CAPÍTULO TRECE
08 de enero, 2017
Lo que dijo Jasha sobre una recompensa que obtendría al día siguiente por mi baile me dejo creando millones de escenas en mi mente y todas terminaban en algo pecaminoso que disfrutaría como nunca antes —bueno, nunca antes he follado y eso es a donde llegan mis pensamientos—, y juro que ayer llegué con las expectativas hasta el cielo, segura de que no me opondría a darle al hombre lo que me pidiera.
Me puse las pequeñas bragas negras que encontré en mi camerino junto a un diminuto vestido de látex rosado que cubría hasta la mitad de mi trasero, con este vestuario me sentía jodidamente sexy.
Cuando ingrese a la sala cuatro donde él me esperaría no estaba, así que lo esperé hasta pasada la media noche y nunca llegó. Yura fue quien vino hacia mí y me informó que mi ángel —diablo—, no vendría y que ya me podía ir.
Otra noche que salí temprano y aunque no me disgusta, quería verlo y saber que pasaría entre los dos.
—¿Vas a llevar a David al médico hoy? —me pregunta Viera.
—Sí, hoy tiene control —el doctor adelantó la cita y lo agradecí, ya que David no tomó algunos medicamentos durante algunos días.
—Iré contigo, tengo todo el día libre porque Alexey canceló los planes que teníamos.
—¿Sabes algo de su hermano? —Luego de que las palabras salieron de mi boca me arrepentí demasiado.
Viera entrecierra sus ojos y luego una risa estruendosa sale de ella.
—¿Te gusta?
—No —respondo de manera rápida—. Solo que se ha perdido dos bailes y es raro.
—Tal parece que están ocupados en algo, pero creo que hoy regresan al bar.
La ilusión crece nuevamente en mí al escucharla decir eso. Si vuelve hoy eso quiere decir que bailaré para él y tal vez pueda tocarme o hacer algo mas.
Oh. Dios.
Mis pensamientos me están llevando a otro lugar.
—¿Qué está pasando por tu cabeza?
Niego rápidamente y termino de ponerme los zapatos.
—¡Oh Dios!
—No —la detengo antes de que diga algo estúpido o peor aún, que revele mis pensamientos y me haga sentir avergonzada.
—¿Vamos a esperar a David aquí o iremos por él al colegio?
—Vamos por él, de allí iremos al hospital y después los invitaré a almorzar.
—Qué gran día para acompañarte.
Agarrando mi bolso y las llaves para después salir del apartamento con Viera siguiendo mis pasos.
—¿Cuándo te mudarás?
—No lo haré pronto —confieso.
—Creí que te mudarías a otro lugar.
—Lo haré, pero más adelante, quiero juntar el dinero suficiente.
No me voy a poner a gastar el dinero como loca, debo suplir lo que tiene prioridad ahora mismo, ya después con calma podré encontrar algo más amplio para David y para mí —tal vez en ese entonces le pida a la señora Leticia que se mude conmigo—.
En cuanto mi hermano salió de la escuela nos dirigimos al hospital.
—Yo lo veo muy bien —dice el doctor cuando termina de revisar a David.
—Dejo de tomar algunos medicamentos por un par de días —digo—. ¿Esto puede traer consecuencias?
—Vamos a esperar los exámenes, ya con los resultados sabremos si hay consecuencias por no tomar esos medicamentos.
Miro a David, el cual me sonríe y Jesús, ese niño lo es todo para mí.
—Fueron dos días, pero me siento bien —confiesa.
—Y te ves bien, pero como dije, esperemos los resultados de los exámenes.
—Mi hermana se preocupa mucho.
—Lo necesario —menciono.
—Te enviaré los resultados de los exámenes por correo, pero si algo sale mal te llamaré de inmediato —menciona el doctor—. Por el momento no vamos a cambiar los medicamentos porque están funcionando a la perfección.
—Se lo agradezco mucho.
Poniéndonos de pie, nos despedimos del doctor y luego salimos para reunirnos con Viera.
—¿Cómo está? —pregunta mi amiga.
—El doctor dice que está bien, pero debemos esperar los resultados de los exámenes.
—Lo importante es que está bien —me anima mi amiga—. Ahora mismo David tiene mejor semblante.
Es cierto, comparando su estado de un mes atrás, está más bien que nunca.
Cuando salimos del hospital nos dirigimos a un pequeño restaurante donde venden Pelmeni y Shashlyk.
David y yo pedimos dos platos de Pelmeni y Viera no duda en escoger su Shashlyk. Para tomar pedimos unas limonadas.
Viera nos acompañó por el resto de la tarde hasta que tuve que dejar a David en el apartamento de Leticia.
★
Hoy me puse una de las últimas bragas que envió Jasha para mí. Al parecer las piedras que decoran las pequeñas tiras son diamantes de verdad, según Viera.
¿Qué loco le pone diamantes de verdad a algo como esto? Ahora las usaré con mucho más cuidado, no quiero tener que pagar esto.
Sentada en el pequeño sofá que hay en mi camerino, sigo esperando que Yura me indique que debo hacer, tal parece Jasha tampoco vendrá hoy.
Desde que llegué han pasado dos horas y cada que escucho pasos acercarse me emociono, pero cuando la puerta no se abre un nudo envuelve mi estómago.
¿Se aburrió de mí?
Tal vez se haya aburrido de mí y mis bailes sencillos, peor aún, se cansó de insistir y ahora me termina.
¿Termina? Estoy verdaderamente loca al pensar en esa palabra, tal vez encontró una bailarina con mejor aspecto o mucho más talentosa.
La puerta se abre y me pongo de pie de inmediato, una sonrisa empieza a dibujarse en mi boca, pero desaparece en cuanto veo a Ágata.
—En diez minutos sales —dice.
Siento un vacío al escuchar sus palabras.
—Ya salgo —digo sin nada de ánimo.
—¿Creíste que el jefe te tendría por mucho tiempo?
Dios, empieza a destilar su veneno.
Trato de ignorar sus palabras, pero lo siguiente que dice me afecta.
—Decías no ser puta, pero te acostaste con el primer hombre que entró a tu camerino.
Jesús.
—¿Puedes dejarme en paz? —digo con la ira hirviendo en mí—. No soy ninguna puta.
—Todos aquí sabemos que si lo eres.
Paso junto a ella empujando su hombro haciéndola retroceder.
Estando al inicio de la tarima me siento extraña, no es que lleve mucho tiempo sin bailar para este público, pero me estaba haciendo una idea de que solo bailaría para Jasha.
«Ilusa».
Sin esperar que me presenten subo a la tarima y le hago un gesto al chico que se encarga de la música para que reproduzca la canción que estuve bailando aquí.
Siento que los diez minutos de baile pasan en un abrir y cerrar de ojos. Cuando termino mi primer baile todos aplauden como lo han hecho desde que empecé aquí, no les importa los errores que llegué a tener durante el baile, solo les importa ver mi cuerpo en la diminuta ropa.
—¿Estás bien? —pregunta Viera cuando bajo de la tarima.
—Sí.
—No te ves nada bien —dice.
—Solo estoy cansada, fue un día largo —miento.
—¿Por qué subiste ahí? —su pregunta me desconcierta.
—Ágata vino a decirme que seguía mi baile.
—Maldita perra —susurra—. No debiste subir ahí, ahora estarás en problemas.
—Cumplí con mi trabajo, voy a descansar un poco para el siguiente baile —trato de alejarme, pero Viera me detiene.
—Yura sabe que no puedes bailar para todos ellos —hace un gesto hacia el público y luego me mira nuevamente—. El ruso estará muy enojado.
—Este es mi trabajo —una sonrisa carente de alegría abandona mis labios—. Voy a descansar un poco.
Estoy en modo bipolar, no debería comportarme así solo por cumplir mi trabajo. Pero de verdad me había hecho ilusiones con Jasha, quería bailar solo para él.
—Elena —me llaman y trato de agilizar mi paso.
No voltees, me repito al escuchar nuevamente mi nombre.
—Espera.
Abro la puerta de mi camerino e intento cerrarla, pero Lev me lo impide poniendo su pie en la puerta.
—¿Qué quieres? —pregunto con irritación.
Solo faltaba esto. No creí encontrarme a Lev en este lugar.
—Qué maldita sorpresa —habla mientras sonríe.
Con un fuerte movimiento logra que me separe de la puerta, entra y cierra a su paso.
—Deberías irte, no puedes estar aquí —cruzo las manos en mi pecho sin importarme que mis tetas se realcen.
—Llevo mucho tiempo tratando de verte, pero eres muy buena escondiéndote —pongo los ojos en blanco al escucharlo—, pero te encontré en un muy buen lugar.
Camina hacia el pequeño sofá y antes de sentarse desabrocha los botones de su saco.
—Voy a llamar a seguridad —digo.
—Baila para mí, te pagaré lo que quieras —dice—. No parece que hayas tenido una fractura en tu fémur.
—Eres un maldito.
—No, tú lo eres —jodido loco—. Baila Elena.
—En tus sueños.
—Te ves hermosa con ese vestido —su mirada recorre mi cuerpo de una manera muy lasciva que repudio al instante—. Puedo follarte, ¿verdad?
—Ni lo pienses.
Mi paciencia empieza a agotarse. Caminando hacia la puerta la abro para que Lev pueda salir, pero este la cierra de un fuerte golpe.
—Baila. Para. Mi.
Su respiración da a mis labios por lo cerca que estamos y puedo evidenciar el olor a alcohol.
—Estás ebrio —trato de hacerme a un lado, pero este me lo impide.
—Baila, Elena.
Pongo mis manos en su pecho y lo empujo, pero es imposible mover a Lev. Parece haber triplicado su peso desde que dejo el baile.
—Si no te mueves empezaré a gritar —amenazo.
—Vi este lado muy solo —mierda. Sí, cuando las chicas están bailando, esto se queda solo.
—Lev —trato de hablar suave—. ¿Quieres verme bailar? —pregunto y este asiente.
—Muero por verte bailar, te veías tan caliente allí —su mano acaricia mi garganta y su toque no se siente para nada bien.
—Siéntate para poder bailar.
Lev da un paso hacia atrás dándome espacio, pero cuando intento abrir la puerta este agarra mi cabello con demasiada fuerza.
—Lev —un miedo empieza a colarse en mis huesos.
—Siempre te has creído tan inteligente —habla mientras presiona su entrepierna en mi trasero—. Hace cuatro años solo tenías que hacer algo, pero me rechazaste.
Sosteniendo su mano para que no logre tocarme, le hablo.
—Estás cometiendo nuevamente un error.
Miro todo el lugar y busco algo con lo que pueda defenderme, pero el único jarrón está muy lejos de mí.
—El error lo estás cometiendo tú al seguir rechazándome.
Soltándome de su agarre, intento nuevamente salir, pero este vuelve a ser más rápido. Golpea mi rostro contra la puerta y un gemido de dolor se escapa de mi boca.
Llevo mi mano a mi frente que empiezo a sentir humedad y al ver que es sangre me giro para poder mirar a Lev quien me sonríe como un puto psicópata.
—Ven —dice intentando agarrarme, pero se lo impido.
—Eres un maldito loco —trato de alzar mi voz.
El miedo que empiezo a sentir hace que mi cuerpo tiemble contra el tacto de Lev. Él me arrastra hasta que estamos juntos en el sofá.
—¿Aún eres virgen? —pregunta—. No lo creo, trabajando aquí ya te debieron haber follado.
Sigilosamente me quito los tacones y cuando estoy sin ellos empiezo a contar para zafarme del agarre de Lev y huir de él.
Uno. Dos. Tres. Corro lo más rápido que puedo, pero Lev me alcanza nuevamente haciendo que esta vez caiga al piso y sufra un fuerte golpe en mi cabeza.
—Mierda —murmuro. Mi visión empieza a tornarse oscura, pero lucho para mantener los ojos abiertos —¡Quítate! —Lev me baja el vestido haciendo que mis tetas queden al descubierto.
Su toque me produce mucho asco, ningún hombre me había tocado así, ni siquiera Jasha.
Voy a perder mi virginidad siendo violada.
Siento parte de mi piel desgarrarse cuando Lev me muerde y luego pasa su lengua por las heridas.
—Dulce.
—¡Ayuda!
—Nadie vendrá —asegura.
Lucho contra él y logro golpear su entrepierna, pero esto es algo que no lo hace moverse.
—No lo hagas —un sollozo brota de lo más profundo de mí.
—¡Mierda! —escucho la voz del novio de Viera.
El peso del cuerpo de Lev desaparece cuando lo levantan. Sonidos de golpes resuenan por todo el espacio y no soy capaz de levantarme, aún estoy en estado de shock, me iba a violar.
Dios. Sollozos salen de mí.
—Llévenselo —pide Alexey—. Voy a cubrirte.
El hombre me levanta y luego me sienta en el sofá.
—Estás temblando —ahueca mi mejilla—. Voy a llamar a Viera.
—No —logro decir antes de que se levante—. No le digas a nadie, por favor.
No quiero que nadie sepa de esto.
—Elena —por primera vez lo escucho llamarme por mi nombre, lo miro a los ojos y veo algo de compasión y rabia en sus ojos—. Ven, te llevaré a tu casa.
Acomodo el saco en mi cuerpo y luego agarro mis cosas y sigo a Alexey.
—Llevaré a Elena, no dejen que Viera salga sola.
Me abre la puerta de un auto y me ayuda a subir. Cuando arranca el auto pregunta.
—¿Qué hacías hoy aquí?
—Ágata dijo que tenía que bailar.
—Mierda —susurra—. Jasha la va a matar.
—Por favor, no le digas a nadie —pido nuevamente.
No me responde, pero quiero creer que su silencio es un sí.
—Te daré mi dirección.
—No es necesario —dice.
Todo lo que sucedió empieza a pasar por mi mente haciéndome dar cuenta de la realidad. Si Alexey no hubiese llegado, Lev seguramente me habría violado.
Sollozos silenciosos abandonan mi garganta mientras Alexey conduce.
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Espero este disfrutando la lectura.
Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18.
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