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CAPÍTULO 4.

Estoy lista, visto un atuendo casual pero formal a la vez, un vestido color negro y unos tacos del mismo color.

Mi teléfono suena y es un mensaje de John.

"Estoy esperándote aquí abajo.
John Aldrich."

Quedamos en que él me avisaría donde nos juntaríamos, pero no sé de donde consiguió la dirección de mi departamento, yo solo le di mi número de teléfono.

Bajo con rapidez las escalera y me encuentro con él. Se ve demasiado guapo con pantalones de traje negro y una camisa doblada un poco más abajo de los codos y los primeros botones del cuello abiertos.

-Hola.- Se acerca y besa mi mejilla.

-Hola.- Correspondo al saludo. Estoy nerviosa.

-Sube.- Abre la puerta del copiloto.

-Gracias.

El auto es un precioso Lexus lfa color negro, creo que está de moda el color negro ésta noche. El interior del auto es muy elegante y cómodo.

John toma asiento y arranca el auto, conduce por la carretera, lo que me parece raro.
Los restaurant están en el centro de la ciudad, no camino por la carretera..., quizás conoce algún lugar para comer que se encuentra lejos de la ciudad.

-No sé mucho de ti.

-Si averiguaste mi dirección, de seguro puedes con mis datos personales.- Me mira de reojo. Eso fue muy desubicado e indebido de mi parte.- Oh, lo siento.- Digo de inmediato.- Llegué hace un mes a Manbalay, soy cosmetóloga, tengo un hermano menor, tengo 22 años y creo que eso es todo.- Me encojo de hombros.

-Eres una chica tranquila.

-Claro. Cuéntame de ti.

-Me llamo John Aldrich, tengo 26 años, soy dueño del casino Manbalay y soy hijo único.- No quita la vista del camino.

-Para tan solo tener 26 años tienes una gran responsabilidad.

-Es más fácil de lo que crees.- Me mira y sonríe.- Es agotador, no lo niego, pero trabajar duro tiene sus recompensas.

-El dinero.- Termino la frase.

-Exacto.

-Llegamos.

Detiene el auto en una casa gigante, mejor dicho mansión. Repleta de gente por todos lados, música fuerte y Dios, se ve como una fiesta, pero de las buenas.

Baja del auto para abrir la puerta del copiloto, toma mi mano y me ayuda a bajar. Caminamos juntos hasta la entrada de la casa.

-¿No dirás nada?

-No tengo nada que decir.- Lo miro fijamente.- Creí que iríamos a cenar.- Sonrío.

-¿Quieres comer algo?- Arquea una ceja.

-Quizás.- Sonrío algo avergonzada.

-No te preocupes, hay cosas dentro de la casa.- Asiento con la cabeza.

Toma su tiempo caminar desde la entrada principal a la entrada de la casa. John no se estacionó más cerca a la puerta, ya que estaba todo lleno de lujosos autos, audi, mercedes, y muchos más que no logré reconocer.

Finalmente llegamos a la puerta principal donde se encuentran dos hombres con una lista en la mano, supongo que son los guardias. Me miran extrañados y luego a Aldrich.

-¿Nombre?- Me mira uno de los hombres.

-Andrea Neeson.- Susurro.
Busca mi nombre en la lista.

-No estás en la lista - Oh, estos hombres si que dan miedo.

¿Qué mierda, John? Me invitas a un lugar donde es con lista de invitados, no me encuentro en ella y tú no dices nada.

Uno de los guardias toma mi brazo con fuerza.

-Hey, me estás lastimando.- Trato de librarme de su agarre.

-Rick, suéltala, viene conmigo.- Posa su mano en mi cintura y me acerca a él.

-Lo siento, Aldrich.- El guardia me mira.- Disculpe. Adelante y disfruten.

Ay no, es que ésta casa es preciosa, está perfectamente decorada en un estilo moderno y elegante.

John entrelaza su mano con la mía para comenzar a caminar hacia un lugar. Se nota que conoce la casa, porque recorre el lugar como si fuera su hogar.

¿Por qué me trajo aquí?
Me dedico a observar el lugar, cuando nos detenemos miro lo que se encontraba de frente a mí y me encuentro con un patio hermoso. Creo que no es necesario describirlo, la palabra "hermoso" lo hace por mí.

-Come.- Señala una mesa repleta de comida de todo tipo.

-Oh...- Digo al momento de ver la mesa.

Tengo unos deseos enormes se abalanzarme sobre la mesa y comer de todo, pero eso no estaría bien y menos en un lugar que no conozco. Tomo un pedazo de lo que parece un pastel y lo meto a mi boca ¡Mhm... que delicioso!

John lleva diez minutos parado al lado mío mientras como de todo. Como pensé que iríamos a comer, no comí nada antes.

-Si quieres te preparo algo de comer, con dulces no te llenarás.- Suelta una carcajada.- Lo he notado con los minutos que he estado aquí observándote.

-¡Qué vergüenza!- Tiene toda la razón, ha estado conmigo todo éste tiempo que he comido como una cerda. De seguro estoy sonrojada.

-No te preocupes, nena.- Acaricia con delicadeza mi cintura haciéndo que me estremezca.

-No gracias, estoy bien.- Toco mi panza en señal de que ya no tengo hambre.

-De acuerdo.- Me sonríe.

-¿Dónde éstamos?

-En la casa de Mike.

-wow, es una casa increíble.- Me enamoré de la casa.

-Aquí se hacen fiestas, a las mismas que viene Ariana.

-¿Qué se hace aquí?- Miro a mi alrededor.- La gente parece no saber que es una fiesta, están todos conversando entre si con una pequeña y elegante copa en sus manos. En fiestas se baila.

-En unos minutos más comienza.- Acerca mi cuerpo al suyo y susurra.- Te encantará.

Un escalosfrío recorre mi cuerpo al momento de escuchar su voz muy cerca del oído. Aldrich produce algo extraño en mí, es aquella persona con la cual no temo arriesgarme si él está junto a mí, sé que no llevamos ni dos días saliendo y no lo conozco, pero produce eso en mi.

La luz baja de intensidad, la música cambia, los invitados dejan de ser formales y educados para ir a la pista y bailar como si estuvieran en una habitación privada. ¡Qué manera de correrse mano!

Una chica se acerca corriendo como una loca y creo saber quién es la loca.

-¡ANDREA, SOY ARIANA!- Llega a mi lado y me abraza hasta que se me dificulta el respirar.- ¡¿Qué haces acá?!

-No grites, Ari, igual te escucho. Vine con..., -Me giro para señalar a John, pero éste no estaba, desapareció.- John.

-Al parecer se fue.- Ríe fuerte.

-¿Por qué estás tan despeinada?

-Estaba en la pieza de Mike.- Sonríe mientras arregla su cabello.

-Siempre estás cogiendo, Ariana - Frunzo el ceño.- Te aconsejo que te calmes en cuanto a tu cuerpo.

-No jodas, lo haré igual.- Sonríe amplio.- Y dime, ¿Cómo es eso de que vienes con él y conmigo no? Te recuerdo que rechazaste mi invitación la vez pasada.

-Me dijo que saldríamos y bueno..., yo creí que me invitaria a algún restaurant, que se yo.- Me encojo de hombros - Y para más, desapareció de mi lado.

-¿Quieres que lo diga?

-¿Qué cosa?

-La clase de chico que es Aldrich.- Asiento con la cabeza.- Es un chico muy apuesto físicamente y respecto en la forma de ser es un mujeriego que está con una y con otra sin concretar nada.- Hace una mueca.- Es raro, porque los hombres que son así saben conquistar a cualquiera, pero nunca tienen a alguien para algo serio, una relación de novios.

-No sé que decir.- Suspiro.- Lo veía un chico con quién tener algo, pero no pienso aguantar que sea así.

-Quizás puedas cambiarlo, te tengo fé.

-Pero yo no tengo fé en él, puede ser un mentiroso de primera y yo puedo caer.

-Hablas como si te gustara y es primera vez que salen.

-¿Nunca te ha pasado que hablas con alguien y ya te pone mal? Te dice lo más mínimo y te ríes sola sin necesidad de conocerlo antes.

-Sí me ha pasado, pero soy igual que ellos, me dedico a pasarla bien.

-Voy a lograr que John sea mi chico y de nadie más.

-¡Apostemos!- Sonrío entusiasmada.- Me gusta esa actitud.

-Ari, tienes un serio problema con las apuestas.- Reímos a carcajadas.

-Me gusta la duda de saber si ganaré o no, es muy divertida.

-No apostaremos nada porque ya tenemos una apuesta pendiente.

-Oh, casi lo olvidaba.- Sonríe.- Yo me iré a divertirme, no vine a aburrirme.

Desaparece de mi lado en un abrir y cerrar de ojos. Que gran amiga, ve que estoy sola y no me hace compañía.

Puto John, me ha dejado sola el muy idiota. Tomo asiento en un sofá bastante cómodo y me dedico a observar a los invitados. Una pareja bailando, unos comiendo, otros conversando y bueno, los infaltables que se pierden por ahí en busca de intimidad.

Me coloco de pie dispuesta a dar un paseo por la mansión de Mike. Entro a la sala principal, donde hay unas pocas personas conversando y bebiendo. La sala decorada con unos sofás color negro de cuero, paredes color crema, en el centro una alfombra con una mesa de vidrio que sostiene costosas figuras, al igual que los cuadros ubicados en las paredes.

No pienso describir todo lo que tiene esta enorme sala, tardaría mucho tiempo y soy mala explicando.

Poso mi mano en la baranda de la escalera de madera y subo al siguiente piso. Me encuentro con un enorme pasillo. Comienzo a caminar y abro la primera puerta a la derecha y me encuentro con una sala de cine, continúo con la puerta de en frente, pero una mano me detiene. Es Aldrich.
Me jala hacia él haciendo que choque con su fornido pecho. Lo miro asustada y él no dice palabra alguna, solo me observa.

-¿Qué me ves?

-Tu belleza.- Posa la mirada en mis labios.

-Ay, no seas ridículo.- No dice nada, solo me mira.- Suficiente, deja de mirarme - Golpeo su sexy cara con mi mano.

-No era necesario que me golpearas.- Sonríe y gira la manilla de la puerta.- Al otro lado hay una habitación, pero prefiero otra para pasarla junto a ti.

Toma mi mano y caminamos hasta el final del pasillo, se detiene frente a una puerta de madera oscura y gira de la manilla dejando ver una habitación espectacular. Entramos.

-¿Qué hacemos acá?, ¿Por qué me trajiste aquí?

-Aquí es más tranquilo.- Cierra con llave la puerta.- ¿Dónde estabas? Te estuve buscando.

-Estaba en el patio, no te preocupes.

-No lo hice.- Sonríe y se encoje de hombros.

-Que desagradable eres.- Suspiro y ruedo los ojos para luego tratar de abrir la puerta. Toma mi antebrazo con fuerza.

-¿Dónde vas?- Sube su mano a mi rostro donde traza la comisura de mis labios con sutileza.

¿Qué mierda?, ¿Bebió o es su técnica de coqueteo?

Toma mi rostro entre sus manos y lo alza. No perdemos contacto visual hasta que me besa lentamente y cierro mis ojos al igual que él. Ubica una de sus manos detrás de mi cabeza jalando leve de mi cabello profundizando el beso, comenzando un roce de labios con pequeños mordisos para luego pasar a una lucha entre nuestras lenguas.

Lentamente caminamos hasta la cama y caigo en ella, él sube sobre mi sin dejar caer su peso. Su mano hace un recorrido desde mi cintura hasta mi rodilla y comienza a subirla lentamente hasta mi muslo. Esto no está bien, para nada.
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