CAPÍTULO DIECIOCHO
20 de enero, 2017
Cada vez estoy más cerca de cumplir mi venganza, de terminar con Vitali y los perros que lo rodean y con ese día acercándose empiezo a sentir una paz, paz que me asegura que todo saldrá como lo estoy planeando.
Hoy se marcha Alessandro porque han atacado uno de sus almacenes y mataron tres de sus hombres —el tipo es un poco como yo, nos duele perder alguno de nuestros hombres porque sabemos que detrás de ese hombre hay una familia y posibles hijos que crecerán sin un padre—, está casi seguro que quien ataco es uno de los capos de otra mafia, pero irá a asegurarse antes de dar un fuerte ataque.
Si yo fuera enemigo de ese hombre, estaría huyendo, porque no lo llaman carnicero, así por así.
—No puedo estar aquí, pero te aseguro mi ayuda cuando la necesites —promete.
—Me alegra contar con hombres como tú, el alemán y Dritan, sigo valorando el apoyo y confianza que me están dando.
—Solo no vayas a morir porque no me siento capaz de hacer negocios con Vitali, seguramente terminaré iniciando una guerra.
—Tranquilo, evitaremos todo eso.
—Mis hombres quedan a tu disposición, tienes un gran ejército.
Lo veo subirse a su jet privado y en cuanto despega me retiro hacia el apartamento de Elena. Llevo exactamente diez días sin verla y ha sido una completa tortura y aunque me han estado informando sobre lo que hace, no es lo mismo.
Néstor consiguió varios apartamentos —alguno de ellos con exagerados lujos y estoy seguro de que Elena no lo va a aceptar—, así que los descarte, pero tengo tres en mente y la llevaré a los tres para que ella elija con cuál se quiere quedar.
Uno de ellos está cerca a mi empresa de tecnología, el otro está en un edificio que está cerca de donde ella está viviendo en este momento y el último está a unas cuadras de donde vivió. Si fuera mi elección escogería sin dudar el que está cerca de mi residencia, pero para su comodidad y las cosas de su hermano es mejor el segundo apartamento.
—¿Algún hombre la ha visitado? —Le pregunto a Bruce quien se ha encargado de comunicarme los movimientos de Elena en los últimos días.
—Solo un hombre, ha venido dos veces y una de esas visitas vino con la mujer del señor Alexey.
Ese debe ser el tal Boris que resultó siendo el hermano de Viera, ya decía yo que había escuchado ese horrible nombre en algún lado.
Mi hermano conoció a la familia de su mujer este fin de semana y al parecer los padres de Viera lo recibieron muy bien, pero Boris lo hizo de otra manera.
—¿Dónde están consiguiendo estos hombres?
Dijo Alexey que fue la pregunta de Boris en cuanto lo vio, seguramente reconoció el parecido entre Alexey y yo.
—¿Alguien más?
Quiero saber si Lev se atrevió a acercarse a ella, aún no acabó con él porque voy a destruirlo poco a poco, lo que le hizo a mi mujer no se paga con la muerte.
—El señor, del lado de su apartamento, habla mucho con ese par de ancianos.
—Eso es todo, puedes irte.
Ya con toda la información necesaria puedo estar un poco más tranquilo, pero mi completa tranquilidad la tendré cuando vea a la mujer y me hunda en su coño, con el cual no he dejado de fantasear en los últimos días.
—¿Quiere que me quede? —me pregunta Néstor.
—Puedes irte, pero has que me envíen un auto y que dos hombres custodien mientras estoy aquí —digo.
No quiero que el hombre pase otra noche en el auto —aunque está acostumbrado —, es mejor que se vaya a su casa y duerma al lado de su mujer.
—Enviaré a Henry y a Duncan.
—No quiero que levanten sospechas, el auto lo pueden dejar en el callejón de allí —señalo un lugar apartado donde posiblemente pueden dejar mi auto.
—Entonces nos veremos mañana —asegura.
Camino hacia el pequeño edificio y sin molestarme en esperar el elevador, decido subir nuevamente las escaleras hasta llegar al piso de Elena.
Queriendo ser respetuoso —algo de lo que realmente carezco—, toco la puerta, tal vez su hermano esté allí y no quiero asustarlo.
—¡Yo abro! —escucho la voz de un niño que deduzco es el hermano de Elena.
—¡Espera, espera, David!
Dios, ¿estás buscando acabar la poca paciencia que tengo?
Cuando el niño abre la puerta, lo primero que veo es a Elena. Lleva un pantalón corto que deja al descubierto la mitad de su trasero, también lleva una camisa de tirantes que es más transparente que el agua.
Joder, no debería tener eso puesto, cualquiera puede llegar y verla asi, y eso me molesta, saber que otro hombre puede ver sus tetas y sus piernas me llena de rabia.
—¡Oh por Dios! Hermana, Viera, miren a este hombre —exclama el niño con sorpresa.
Me informaron que tenía doce años, pero parece de nueve, tal vez su enfermedad esté retrasando su crecimiento.
—¿Ese amigo tuyo se encuentra aquí? —juro que si el hombre está aquí podría sacarle los ojos para que no pueda volver a ver nunca más a mi mujer.
—Tú sí que eres grande —murmura el niño en estado de asombro.
—¿Él está aquí? —pregunto nuevamente.
La cabeza de Viera se asoma y me sonríe, pero no le devuelvo la sonrisa, ya que la mujer podría terminar odiándome en los próximos minutos.
—¿Él está aquí? —pregunto nuevamente.
—Relájate, Boris no viene hace como tres días.
Esta mujer me va a volver loco.
—Te lo dije —se ríe Viera como si yo fuera un maldito payaso.
—¿Quién eres? —pregunta el niño después de admirar mi estatura.
—Un amigo de tu hermana.
—Ahí está —murmura Elena dándome la espalda.
Joder, debo azotar ese trasero y marcarlo como mío.
—Cuñado, puedes entrar —ya sé porque le gusta tanto a Alexey, los dos se complementan como la mierda.
—Nunca te había visto.
—Es un nuevo amigo, David —menciona Elena tomando asiento.
Me quedo de pie viendo a las dos mujeres sentadas mientras el niño me sigue mirando con asombro.
—¿Entonces es verdad? —dice el niño.
—¿Qué? —pregunto sin mirarlo.
—No le hables de esa manera a mi hermano —protesta Elena.
—Estoy de acuerdo, lo vas a asustar.
—No soy un niño.
El carácter viene de la familia.
—¿Puedes decirme qué comes? Ahora estoy realmente pequeño por mi enfermedad, pero cuando me cure podré comer lo que tú comes y crecer para proteger a mi hermana.
Al escuchar al niño giro rápidamente para verlo y no hay tristeza o miedo en sus ojos. Elena está haciendo un gran trabajo con este niño.
—Cuando estés completamente sano te llevaré a comer donde yo lo hago.
Los ojos del chico se iluminan al escucharme y me siento jodidamente mal al saber que no puedo cumplir esto. La enfermedad de él no tiene cura y será imposible darle uno de mis alimentos, lo podría matar.
—Necesito hablar contigo —ambas mujeres ponen los ojos en blanco.
—Creo que es hora de irme, ¿quieres que me lleve a David? —pregunta Viera y mis ganas de decirle que sí, están en la punta de mi lengua—, tal vez pierdas la virginidad esta noche —esto último lo dice en voz baja, pero logro escucharlo.
Las mejillas de Elena se enrojecen rápidamente y yo sonrió. No le dijo a su amiga lo que pasó entre nosotros hace casi dos semanas.
—No, mañana David tiene cita con el doctor, así que no me demoraré hablando con Jasha.
—Puedo traerlo temprano —la diversión nada en la voz de Viera.
—Puedes quedarte aquí si quieres —le propone Elena a su amiga, pero mi voz las interrumpe.
—No.
—No tienes el derecho de decidir eso —vuelve con su cuestión de derecho.
—Claro que lo tengo, eres mía.
Viera se ríe por lo que acabo de decir.
—Joder, no lo soy.
Su mirada se enfrenta a la mía y yo soy el primero en abandonar su reto, la mujer sonríe mientras le murmura algo a su amiga.
—Bueno, creo que me quedaré.
No lo hará. Saco mi teléfono y le envío un mensaje a Alexey para que se lleve a su mujer.
—Oh no. No podré quedarme —mi hermano es bastante rápido—. Mi hombre viene por mí.
—Eso es jugar terriblemente sucio.
—Puedes esperar a mi hermano afuera.
—Ni loca salgo a congelarme, esperaré hasta que Alexey llegue por mí.
Ignoro sus palabras, la mujer siempre hace lo contrario a lo que se le pide.
—¿Cómo es que sabe cuál es tu habitación?
Pregunta Viera al verme caminar hacia la habitación de Elena. Cuando entro a la habitación respiro profundo, todo huele a ella y quiero impregnar este aroma en mi ser y recordarlo siempre.
La noche que estuve aquí no tuve mucho tiempo para analizar la habitación.
Hay una pequeña cama en la esquina, mientras que en la otra esquina hay un pequeño escritorio. Al frente de la cama hay un cajón donde supongo guarda su ropa.
Estaba a punto de abrir uno de los cajones cuando Elena entra abruptamente a la habitación.
—No puedes tocar mis cosas —menciona—, pero que te digo si tú no entiendes la palabra no.
—No vine a pelear contigo, llevo casi dos semanas sin verte —confieso.
Lo que menos quiero es iniciar una guerra con ella en este momento.
—No me importa, di lo que tengas que decir y vete.
—No me iré, te dije que había cosas de las que teníamos que hablar.
—Dijiste que vendrías esa noche —reprocha y entiendo porque está molesta.
—No pude venir esa noche.
—Ni la siguiente —murmura.
¿Por eso está enojada? No vine porque estaba haciendo otras cosas, pero ya estoy aquí.
—Hablemos sobre esto —señalo la habitación.
—¿Qué tiene mi habitación?
—No te quiero viviendo aquí —confieso.
El lugar es pequeño y frío.
—Mi apartamento está bien —asegura.
—No lo está, tu hermano puede empeorar.
—Eso no te importa.
—Claro que me importa.
Me acerco a ella y como siempre, empieza a retroceder para que tengamos una distancia.
—No, si eso es todo, puedes irte.
—Voy a quedarme contigo aquí.
—No lo harás.
—Deja de mencionar esa jodida palabra, para todo lo que te digo tienes un no.
—Y tú pareces no entender porque no respetas esa jodida palabra.
Dios, ninguna mujer se había enfrentado de esta manera a mí, todas son dóciles y tan sumisas que llegan a aburrir, pero Elena es diferente.
—Te ves malditamente sexy cuando te enojas.
Elimino la distancia que teníamos y la arrinconó en la pared más cercana a nosotros.
—No te atrevas a tocarme —su mirada dice lo contrario.
—¿No quieres?
—Mis amigos no tienen derecho a hacer algo así.
Le molestó que no haya vuelto esa noche, pero más le molestó el nombre que le puse a nuestra relación.
—Y quien se atreva a tocarte de esta manera lo mato.
La seguridad está en mi voz, no estoy dispuesto a compartir lo que es mío y Elena es mía.
—Eres un maldito loco.
—Lo soy.
No le estoy mintiendo y pronto le haré saber quién soy, además se dará cuenta de que no estoy jugando con ella.
—¿Estás segura de que no quieres que te toque?
Yo muero por tocarla en este momento, también quiero follarla y deseo tener mi verga en su boca mientras veo como lágrimas bajan por sus mejillas.
El deseo también nada en sus ojos, así que decido jugar un poco con ella al no tener respuesta a mi pregunta.
—No te obligaré a nada, así que está bien —me separo de ella mientras retrocedo unos pasos.
—Es que... —vacila al hablar y debo ocultar mi sonrisa.
Está enojada, pero también quiere lo mismo que yo.
—Cenaré contigo y tu hermano, luego me iré —miento, no voy a irme.
—¿En serio?
—Solo haré lo que tú me pidas.
Aparta su mirada de mí en cuanto sus mejillas se enrojecen, llevo aquí menos de una hora y ya se ha sonrojado lo suficiente.
—¡Elena! Llegaron por mí, ¿estás segura de que no quieres que me lleve a David?
Yo si quiero que se lo lleven, así podré follar a Elena y ella podrá gritar sin cohibirse, pero me conformaré follándola suave y callando sus gemidos con mi boca.
—No.
—Voy a amanecer con las bolas azules —confieso.
—¿No te ibas en cuanto cenáramos?
—Voy a dormir aquí.
No le estoy preguntando y puede ser atrevido para otros, pero es algo que no me importa.
Ambos salimos de la habitación y me encuentro a mi hermano abrazando a su mujer.
—¿Qué comían antes? —pregunta el hermano de Elena.
Mira entre mi hermano y yo con gran asombro.
—Sopa y pescado —le responde Alexey sin apartar sus brazos de su mujer.
—Hermana, amo con el corazón lo que me preparas, pero por favor incrementa el pescado en mi alimentación.
—Ya comes mucho pescado, así que no es necesario.
—Nosotros nos vamos, sigue las indicaciones que te di —Viera es como esas amigas-enemigas que se tienen.
—¿Nos veremos mañana? —me pregunta Alexey y asiento—. Insístele a tu hermana para que te dé pescado día y noche y te aseguro que serás igual o más alto que mi hermano o yo.
Alexey le alborota el cabello al niño y después se marchan.
Vuelvo mi mirada Elena, la cual está haciendo un gesto de negación.
—Vamos a comer y después a la cama —las palabras están dirigidas a su hermano, pero yo también las tomo para mí.
Posiblemente hoy pueda dormir un poco más que los últimos días.
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Espero este disfrutando la lectura.
Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18.
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