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Terminar lo que se comenzó:


Bueno, consideren esto como parte de "las pruebas de la luna", una suerte de secuela... o más bien pequeña continuación autoconclusiva.

 ...

Artemisa:

Otra reunión del consejo, otra aburrida noche de sentarse en un trono y escuchar por horas y horas a mi padre, Zeus y al tío Poseidón discutir sobre... bueno, literalmente cualquier cosa.

Y sí, cuando digo cualquier cosa es cualquier cosa. En esta ocasión estaban discutiendo sobre si las quesadillas deben llevar queso o no (sí tienen qué, la historia lo dice). Pero bueno, las reuniones del Olimpo son para discutir temas "serios" así que como habrán de esperar ninguno de los dioses estaba prestando atención.

Aquí es donde te estarás preguntando: "Pero Artemisa, ¿no se suponía que habías abandonado el consejo olímpico?"

Y yo te responderé: "sí, pero está reunión se supone que era un caso especial. Y digo de supone porque llevo una hora y media escuchando a los dos dioses más poderosos del consejo discutir sobre queso y tortillas"

Verán, se supone que ese sería el día de mi boda.

Y allí es donde los más despistados preguntarán: "Pero Artemisa, ¿tú? ¿Una diosa doncella casándose?"

Y yo les respondo: "Mierda, hay literalmente cinco libros que explican como Hades llegué a donde estoy, ve a leerlos y no estes chingando"

Je, supongo que tanto oír de quesadillas hacen que se me salga el mexicano interior que todos  tenemos dentro.

Así que aquí me tienen, sentada aburrida en mi viejo trono, el cual no había usado en años, viendo como mi futuro esposo, Percy, luchaba por no dormirse sentado en una silla provisional al lado del trono de su padre, y observando el duelo de muecas entre Apolo y Dioniso, era mucho más interesante que oír a mi padre hablar sobre quesadillas.

Finalmente Atenea se hartó, leyó en voz alta tres libros, dos códices y una profecía délfica ancestral y dio por concluido el asunto, las quesadillas llevan queso, chilangos, que quede claro.

—Bien, ahora que ya acabaron con su "importante" discusión—murmuró Hermes con aburrimiento—. ¿Podemos hablar sobre el por qué estamos aquí?

Todas las miradas se volvieron hacia mí.

—¿Qué?—gruñí—. No me vean como si fuese algo especial.

Afrodita sonrió maliciosamente.

—Oh..., pero Arty Arty Arty, sí es algo especial—dijo—. Tú, la diosa que odia a los hombres, se va a casar con uno en pocas horas. Esto hay que celebrarlo.

—Primero, no me digas "Arty". Segundo, no odio a los hombres, los desprecio. Y tercero, no hay que celebrar nada.

—Sí—asintió Percy—. ¿Por qué no puede ser algo pequeño y discreto por... bueno, primera vez en mi vida?

Hermes se paró a un lado de él y rodeó sus hombros con un brazo.

—Amigo, eres la envidia y el ídolo de prácticamente todos los chicos en el Olimpo—le dijo—. Vamos, déjanos celebrarlo a lo grande, tenemos pensado hacerte una estatua y todo.

Percy exhaló con cansancio.

—Sólo déjenme ser feliz, ¿quieren? ¿Es mucho pedir?

Apolo lo miró fijamente a los ojos.

—No creas que te voy a dejar en paz ni por un segundo, Jackson—le advirtió—. Te robaste a mi hermanita, y vas a pagar caro por ello.

Bufé exasperada.

—Apolo, le dices eso literalmente cada vez que lo ves. ¿Puedes solamente dejarlo estar?

—¡Jamás!

Poseidón se veía divertido observando la situación, se volvió hacia Percy y le preguntó:

—Entonces, hijo, ¿qué plan tienen para la boda, exactamente? Porque hasta el momento no nos han dicho nada más que lugar, fecha y hora.

Percy sonrió y se volvió para mirarme. Asentí con la cabeza para indicarle que hablara.

—Bueno, como dijimos, no queremos nada muy grande. Solamente algo con familia y amigos cercanos. Originalmente queríamos que fuera en algún lugar importante para ambos, pero en vista de que todos esos lugares son trampas mortales en las que casi morimos, decidimos mejor hacerlo en la playa, de noche, a la luz de la luna.

Dioniso bufó decepcionado .

—Una pequeña ceremonia entonces. Que aburridos. Esperaba más de ti, Johnson.

Percy rodó los ojos.

—Sí te hace sentir mejor, señor D. Diana sí que quiere una gran fiesta cuando sea su turno.

Dioniso sonrió muy levemente y se re acomodo en su trono.

—Sí, los romanos siempre tuvieron mejores fiestas.

Hermes silbó admirado.

—Vaya, primo. No sólo te casas con LA diosa doncella. Sino que lo haces dos veces, una para cada personalidad. Eres una bestia.

Rodeé los ojos. El plan original había sido una simple ceremonia común, pero Diana insistió e insistió en que quería algo "más romano" y bueno, ahora cada una se casa por separado. Por mi no hay problema, pero pobre Percy, no tiene que lidiar con el estrés de una boda, sino de dos.

Me puse de pie, dispuesta a irme de una vez de aquel lugar.

—Entonces los veo esta noche. Nada de alocarse, ¿quedó claro?—advertí.

Dioniso, Hermes y Apolo asintieron de mala gana.

Percy suspiró.

—Bien, hasta esta noche.

Ambos salimos juntos del salón, pero tomamos caminos distintos. Cada uno tenía que prepararse a su manera. Y no negaré que estaba tan emocionada como asustada. 

...

Nunca me molesté realmente en aprender demasiado sobre los ritos de matrimonio tradicionalmente griegos.

Digo, sí, estaba enterada de la mitad del proceso. Después de todo soy la diosa que representa el paso de la adolescencia a la adultez, representada por la edad de casamiento en la antigüedad. 

Una vez una joven llegaba a esa edad en la antigua Grecia, pasaba de mi protección a la de Afrodita, para luego volver a la mía durante el embarazo y el parto, y así seguimos y seguimos. Yo siempre representé los períodos de cambio, los puntos intermedios, la civilización entrando en la naturaleza para cazar, las adolescentes pasando a la adultez, y las adultas convirtiéndose en madres.

Pero... siempre permanecí en ese limbo. Siempre representada como una adolescente en la antigüedad. Siempre en un punto intermedio.

Estaba ciertamente asustada de dar ese paso por el que antes había guiado a tantas jóvenes.

Así que en resumen conocía perfectamente la primera parte. La segunda... ya no tanto.

Algo importante a aclarar. Sí, nos estábamos apegando bastante a la tradición antigua, pero con un giro propio. Principalmente porque en la antigua Grecia todos eran unos misóginos de mierda y las mujeres prácticamente no tenían derechos. Por lo que todo lo que no nos parecía, lo cambiábamos.

Empecemos por la proaulia: ésta había transcurrido los días anteriores, los cuales había pasado con mi madre, Leto,  mis cazadoras, y algunas de mis familiares diosas. Tradicionalmente se pasaba únicamente con las parientes y amigas de sexo femenino. Solamente me dediqué a correr por el bosque y cazar monstruos por última vez como diosa doncella.

Habían varias cosas más que sucedieron en ese periodo.

Para empezar se celebró una pequeña fiesta en la casa de mi padre, Zeus. En la antigüedad se solían hacer ofrendas a mí y a Afrodita para que se diera este paso de la adolescencia a la adultez. La novia solía ofrendar a mí varios de sus juguetes de la infancia como un preludio antes del matrimonio. Pero en vista de que... bueno, no me iba a ofrendar cosas a mi misma, hicimos algo ligeramente distinto.

Básicamente fuimos hasta la isla de Delos, en la misma zona en la que había nacido hacía milenios y cavamos un hoyo en el suelo en el cual enterré algunas de mis pertenencias antiguas. Mi primer arco plateado, el pellejo de mi primera presa, el astil partido de la primera flecha que disparé. Objetos importantes que habían marcado mi infancia, de los cuales me debía desprender ahora.

Y... fue extraño, que la diosa conocida como una eterna adolescente se desprendiera de tales cosas y aceptara finalmente el paso a la adultez.

La parte más difícil fue mi conversación con Afrodita.

Básicamente ambas nos quedamos en silencio, sin saber exactamente qué decir. Básicamente yo tenía que aceptar que había entrado en sus dominios, y era aceptarlo o seguir viviendo como adolescente eternamente. Y de los pasos que sabía que tenía que dar, permitir que Afrodita tomara cierto poder sobre mi fue el más complicado.

—Esto es incómodo—dije, después de unos diez minutos de total silencio.

Ella suspiró.

—Pero finalmente lo admites—dijo con suficiencia—. Te enamoraste.

Suspiré en derrota.

—Sí...

—Y te vas a casar.

—Sí...

—Y yo siempre tuve razón, y tú no.

—Eso es discutible.

Afrodita se cruzó de brazos.

—¿Exactamente en qué sentido?

—Sigo creyendo que el amor romántico es una pérdida de tiempo que distrae a la mente de sus objetivos. Un estorbo que debe ser evitado.

—Ya un así...—dijo ella con satisfacción—. Estás aquí, preparándote para tu boda.

Me encogí de hombros.

—Que crea que el amor es un estorbo no quiere decir que no pueda vivir con ello—dije.

Era claro que por más que yo intentara sonar segura, estaba justo donde ella me quería. Odiaba esa sensación de ser un animal arrinconado, me ponía agresiva.

Afrodita se puso de pie y me tendió una mano para que también me reincorporara.

—Bienvenida a la vida adulta entonces, pequeña Artemisa.

La miré alzando una ceja.

—Creía que te estarías burlando—admití.

Ella sonrió con malicia.

—Oh, no te preocupes, me burlaré de ti por todo el resto de tu inmortal existencia—aseguró—. Pero también puedo decirte que en vista de que nuestro conflicto era porque rechazabas el amor, y ya quedó claro que yo gane la discusión, no tengo verdaderos motivos para odiarte.

—Gracias, supongo—dije—. Y que quede claro, no ganaste ninguna discusión.

—Repítelo hasta que te lo creas.

La última cosa que hice ese día fue un viejo rito en el que me corté un mechón de cabello. En la antigüedad se sacrificaba a los dioses con tal de crear una conexión entre ellos y la novia, simbolizando también la separación de ésta con la infancia. Pero... en vista de que allí éramos casi todas diosas, la cosa fue más por el lado simbólico y tradicional que otra cosa.

...

Ahora sí, el presente, el día de la boda, el gamos:

Como ya saben, el día comenzó con una laaaarga discusión sobre quesadillas en la cual no me voy a meter demasiado.

Y sí, realmente estoy resumiendo mucho todo este asunto, pero la verdad es que sí fue mucho más rápido de lo que habría sido una celebración tradicional, y es que nos estábamos saltando una enorme cantidad de pasos que involucraban sacrificios a los dioses porque... bueno, nosotros éramos los dioses.

Mírenlo de está manera. Normalmente tendríamos que pedir las llaves de un auto antes de poder conducirlo. Pero en este caso ya éramos los dueños del auto, y por ende no había que pedirle las llaves a nadie.

Como dije antes, recién acabada la reunión Percy y yo fuimos por caminos separados. Normalmente la celebración se daría de día, pero en vista que habíamos decidido hacerlo todo de noche porque... ejem, diosa de la luna, ejem... teníamos algo de tiempo extra para tomarnos las cosas con calma.

Explicaré velozmente mi parte de los hechos.

Me pasé varias horas simplemente sentada, meditando para intentar contactar conmigo misma en los rincones más profundos de mi mente.

"No puedo creer que esté haciendo esto"—dije, temblando física y mentalmente.

"Bueno, siempre puedes dejar que yo me haga cargo"—respondió Diana con una sonrisa maliciosa.

"Ni hablar"—gruñí—. "Tú ya tuviste el primer beso y el hacerse pareja, ahora me toca a mi hacer esto primero"

"Tú tuviste la casi primera vez"—repuso ella.

"Y tú la primera visita con su familia del lado de Poseidón"

"Sólo porque tú conociste primero a Sally y Paul"

Me sobe las cienes.

"Está bien"—murmuré—. "No importa eso ahora... sólo importa que nos vamos a casar... y estoy nerviosa"

Diana se encogió de hombros, aparentaba poco interés, pero podía notar como también ardía de emoción. Es difícil ocultar tus emociones de... bueno, tú misma.

"También te sientes como yo, ¿no es así?"—le dije.

Ella suspiró.

"Sí... eso creo"—admitió—. "Pero, tú sabes, Roma siempre fue mucho eficiente que Grecia, todo saldrá bien"

Sonreí internamente, sabiendo lo que en verdad pasaba.

"Sólo me dejaste ser la primera en casarme porque estás asustada de que algo no salga bien"—le dije—. "Básicamente me estás usando como conejillo de Indias"

Diana se removió incómoda.

"Tal...vez..."

Le sonreí.

"No te preocupes, todo saldrá perfectamente bien, con las dos de nosotras"

Diana bajó la mirada, detecté algo poco común en ella: inseguridad.

"¿Qué sucede?"—le pregunté.

"No... no es nada..."

"Oye, eres yo. Así que no me mientas"

Diana suspiró.

"Es sólo que... Ahg, pensarás que es estupido"

Me encogí de hombros.

"Oye, si piensas algo estupido quiere decir que yo pienso algo estupido, así que da igual"

Ella no se veía muy segura, pero la animé a que dijera lo que sentía voluntariamente, antes de que simplemente lo descubriera porque... bueno, ella es yo y yo soy ella.

"Es sólo que... a veces creo que él te prefiere a ti"—murmuró—. "Y sí, ya sé que es estupido, pero... no sé. Ya han pasado años y aún recuerdo con claridad cuando nos conocimos... es decir yo, Diana, lo conocí. Fue... bueno, actué como romana, y bueno, lo conoces, no le gustó mucho que actuara así de autoritaria con él. Dijo que... bueno, que me prefería como Artemisa, como tú"

La tomé por el hombro.

"¿Sí sabes que sólo lo dijo por sus problemas con la autoridad? ¿Verdad?"—le recordé—. "No te preocupes, el te adora, a las dos. Yo también llegué a temer eso alguna vez, pero me quedó claro que a él le da igual si soy Artemisa o Diana, yo sigo siendo yo. Eso es lo que importa, ¿no?

Diana hizo una mueca.

"¿No crees que querrá pasar más tiempo contigo que conmigo?"—preguntó.

Suspiré.

"Diana, soy tú, y sé lo que piensas. Y también sé que tú sabes que yo sé que a Percy le dará igual quien esté en el volante. El nos ama por igual. Sí, será más difícil el turnarnos, pero ese es problema nuestro, no de él"

Diana pareció querer responder, pero me le adelanté.

"Piensa en esto, si el no nos quisiera por igual, ¿crees que hubiera aceptado tener dos bodas, una griega y otra romana, en dos semanas seguidas? ¿Tienes idea de lo estresado y agotado que debe de estar? Y el lo está haciendo porque quería que ambas tuviéramos lo que queríamos. Si nosotras nos hubiéramos puesto de acuerdo él se estaría ahorrando todo, ¿pero lo has oído quejarse una sola vez?"

Diana sonrió.

"A veces no puedo creer que seamos la misma persona"—admitió.

"Sí, me pasa lo mismo"—asentí.

Ella se puso en pie y empezó a desvanecerse, volviendo a su rincón romano dentro de mi mente.

"Buena suerte"—me deseó.

"Gracias"—sonreí—. "Te veré en una semana cuando sea tu turno"

...

Percy:

—Ayúdame, hermano. Creo que me voy a morir—gruñí mientras trataba de no sufrir un colapso nervioso.

Grover se inclinó y vomitó en el bote de basura más cercano.

—Amigo... tus emociones dan tantas vueltas que me mareo de sólo...—se inclinó y volvió a soltar el estómago.

Nico miró a Will y se cruzó de brazos.

—Bueno, la cabra está fuera de la ecuación. ¿Qué prosigue?

Will rebuscó en su mochila y le ofreció a Grover un par de pastillas para el mareo antes de volverse hacia mí.

—Bueno... supongo que podríamos darte unos calmantes, Percy—dijo—. Pero seriamente dudo que quieras llegar drogado a tu boda.

—Escucha esto de alguien que ha estado drogado más de una vez—dijo Apolo, recostado en un sofá—. Es una mala idea.

Hermes asintió solemnemente, para luego sacar una bolsa de "polvos misteriosos" y ofrecérmelos. 

—Creo qué paso con las drogas—dije, alejándome un par de pasos de Hermes—. Sólo estoy nervioso. Puedo con esto...

—No olvides que si sobrevives a esto aún tienes que volver a casarte la próxima semana con la otra personalidad de mi hermanita—añadió Apolo.

—No me lo recuerdes...—suspiré—. Está bien, un problema a la vez—entonces reaccioné al echo de que Apolo estuviese allí conmigo—. A todo esto, ¿qué haces tú aquí, Apolo? Creí que estarías tramando mi muerte o algo así.

Apolo se encogió de hombros.

—No me mal entiendas, Perce—me dijo—. Sin duda estoy tramando tu muerte. Es sólo que no quiero arruinarle la boda a mi hermanita. Pero no te preocupes, en dos semanas estarás muerto.

—Es... gratificante—murmuré.

Leo se volvió hacia mí.

—Tú no dejes de preocuparte, Sirenoman—me dijo—. Si algo he aprendido de tanto viajar contigo es que todo suele salir mal, pero eventualmente lo arreglas. 

—Eso... no me tranquiliza en lo más mínimo.

—No les hagas caso—me dijo Frank—. Te diré lo que va a pasar: todo va a salir bien y correcto. Pero si algo llegara a fallar, todos nos escondemos detrás de mi padre y dejamos que sea él quien reciba los golpes.

Todos asentimos, sonaba a un buen plan con sólidos fundamentos.

...

Artemisa:

Bueno, ahora sí, la ceremonia.

Todo comenzó con un baño, para simbolizar purificación, fertilidad y todas esas cosas. La verdad no estaba muy consciente de lo que sucedía a mi alrededor, estaba demasiado distraída pensando en lo que estaba a punto de suceder y no podía dejar de temblar.

Luego tradicionalmente tendrían que seguir algunos sacrificios de los cuales prescindimos porque dioses inmortales y todo eso.

Así que lo que siguió fue que me corté el pelo, en señal de virginidad. Y luego me encontré junto a Percy para un baño ceremonial en agua bendita, conocido como loutra. Se vertía agua de unlutróforo. Lutróforos más pequeños debían tal vez ser ofrendados a los dioses para bendecir el matrimonio. Pero bueno... ya me harté de decirlo, así que aquí va por última vez, nos ahorramos la última parte porque nosotros éramos los dioses.

O bueno, yo lo era... Percy aún era un simple semidiós, cosa que tenía pensado cambiar dentro de poco.

Y finalmente, la fiesta.

Verán, normalmente estas se celebraban en la casa de la novia. Pero sucedía que... bueno, no tengo una casa propiamente dicha, sino que estoy constantemente en movimiento por los bosques.

Es por eso que con las cazadoras había instalado nuestro campamento cerca de dónde quería que fuese la boda, en la playa, debajo de la luna llena.

Otra regla estupida de la antigüedad: los hombres y las mujeres se sentaban en mesas separadas, y las mujeres no podían comer hasta que los hombres terminaran de hacerlo.

Así que simplemente dijimos: "al Hades con las tradiciones" y nos pusimos a tragar, cada quien sentado donde se le pegara la regalada gana.

Esta fue mi parte favorita y por mucho. Muchas conversaciones, muchos temas de que hablar, y mucho caos.


Percy:

Las cosas habían salido bien, hasta el momento.

Me las había arreglado para no arruinarlo todo durante las ceremonias y ahora sólo tenía que preocuparme por comer y no morir mientras lo hacía.

Lo mejor fueron las conversaciones.

—Les dije que esto iba a terminar así—dijo Piper—. Se los advertí, ¿sí o no?

Artemis rodó los ojos.

—Sí... nos lo advertiste, Piper.

Alcé una ceja.

—Esa no me la sabía.

Piper sonrió satisfecho.

—Pues te explico, siempre supe que ustedes dos terminarían aquí. Incluso antes de que ustedes lo supiesen. ¿No es cierto, Artemisa?

Ella bufó.

—Sí... tal vez... sí.

—La segunda en saberlo, en todo caso—repuso Thalia—. Yo ya había notado que estos dos se traían ganas desde hacía un buen rato antes.

—¡Thalia!—se quejó Artemis.

Mi prima se encogió de hombros.

—La verdad es la verdad. Ustedes dos ya se tenían apodos bonitos antes de siquiera empezar a salir.

Frank se acomodó en su asiento.

—Entonces yo soy el tercero en notarlo—dijo.

Hazel alzó una ceja.

—¿Eso como por qué?

—Pues... lo noté y ya. 

Leo se río.

—Sea como sea. Nada súpera cuando nos enteramos todos los demás.

—Oh, sí—estuvo de acuerdo Hazel—. Esa no tuvo comparación.

Sonreí mientras lo recordaba. Incluso después de la derrota de Nerón, había pasado un tiempo hasta que mi relación con Artemis se hizo pública (y sí, ya sé que nos besamos frente a todos en la torre, pero la gente lo vio como eso, un beso, una forma de liberar estrés por medio de contacto físico).

Como sea, en una reunión en Nueva Roma les había estado relatando mis viajes con Artemis a mis amigos, y más o menos cuando estaba terminando llegaron Thalia y Reyna. Entonces Thalia dijo algo así como "no los veo muy sorprendidos, aún no les has contado todo" y yo le dije "ah, sí, tienes razón"

Allí les dije que Artemis y yo estábamos saliendo, y al menos la mitad se desmayaron.

Me la estaba pasando bien, pero eso no quitaba el pánico que sentía adentro. 

Sí, llámenme estupido, pero ya no recordaba que seguía después. En realidad había estado improvisando un poco demasiado durante todo el día.

Vi a mi madre, quien estaba conversando con Annabeth mientras veían a sus criaturas jugar.

Y, ah, sí, tal vez debería mencionarlo: el hijo de Annabeth, Luke Chase, era una cosa adorable. Tenía unos grandes y curiosos ojos grises como los de su madre. También un cabello castaño que había decidió ignorar, ya había pasado del tema hacía un buen tiempo.

Me acerqué hacia Annabeth y le pregunté en voz baja.

—¿Y ahora qué sigue?

Ella me miró alzando una ceja.

—¿Qué sigue de qué?

—De todo, no tengo idea de que hacer cuando termine la fiesta—respondí—. Si te digo la verdad, he estado improvisando todo el día.

Ella bufó.

—No puedes estar hablando en serio, sesos de alga.

—Pues... es bastante serio.

Ella se palmeó la cara.

—Está bien. Mira, cuando todo termine tendrás que llevar a Artemis a tu habitación... o carpa, o lo que sea en lo que estés viviendo. Una vez allí el matrimonio será oficial, ella se quita el velo y ya está. También se supone que recibes una dote por parte del padre de la novia... yo no contaría con que eso pasase en tu lugar. Y todo acaba con la epaulia, que es otra ducha para que reciban el resto de dones y preparación para su vida de pareja.

Bufé.

—He tenido más baños hoy que en toda mi vida.

—No lo dudes—río mi madre.

Rodeé los ojos, pero con diversión. Puedo decir que hasta el momento, ese estaba siendo el mejor día de mi vida.


Artemisa

—No puedo creer que este viva para ver todo esto—dijo mi madre, Leto, con emoción—. ¡Mi pequeña se está casando!

Me palmeé la cara.

—Eres inmortal, mamá—murmuré—. No es como si te fueses a morir antes de tiempo.

Ella sonrió.

—No. Pero nunca creí que tendría la ocasión de ver a uno de mis hijos casarse. Sabiendo cómo es Apolo y con... bueno, contigo, jamás creí que este día llegaría.

Suspiré.

—Como digas...

Alcé la mirada y  me emocione cuando vi a Percy venir hacia donde yo. Pero en ese momento fue interceptado por Hermes.

—Bien, primo. Ahora que te vas a casar con la diosa de la caza, necesito hacerte una pregunta—le dijo Hermes.

Percy se encogió de hombros.

—Adelante, ¿qué sucede?

Hermes sonrió malévolamente.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre "casar" y "cazar"?

—Em, sí—dijo Percy, confundido—. Es...

—"Cazar", es cuando matas a un animal—lo interrumpió Hermes—. Y "casar" es cuando el animal se mata solo.

Hermes se quedó allí, como esperando a que Percy reaccionara al chiste. Sin embargo él sólo lo miró inexpresivamente, caminó por su lado y se fue sin más.

—Oh, por favor. Pero si es muy bueno—se quejó Hermes.

Thalia se inclinó hacia mí.

—Bueno, él tiene un punto—dijo ella—. ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?

Sonreí.

—Más de lo que lo he estado nunca antes en mi vida, hermana.

Dioniso eructó no muy lejos de allí.

—Eso espero, porque recuerda que tienen que acabar lo que empezaron en la cabaña ocho. Y eso una vez hecho ya no se deshace.

Sentí como me ruborizara hasta las orejas.

Apolo llegó allí como si lo hubiesen invocado.

—¿Qué pasó exactamente en la cabaña ocho?

Todas las miradas se volvieron hacia mí. Apreté los puños.

—¿Y tú cómo sabes exactamente qué sucedió allí, Dioniso?

El se encogió de hombros.

—Soy el director de ese estupido campamento. Por supuesto que sé lo que sucede allí en todo momento—dijo—. Aunque te prometo que no vi nada, sabía exactamente lo que estaba pasando allí adentro.

—Y vuelvo a preguntar—dijo Apolo—. ¿Qué-pasó-allí-adentro?

—Artemis estaba teniendo algunos problemas con su cuerpo mortal—intervino Percy—. Así que ella me pidió que la ayudara. Eso es todo. No hicimos lo que tú crees que hicimos.

Asentí con la cabeza, porque técnicamente no era mentira. Todo eso pasó de verdad tal y como Percy lo decía.

Supongo que Apolo también lo creyó, porque dejó el tema, pero siguió con sospechas.

...

Como todo, la fiesta llegó a su fin, y comenzó la parte más importante de ese día.

Mi padre, Zeus, se puso de pie, y todos los asistentes se quedaron en total silencio, esperando a ver que tenía que decir el rey de los dioses.

—Perseus Jackson, da un paso al frente—ordenó él.

Percy tragó saliva y se puso de pie.

Había un momento de total tensión en el ambiente, vi como Poseidón sujetaba su tridente con fuerza, preparado para actuar en caso fuese necesario.

Zeus permaneció impasible.

—Bien, semidiós. Para nadie es un secreto que tú no me agradas y yo no te agrado—siguió mi padre—. Pero mi hija es feliz contigo y supongo que eso es lo que importa. Ya te he amenazado cientos de veces en el pasado, así que no voy a perder mucho tiempo en eso.

Zeus apuntó a Percy con su rayo. Todos los invitados se pusieron de pie, se tensaron o se escondieron tras las mesas.

Poseidón estaba a punto de saltar contra Zeus, pero Apolo lo detuvo, indicándole que siguiera mirando.

—Tradicionalmente el padre de la novia entrega una dote al pretendiente. Comúnmente eran tierras o dinero. Pero soy consiente de que eso no es lo más apropiado en esta situación—Zeus golpeó el rayo contra el suelo, haciendo temblar la tierra—. Serás inmortalizado. Con tu vida y existencia ligada a la vida de Artemisa. Mientras ella exista, tú también lo harás. Soy consciente de que ya has rechazado la divinidad en el pasado. Así que no serás convertido en un dios, sin embargo sí que alcanzarás un cierto grado de divinidad, ¿estás de acuerdo con eso?

Percy abrió mucho los ojos, creo que todos estábamos tan o más sorprendidos. Él me miró, y yo asentí furiosamente con la cabeza. Percy sonrió y miró a mi padre.

—Sí, señor. Muchas gracias.

Zeus apuntó su rayo una vez más.

—Que así sea, entonces.

Un as de luz salió disparado del rayo maestro, golpeando a Percy en el pecho. El soltó un quejido de dolor, pero se mantuvo en pie.

Cuando la luz se despejó, no pude evitar sonreír al notar como en su cabeza ahora había un mechón de cabello gris, el mismo que había ganado al levantar el cielo por mí hacia tantos años.

Percy se volvió para verme, con una gran sonrisa en su rostro.  

Se acercó hasta mí y me tomó de las manos.

—Entonces... ¿está es la parte en la que te llevo a mi habitación?—preguntó.

Sonreí.

—Sí, de hecho así es.

El me dedicó una sonrisa salvaje y me levantó de sorpresa, cargándome al estilo nupcial. Admito  que solté un chillido poco digno, lo que hizo que varias miradas se volvieran hacia mí.

Las ignoré y rodeé el cuello de Percy con mis brazos.

—Entonces no hay tiempo que perder—dijo él. Y yo no le llevé la contraria.

Mientras los invitados abandonaban el área aplaudiendo, llorando o lanzándole insultos a Percy. Él me llevó hasta nuestro campamento, el cual estaba vacío ya que las cazadoras se quedarían con Hestia por esa noche, tendríamos privacidad.

Percy me dejó en el suelo, para que pudiera dar yo misma el primer paso dentro de su carpa, lo que oficializó el matrimonio. Finalmente, Percy me retiró delicadamente el velo, lo que finalizaba la transferencia de mi vieja familia a la nueva, y acercó su rostro al mío.

—Te amo, Arty. ¿Lo entiendes?

Sonreí, perdida en sus ojos verdes.

—Sí... sin duda lo hago.

Él se inclinó y nos besamos. Nuestro primer beso como marido y mujer.

Profundizamos más y más en el beso.  Mientras retrocedíamos torpemente hasta su cama tuve finalmente la certeza de que ese era el mejor día de mi vida.



...


Varios dijeron que les interesaba esta parte que no puse en "las pruebas de la luna" y aquí lo tienen.

Espero les haya gustado.







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