Capítulo 39
El último día del año Bellatrix y Sirius visitaron el Santuario de Criaturas Mágicas y después fueron a buscar a Rose y Eleanor a Zermatt. Les esperaban a la entrada del pueblo muggle muy sonrientes. Mientras caminaban entre los bosques, Rose, del brazo de Sirius, comentó:
-¿Habéis oído que han visto por aquí a un oso y una pantera? Nos lo ha advertido el recepcionista.
-Jaguar –la corrigió Bellatrix al punto-. Digo... ¿no sería un jaguar?
-Sí, y el oso podría ser un perro gigante, Trixie, pero creo que ese no es el asunto... -masculló Sirius.
-No sé, pero es raro, ¿no? No creo que sean animales típicos de Suiza... -comentó Eleanor- Dicen que los vio un montañero que se desorientó. Seguro que estaba borracho o loco, hay que estar tarao para dedicarte a subir montañas, ya me dirás qué se te ha perdido ahí arriba.
Nadie replicó ante tal sabiduría y dieron la explicación por válida.
-¡Hala, qué casa más bonita! –exclamó Rose en cuanto se vislumbró a lo lejos.
Los Black habían retirado algunos de los encantamientos protectores para que ellas pudieran verla. Además habían cerrado la ventana de la lechucería para que pareciese un simple cobertizo y ocultado todos los artefactos mágicos. El cuadro de James había sido relegado al desván frente a un espejo; probablemente llevaba horas intentando ligar con su propio reflejo. Además, el animago había encantado el receptor de la Red Inalámbrica Mágica para que sintonizara la radio muggle y ahora sonaba su emisora de rock favorita.
En cuanto entraron, agradecieron que las chimeneas trabajaran a plena potencia, ya que la temperatura exterior era muy fría. Sirius y Eleanor se pusieron manos a la obra en la cocina y no les faltó conversación:
-Por fin solos –declaró Sirius-. Llevo días queriendo que me cuentes cómo era Bella de adolescente.
-¿Que cómo era tu prima? ¡Lo sabrás tú mejor que yo!
-Nah, nos llevamos muy mal durante muchos años... Prefiero oír tu versión de ella.
-Ah, vale, mu bien.
Durante la elaboración de los tres platos (con postre incluido) la muggle no calló ni un minuto. Al animago le encantaron las historias sobre una Bellatrix de catorce años que entró a la pastelería y preguntó con desprecio: "¿Aquí hay algo comestible?". La hija de los dueños, ofendida, le respondió que ya no, los dulces se habían podrido solo con verla. Curiosamente aquello le hizo gracia a la bruja, no estaba acostumbrada a que nadie le rechistara. Así que compró un cruasán y al día siguiente volvió.
-Me trajo un pastel raro, como con forma de caldero, para que viera lo que era un dulce de calidad –rememoró Nellie-. Me lo comí y aunque estaba muy bueno le dije que había probado cucarachas más sabrosas.
-¿Y qué respondió ella? –preguntó Sirius que había soltado la sartén para prestar más atención.
-Se acercó, me dedicó una mirada asesina, me besó y dijo: "Ahora yo también he probado una cucaracha" –recordó Nellie con una sonrisa-. Me hizo gracia y nos hicimos amigas... Bueno, yo creí que éramos amigas: nunca había tenido ninguna y pensé que era normal entre amigas besarse y meterse mano. Tardé bastante en descubrir que no...
El animago se rió de la inocencia y la naturalidad de la muggle y continuaron con anécdotas similares. Mientras, la otra pareja se había acomodado junto a la chimenea. Bellatrix reposaba ovillada en el sofá bajo una manta y Rose se había sentado en uno de los sillones con las piernas cruzadas.
-¿Quieres que hablemos de algo o...? –empezó la mortífaga incómoda porque no sabía tratar con humanos.
-La verdad es que no, me gusta mucho estar en silencio. Adoro a Nellie, pero no me da un respiro: se pasa el día hablando sin parar, a veces parlotea hasta en sueños...
-¡Sidi hace lo mismo! La otra noche oí que decía: "Eres lo más bonito que mis ojos han tenido el placer de contemplar". Creí que me estaba haciendo un cumplido, pero resultó que estaba soñando que se despart... que se separaba en dos mitades y ambas querían ligar con la otra. Sé que suena absurdo, pero Sirius es así.
-¿Consideras que eso es absurdo? El otro día, después de encontrarnos con vosotros, Nellie me comentó: "Esa era Bella, mi exnovia, también es hetero como tú".
-Soy bi. Hay muy poca gente guapa como para encima ponerme límites... -filosofó la bruja.
-Yo también. Pero a Nellie le gusta pensar que todas somos hetero hasta que la conocemos.
Bellatrix se echó a reír. Sí, eso estaba al nivel de Sirius ligando consigo mismo. Ladeó la cabeza pensativa y murmuró:
-Aunque en realidad... En mi caso igual tiene razón, es la única mujer que me ha atraído...
-A mí también –confesó Rose-, pero no se lo pienso decir porque ya se lo dice ella sola.
La bruja sonrió de nuevo. Aprovecharon para desahogarse sobre sus parejas. También conversaron sobre moda: Rose era diseñadora y Bellatrix estaba acostumbrada a departir sobre el tema con Narcissa. Cuando la bruja comentó que Sirius insistía en que se casaran pero ella no tenía ni vestido, Rose sacó un cuaderno y un pequeño estuche de su bolso y empezó a garabatear. Se hizo el silencio solo quebrado por el rasgueo del lápiz sobre el papel y el agradable chisporroteo de la chimenea. Cuando a eso se le sumó el repiqueteo de la lluvia que empezaba a caer fuera, Bellatrix se relajó tanto que se durmió.
Media hora después, notó que el sofá se hundía ligeramente y se despertó. Rose se había sentado junto a ella:
-Mira, ¿qué te parece?
Había dibujado a la mortífaga ("Oye, estoy tremenda" comentó Bellatrix que en eso se parecía a su primo) y le había diseñado un vestido: morado oscuro, con un corpiño con piedrecitas negras y una falda con vuelo pero muy ligera. Lo completó con unas botas y una capa ambas de terciopelo negro.
-No se llevan mucho las capas, pero a mí me gustan y he visto que a ti también –comentó la muggle revisando el dibujo-. Igual preferirías algo más tradicional en blanco, pero yo te imagino más así...
Bellatrix estaba sinceramente sorprendida. Su hermana contaba con una diseñadora de cabecera: Giselle de Reginar, una bruja que solo vestía a los más insignes miembros de los Sagrados Veintiocho y había que encargarle las piezas con años de antelación. Bellatrix poseía alguna de sus creaciones y realmente no tenían rival en el mundo mágico. Aún así, estaba segura de que no hubiese mejorado el diseño de Rose.
-¿Es tuyo? ¿Existe o te lo acabas de inventar? ¿Podrías hacérmelo?
-Solo he dibujado lo que me imagino para ti, no existe... Podría hacerte algo más sencillo... -respondió ruborizándose- Solo tengo una pequeña tienda en un barrio de Londres y mi taller es el cuartito de la trastienda. Trabajo con materiales más baratos, pero...
-Cómpralos. Compra diamantes negros para el corpiño y las telas más caras, yo te lo pago. Te pago los materiales y por supuesto tu trabajo. Te puedo dar el...
Entonces la mortífaga se frenó. ¿Cómo diablos pagaban los muggles y dónde guardaban el dinero? Las escasísimas veces que había visitado un local muggle usaba imperio en el dependiente y se lo llevaba gratis. Sirius sin embargo tenía unas monedas y unos papeles de colores con la cara de una señora... Seguro que él sabría gestionarlo.
-Te lo enviaré por correo, Sirius me ayudará. Pero de momento no le digas nada, aún no he aceptado casarme. ¿Para cuándo puedes tenerlo?
-Eh... pues... Volvemos a Londres pasado mañana... Supongo que unas dos semanas si me centrara en eso. Pero tendría que tomarte medidas y supongo que no podrías venir a hacer ninguna prueba, te lo tendría que enviar ya terminado...
-Bah, conmigo no hacen falta pruebas, todo me queda bien. Si tuviera por aquí algo para medir... -murmuró la bruja mirando a su alrededor.
-Oh, ¡la llevo siempre encima!
Rose rebuscó en su bolso y encontró su cinta de costurera. Le indicó a la mortífaga que se pusiera de pie y empezó a tomarle medidas y a apuntarlas en su boceto. Lo hizo con mucho cuidado puesto que debían ser exactas: no podría hacer arreglos una vez lo enviara. A la mortífaga le resultaba surrealista que una muggle la estuviese manoseando con tanto detenimiento. Sin embargo no le molestaba: "Que te den, Voldy, los muggles no están tan mal. Al menos tienen nariz" pensó internamente.
"Tienes casi las mismas medidas que Nellie, haré que se lo pruebe ella" murmuró Rose sin dejar de trabajar. Estaba inclinada sobre Bellatrix rodeando su cintura cuando apareció la aludida:
-Oye, ¿el tronco de Navidad os gusta con...? –empezó Nellie- Cielo, ¿le estás metiendo mano a mi exnovia?
-Sí, Nell, es justo lo que estoy haciendo. A ninguna de las dos nos gusta hablar, así que nos entrenemos así –declaró Rose.
-Ah, vale... ¡Me alegra que os llevéis bien!
-¿Qué venías a preguntarnos?
-No me acuerdo... -murmuró la pastelera frunciendo el ceño- Es igual, voy a decirle a Sirius que nos tenemos que liar para demostrar que también nos llevamos muy bien.
Sin más, se marchó. Bellatrix le comentó a Rose que quería mantener el secreto del vestido con Sirius pero a Nellie podían habérselo contado.
-Lo sé, pero entonces hubiese venido a opinar. Y ya no se habría callado en toda la noche. La amo, pero mejor así.
La mortífaga sonrió. Le gustaba la relación de esas dos muggles, era extraña y absurda pero romántica y con una inmensa complicidad; justo lo que ella tenía con su primo. Terminaron de apuntar las medidas y decidieron juntas los materiales. Rose comentó que ella nunca había comprado diamantes y dudaba poder conseguirlos, así que Bellatrix le aseguró que ella misma se los enviaría. Usaría los de las joyas de su madre (que odiaba porque le resultaban muy anticuadas) y así hacía algo útil con ellos. Cerraron todos los detalles y después volvieron a disfrutar del silencio.
Cuando por fin estuvo lista la cena, se sentaron todos juntos en la mesa del salón, elegantemente vestida con mantelería dorada y copas de cristal tallado. Todo el menú estuvo delicioso y no faltaron las risas... ni mucho menos el alcohol. No había llegado la media noche y la sobriedad parecía ya un recuerdo lejano. Para no perderse el espectáculo cuando dieran las doce, salieron a una terraza interior desde la que contemplar el paisaje sin pasar frío.
-Tres, dos, uno... ¡Feliz año nuevo! –exclamó Nellie a la hora en punto.
El cielo se llenó de fuegos artificiales que crearon un espectáculo de color sobre las montañas nevadas. Sirius besó a Bellatrix y le susurró: "Este va a ser nuestro año". "Este y todos los que vengan" respondió ella con una inmensa sonrisa. Se volvieron a besar mientras Nellie y Rose hacían lo mismo. Cuando ambas parejas se separaron, Nellie repitió: "¡Feliz año nuevo!" y sin más preámbulos, besó a Bellatrix en la boca. Antes de que nadie pudiese replicar, repitió el proceso con Sirius. Rose, acostumbrada a la dulzura excesiva de su mujer cuando se sentía feliz, sacudió la cabeza con una sonrisa:
-Anoche intentó besar al camarero del hotel porque nos dejó bombones en la almohada –suspiró.
-¡Eran bombones muy buenos! –se defendió Nellie.
Los Black decidieron entonces que todo en orden y el animago murmuró:
-Vamos a brindar a nuestra salud, por seguir siendo tan guapos siempre.
Sirvió cuatro compas de champán y brindaron con las montañas de fondo, sintiéndose las personas más afortunadas del mundo. Entraron al salón y siguieron celebrándolo. Rieron, bebieron y bailaron durante horas. Sirius se ocupó de la música gracias al aparato que había encantado y junto con Rose sintonizaron sus canciones favoritas. Bellatrix saltó por los sofás y correteó por todas partes como un gato hiperactivo mientras Nellie abrazaba y besuqueaba a todo el mundo. Por los grandes ventanales se veía la nieve que empezaba a caer y la estampa resultaba aún más mágica.
Solo cuando dieron las seis de la mañana las fuerzas empezaron a agotarse. Nellie se sentó en el sofá y Rose se durmió con la cabeza apoyada en su hombro. Bellatrix estaba tumbada con la cabeza en su regazo mientras la muggle le acariciaba el pelo.
-Deja eso, Sidi, ven –murmuró Bellatrix empleando las pocas fuerzas que le quedaban en alargar el brazo.
Como el sofá era enorme y hacía ángulo, Sirius se sentó y Bellatrix apoyó las piernas sobre las de él y cerró los ojos. El animago le acarició el muslo hasta que él también se quedó dormido.
A las ocho de la mañana amaneció. Ese era el inconveniente de los ventanales panorámicos: pronto el sol se adueñó de la estancia y los cuatro durmientes –con severas resacas- empezaron a blasfemar como vampiros ante la luz. Rose (la más sobria) fue la primera que reaccionó. Se levantó como pudo, alisó su vestido y murmuró:
-Nosotras nos vamos, no vamos a molestaros más...
-¿No vivimos aquí? –preguntó Nellie confundida.
Bellatrix masculló algo como "Y una mierda", pero nadie la entendió bien. Se despertaba de muy mal humor, sobre todo cuando no había dormido. Sirius, frotándose los ojos, les advirtió que no le discutieran nada; mejor obedecer y no empeorar su humor.
-Tú, primo de Bella, a la cama –le indicó la mortífaga a Sirius.
Al animago, incapaz también de recordar su propio nombre, no hizo falta que se lo repitiera dos veces: subió al dormitorio y se cambió de ropa con un encantamiento. En cuanto se tumbó en la cama continuó su reunión con Morfeo. Bellatrix agarró de un brazo a Nellie y del otro a Rose y las arrastró escaleras arriba. Cuando la rubia intentó replicar, la bruja masculló:
-Si os vais solas os perderéis en el bosque, os mataréis o se os comerá la pantera esa que hay suelta.
El último dato fue definitivo. Por supuesto no se les ocurrió que "la pantera" pudiera ser Bellatrix; ni mucho menos que estuviese tan cansada y borracha que no recordase ser "la pantera". Las llevó a uno de los dormitorios más bonitos y les ordenó que se quitaran la ropa.
-Vale... -murmuró Nellie analizando su vestido como si fuese una prenda extrañísima- ¿Pero con cual de vosotras estoy casada?
Antes de que obtuviera respuesta, Bellatrix había vuelto con dos pijamas. Ambas sintieron un gran alivio al quitarse la ropa con la que llevaban tantas horas y se cambiaron de inmediato. La mortífaga cerró bien las cortinas para que no entrase ni un rayo de luz, pero no se marchó:
-Venga, Bella rubia, métete en la cama –le indicó apremiante a Rose-. Y tú, Bella habladora, eso es el pantalón, no te lo vas a poder meter por la cabeza, lo he intentado muchas veces...
Cuando Nellie por fin se puso el pijama bien, se acostó junto a su mujer. Bellatrix las arropó, le dio un beso en la frente a Nellie y murmuró: "Buenas noches, que duermas bien", repitió el gesto con Rose y le deseó: "Que sueñes con los dragoncitos". Al parecer Bellatrix borracha también era más cariñosa de lo habitual. Satisfecha, se fue a su dormitorio, se desnudó y se metió en la cama con Sirius. Incluso profundamente dormido, en un acto reflejo el mago la abrazó junto a su cuerpo y ella se acurrucó junto a él. Dos habitaciones más allá, Nellie murmuró ya casi dormida:
-Oye, de verdad creo que...
-Chsss, estoy soñando con dragoncitos –susurró Rose.
Y así empezaron el año, durmiendo en la más profunda inconsciencia pero con una sonrisa imborrable en sus rostros.
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