12- Una mano implacable
—Suéltala. — su voz chasquea en medio de nosotros, y su mano bronceada sostiene la muñeca del hijo de Ares, — Ahora.
Perseus mira fulminante al semidiós delante de él, con su cuerpo alto y esbelto, interponiéndose en medio de nosotros inmediatamente. Una extraña vibra, peligrosa y fría como el océano apunto de desatarse en huracán, se desprende de sus poros y el hijo de Ares, víctima de sus tormentosos ojos verde mar. Se queda momentáneamente estático y atónito, observando a Perseus.
De alguna manera, su instinto divino, le advertía para detenerse si no quería terminar pulverizado.
—¿Qué? — murmuró con una vocecita intimidada, luciendo una palidez alarmante en su tez olivácea, algo poco normal en un "chico de guerras"; no obstante, de repente pareció recordar quién era; rápidamente, carraspeó, y volvió a adoptar esa mirada prepotente y adusta en sus orbes marrones. — ¿De dónde demonios saliste tú, zopenco? Este no es tu asunto, así que no te metas. ¡Quítate!
—Suéltala. — Volvió a repetir el Dios, con su otra mano suelta apretándose en un puño peligroso. — Quita. Tu. Mano. Ahora.
Pero él no me soltó, al contrario; sus dedos se aferraron con mayor fuerza aun alrededor de mí brazo, con tanto ahínco que sentí que sus uñas se incrustaban en mi carne; que estaba segura me dejarían visibles cicatrices para después. Mi boca hizo una mueca incómoda, y Perseus, rechinó los dientes, como intentando con todas sus fuerzas para no explotar.
— Kyle, detente, — Piper interviene, poniendo un poco de embrujahabla para él, ella se veía tan nerviosa como yo, pero no por lo que pudiera hacer el hijo de Ares, sino por Perseus— Te entiendo, sé lo que se siente perder a tus seres queridos más que nadie. Pero tienes que calmarte unos segundos y escuchar a Annabeth...
— Cierra la puta boca, bruja, tu magia no funcionará en mí. — Gruñó con desprecio, y acto seguido, intentó jalarme hacia él pero Perseus lo detuvo con una mano en el pecho antes de que lo hiciera. —¡YA QUÍTATE, MALDITA SEA! — le gritó frustrado, y probó con darle un empujón, pero ni siquiera le movió un solo mechón de su cabeza con el gesto. —¡Rubia, dile que se aparte ahora mismo si no quiere que le rompa los dientes!
Un fruncir de cejas de parte del azabache, y un músculo de su brazo tensándose, me indicó que la presión de su mano había aumentado en el brazo de Kyle, pero este lo ocultaba bastante bien con testarudez. De pronto, el viento a nuestro alrededor empezó a cobrar cada vez mayor fuerza, y con él, vino un aroma a sal del mar que inundó mis fosas nasales. Lo cual puso todos los pelos de punta en mis brazos, como advirtiéndome, dándome un presagio de lo que se avecinaba sino deteníamos esto ya.
— Kyle... — inició Quirón con voz conciliadora y un tinte nervioso, pero aun así, el chico de Ares no se apartó, lo peor es que parecía que sus demás hermanos lo apoyarían si trataba de darme una paliza, por el mero placer de hacerlo.
No veía a Clarisse en el grupo o cerca de ellos, pero tampoco creo que hubiese abogado tanto por mí para salvarme. Tenía que enfrentar mi consecuencias ahora. Sola. Y tranquilizar a un Dios sobreprotector antes de lanzarlo a la luna como casi lo hizo con Leo en la isla.
—Está bien, Perseo, déjame encargarme de esto, — miré hacia el chico alto y apuesto que no deja de taladrar con sus ojos a Kyle, — Vamos hombre, ¿soy una semidiosa recuerdas? No soy de barro o frágil cristal, estaré bien.
Y aún así, él no se movió ni un maldito paso, se quedó allí mismo plantado, y por sus orbes aguamarinas pasaban un montón de emociones que no podía identificar por la rapidez que eran ahogados en sus profundidades. Sentí pena por él, primera vez fuera del agua, y parecía tener tanto odio dentro suyo, para cumplir su "chiste" de hace rato.
Creo que la única razón por la que no estaba atacando, era porque le había dicho en la isla que debía controlar un poco más de sus emociones, y porque habíamos hablado minutos antes sobre que debía tratar de pasar desapercibido delante de todos. Una oleada de afecto inundó mi pecho, cuando me di cuenta, que me estaba haciendo caso... o bueno, intentando hacer lo que le pedí.
—¿Dónde está, Zeyla? — Kyle preguntó, desviando mi atención, y su voz se rompió en la última sílaba y aquello, comprimió mi corazón de una manera horrenda que me dejó sin respiración por la culpa. — ¿Mark, dime que solo tomaron rutas distintas o... o...
— Están muertos. — No sé cómo ni dónde encontré aquella frialdad para utilizarla en decir las siguientes palabras. — Hubo una tormenta, ¿okay? — sentía el brazo más entumecido y adolorido con cada segundo que pasaba, pero de alguna forma, me estaba costando mucho más soportarlo con un rostro inmutable. — Estábamos navegando perfectamente sobre un mar sereno y un cielo despejado, y de un momento a otro, todo se fue a la mierda...
Él está mudo. Sigue mirándome fijamente, anonadado con las cejas ligeramente fruncidas. Algunos de sus hermanos lucen rostros descorazonadores al oír la tragedia, llevando manos para estirar mechones de pelo con frustración, otros simplemente negaron con una mezcla de triste indiferencia; y el resto de los campistas guardaron silencio sin sorprenderse.
Porque, somos semidioses después de todo. La muerte acecha siempre a nuestras espaldas, y no existe protección más que nuestras propias habilidades. Sin embargo, muchas cosas, siempre escapaban de nuestras manos.
— Lo siento tanto, tomamos un atajo, kyle...
—Por tu idiotez, e incompetencia, — sus ojos se entrecierran con dolor — tú debiste morir en lugar de ellos, zorra.
—¡¡PUES CASI HE MUERTO TAMBIÉN!! —exploté, no estaba en mis genes ser amable por demasiado tiempo. —PERO TUVE MÁS SUERTE QUE ELLOS.
— Aaannaaabeth. — pronunció mi nombre con un grave alarido y forzosamente, trato una vez más de atraerme hacia él... Pero Perseus se hartó, lo vi en su cara enojada, y en el violento movimiento que hizo para que Kyle finalmente me soltara. Le dio un brusco empujón, y arrancó el agarre que tenía sobre mi brazo de un tirón. —¡¿POR QUÉ DEMONIOS TE ESTÁS METIENDO EN MÍ CAMINO?! — Kyle vociferó, cuando eterna trastabilló hacia atrás por la fuerza. —¡¿ESTE ES TU NOVIO, RUBIA?! ¡¿POR ESO SE MURIERON TODOS LOS DEMÁS, VERDAD, OTRAS COSAS HACÍAS EN VEZ DE PENSAR?!
— NO ES MI NOVIO — Arremetí de vuelta contra él, ya cansada de su comportamiento compulsivo. — ¡YA TE DIJE QUE LO ENCONTRAMOS EN LA MALDITA CALLE! ¡LO TRAJIMOS PORQUE ES UNO DE NOSOTROS!
—ERES UNA FALSA — devolvió — ¡SÍ TE ESTÁ PROTEGIENDO COMO SI FUERAS SU AMANTE! ¡APUESTO QUE
SE PASARON COGIENDO DURANTE TODA LA MISIÓN Y POR ESO TENÍAS LA PUTA CABEZA LLENA DE MAMADAS QUE TENÍAS QUE DARLE!
—¡Kyle! — azotó Quirón, escandalizado, Perseo agarró el brazo de Kyle una vez más, un trueno sonó encima nuestro, pero él no prestó atención a ello, siguió concentrado en despotricar contra mí.
—NO ESTUVISTE ALLÍ, NO SABES CÓMO OCURRIERON LAS COSAS....
— OJALÁ HUBIERA ESTADO, PARA METERTE HIERRO CALIENTE EN LA VAGINA SI TANTO QUERÍAS...
La mano de Perseo soltó su brazo, solo para anclarse en su cuello con tanta fuerza que su cabeza se lanzó un poco para atrás, y dentro de su boca sonó como si se hubiese mordido la lengua. Fue en un santiamén. Apenas en un parpadeo, y el Dios de las mareas estaba por quebrarle los huesos del cuello sin dudar.
— Será mejor que te disculpes. Porquería de mortal, crío asqueroso de ese sucio Dios psicópata.
Y juré oír en el momento, un tipo de sonido gutural e iracundo, proveniente de lo más profundo de su pecho. Como si dentro suyo estuviera despertando ahora mismo, un tipo de monstruo que ha pasado dormitando por mucho tiempo. Un escalofrío pasó por mi columna vertebral, y creo que no fui la única que lo sintió.
Y sinceramente, pensé que las olas del lago o del mar, se alzarian justo en este instante, para aplastarnos sin compasión.
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¿Quién es tu progenitor divino, por cierto, y cómo lo supiste?
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