4
Cuando creí que nada podía empeorar desperté en otro cuerpo.
Todo se veía diferente, desconcertante; había un aroma penetrante e incómodo que te revolvía el estómago y rejas oxidadas que te separaban de la libertad, no era el único ser ahí, podía escuchar el chillido de ratoncillos, el zumbido de moscas y el dolor de otros que como yo compartían el lugar. Se sentía la desesperanza, nadie hacia por huir de ahí, no había como, solo te acostabas a esperar, pero, ¿Esperar que?
El tiempo transcurría y el nerviosismo crecía, la oscuridad no me dejaba ver dónde estaba con seguridad lo único que podía identificar con claridad era el frío que te paralizada y te hacía chiquito buscando el calor que tuvieras dentro deseando encontrar la forma de salir de ese lugar. De pronto se escuchó el abrir de una puerta vieja mientras una luz segadora lastimaba mis ojos, una enorme figura comenzó a caminar por lo que parecía un pasillo que dividía a todos los cuales al ver la figura se escondían en lo más profundo de su estancia como si de un monstruo se tratara. ¿Qué está pasando? Me repetía en mi cabeza mientras forzaba mi vista buscando la cara del ser el cual al notarme abrió la reja tratando de sujetarme, corrí como pode pero no tenía a dónde, mis piernas me dolían, mi estómago tenía hambre y mis ojos no miraban con claridad, no había escapatoria. Me defendí como pude pero me fue imposible no ser sometido, lance una mordida como medida desesperada pero lo único que gané fue un golpe en la cabeza que me nubló las ideas incluyendo el miedo.
Mis piernas estaban sujetadas con cuerda de la cuál me hablaban hacia la puerta con la luz cegadora mientras escuchaba los chillidos de los otros que sentía me miraban con tristeza, en mi último esfuerzo busque liberarme de las ataduras pero me fue imposible, lo último que recuerdo son unas grandes manos que me sujetaban mientras decían: "Lo siento, pero ya no hay comida para más perros".
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