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"Soy a quien le contaste tus sueños mientras veíamos el cielo"


-Kyoya, Kyoya, ¡KYOYA! - La castaña golpeó con fuerza la cabeza del muchacho que estaba a su lado debido a que no le prestaba atención.

-Te estoy escuchando herbívora - El mayor rodó los ojos y suspiró ligeramente ante la actitud de la chica y trató de no suspirar debido a esta.

-Eso no es cierto - La fémina de 13 años hizo un puchero y se cruzó de brazos - Estabas de nuevo en tu mundo de fantasía

-No es un mundo de fantasía Tsuna - El de mirada plateada frunció de manera adorable su ceño ante las palabras de su amiga - Si quiero convertirme en el mejor policía del mundo tengo que mentalizarme para ello, luego tendré que trabajar para lograrlo.

-Pero para que ese día llegue aún faltan años - La joven sonrió ligeramente y con dulzura - Tienes que relajarte un poco, aun somos jóvenes.

-Es por ello que tengo que concentrarme Tsuna - El de cabello azabache desvió la mirada a las tonfas regaladas por su hermano mayor - Si demuestro que mi interés no es solo parte de mi sueño de niño padre no podrá negarse a entrenarme.

-... - La Sawada descruzo sus brazos y llevó sus manos a los hombros de su acompañante - Sabes que no tienes que probarle nada a nadie ¿Cierto?

-Herbívora - El menor de los Hibari observó a la niña y calló al notar su mirada. Una mirada llena de ira contenida a la que probablemente jamás se acostumbraría.

-¡No! - La futura mafiosa sacudió con molestia el cuerpo de su compañero - Eres el chico más fuerte que conozco. Quizá solo tu hermano te rivalice, pero ese es el punto. Ambos son fuertes y no tienen que demostrarle nada a su padre.

-No lo entenderías - A Kyoya no le quedó de otra más que tomarle de los brazos y así evitar que siguiera agitándole - A diferencia de tu familia, la mía no se basa en amor y comprensión. Tenemos que ser fuertes y despiadados con aquellos que estén en nuestra contra, eso es lo que se requiere para ser un policía.

-Creí que lo que necesitabas para ser policía era un buen sentido de justicia y un interés por hacer el cambio - La mirada chocolate de la menor mostraron su incomodidad ante lo escuchado.

-... - Ante esas palabras el azabache mordió su labio inferior, pues no sabía cómo responder a aquella idea. Él se había cuestionado lo mismo desde que su padre le había dicho aquellas palabras.

-Del modo como lo pintas me suena exactamente igual que la mafia - Los cabellos castaños cayeron en el rostro de la joven mientras esta se alejaba de su amigo - Frío, cruel y sin interesarte en nadie más, entonces ¿Qué hace que los policías sean diferentes a los mafiosos? ¿Solo que unos están protegidos por la ley y los otros no?


Ambos futuros adolescentes quedaron unos segundos en silencio, uno sin saber que decir y la otra tratando de no enojarse ante sus palabras. Después de unos minutos la fémina comenzó a reír secamente y observó con mirada vacía a su mejor amigo.


-Cuando perdí a mi padre la ley protegió a aquellos que lo mataron porque él era una amenaza para el sistema, pero papá de hecho estaba tratando de cortar lazos con la mafia para darnos una buena vida a mamá, Gio-nii y a mí - Los ojos caramelo se llenaron de lágrimas, pero ninguna fue derramada - Sin embargo, eso no le importó a nadie, ellos solo querían una medalla por su supuesto buen trabajo y siguieron adelante con sus vidas, sin que les importara cómo estaban condenando a mi familia.

-... - El Hibari de cabellos azabaches cerró los ojos con algo de fuerza. Conocía esa historia bastante bien y le hacía daño saber que, quizá, jamás podría eliminar esos sentimientos del alma de su amiga.

-Terminé con un título que no quería Kyoya, con una posición familiar que no me interesaba, y con el poder de hundir a muchos países en la miseria y el sufrimiento - La castaña negó varias veces con la cabeza mientras veía hacia el suelo - Pero jamás quise eso, solo quería la justicia que le fue negada a mi padre para que pudiese descansar en paz, justicia que el sistema le arrebató diciendo que él era un mal hombre y un peligro para la sociedad. 

-Tsuna - El mayor trató de detener las palabras de su acompañante al saber hacia dónde se dirigían sus pensamientos.

-¿Sabes cuánto dolió Kyoya? ¿Cuánto nos destrozó el que todo el mundo comenzara a hablar mal de mi padre? - Las lágrimas de ira, tristeza y frustración comenzaron a abandonar los ojos de la Sawada mientras ésta subía el tono de su voz para mostrar su molestia - Iemitsu Sawada jamás quiso ser parte de la mafia. De hecho, estaba haciendo planes para cambiar todo lo que esa familia hacía de manera ilegal ¡Pero lo tacharon de malvado, de vil y cruel! ¡Mancharon la memoria de mi padre y luego no le dieron la justicia que merecía! ¿Por qué él pagó por los verdaderos villanos Kyoya? ¿Por qué fue sobre él que se lavaron las manos y fingieron que nada pasaba? ¡JODER! ¡Mi padre no se merecía eso!

-Tranquila herbívora - El chico abrazó a la menor y le permitió llorar en su pecho, él mejor que nadie sabía lo mucho que ella sufría cuando recordaba a su progenitor, después de todo a él le pasaba una situación similar cada vez que recordaba a su madre - Tu padre no quisiera verte así, lo sabes. Ya han hecho justicia Tsuna, ya le has dado paz a su memoria.


Y aquellas palabras eran ciertas. Poco después de la muerte del Sawada mayor un hombre de traje negro y un camaleón por mascota había aparecido en la puerta de la familia diciendo que había llegado para hacerle justicia al difunto heredero de la mafia, pero que para ello quería hablar con toda su familia. Después de ello los hombres que le habían quitado la vida a Iemitsu Sawada habían desaparecido del radar y aquel hombre se quedó en la casa de la familia diciendo que sería el tutor particular de ambos menores hasta que la chica pudiese tomar el cargo de décima jefa.

De eso ya habían pasado varios años, pero el azabache entendía que a la joven aun le dolía recordar todo aquello que vivió luego de la muerte del hombre más importante de su vida. Él podía comprender su ira contra el sistema y su odio hacia las personas con el poder, porque también había perdido a su madre en aquellas condiciones.


-Herbívora, mírame - El joven subió el rostro lloroso de su amiga y secó sus lágrimas con dulzura - Te prometo que en cuanto entre a la policía las cosas serán diferentes. Seré el mejor policía del mundo y te protegeré de todo el mal, ¿De acuerdo?

-Pero la mafia... - Los ojos de la heredera Vongola volvieron a tornarse llorosos - No puedes protegerme si estoy del otro lado de la ley.

-Encontraré la forma - Aseguró el chico con una sonrisa que solamente le era dedicada a la menor - Voy a protegerte por siempre, hasta que la muerte venga por mí.

-Si es así, entonces también déjame prometerte algo - La menor volvió a secar sus lágrimas y observó fijamente a su acompañante.

-No necesitas... - El varón se calló de inmediato al recibir una mirada decidida y asintió resignado - Está bien, ¿Qué cosa?

-Cambiaré la mafia, haré lo que mi padre no logró y volveré a mi familia un grupo de vigilantes que te ayuden en la búsqueda de la justicia - La futura mafiosa sonrió dulcemente mientras tomaba las manos del chico - Así ambos estaremos del mismo lado.

-No necesitamos estar del mismo lado para que te proteja herbívora - Aunque sus palabras no lo mostraban, los ojos plata del varón dejaban ver la ternura que aquellas palabras le generaban - Aún si fuésemos enemigos yo buscaría la manera de mantenerte a salvo.

-Pues somos dos con la misma idea - La fémina mantuvo su sonrisa mientras abrazaba al contrario - Sé que no quieres que nadie te cuide, pero deja que al menos esté a tu lado.

-... - Los ojos del mayor brillaron con un sentimiento que en ese momento era incapaz de nombrar, pero no necesitaba saber el nombre para saber qué sentía - Siempre.

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Tsuna observó una última vez el reloj y trató de no desacomodar su vestido o la joyería que tenía decorando su cabello. Todo se sentía tan ajeno a ella en ese momento y no sabía si iba a poder mantener las apariencias durante toda la ceremonia. Ya estaba comenzando a arrepentirse de toda la situación y no estaba frente a la novia todavía.


-¡Juudaime! - Una chica de cabello plateado abrió la puerta con fuerza debido a la preocupación mal disimulada que sentía. Sin embargo, se quedó callada en cuanto vio a la otra chica.

-¿Qué pasa Gokudera-chan? - La castaña dejó de lado su tarea de colocarse los aretes cuando su mano derecha no le dijo nada, por lo que volteó preocupada - ¿Haya-chan?

-¡Perdón! Es que... - La joven negó con la cabeza rápidamente. Sintiéndose ligeramente cohibida - Jamás había visto que la Decima se arreglara tanto.

-Bueno, es un día importante - Una joven de cabello azul amoratado entró en la habitación con una sonrisa sarcástica - El amor de su vida se casa con alguien más y quiere que vea de lo que se pierde.

-¡Cállate piña! - La italiana llevó su mirada a su amiga mostrando de nuevo su preocupación por ella debido a la situación - Ignórele por favor Juudaime.

-Tranquila Gokudera-chan, ella tiene razón - La líder de la mafia les sonrió cálidamente a sus amigas - Hoy es un día importante y todos debemos vernos bien.

-¿Todas están listas? - Una voz se escuchó en el pasillo, pero el muchacho dueño de ésta no se adentró a la habitación para no interrumpir la privacidad.

-Si Yamamoto-kun - Con un suspiro Tsuna tomó su bolso y les hizo una señal a sus guardianas para salir de la habitación - Es hora de irnos.


Los cuatro jóvenes salieron de la casa de la jefa y se encaminaron a la limosina de la familia. La castaña se había negado a usarla, pero su tutor le había dicho que ella debía hacer algunos sacrificios si quería que todo su plan funcionara de manera correcta. En otras palabras, había amenazado con destruir su plan si ella no lo complacía.

No tardaron en llegar a la iglesia donde se celebraría la boda y todos bajaron de su transporte para ir a los lugares donde debían estar. Tsuna caminó hacia un lado del edificio, donde habían puesto unas carpas para que ambos novios estuviesen listos y no llegaran tarde a la ceremonia.

La castaña había estado tentada a ignorar la carpa de su guardián e ir directamente a la de Aria. Sin embargo, caminó de vuelta a donde estaba su amigo de la infancia y pidió permiso para entrar. Permiso que le fue otorgado por su hermano.


-Hermanita - Giotto se lanzó contra su hermana para darle un abrazo, pero se detuvo unos segundos antes del impacto para observar lo hermosa que se veía.

-Hola - La mafiosa sonrió con dulzura mientras desviaba su atención de su hermano a los Hibari presentes - Todos se ven muy bien.

-Gracias cielo. Tú también te vez preciosa - El rubio besó la frente de la fémina y luego vio a su pareja - Alaude y yo debemos salir un momento, ¿Puedes quedarte con el novio?

-Seguro, pero no tarden - La joven dejó salir lentamente el aire de sus pulmones mientras les veía seriamente - Debo ayudar a la novia con su vestido.

-Claro hermanita - El Sawada mayor asintió mientras tomaba de la mano al otro rubio y lo sacaba de la carpa.

-Te ves bien omnívora - El azabache mantuvo su mirada fija en la joven mientras esta se acercaba lentamente hasta donde él estaba parado. 

-Tú también te ves bien Kyoya - La menor trató de mantener su sonrisa intacta en su rostro. Sabía que si reaccionaba negativamente él sería capaz de hacer una tontería - Pero no pareces satisfecho.

-No lo estoy y lo sabes - Los ojos plateados volvieron a enfocarse en el espejo que tenía frente a sí mismo mientras trataba de no mostrar su molestia.

-Bueno. no hay mucho que podamos hacer por ahora - Los ojos caramelo se enfocaron en las cosas que estaban dentro de aquella carpa y sonrió al notar las amadas armas de su amigo todavía sobre una mesa - La ceremonia comenzará pronto.

-Estás demasiado tranquila con esto - El futuro joven casado observó de nuevo a su amiga y frunció su ceño ante la duda que tenía presente - ¿Qué planeas?

-¿Crees que tengo un plan oculto? - La Vongola sonrió inocentemente, lo cual obviamente demostraba que sus palabras no eran ciertas.

-El día que descubriste que mi padre me obligó a comprometerme estabas lista para secuestrarme si era necesario - El Hibari menor se cruzó de brazos mientras mantenía sus ojos fijos en su acompañante.

-Es cierto - La menor asintió mientras observaba con una sonrisa relajada al otro - Y si me lo pidieras ahora lo cumpliría.

-Pero no es eso lo que has planeado - El varón suspiró mientras tomaba sus tonfas para acomodarlas al traje - ¿Qué tanto va a molestar a mi padre?

-Mucho probablemente - Los ojos caramelo brillaron traviesamente mientras desviaba su mirada del muchacho y de su arreglo. Tenía que controlarse o mandaría el plan a volar con tal de robar al novio de aquella boda.

-Entonces haz lo que debas hacer - El azabache se acercó a la menor y tomó su mandíbula para que volviera a verle. Sonrió en cuanto sus ojos estuvieron conectados y acarició con delicadeza el rostro de su amiga - Confío en ti.

-Gracias Kyoya - La castaña cortó la distancia y le dio un corto beso en los labios al mayor antes de alejarse por completo y comenzar a caminar hacia la salida de la carpa - Te veo en el altar.


La joven mafiosa salió justo cuando el padre de su amigo se acercaba a donde él estaba, por lo que se dio la vuelta lo más pronto posible y caminó hacia donde se encontraba la novia. Estaba segura de que la joven ya estaba suficientemente preocupada como para que ella le diese más sustos al no aparecer.


-Aria-san - Tsuna abrió la carpa con cuidado para que nadie viese a la novia y para asegurarse de que ella estuviese lista.

-Tsuna-chan - La italiana volteó a ver y suspiró aliviada al ver a la menor aparecer frente a ella - ¿Todo bien?

-Por supuesto - La Sawada se acercó a la otra y mantuvo una sonrisa tranquila, aunque sus ojos brillaban juguetonamente - Todo está listo.

-Entiendo - La mujer tomó la mano de la adolescente y sonrió - Muchas gracias por tu ayuda en todo esto Tsuna.

-Ha sido todo un placer - Ambas callaron ante la aparición de otra de las madrinas de boda y volvieron a actuar como si nada hubiese pasado. 


La castaña aún se seguía preguntando cómo habían terminado convencidas las jóvenes que trabajaban en la policía para aceptar un puesto como ese en una boda de ese tipo, pero podía imaginar bajo la condición que habían aceptado al notar las sonrisas falsas que todas portaban.

Una campanada se escuchó a lo lejos indicando que la ceremonia iniciaría pronto por lo que comenzaron a moverse de un lado a otro para que Aria estuviese lista. Justo estaban terminando los toques finales cuando un varón conocido para todas apareció en el área con una sonrisa de satisfacción.

El padre de Kyoya observó a la novia con una mirada curiosa mientras ella se mantenía serena. Finalmente asintió y extendió su brazo para llevar a la novia al altar con su hijo, algo a lo que la joven no se negó. Los ojos oscuros del hombre se enfocaron un segundo en la joven Vongola y brillaron como si dijese que él había ganado aquella guerra.

Tsuna se mantuvo serena mientras todas las damas iban saliendo del lugar hasta dejarle completamente sola. Hizo un sutil movimiento de muñeca y revisó la pequeña pantalla oculta que estaba en una de sus pulseras. Esta tenía el mensaje de su tutor informándole que todo estaba listo para comenzar.

La castaña observó una última vez el lugar antes de salir y enfrentar la ceremonia. Aquel hombre le había declarado la guerra a su famiglia cuando había obligado a Kyoya a casarse con alguien que no amaba. Y ella iba a cumplir su promesa de mantener a salvo a su amigo contra viento y marea.

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La marcha nupcial comenzó a sonar mientras el azabache estacionaba su auto en la entrada de la iglesia. Observó la hora que marcaba su reloj y su rostro mostró una sonrisa ligeramente sádica. Debía admitir que el plan de su hija-estudiante era bastante bueno, pero él se había encargado de hacerlo mejor.

Su teléfono vibró y su sonrisa se hizo aún más grande al leer el mensaje. Tomó su fedora y a su confiable camaleón y bajó del auto simulando tranquilidad. El show iba a iniciar pronto y nadie dentro de esa iglesia se imaginaba lo que estaba por venir.

Porque al final, Vongola era más que una mafia. Era una familia. Y él no iba a dejar que su pequeña no tuviese su final de cuento de hadas. Él iba a darle el mejor regalo de graduación a la heredera Vongola, aun si eso significaba darle más poder a Hibari Kyoya para derrotar a su propio padre.

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¡Buenas, buenas! ¿Qué tal les va? Yo debería estar haciendo tareas, pero en lugar de ello actualice la historia.

Le doy todos los créditos correspondientes al dibujante de la imagen que hay en la portada, ya quisiera yo dibujar así. Traté de buscarle, pero no fui capaz de hacerlo. 

Cambiando de tema, se nos acaba la historia, solo queda el próximo capítulo y el epílogo. Y si les digo la verdad, no sé si vaya a haber epílogo porque no tengo historia para este. Así que lo más probable es que el siguiente capítulo sea el último.

Pero para escribirlo y publicarlo falta mucho tiempo, así que tendremos que esperar por él. Mientras tanto, espero poder publicar al menos un capítulo de cada historia que tengo ya existente. Porque tengo MUCHAS en borradores que quiero comenzar a compartir con ustedes.

Hasta entonces, ¡Nos leemos pronto!

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