CAPÍTULO VEINTIUNO
31 de enero, 217
No había considerado traer a Elena a mi apartamento —no por ahora— hasta que ocurrió el accidente en el baño, no fue mi intención abrir la llave y hacer que ella terminara completamente mojada, pero aquí estamos los dos en el ascensor que nos dejara en mi apartamento.
Me giro para mirarla, y lo primero que llama mi atención es el sujetador rosa que lleva puesto.
La mujer tiene un bonito cuerpo, que digo bonito, tiene un cuerpo jodidamente sexy que cualquier hombre quisiera tocar.
—Si me sigues mirando de esa manera me vas a desgastar —murmura.
—No creo que eso sea posible —digo—. Pero observaré tu cuerpo de esta manera cada vez que te vea.
Sus mejillas empiezan a enrojecerse y es señal de que por su mente solo están pasando cosas pervertidas.
No dice nada ante mis palabras, cuando el ascensor se detiene en mi piso salgo con ella siguiéndome.
—Ya veo porque te ha gustado el último apartamento —dice en cuanto entramos a la sala.
—Me gustan las cosas amplias, aunque amo la estrechez de tu coño.
Su rostro se enrojece aún más y sonrió, se ve realmente tierna.
¿Tierna? Hace mucho no utilizaba esas palabras, hace dieciséis años exactamente.
—No deberías decir cosas como esas, pueden escucharte.
—No te preocupes, nadie puede entrar aquí sin que lo autorice.
Bueno, solo dos personas tienen acceso a mi hogar, mi hermano y Néstor.
—Está haciendo frío —dice.
—No parece que tuvieras frío —la mujer tiene el rostro y el cuello enrojecidos.
—Deberías darme la ropa para poder marcharme —menciona.
Si estamos en mi casa no la dejaré ir, hoy no. Aprovecharé que está aquí porque no sé cuándo la pueda volver a ver, ya que en los próximos días estaré ocupado terminando mi venganza.
—Vas a quedarte el resto de la tarde y la noche —trato de preguntar, pero el tono de mi voz es como una exigencia.
—No puedo, mi hermano regresará pronto.
—Quiero pasar la noche contigo —confieso—. Hace mucho que no nos vemos así que quiero aprovechar.
—Creo que nos vimos hace cinco días.
—Para mí se siente como una eternidad, no sé lo que estás haciendo en mí, pero no puedo estar lejos de ti.
La mujer es una bruja, no tengo dudas. La conozco hace menos de dos meses y el sentimiento hacia ella es más fuerte que el de querer o desear.
Hace unas semanas le juré a Alexey que solo quería follarla, pero ahora no solo quiero follarla.
—Mi hermano me está esperando —murmura cuando me acerco a ella.
—Puedes pagar un poco más a la mujer para que se quede esta noche con él —propongo.
—Siento que me estoy propasando con la señora Leticia —habla en voz baja cuando empiezo a besar su cuello y acariciar sus piernas.
—Solo una noche más —insisto—. Además, recuerda lo que dije hace un rato.
—Has dicho muchas cosas, así que no sé cual es.
—Que quiero tu primer orgasmo del día en mi boca y no te dejaré ir hasta cumplir eso.
—Entonces hazlo, tenemos dos horas para eso —acaricia mis brazos mientras habla.
—Corrección nena, tenemos toda una noche para esto —sigo repartiendo besos por todo su cuello mientras hablo—. Así que llamaremos a la señora Leticia para que se quede con tu hermano.
—De verdad que siempre te sales con la tuya —empieza a inclinar su cuello para darme más acceso a ella.
—Cuando quiero algo lo tengo, es algo de lo que estoy acostumbrado.
—Eso he notado, nunca aceptas un no —trata de apartarme, pero se lo impido—. Debo llamar a Leticia si aún quieres que pase la noche contigo.
Pone los ojos en blanco cuando ve que no tengo ninguna intención de apartarme.
—No podré comunicarme con Leticia.
Me aparto de mala gana. Camina hacia donde puso su pequeño bolso y antes de que pueda sacar su teléfono le ordeno:
—Quítate el pantalón —una pregunta nada en su rostro, pero se limita a hacerla—. Quítate el pantalón y siéntate en el sofá mientras haces la llamada.
—No puedo estar en ropa interior mientras hablo por teléfono.
—Claro que puedes y lo harás.
—Estás malditamente loco.
—Ya lo has mencionado muchas veces, así que debes saberlo muy bien, ahora quítate el pantalón.
Nuevamente pone los ojos en blanco y lo único que hace es ponerme más duro, no es sumisa, al contrario, siempre tiene algún reparo para lo que le pido y me gusta.
—Tienes unos muy raros fetiches, por casualidad, ¿crees que eres un amo o algo así?
Su pregunta me causa gracias, no debería pensar algo así.
—Si lo fuera te juro que estuvieras sobre mis piernas con el culo en carne viva.
—Eso no se escucha nada bien.
Sin mencionar otra palabra o protestar, se quita el pantalón dejándome ver la braga que lleva puesta, el jodido trapo apenas y cubre su coño.
—Hola —se lleva el teléfono al odio e inicia una conversación donde sólo la logro escuchar a ella —quería pedirle un favor.
Mientras continúa con su conversación me acerco a ella. Me pongo de rodillas y separo más sus piernas para poder tener una vista completa de la pequeña braga.
—Me quedaré con estas para recordarte —hablo en voz baja.
Elena levanta un poco su trasero como ayuda para que pueda terminar de quitar el diminuto trapo.
—Sí, volveré mañana temprano —sonrió al escuchar como su voz empieza a convertirse en gemidos cuando llevo mi boca a su coño—. Sí, sé que no hay problema.
Llevo una de mis manos hacia sus tetas que aún siguen cubiertas por la camisa que esta humedad y el sujetador.
—Oh, Dios, no debiste hacer eso durante mi llamada, Leticia sospecho que... —sus palabras terminan en gemidos cuando muerdo su manojo de nervios.
Lamo y succiono mientras dos de mis dedos la follan a mi antojo, sus gemidos incrementan al igual que la intensidad que ejerzo en mis dedos incrementa.
—¿Vas a correrte en mi boca? —pregunto—. Lo deseo en este preciso momento.
Sus piernas empiezan a temblar, su coño se contrae y aprieta mis dedos anunciando que su orgasmo está cerca.
—No pares, por favor, no lo hagas —súplica, sus ojos se cierran, pero es lo menos que quiero.
Quiero que ella vea como su cuerpo reacciona al mío y se deshace en mis manos.
—Mírame, nena, quiero que veas como tu cuerpo se entrega completamente a mí.
—Jasha, por favor, por favor.
Su cuerpo se estremece cuando el orgasmo la atraviesa. Mis dedos la siguen follando mientras ella sigue en el punto más alto de su clímax.
—Es el segundo —murmuro antes de volver a llevar mi boca a su coño.
—¿Qué? —su voz sale entrecortada y respira agitadamente.
—El segundo squirting que tienes con solo mi boca en tu coño.
—¿Eso es malo?
—Joder, eso es bueno, no todos logran esto en una mujer y que yo lo logre en ti me pone en la cima.
Por tercera vez en la tarde vuelve a poner los ojos en blanco, vamos a ver si cuando me entierre en su dulce coño los volverá a poner así.
Me pongo de pie, me retiro la camisa que llevaba puesta y desabrocho mi pantalón.
—Me gustan tus tatuajes, son tantos que no he logrado saber la totalidad —confiesa, la última noche sentí cuando intentaba contarlos.
—Perdí la cuenta en el número cien —confieso.
Tengo tatuado todo mi brazo izquierdo, mi torso, mi espalda, parte de mi cuello y una pierna.
Tengo tatuado los nombres de mi familia, tengo el rostro de Alina mi hermana y las fechas de cuando todo nuestro mundo se vino abajo, una calavera cubre toda mi espalda, dos serpientes empiezan por mis costillas y sus cabezas se entrelazan en mi cuello, en mi brazo izquierdo hay más de cien líneas las cuales significan las personas que he matado en toda mi vida.
—Eso son muchos tatuajes.
—No los suficientes, aún me faltan más —digo, tal vez en un futuro lleve los nombres de mis hijos y sus rostros en mi piel.
—Deberíamos comer algo —cambia nuestra conversación—. Tengo un poco de hambre.
—Pediré algo.
—No, si tienes pan, queso y jamón podemos hacer algo rápido.
—¿Quieres cocinar?
—Tengo hambre, así que sí, voy a cocinar —se pone de pie ignorando que no lleva nada en la parte baja de su cuerpo y amo que se vea tan despreocupada.
¿Amo? Esa palabra no debería estar en mí, no por ahora.
—¿Dónde está la cocina? —pregunta.
—Sígueme.
La llevo hasta la cocina y le enseño la nevera. Tengo a alguien que viene dos veces a la semana y se encarga de abastecer los alimentos y mantener el apartamento limpio.
—Creo que no haré unos simples sándwiches, con todo lo que hay aquí estoy segura de que estás acostumbrado a comidas gourmet.
—Puedes hacer lo que quieras, no soy exigente.
Se pone en marcha y mientras cocina voy a la cava para poder tomar uno de los vinos para acompañar la cena que está preparando Elena.
—Estoy preparando un poco de pollo —menciona cuando me acerco a ella—. Perdón si estoy siendo atrevida.
No está siendo atrevida, si supiera que mi mente está procesando lentamente que hay una sexy mujer en mi cocina, la cual no lleva nada de la cintura para abajo y que estoy imaginando como sería ponerla sobre la encimera y volver a devorar su coño, pensaría que yo soy el atrevido.
—Te dije que puedes hacer lo que quieras, nos saltamos el almuerzo, así que creo que el pollo está bien.
—¿Te gustan los espárragos? Vi un poco y creo que nos vendrían bien.
—¿También puedes cocinar un poco de papa y mezclarlas con mayonesa? —pregunto.
—¿Estás preguntando o exigiendo?
—Esta vez estoy preguntando.
—Eso es nuevo.
Me siento en una de las sillas de la encimera y me quedo observando mientras Elena cocina. Balancea sus caderas de un lado a otro y me pregunto si lo está haciendo inconsciente o conscientemente.
La piel de su trasero es más clara que la de otras partes de su cuerpo y deseo dejar una marca de mordida en ella que luego pueda tatuar con mi nombre al lado.
Estoy. Jodidamente. Loco.
—¿Me estás escuchando? —me pregunta Elena, pero realmente no escuche lo que dijo.
—¿Qué decías?
—Qué podemos hacer algo mientras las papas y los espárragos se cuecen.
—Tal vez puedas subirte aquí para poder comerte el coño nuevamente, sería como comer el postre antes de la cena —digo señalando la encimera.
—No hablo de algo como eso, tal vez puedas enseñarme tu casa.
—Lo que quieras, pero dejaremos mi habitación para lo último, quiero enseñarte lo que es verdaderamente un baño con espacio y lo que podemos hacer allí.
—Como digas.
—Quítate la camisa, aun esta humedad.
—Puedo resfriarme.
—Te pondrás algo mío.
No quiero cubrirle el trasero porque realmente me está gustando como se ve en mi cocina, pero la camisa aún está humedad y tal vez pueda contraer una gripe.
Primero la llevo a la zona de lavado y no porque el lugar sea lo mejor que hay en el apartamento, sino porque necesito darle una de mis camisas. La llevo a las dos habitaciones que hay en la primera planta, luego nos dirigimos hasta el balcón donde sus ojos se iluminan con la vista qué hay desde aquí.
Subimos a la segunda planta y le muestro dos de las tres habitaciones que hay aquí, «la mía será la última donde estaremos porque voy a tenerla allí por toda la noche», el último lugar al que entramos es a mi oficina, el segundo lugar donde no he traído a ninguna mujer, porque este espacio es sagrado para mí.
—Sí que te gustan los lugares amplios —murmura.
Aquí me encargo de poner mis negocios en orden, de estudiar junto a Alexey los futuros tratos que tendremos con las diferentes organizaciones que hay en algunos países del mundo.
—Ya lo había dicho, entonces no debes sorprenderte.
—¿Aquí trabajas? —pregunta.
—La mayor parte del tiempo.
—Es bueno poder trabajar desde casa —camina por toda la habitación mientras habla— ¿en qué trabajas?
Creí que jamás haría esta pregunta. No le diré mi trabajo con exactitud, no ahora, tal vez cuando termine todos mis planes y sepa que el mayor peligro se disipó.
—Trabajo en una organización.
—¿Qué haces allí?
—No mucho, tal vez asesinó personas —digo, ella lo toma como una broma, ya que se ríe de ello.
—Y yo los entierro.
—Hago esto y aquello, no muchas cosas. También tengo varias empresas.
—Entonces es en serio lo que sale en la web sobre ti.
—¿Qué dice en la web de mí?
Me acerco a ella y rodeo su cintura.
—Que eres un magnate.
—No diría que soy eso, tal vez un hombre de negocios —bueno, también soy un asesino.
—¿Hueles eso? Creo que algo se está quemando —dice separándose de mí.
Regresamos a la cocina y ella va directo al horno donde había dejado el pollo.
Mientras Elena revisa la comida me giro hacia la puerta que se acaba de abrir abruptamente.
—Mi amor —mierda, la voz de Kira resuena por todo el lugar—. Te he buscado todos estos días, así que decidí venir hasta aquí.
Se acerca hacia mí con Néstor siguiéndola.
—Lo siento, señor, no pude detenerla.
¿Qué hago en este caso? Estoy en un jodido problema, sé que Kira me perdonará por encontrar a Elena semidesnuda en mi casa, pero no creo que Elena me perdone por lo que dirá Kira a continuación.
—Tenemos muchas cosas que planear y tú sigues ocupándote en otras cosas, le he dicho a mi tío que te dé un descanso.
—¿Qué haces aquí? —siento la mirada de Elena sobre mí y me niego a mirarla.
Por segunda vez en mi vida siento miedo y me acobardo.
—Tuve que venir hasta aquí, estamos a un mes de nuestro matrimonio y no has participado en nada —rodea mi cuello con sus brazos.
—¿Matrimonio? —la suave voz de Elena se escucha detrás de mí.
—Jesús, ¿tú quién eres? —pregunta Kira dirigiendo su mirada a Elena.
—Jasha —murmura Elena.
—¿Por qué te llama por tu nombre? —me pregunta Kira—. Las putas deberían saber su lugar.
—Kira.
—No te enojes, pero estamos a punto de casarnos y aún sigues follando a otras mujeres, sabes que esto no puede seguir pasando.
Siento que Elena se mueve y aún me niego a mirarla, no quiero ver la decepción en sus ojos y saber que la mujer sé irá sin escucharme, ya que no puedo darle una explicación en este momento.
—Yo debería irme —menciona y no pasó desapercibido el quiebre en su voz.
Joder, la mujer debe estar odiándome.
—Claro que deberías irte, no veo la necesidad que la puta de mi prometido esté aquí mientras yo lo estoy.
—No soy ninguna puta —acota Elena caminando hacia la sala.
—Tu vestimenta me dice que si lo eres.
—Kira.
—No, entiendo que te estés follando a otras, sé que ustedes no son leal a sus mujeres, pero deberías tenerme un poco de respeto.
La veo caminar hacia donde se marchó Elena y las sigo, no voy a dejar que Kira se atreva a atentar contra mi mujer.
Mi mayor sueño era hacer un maratón para que ustedes disfrutaran mínimo cinco capítulos del libro, pero no se logró «aunque tengo algunos capítulos escritos, sin editar», los que están en el grupo de WhatsApp saben que fui sincera y comente porque no subiría el maratón.
Espero sentirme mejor esta semana, descansar bien y poder publicarles el maratón que tanto deseo, por el momento, SEAN AGRADECIDOS CON LO QUE LES DOY.
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Espero este disfrutando la lectura.
Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18. Vota, comenta y comparte para que lleguemos a más personas.
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