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Tres lunas (michaeng)

Era mi vigesimosegundo cumpleaños y a Chaeyoung se le había ocurrido ir a la playa (a la 1 de la madrugada), para celebrarlo. Ni siquiera se me hacían bonitas las playas artificiales de Seúl, pero decidí aceptar su invitación de todas formas. ¿Por qué? Tal vez por el simple hecho de querer estar un rato más con ella.

—No creo que esto sea una buena idea,  Chaeyoung —le expresé cuando fui consciente de mis pies tocando la arena—. Si tus padres nos descubren van a matarme a mi y luego a ti.

—Oh por dios, cumples veintidós hoy, respira un poco. Ya no somos unas niñas.

Me llevé las manos a los bolsillos.

Hacía frío para esa época del año, pero lo único que habíamos traído para protegernos eran un par de mantas no muy gruesas. Era una locura estar allí a esa hora, una cosa expontanea, como Chaeyoung misma. Ella colocó las mantas sobre la arena y luego se sacó la mochila de los hombros para usarla como almohada, la vi, todavía de pie, y ella me devolvió la mirada.

—Parece que hoy hay tres lunas en el cielo —dijo de repente, y se llevó las manos a sus ojos para fingir que eran binoculares.

—Pero de que hablas —susuré, como temiendo que alguien más nos oyera. Sin querer se me había escapado una media sonrisa.

Era miércoles y el lugar estaba vacío, eramos sólo ella y yo en toda esa extensión de arena pegajosa.

—Ven aquí —me dijo, también en un susurro que me caló los huesos.

Me quité la mochila para recostarme sobre Chaeyoung sin pensarlo, ella me envolvió con sus brazos. Estuvimos así un par de minutos, sólo compartiendonos calor, hasta que la sensación de sus manos jugueteando por mis caderas me provocó cosquillas y me hice a un lado para quedar apoyada sobre uno de mis hombros, Chaeyoung se colocó de lado, de modo que las dos nos dimos la cara la una a la otra.

—Lo siento.

Yo le sonreí sin apartar la mirada.

—Me tomaste por sorpresa, eso es todo —le hice saber, extendiendo mi brazo para delinear con mis dedos la piel expuesta que dejaba su camiseta.

—Mina...

—¿Si?

Chaeyoung acortó la poca distancia que había entre nosotras y rozó sus labios con los míos.

—Feliz cumpleaños.

Cerré los ojos un par de segundos,  disfrutando genuinamente de aquel momento, al abrirlos Chaeyoung seguía observandome.

—¿Era parte de algún plan tuyo traerme aquí para seducirme? —le dije bromeando.

—Oh, pues depende. —Sonrió—, ¿está funcionando?

Su voz y las olas pequeñas que chocaban contra la arena eran todo lo que podía oír, sí, estaba funcionando, pero no iba admitir algo como eso.

—Veremos.

Ella se acercó más, uniendo nuestros labios definitivamente en un beso, corto, pero dulce en todos los sentidos.

—Quizá.

Volvió a besarme, reteniendo mi labio inferior entre sus dientes, arrancandome un suspiré al sentir cosquillas en mi estómago. Luego de eso fui yo quien buscó su boca, llevando una de mis manos a su mejilla para atraerla más a mi cuerpo, prolongando esas cosquillas, prolongando el beso mismo y derritiendome en ella. Nos separamos para tomar aire.

—¿A que hora tienes clase en la mañana? —le pregunté, con la vista fija en sus labios.

—Estaba pensando en saltarmelas —confesó apenada—, y pasar el día contigo.

—Chaeyoung...

—¿Sí?

Tomé una de sus manos entre una de las mías, entrelazando los dedos en un acto reflejo.

—Suena tentativo... 

La simple idea de pasar mi cumpleaños con mi novia me ponía de buen humor, pero yo tenía que trabajar y no me podía dar el lujo de saltarme eso.

—¿Entonces ese es un sí? —preguntó Chaeyoung, para luego dejarme un pequeño beso cerca de la comisura de mis labios.

—Ya quisiera, en serio que sí, pero mañana tengo turno a las siete.

—Es tu cumpleaños...

Suspiré.

—Lo sé, pero igual tengo que trabajar.

Chaeyoung hizo un puchero.

—Te llevaré un pastel a la hora del almuerzo, ¿qué dices de eso?

—Eso me gustaría.

Volvió a besarme.

—Entonces te lo llevaré.

Cerré mis ojos por un par de segundos, disfrutando de otro beso, sintiendo cómo la mano de Chaeyoung jugaba cerca de mi ombligo, me acerqué un poquito más ella en un acto reflejo.

—¿Ves práctico hacerlo aquí en la playa? —soltó eso con voz ronca, yo me reí antes de llevar de nuevo mis labios a los suyos.

—Seria una interesante experiencia de cumpleaños.

—Hum...

Chaeyoung siguió subiendo su mano hasta llegar al borde de mi sostén, una vez allí se dedicó a dibujar patrones y rozar esa zona con las puntas de sus dedos, la sensación hizo que mi respiración se volviera pesada.

—Me gusta como se siente eso —le confesé—, me gusta cuando me acaricias de esa manera.

La vi a los ojos y ella hizo lo mismo, de repente, esa frase suelta que había dicho antes, esa sobre lo de las tres lunas en el cielo, cobró sentido.

—Ahora quiero hacer el amor contigo, Myoui Mina —se pegó más a mi cuerpo, eliminado el poco espacio entre nosotras—, en serio que sí.

Yo me moví un poco y dejé que mi espalda tocara la manta en la que estábamos en su totalidad, Chaeyoung se quitó su camiseta en cuestión de un parpadeo y se recostó sobre mí, llevando sus manos a mi cintura y sus labios de regreso a los míos en un beso intenso que me dejó en claro sus deseos.

De repente, justo cuando me disponía a deshacerme igualmente de las prendas de ropa que comenzaban a estorbarme,  oimos un ruido. Eran risas.

Chaeyoung paró sus movimientos en seco y se quedó quieta, luego me vio a mí.

—Creo que no somos las únicas en este lugar.

Se oyeron más risas.

—Que manera de apagar el momento.

Chaeyoung volvió a besarme y yo le mordí los labios, pero luego de oír de nuevo las risas nos separamos. El momento en definitiva se había apagado, ella suspiró de frustración.

—Será mejor que te pongas la camiseta, deben ser estudiantes.

—Tienes razón.

—Podemos ir a mi departamento si quieres —sugerí—o sea, no será tan romántico como hacerlo a la luz de la luna, pero nos las arreglaremos.

Ella sonrió y se puso la camiseta.

—Me parece perfecto.

Me ayudó a levantarme y recogimos nuestras cosas, una vez con las mochilas al hombro y las manos entrelazadas, comenzamos nuestro camino de regreso a mi departamento, mientras avanzábamos dimos con la fuente de aquellas risas, eran en efecto un par de jóvenes, probablemente estudiantes, en lo que seguramente era su primera borrachera.

Eso me hizo recordar la época en la que Chaeyoung y yo también eramos estudiantes, apenas si nos hablábamos, pero me sentía inexplicablemente atraída hacia ella, era innegable que me gustaba, y de alguna manera ese sentimiento terminó siendo mutuo.

Fue un alivio.

Quise enojarme con ellos por su interrupción, pero no pude, ¿cómo podía? Quizá más de alguno de ellos también estaba tenido no solo su primera borrachera, sino también una de esas noches de tres lunas de las que tanto hablaba Chaeyoung.

Nosotras habíamos tenido varias de esas, de eso estaba segura.

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