CAPÍTULO DIECINUEVE
21 de enero, 2017
Luego de la cena, Elena acompañó a su hermano a tomarse los medicamentos, así que yo decidí volver a su habitación. Me quité la camisa que llevaba puesta, también me quité los zapatos y me recosté en la pequeña cama.
Estoy esperando a la mujer que se ha atrasado más de lo normal, estoy tentado en levantarme e ir por ella, pero le daré espacio junto a su hermano, aún no conozco su rutina.
Decido cerrar mis ojos buscando un descanso que nunca llega. No sé cuánto tiempo ha pasado hasta que escucho como la puerta se abre y unos suaves pasos se sienten, abro mis ojos y encuentro a Elena caminando suavemente con la intención de no despertarme.
—No quería despertarte —menciona.
—No estaba dormido —digo, solo tenía mis ojos cerrados, estoy consciente de los movimientos casi que de todo el edificio.
El entrenamiento y la tortura que recibimos con Alexey nos enseñó que mientras estamos dormidos debemos tener uno de nuestros ojos abiertos, no se sabe cuándo puedan atacar.
—Deben correr, nosotros nos quedaremos atrás —entre papá y yo tratamos de que mamá, Alexey y Alina puedan huir.
Los hombres que ingresan a la mansión son demasiados y los pocos hombres que se encargaban de nuestra seguridad han muerto.
—No podemos dejarlos aquí —insiste mamá con la voz rota.
Ver a mi madre en ese estado me rompe el corazón.
—Corran y asegúrense de llegar al lugar seguro, nosotros iremos detrás de ustedes.
—¡Vamos! —grita mi hermano, con tan solo doce años le toca enfrentar esta guerra que empezó Vitali.
—Volveremos a vernos, les aseguro.
Las volví a ver, pero quedé marcado de por vida.
Niego para ahuyentar los recuerdos del pasado, pronto podremos liberarnos de esto y hacer justicia por nuestra familia y todos aquellos que murieron injustamente.
—¿No qué? —Elena se pavonea luciendo ese sexy trasero en esa diminuta prenda.
Debo asegurarme que solo se ponga eso cuando yo esté cerca de ella.
—Ven —pido, golpeo la parte de la cama libre, pero ella me ignora.
—Debo hacer algo antes de acostarme.
Agarra su computador y se sienta en el pequeño escritorio.
—Es tarde, ¿no puedes dejar eso para mañana? —Quiero tenerla a mi lado y que me caliente de diferente manera.
—Voy a enviar esto y termino —logro ver que lo que está enviando es un currículum.
Mierda. Pase esto por alto. Yo puedo ofrecer mi dinero para sus gastos y todo lo que necesite, pero estoy seguro de que no lo aceptara.
—Puedes seguir trabajando en el bar, sirviendo los tragos —propongo y ella niega—. Tengo varias empresas, dime que estudiaste y conseguiré un puesto para ti.
—No he estudiado mucho.
—¿A qué te estás postulando?
—Estoy enviando el currículum a una biblioteca, tal vez pueden elegirme.
—¿Cómo se llama y cuanto te pagaran?
Si puedo ayudarla a entrar a ese trabajo y asegurarme de que su paga sea tres veces más, no dudaré en hacerlo.
—ABC de los libros, queda a un par de minutos de aquí.
En cuanto amanezca le diré a Néstor que haga la gestión para este trabajo.
—¿Terminaste?
No me responde, pero veo como apaga su computador para después girarse hacia mí.
—¿No sientes esto extraño? —pregunta, pero no sé de qué está hablando.
—Sé más específica.
—Lo que estás haciendo, interrumpir en mi casa como si fuera lo más normal —se remueve en la silla donde está antes de continuar hablando—. También todo lo que dice. Tú eres mía, mataré a quien te toque, tarde o temprano lo entenderás.
Las palabras salen con ironía de su boca.
—No puedes ir por la calle diciéndole esto a cualquier mujer.
—Primero, no eres cualquier mujer, eres mi mujer.
Pone los ojos en blanco al escucharme.
—Ahí está, tienes actitudes de psicópata —me río al escucharla, cualquier persona que me conoce piensa eso.
—Segundo, eres la única mujer que me hace sentir esto —ignoro sus palabras mientras confieso parte de mis sentimientos—. Es jodidamente frustrante sentir esto, quiero estar a tu lado y no dejar que ningún otro hombre te vea.
—Psicópata, cuantos encuentros hemos tenido, ¿nos hemos visto siete veces? —pregunta.
Sé que, es más, todos los días que la veía en el bar, cuando la seguía en algunos lugares —aunque ella no lo sabe—, la empecé a acechar sin que ella se diera cuenta.
Desde la vez que la vi en esa calle con su mirada desorientada, algo en mí nació, pero cuando la volví a ver en ese café confirmé que ella sería mía.
—Tú también estás loca, te dejaste follar de este psicópata —digo—. Me entregaste tu virginidad de manera gustosa.
Guarda silencio y deseo saber qué está pasando por su mente en este momento, ella es terriblemente fácil de leer, pero en este instante se torna difícil para mí.
—Seguramente si lo estoy, es raro lo que mi mente imagina y como mi cuerpo se siente cuando estoy cerca de ti.
—¿También lo sientes? —pregunto.
Me alegra que el sentimiento sea mutuo y que no solo soy yo quien se está perdiendo poco a poco.
—Sí.
Joder. Me gusta. Es tan jodidamente sincera y real.
—Me gustas Elena —confieso.
En mis treinta y cinco años de vida nunca le había dicho a una mujer que me gusta —bueno, ninguna me ha gustado como me gusta Elena—, ni siquiera a Kira que ha estado a mi lado durante tantos años.
—Tengo un hermano que es prácticamente mi hijo —empieza a hablar.
Lo que no sabe es que ya incluí al pequeño en todos nuestros planes, pero todo esto se hará realidad cuando acabé con Vitali, Pavel y el falso compromiso con Kira.
—El niño me agrada.
—No puedes llamarlo niño, ya no lo es —confiesa y su mirada se torna triste.
—Aún lo es —aseguro.
—Siento que también me gustas.
¿Por qué no me advirtieron que así se sentía enamorarse? Creí que en mi mundo eso no existía, que estábamos condenados a no amar porque terminaría en tragedia como mis padres, pero esta mujer frente a mí la quiero.
—Es raro esto —habla al notar mi silencio—. Nunca antes he tenido una relación y sé que somos solo amigos, pero nuestra amistad es diferente a la amistad que tengo con Boris.
—Espero siga siendo así.
No le pondré otro nombre a lo nuestro hasta acabar con todo y para eso tengo menos de un mes. Voy a disfrutar a mi mujer ahora y mucho más cuando pueda ser quien soy en realidad.
Su mirada recorre mi cuerpo y se queda más tiempo de lo normal en mi entrepierna. Estoy duro desde que llegué y la vi con ese pequeño trapo que tapa la mitad de su trasero.
—Quiero follarte la boca.
No soy delicado al hablar y mucho menos maquillo mis palabras, digo lo que quiero y espero conseguirlo.
—Eh, yo...
—¿Nunca has tenido una polla en tu boca?
—No.
Seré el primero y me aseguraré de ser el único que pueda tener la polla en su boca y en su coño.
—Ven.
Me pongo de pie y hago que ella se arrodille e incline su cabeza para poder mirarla a los ojos.
—Solo no vayas a morderme la verga —una risita tira de sus labios, lo que me hace ponerme aún más duros.
Sin que yo se lo pida, lleva sus manos hasta los botones de mi pantalón y empieza a desabrocharlos, en cuanto termina esto baja mi pantalón, pero mi bóxer se queda dónde estaba.
El bulto de mi entrepierna resalta en su pequeño rostro.
—No sé qué tan bien lo haga —se lame los labios y me niego a creer que puedo ponerme más duro de lo que ya estoy.
Sus pequeñas manos suben por mis piernas hasta llegar al elástico de mi bóxer, el cual baja de un tirón haciendo que mi verga golpee su mejilla.
—Joder —murmura—. Todo eso no entrará en mi boca, ¿Cómo fue que no me desgarraste el coño?
Sonrió al escucharla.
—Lleva la punta a tu boca —la incito.
Cuando la punta de mi verga toca su lengua debo contenerme para no acabar. Sus labios rodean esa parte de mi longitud y el calor que emana de su boca es intenso.
—No me muerdas —digo al sentir sus dientes en mi longitud.
La veo acariciar mi verga con ambas manos mientras chupa suavemente la punta.
—Chupa más fuerte —pido.
Llevo una de mis manos a su cabeza donde envuelvo parte de su llameante cabello en ella.
—Voy a entrar más —aviso.
Es la primera vez para ella y no voy a lastimarla con mi salvajismo. Me deslizo en su boca y veo como sus labios me rodean y es malditamente estimulante.
Cuando tengo la mitad de mi verga en su boca salgo completamente de ella para dejarla respirar, pero repito rápidamente esta acción hasta que me encuentro follando su boca.
—Joder, nena, el calor de tu boca es jodidamente abrazador.
Me contesta con un gemido que manda una corriente a la punta de mi verga, lo que hace que mis bolas se tensen y las sienta aún más pesadas.
—Joder —gimo cada vez que mi verga entra más en su boca.
Sus gemidos incrementan y me enorgullece que hacerme una mamada la esté excitando de tal manera que la hace apretar sus muslos buscando su propia liberación.
—Eso es, nena, toma toda la verga de tu hombre en la boca —murmuro entre dientes.
Me estoy limitando a hablarle en voz baja, no quiero que su hermano escuche lo que estamos haciendo.
Algunas embestidas más y la tensión de mis bolas incrementan hasta sentir como empiezo a derramarme en la boca de Elena, salgo de ella, pero hago un desastre con mi semen.
—Joder —murmuro.
Parte de mi semen sale de su boca, mientras que la otra está esparcida por su cuerpo.
Jadeante caigo a la cama. Mi energía acaba de ser drenada por una diosa.
Elena sigue de rodillas mientras yo estoy acostado en su cama, la mujer parece estar en estado de shock, ya que no ha dicho ni una sola palabra desde que acabe.
—¿Te lastimé? —pregunto levantando la cabeza para poder mirarla.
—No —responde.
Veo cómo pasa su lengua por sus labios y antes de que pueda tragar la detengo.
—No lo tragues —digo—ven hacia mí, así como estás.
La mujer gatea hasta estar en medio de mis piernas.
—Abre la boca —jodidamente erótico—. Trágalo todo.
Abre la boca para que yo pueda ver que se tragó hasta la última gota.
—Buena chica, ¿debería recompensar lo bien que lo hiciste? —asiente de inmediato—. ¿estás adolorida?
—Mucho.
—Súbete a la cama.
Sin pensarlo dos veces se sube a la cama mientras se quita el pequeño pantalón, dejándome ver que no llevaba ropa interior.
—Voy a morir —aseguro al ver su coño húmedo.
Me arrodillo y separo sus piernas para ver más su húmeda que se desliza hasta sus piernas.
—Tan dulce —susurro cuando paso mi lengua por todo su coño.
—Sí —gime, es tan sensible y me gusta. Joder, me encanta.
Deslizo suavemente uno de mis dedos en su entrada y está tan jodidamente apretada, es como si nunca hubiera entrado en ella. Mi verga empieza endurecerse por querer entrar en ella, pero primero quiero su orgasmo en mi boca, luego podrá venirse mientras la follo.
—Si sigues gimiendo así despertarás a tu hermano —lleva sus manos a su boca y abre más sus piernas.
La follo con mi dedo mientras que acaricio sus pliegues con mi lengua y es embriagador sentir lo dulce que es.
—Tu coño es mejor que todo el vino que he tomado en mi vida —aseguro.
Otro de mis dedos se une en su entrada hasta que sus piernas empiezan a temblar por el placer que le estoy causando.
—Sí, joder —sus gemidos se vuelven susurros y me alegra que a pesar del placer sepa que tiene que hacer silencio.
—¿Vas a dejar tu orgasmo en mi boca?
—Sí, sí, sí —repite la misma palabra mientras se deshace en mi boca.
—Joder.
Su orgasmo se posterga hasta el punto de mojar completamente la cama, por primera vez le he causado a una mujer un squirting con mi boca.
No es que haya llevado mi boca a muchos coños.
—mierda, creo que me desmaye —apenas empieza a normalizar su respiración.
Me acuesto a su lado, ambos estamos sudados y mientras yo estoy completamente desnudo ella aún lleva la camisa de tirantes. —¿Quieres agua? —pregunta después de un rato.
—Necesitamos hidratarnos para lo que viene.
No sé cómo haré, pero vamos a follar toda la noche hasta que el agotamiento alcance un nivel máximo.
Elena envuelve un albornoz en su cuerpo y sale de la habitación, antes de que pueda salir me fijo que le había puesto pasador a la puerta —mujer lista—, no demora en volver con dos grandes termos llenos de agua.
—Vienes preparada —digo con una sonrisa tirando de mis labios.
Estoy viejo y necesito el agua para hidratarme y poder rendir, no sé cómo lo hice la vez que estuvimos por primera vez, follamos toda la noche y el agua quedó en un segundo plano.
Recibo uno de los términos y tomo su contenido casi hasta la mitad.
—Estabas seco —murmura cuando me recibe el termo.
—Tú me dejaste seco —bromeo, sus mejillas se tornan rojas y se ve hermosa.
Palmeo el lado vacío de la cama y ella se acuesta, rodeo su cintura con mis brazos y la atraigo más a mí.
—Eres como una bruja, haces que me ponga duro con solo verte.
Quito el nudo del albornoz y subo su camisa hasta dejar sus tetas a mi vista.
—Me gustan mucho tus tetas, tu trasero y tu coño.
—¿Algo más, señor?
—Tu cabello, tus labios —la beso antes de continuar mencionando lo que me gusta de ella—. El color de tus ojos, tu abdomen, tu mente y tu carácter.
Poniéndome de rodillas entre sus piernas, las separó más.
—También me gusta cómo te humedeces con solo hacerme una mamada.
—Tus palabras me excitan.
—Mi verga en tu coño también lo hará.
Empiezo a deslizarme lentamente y ella se comienza a tensar.
—Déjame entrar —pido—. La primera vez que te tome me recibiste muy bien.
Sus músculos empiezan a relajarse a medida que voy entrando en ella.
—Joder, no sé qué es mejor si mi verga en tu coño o en tu boca, pero ambas me gustan.
—Jasha —jadea cuando estoy completamente dentro de ella.
Mi maldita perdición, mi obsesión y mi gran peligro es Elena, no tengo ninguna duda.
La mujer debajo de mí es la que pondrá mi mundo de cabeza.
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Espero este disfrutando la lectura.
Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales donde aparezco como Leidygm18.
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