Una leve sonrisa, que desaparece en un instante. La pude ver tan solo un segundo, pero estaba ahí. La pregunta es, ¿por qué?

Hermes guarda el arma y camina hasta su escritorio para sentarse, mientras yo lo sigo con la vista, respirando agitada. De nuevo, acabo de vivir un momento peligroso.

―¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ―pregunto nerviosa, viendo como vuelve a sacar sus papeles del cajón.

―Hago lo que me pediste ―indica y continúa tranquilo.

―Lo que... ―voy a repetir lo que dice, pero cuando lo recuerdo me detengo.

"No vas a ir".

Él... ¿No se va a encontrar con esa mafiosa? Pero, ¿por qué cambio de opinión?

―¿Aún continuas aquí? Retírate ―ordena―. Que te haga caso, no significa que tengas permitido seguir en mi despacho.

―Espera... no entiendo.

―¿Qué cosa? Apúrate que estoy ocupado ―dice fríamente como siempre.

Todo sigue igual.

―No entiendo tu reacción. ¿Por qué no vas? ¿Por qué me perdonas la vida? No comprendo.

―Valoro tu persistencia ―explica sin mirarme, concentrado en su trabajo más que en lo que está hablando.

―¿Qué quieres decir? ―pregunto confundida.

―En este mundo, matas o te matan. Sobrevivir es la opción correcta y luchar por tus objetivos es la acertada.

―Quieres decir que... ¿Me estás felicitando por casi apretar el gatillo contra ti? ―Quedo desconcertada.

―Si no puedes defenderte a ti misma, ¿cómo quieres sobrevivir? Solo me di cuenta que me equivoqué contigo, tienes potencial.

―¿Para ser un demonio como tú? ―digo molesta.

―No, ya te lo dije, para sobrevivir. Ahora retírate que estoy ocupado, debo ver cómo recuperar el dinero que me has hecho perder, otra vez.

Estoy furiosa, maldita sea.

―¡No me voy! ―grito enojada―. ¡¿Qué me importa tu dinero?!

―¿Quieres agotar mi paciencia?

―Pues... mátame y listo. Perdiste mucho dinero, ¿no? ―pronuncio nerviosa―. Si tanto te importa, ya me hubieras asesinado.

―La vida vale más que el dinero.

―¿Mira quién lo dice? Quien mata sin compasión, ¡qué irónico! ―exclamo frustrada, esto tiene que ser un chiste.

―Nunca dije cuál vida y me refería a la propia, no la ajena.

―Eso es muy egoísta.

―El mundo es egoísta. ―Se levanta de su silla―. Nadie vela por ti, más que tú mismo.

―¿Por qué dices eso? ―pregunto angustiada, como si una gran parte de mí se sintiera identificada por el pasado, pero también despierta la incertidumbre de saber sobre el de él.

Se dirige hasta la puerta y la abre.

―Sobrevivir no es tan fácil. ―Se retira del despacho y quedo tildada, pensativa.

Necesito saber. Quiero saber qué oculta tras toda esa oscuridad.

~~~

Un nuevo día comienza, veo como Hermes se retira a hacer su trabajo turbio y yo otra vez me quedo sola en la casa. Agarro un papel y una lapicera, me siento en el sillón, poniéndome a escribir.

Es algo que me apasiona, tanto como leer.

Pero ya no tengo mis cuadernos aquí, debería comenzar una nueva historia. Entonces me pongo a pensar un título. ¿Qué tal..."Corazones fríos"? Sí, una historia de romance, acción y mafia. Suena interesante.

Comienzo a escribir: "El corazón frío puede ser el más oscuro, porque aquellos que están congelados en el dolor, son los más rotos..."

Paso bastante tiempo desarrollando a los personajes y sonrío como una niña pequeña. Soy así, no lo puedo evitar.

Oigo un ruido y detengo mi ensoñación. Me asusto, están intentando forzar la puerta. Corro hasta la ventana, los guardias se encuentran muertos, pero no logro visualizar quién lo ha hecho. La cerradura se rompe, así que ahora lo voy a saber. Debo ocultarme, pero estoy paralizada por el miedo.

La mujer de cabello color chocolate entra tranquilamente. Noto que su arma tiene silenciador, supongo para matarme en secreto. ¡Ay, no! Voy a morir.

Sonríe.

―Hola, vengo a vengarme porque arruinar mi velada con el futuro Señor H. ―Mientras más habla, su enojo se nota más.

«¿Señor H?, ¿de qué habla?, ¿de Hermes?», no debería ponerme a pensar en eso, ¡esta mujer me está apuntando!

―Yo... yo no arruiné nada, ni siquiera llegaron a una velada ―aclaro nerviosa―. A mí no me culpes.

―No me importa, vas a morir igual ―exclama furiosa.

Debo hacer algo o voy a ser asesinada. ¿Qué es lo que mejor me sale? ¡Ah, sí! Otro de mis tantos defectos.

Inventar estupideces.

―Estás perdida, hay una bomba en el suelo, presiona el gatillo y vas a morir tú también conmigo. ―Algunas veces me han creído cosas como estas.

―¡¿Qué?! ―dice sorprendida.

Huy, quizás funciona.

Mientras está distraída corro y me escondo tras el sillón. Lo que debí haber hecho desde un principio.

―¡¡Vamos a morir!! ―Sigo mi acting, o sea continuo actuando, por las dudas.

―¡¿Estás bromeando conmigo?! ―Se oye como una loca.

Creo que ya no me cree, ¿y ahora qué hago?

Recuerdo las palabras de Hermes: "Sobrevivir".

Eso es solo una palabra, pero...

¡Bien! ¡¿Pero cómo?!

Piensa, Malya, piensa. Es hora de hacer un esfuerzo.