Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La manzana de la discordia:


—Repítanme una vez más, ¿por qué estoy aquí?

El hijo de Poseidón miró a los olímpicos, quienes estaban actuando un poco más raro de lo normal, pero solo un poco.

Los dioses masculinos lo miraban con pena y lastima, incluso el mismo Zeus. Y si el cara trueno de Zeus sentía y mostraba empatía por Percy, significaba que lo que le aguardaba era algo demasiado terrible.

Las diosas... eran un caso a parte.

Artemisa y Deméter simplemente miraban a las demás con exasperación y frustración, como si no pudieran creer que estuviera pasando fuera lo que fuese que estuviera pasando.

Mientras que Hera, Atenea y Afrodita miraban fijamente al semidiós, esperando que contestara la pregunta por la que había sido convocado al Olimpo.

—¿Exactamente que cosa no te quedó clara?—preguntó Afrodita.

El semidiós se encogió de hombros.

—Pues... todo, déficit de atención y todo eso—dijo encogiéndose de hombros—. ¿Pueden repetir la pregunta?

Apolo suspiró cansado y agitó una fruta que tenía entre sus manos, una manzana dorada.

—Otra vez se están peleando por ver quien es la más bella—murmuró el dios del sol.

Percy bufó.

—¿Y ahora que hicieron y por qué no invitaron a Eris?

Hermes saltó de su asiento extendiendo los brazos.

—¡Eran demasiados invitados! ¡Perdí la mitad de las invitaciones, ¿está bien?!

Percy ladeó la cabeza confundido.

—El cumpleaños de Hermes—se encogió de hombros Dioniso—. El baboso perdió varias invitaciones mientras la repartía, y ahora todos tenemos que aguantar a esas tres pelear por una fruta.

—No es por una fruta—gruñó Hera.

—Es por lo que representa—especificó Afrodita.

Dioniso descartó las palabras con un gesto de la mano.

Percy suspiró cansado.

—En primer lugar, Felicidades Herms. En segundo lugar, ¿y por qué Hades me traen aquí?

Poseidón se removió incómodo en su trono.

—Pues... Percy... hijo... eras tú o nosotros—dijo tímidamente—. El gran héroe del Olimpo era la opción lógica.

El semidiós miró a todos los dioses masculinos secamente.

—Así que... me trajeron aquí para que la furia de dos diosas olímpicas caiga sobre mí y no sobre ustedes.

—Básicamente—dijeron Apolo y Hermes a la vez.

Percy se volvió hacia el hogar central, encontrando la llama pero no a su guardiana.

—¡¿Dónde está Hestia cuando se le necesita?!

—De vacaciones en Alaska—dijo Artemisa con aburrimiento—. Dijo algo sobre "necesitar un tiempo lejos de la manada de animales sin control que tiene por familia" lo que me parece un insulto, ¿qué le hicieron los animales para que los compare con ellos?

—¡Hey!—se quejaron Apolo y Hermes.

Percy suspiró resignado.

—Así que... quieren que elija a una diosa para darle la manzana.

Los doce olímpicos asintieron.

—Y sin importar qué elija, me va a ir mal.

Los dioses masculinos asintieron.

—Perfecto, como si mi vida no fuera ya lo suficientemente difícil.

Percy se quedó un minuto en silencio, lamentándose por su suerte.

Apolo le dio un par de palmaditas en el hombro para reconfortarlo.

—Tranquilo, amigo—dijo—. Solo se objetivo, di un nombre e intenta huir lo más rápido que puedas.

El semidiós miró a las tres diosas que reclamaban la manzana. Ninguna le agradaba particularmente.

Desde que la conocía, Atenea lo había odiado, ¿pero que culpa tenía él si una de sus hijas era su mejor amiga? No era como que pudiese simplemente dejar de ver a Annabeth porque una diosa se lo pedía, habían asuntos más importantes, como el levantamiento de Kronos por ejemplo.

Afrodita tampoco le agradaba especialmente, la diosa le había prometido una vida amorosa "interesante" que hasta el momento se había traducido en casi tener algo con Rachel pero no llegar a nada, y luego casi tener algo con Annabeth, pero tampoco llegó a nada.

Y Hera... ¿en serio tenía que mencionarlo? Lo había secuestrado, le había borrado la memoria y lo había arrojado al otro extremo del país para que se las arreglara con los romanos.

Pero bueno, Apolo le había dicho que fuera objetivo, así que tenía que arreglárselas para para sacarse todas esas cosas de la mente.

Cosa... que no era muy sencilla que digamos.

—Claramente no se va a decidir este siglo—murmuró Atenea.

—Plan B—aceptó Afrodita—. Me funcionó la ultima vez.

El resto de dioses rodaron los ojos.

—Aquí van los sobornos... ejem, "regalos"—dijo Hermes.

—Vamos, Jackson—dijo Afrodita—. Solo di mi nombre y te concederé el amor de la mortal más hermosa de esta época. Te prometo que esta vez no acabará en una guerra... espero.

—Conocimiento, engendró del mar—contraatacó Atenea—. Te ofrezco todo el conocí y sabiduría que puedas desear, que veo que te hace falta.

—No vas a ganar insultándolo—murmuró Poseidón desde su trono.

—Riquezas, todos los tesoros que puedas querer, te ofrezco convertirte en la persona con mayor fortuna sobre la fas de la tierra—decía Hera.

Percy se dio de cabeza contra un pilar en la sala.

—¡¿Por qué yo...?!

Entonces, una idea bizarra apareció en su mente.

—Elige, Jackson—ordenaron las tres diosas.

Bueno, tendría que agradecerle a Hera por eso más tarde, siendo que la idea original fue de ella.

Si recordaba correctamente la historia de la llegada de Afrodita al Olimpo, Hera la había casado con Hefesto porque era una solución tan bizarra y estupida que no dejaría lugar a quejas. Y es que sin importar que dios se casara con la diosa del amor, los demás seguirían molestos y terminaría en un conflicto mayor.

Este era un caso... similar, en cierto sentido.

Sin importar si elegía a Hera, Atenea o Afrodita, las otras dos diosas se ofenderían, así es como funcionaban las divinidades.

Pero... las reglas del juego eran simples: tenía que elegir a la diosa más hermosa. Eso significaba que podría elegir a cualquiera, incluso si no era parte de ese selecto grupo de tres diosas.

Y eso, era una ventaja a aprovechar.

Ahora... solamente quedaba elegir una diosa a la cual nombrar.

Tenía que ser una elección bizarra pero con sentido al mismo tiempo. No podía aplicar la de elegir a alguien horrible porque sería demasiado obvio que estaba intentando huir. Así que sí, tendría que elegir a una diosa hermosa, pero que elegirla fuera al mismo tiempo algo tan extraño y complicado que no dejara lugar a discusión.

Tal vez de haberlo pensado detenidamente podría haber pensado en alguien que se adaptara a la situación y que no se tomara a mal la cosa.

Pero Percy estaba desesperado y su hiperactiva mente trabajaba aun más rápido de lo que tenía por costumbre.

Así que probablemente tomó la peor decisión que podría haber habido, muy seguramente había dictado su propia sentencia de muerte.

El chico dijo lo primero qué pasó por su mente: cabello castaño rojizo recogido en una cola. Unos ojos amarillo plateado como la luna que resultaban asombrosos. Una cara tan hermosa que dejaba sin aliento, y una expresión seria y amenazante.

—Artemisa.

Al instante, supo que la había cagado.

Toda la habitación quedó en un silencio de muerte.

Los dioses hombres se palmearon la cara.

—Amigo... se suponía que escogieras la opción más segura para tu salud—dijo Apolo—. No la más peligrosa.

Bueno, por un lado había cumplido su objetivo, dar una respuesta tan bizarra que no dejara sitio a protestas.

Pero por el otro lado, no estaba listo para morir.

Para sorpresa de todos, en un inicio la única reacción de Artemisa fue encogerse en su trono haciéndose bolita y cubriéndose la cara con las manos mientras un rubor dorado subía por sus mejillas.

—Yo... emm... gracias...

—De nada.

Todos se quedaron en blanco por un minuto.

—Bueno... ya me voy.

Y sin mirar atrás, el hijo de Poseidón salió de la sala preguntándose cuánto tiempo tardaría la diosa de la caza en reaccionar y matarlo de una forma extremadamente dolorosa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro