.

—No, yo ya no siento nada por ningún hombre, solo me traen repulsión.

Me observa detenidamente y sonríe.

—Ah, ¿sí?

—Sí —digo determinada.

—Tus reacciones son tan distintas, eres increíble —me halaga, parece que mi contestación lo hizo cambiar de opinión. Eso espero—. Te diré algo, veamos qué tan diferente eres, bésame —ordena.

—¿Estás loco? ¿Por qué iba a hacer algo así? Yo te...

—Bésame si no quieres que te viole —amenaza y mis ojos se abren de par en par—. Vamos, Gatita, haz lo que te pido. ¿Sabes qué? Tengo una idea mejor, solo sígueme el beso —Estampa su boca contra la mía y al principio no le respondo, pero al tonar como su mano pasa por mi bombacha abro la boca, dejando que su lengua pase y encuentre la mía. La mano que parecía que iba a atacar mi entrepierna, sube a mi melena, sosteniendo mi cabeza junto con la otra. Le sigo el beso como me ordenó y siento como si me quedara sin aire. No me suelta, pero me lo aguanto. Su boca toca la mía, una y otra vez. Su lengua es insoportable, va hasta el fondo de mi garganta y toca la mía, deseosa de más. ¿Qué intenta conseguir con esto? No puedo respirar, que termine de una vez, pero más parece que le sigo, más continúa, esto parece eterno—. Buena chica —susurra y vuelve a besarme.

¡Maldita sea, ahora si parezco una mascota!

—Ya, termina de una vez.

Logro separarme un poco, pero vuelve a meter su lengua en mi boca. Me agarro fuerte de su chaqueta. Esto es patético y humillante.

Al fin termina y se muerde el labio inferior de manera lasciva.

—Te diré mi veredicto. —Qué estupidez—. No eres la misma. —Eso ya lo sabía, cuéntame otro chiste—. Te comportas como toda una adulta, tienes la experiencia, pero... —¿Eh?—. Hay algo que no ha cambiado, que sigues obedeciéndome. —Se ríe—. Eso demuestra que todavía eres mía.

—No digas estupideces. —Frunzo el ceño.

Me empuja contra su cuerpo y siento su erección.

—¿No recuerdas? Yo siempre te he dicho lo que tienes que hacer. Yo ordeno y tú obedeces. Como siempre, Gatita.

—Me das asco, aparta tu puto pene de mí.

Se ríe.

—Me encanta lo agresiva que eres. No importa cómo, tu personalidad puede cambiar, pero tus acciones no. Entiéndelo, Gatita.

—En vez de hacer todo este circo, ¿por qué no me violas y ya? —Estoy harta, si tengo que aguantármelo, me lo aguantaré, total no siento nada.

—Qué apurada que estás, pero planeo tenerte todo un día para eso y hoy no puedo. Debo cerrar unos tratos con unos clientes, ven aquí. —Me levanta entre sus brazos.

—¡¿Qué haces?! ¡Bájame! —Pataleo y camina hasta la habitación en la que me desperté con anterioridad. Me tira en la cama, agarra una soga y me ata las manos—. ¡Maldito, suéltame!

—Te soltaré cuando regrese, mientras tanto te quedarás aquí. —Se va, cerrando la puerta, y oigo como del otro lado la cierra con llave.

¡Maldición, no puedo quedarme aquí!

Busco y rebusco, no hay salida. No puedo ni siquiera intentar abrir la cerradura con las manos atadas. ¡¿Y ahora qué hago?!

~~~

Las horas siguen pasando, estuve todo el rato intentando sacarme las sogas de las manos, pero es imposible. Me ha dejado comida sobre el mueble, aunque no la he tocado. Mi panza ruge y no me queda otra, entonces la trago al estar hambrienta. Hasta que de pronto escucho la puerta, miro hacia la ventana, ya es de noche.

¿Dónde te encuentras, Eiden? ¿Qué estás haciendo? ¿Piensas en mí? ¡Maldición, deja de fantasear!

La puerta se abre.

—Ya volví. —Sonríe el hombre de mis pesadillas y se me acerca—. Te compré algo.

Me levanta nuevamente entre sus brazos y me lleva hasta al baño, como si fuera su muñeca, entonces enciende la ducha.

—¿Qué haces? —pregunto asustada.

—Ya que mañana nos divertiremos, quiero borrar todo rastro de mi hermanito y esos clientes. Tú eres mía, ya te lo dije, tu cuerpo solo me pertenece a mí, no puede tener el olor de otros. Quítate la ropa —ordena.

—No, me niego, aléjate de mí.

—No voy a tocarte, Gatita, quítate la ropa —vuelve a ordenar.

—¿Con... ¿Con las sogas?

Rueda los ojos y se me acerca, luego me desata.

—Listo, ahora quítatela.

—¿Vas a mirar? —pregunto lo que es notable.

—Obvio, tengo que ver que te limpies por completo. —Se ríe y yo frunzo el ceño.

Me quito el camisón mientras me observa y luego la bombacha. Esto no es lo mismo que cuando me desnudé delante de Demián, mi mente solo piensa que va a hacerme algo.

Se acerca y retrocedo, chocándome contra la pared.

—Esto cubrirá la gasa. —Me pega una bolsa en el pecho que está lastimado y sonríe al ver mi reacción—. Siempre a la defensiva, como me encanta esta gatita —lo dice porque en el pasado yo solo me quedaba quieta, llorando y aceptando lo peor, sin hacer nada.

—Como sea. —Entro a la bañera y me refriego con el jabón, notando como me observa con cada acción que hago.

Tardo en limpiarme y luego de mirarme por bastante tiempo, se gira hacia la puerta.

—Te espero en la cama —dice y se retira.

¡¿Qué?! ¡¿Cómo?!

Pasa un rato más, vuelvo a vestirme y salgo. Está recostado, esperándome. Camino y veo como abre la manta, luego da unos golpecitos al colchón, señalando para que me recueste. Suspiro, miro la puerta, está cerrada. Subo despacio y sus brazos me rodean para luego cerrar las sábanas e introducirme dentro de la cama.

—¡Maldita sea, tienes solo el bóxer! —me quejo al darme cuenta.

—Y tú hueles a rosas. —Pone su nariz en mi cabello—. Deliciosa.

¡Maldita pesadilla!

~~~

Despierto a la mañana, no dormí casi nada, menos con este tipo toda la santa noche abrazándome mientras yo intento soltarme. Noto como se despierta y cierro los ojos, pero escucho el timbre, por lo tanto, reacciono y los abro.

—¡Aja! Estabas despierta. —Sonríe.

—¡Vete a atender y déjame en paz! —grito quejándome y se ríe.

—Claro, ya voy.

Sale y cierra la puerta, yo corro a oír quién es.

—¡Hermanito! —Alza la voz Clow—. ¡¿Qué tal?! ¿Qué te trae por aquí?

«¿Quién? ¿Quién es?», pienso nerviosa, espero que sea él. Me mantengo angustiada. Tiene que ser él. Por favor, sácame de esta pesadilla.

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